La tirada metafísica que encontrarán ustedes en la página que sigue está mejor expresada en un soneto cualquiera de Quevedo, en que la vida va cavando su monumento en el poeta, a expensas de su muerte—o de su propia vida. Es un sentimiento vulgar/quiero decir corriente quiero decir cotidiano/entre los poetas clásicos. Santa Teresa lo decía mejor cuando argüía que Dios estaba «hasta en los pucheros». Dios, es decir: la eternidad: es decir, la nada, que está hasta en la sopa.