—Pero, Sarah, si te hubieran hecho la pregunta en otra parte. Digamos, en Suiza.
—Naturalmante, a lo Tell.
—Natürlich. ¿Y en los Madriles?
—Naturalmente, a lo tal-para-cual.
—Y si por teléfono, Sarah, ¿cómo habrías respondido?
—Naturellement. Allô?... Tel qu’elle...
—Perdóname, pero si por ejemplo tuvieras que escribir tu respuesta hoy en Francia, digamos, à la mode?
—Naturellement: a lo Tel Quel.
—Y si pudieras escoger un medio escénico actual, ¿a cuál irías con tu mot de qué hembrona?
—Naturalmente, ¡a la tele!
—Y si en vez de Sarah te llamaras Penélope Bernárdez, ¿a qué te dedicarías?
—Naturalmente, a la tela.
—Pero habrías tenido más de un turgente pretendido o túrgido pretendiente entonces. ¡Entonces?
—Natural. Mente: a la tala, a la tala!
—¡Ah Sarah, geva, me excitas! ¿Regresamos?
—Naturellement, à l’hôtel.
—Sarah, ¡eres de veras divina!
—Naturellement!