Hay una noche que es para mí todas las noches y la noche.
No sé si me ocurrió o si la imaginé o si está compuesta por el recuerdo de todas las noches idénticas a esa noche o si es una noche que busco en el recuerdo tanto como en la realidad y que debo completar yo en todas sus dimensiones. Sólo sé que es el verano y sopla una cálida brisa memorable: mi noche acaba de comenzar y, aunque no hay crepúsculo todavía, la noche se forma, se está formando, ya llega.
El color predominante, dominante es el amarillo, pero no el amarillo de la naturaleza, sino el amarillo de la noche, donde no puede haber amarillo porque la noche física es la ausencia de luz, de colores, del sol. Es por tanto una noche histórica no natural y el color amarillo que recuerdo, que veo, que me alumbra, es un amarillo eléctrico.
Dije que es el verano y no que es verano porque se trata de el verano: no todos los veranos ni el verano de veranos, sino el verano que es, no el que fue, el verano que tiende a ser el único verano.
La noche es la noche que dura, no en la memoria ni en la mente, sino en su permanencia, la noche que es una eternidad que me envuelve aunque nunca la encuentro. Muchas veces ha querido reproducirse, permanecer en mí más de un momento, y la he visto formarse desde una noche cualquiera, irisada de amarillo, cálida y tenue. Pero desapareció en el momento en que generaba el recuerdo de ella misma y al recobrarla en su identidad, al reconstruirla desde el recuerdo, se esfumaba a mi alrededor tan súbitamente perdida como la había encontrado.
La busco todas las noches, siempre, y la encuentro cuando menos la espero, y aunque quisiera retenerla hasta que ella y su recuerdo sean una misma noche, sé que es imposible, porque cuando lo consiga esa identidad será la noche eterna, indiferenciada, inseparable de las noches y la nada.
Sin embargo, es a esa noche única que tienden mis noches, todas iguales en su diversidad, en su proyecto de ser noche, en su fallido intento de alcanzar la permanencia y convertirse en una noche absoluta. Todas, noches inútiles, intrusas en la noche, son mis noches.