La estabilidad es una ilusión.
En Betalandia, sus ciudadanos tienen algo muy claro:
LA REALIDAD ESTÁ EN CONTINUO MOVIMIENTO.
Y eso la hace más real.
DESTRUIR es un síntoma de progreso e inteligencia social, ya que así se tiene la posibilidad de construir de otra forma, mejor, más adecuada, singular...
Betalandia es una sociedad líquida.
Término acuñado por el sociólogo más revolucionario de las últimas décadas, Zygmunt Bauman. Se refiere Bauman a una sociedad actual poco estable, entendiendo la estabilidad como la entendían nuestros abuelos, donde un trabajo era para toda la vida, un amor también, los muebles de la casa se compraban para que durasen... Un mundo sólido aquel, en el que todo se hacía con mente de continuidad. Para siempre. Ahora la vida es líquida. Móvil. Cambiante. Vivimos en un mundo en el que lo precario es lo normal. Donde todo adquiere un sentido provisional. Donde todo está de paso, en movimiento continuo.
Como dice una conocida canción de Jorge Drexler, ya no vivimos con pertenencias, sino con equipaje.
Muy recomendable el libro del profesor Bauman, Modernidad líquida.
Desprenderse de patrones y de estructuras fijas es lo normal.
La inestabilidad es lo normal.
La consecuencia principal del mundo opuesto a lo sólido es que crea ansiedad en las personas, según Bauman. La necesidad de reinventarse en el empleo provoca que muchos trabajadores se queden atrás y que no cumplan con los requisitos necesarios en la actualidad para atender las nuevas capacidades y necesidades profesionales. En la sociedad actual, no podemos aferrarnos a nada, porque todo es cambiante y efímero.
Todo es líquido, y la posibilidad de perderlo todo es más que probable. Es lo común. Lo normal.
Las líneas divisorias entre disciplinas están, cada vez más, desordenadas, borrosas, entremezcladas.
Las barreras desaparecen y las ideas flotan.
Los límites geográficos son pura entelequia.
Las ideas no pertenecen a los que las tienen, sino a los que las hacen.
Ahí radica el éxito.
El paisaje socioeconómico ha cambiado: desregularización, digitalización e internacionalización hacen que todo tipo de barrera caiga. Las industrias están borrosas. Mezcladas en su origen.
¿Quién puede distinguir hoy bien entre un banco y una empresa de seguros? ¿O entre una empresa de telefonía y otra de contenidos de ocio? Por poner sólo dos ejemplos...
Producción y consumo se funden en el llamado prosumo.
El prosumidor es, a la vez, consumidor y productor.
Hablemos, por ejemplo, del universo IKEA. Compras, pagas y te lo produces. O de Airbnb. O de Bla Bla Car... entre tantos otros.
La tecnología de información abre un gran abanico de posibilidades a las nuevas formas de comercializar un producto o servicio.
Productos y servicios que tampoco se pueden distinguir bien, que también tienen una relación borrosa. ¿Provicios? ¿Serductos?
En Betalandia, la separación entre trabajo y placer también es cada vez más borrosa.
En fin, Betalandia es una sociedad mucho más borrosa que la de nuestros antepasados más cercanos. El nuevo mono, ciudadano BETA, que habita Betalandia, ya no sabe vivir en otro modelo social.
No quiere. No acepta las viejas reglas.
Hasta no hace mucho, las cosas no eran así. Nuestros padres no lo vivieron así.
Otros términos, en esta sociedad borrosa, nos invaden: Redes sociales, smartphones, tabletas, drones, phablets, impresoras 3D, inteligencia artificial, robótica, streaming, tecnología 4G, IoT, VolP, realidad aumentada, pantallas Amoled... y un largo etcétera.
Son el pan de cada día. No se entiende la vida sin ellos.
(Nota del autor: a veces no se vive la vida por ellos.)
Viven en todos los entresijos de nuestra vida cotidiana.
Nos levantamos por la mañana ya pantalla en mano.
Es un tsunami imparable.
Al pagar en una máquina expendedora de cualquier tipo, o antes de alquilar un coche, o en un parking de cualquier ciudad, sonríe, porque te estarán grabando... La inteligencia artificial será la partida de inversión más grande en innovación para los próximos años, tanto en empresas como en gobiernos.
En países como China el gobierno se alía con empresas como Ant Financial, experta en servicio de pagos online, la distribuidora Alibaba, la compañía de alquiler de coches Didi Chuxing y el motor de búsqueda Baidu. Objetivo: reconocer, conocer, clasificar y organizar a la mayoría de los ciudadanos, clientes, proveedores y trabajadores de este conglomerado gobierno-empresa. El país asiático quiere que la inteligencia artificial se convierta en el primer motor empresarial en el año 2025, según desvela el informe «Next Generation Artificial Intelligence Development Plan».
La tecnología nos permite ya resolver problemas complejos irresolubles para los humanos, reconocer imágenes en búsquedas de datos con motores hiper-veloces y bajo herramientas que entienden el lenguaje, en cualquier idioma, tales como machine learning. Se trata de redes neuronales artificiales que han conquistado ya sectores como la medicina, las finanzas, la ingeniería, la automoción, la venta, la relación con el cliente...
Compañías como la californiana Ozlo, fundada hace tan sólo cuatro años y ya comprada por Mark Zuckerberg, han creado asistentes virtuales artificiales que son capaces de responder a consultas de usuarios de una empresa u organización, basándose en búsquedas a través de internet, en datas como Yelp o TripAdvisor, ente otros cientos... Se les ha dado en llamar bots o mayordomos digitales.
Son capaces de procesar el lenguaje, gracias a la aplicación de inteligencia artificial de modelos neuronales artificiales, hasta el punto que entienden las órdenes de los usuarios.
Uno de ellos, presentado públicamente el pasado 13 de julio, y que se ha denominado Pepper, es incluso capaz de reconocer las emociones de las personas que le contactan.
Ya empiezan a actuar como mediadores entre los chats y las empresas.
Ya se puede comprar comida para entregar a domicilio o reservar un billete de avión sin entrar en la web de una empresa ni a través de una app. Nuevo software... inteligente. Y con una experiencia de cliente hipermejorada.
Asistentes como AlphaGo, software basado en inteligencia artificial de la startup británica DeepMind, auspiciado por Google, derrotó al máximo experto mundial y campeón en el juego de estrategia «go», al surcoreano Lee Sedol. Fue todo un hito. La victoria de AlphaGo sobre Sedol, en 2016, no fue la primera de una máquina sobre un humano en un juego de estrategia: en 1997, el ordenador DeepBlue, de IBM, ganó por primera vez en un torneo a seis partidas al mejor jugador de ajedrez del mundo en ese momento (y que posiblemente sea el mejor de todos los tiempos), Gary Kasparov.
El año anterior, 1996, una versión menos evolucionada de DeepBlue y Kasparov se habían enfrentado ya, también al mejor de seis partidas. En esa ocasión, el ordenador le ganó una partida al humano, pero perdió el torneo. Es posible que DeepMind se llame Deep en homenaje a DeepBlue.
Un auténtico caso de machine learning; de redes neuronales inteligentemente artificiales, capaces de resolver problemas complejos.
Otros asistentes como Siri, de Apple; Alexa, de Amazon; Cortana, de Microsoft o Google Assistant ya están avanzando, replicándose bajo nuevos modelos que se activan con inteligencia artificial. En unos años formarán parte de lo normal. Vivirán con nosotros. Llegarán sin darnos cuenta. Entrarán en nuestra vida poco a poco. Sin anestesias...
Es la llamada NUEVA NORMALIDAD.
Término que nace de los expertos en análisis de tendencias económicas. Les encanta poner etiquetas a las diferentes épocas: la gran recesión a comienzos de 2007, la gran depresión en los años treinta del siglo pasado, el estado de moderación a principios de los años 2000..., y ahora LA NUEVA NORMALIDAD.
Se entiende como un periodo de crecimiento moderado aunque, curiosamente, con altas tasas de desempleo en entornos de estímulos monetarios sin precedentes. El nombre deriva del gran debate sobre cuál será el nivel de tasas de interés adecuado una vez que la economía no requiera sobreestímulos.
Un periodo en el que nada está claro. En el que todo cambia de un momento a otro. Donde predomina el vivir bajo un estado de riesgo continuo y de fragilidad, pero con muchas fuerzas que lo sostienen.
LA NUEVA NORMALIDAD es una forma de denominar al nuevo modelo que han adoptado nuestros empleos, las relaciones con los demás, la necesidad de una nueva educación y formación, nuestras formas de consumo... es decir, la nueva forma, incierta, de entender la nueva sociedad que, a principios de este siglo, ya está empezando a construirse. Una sociedad que será, en un futuro no muy lejano, sólo en un par de siglos, la BETAlandia creada para el NUEVO MONO.
Boston Dynamics, compañía de robótica, antes de Google y ahora de la japonesa SoftBank (muy borroso, una empresa que es un banco y a su vez una empresa de telecomunicaciones; que mezcla finanzas con robótica), ya ha creado cuatro robots estrella: Spot, el antropomórfico Atlas, el pequeño SpotMini y el atlético Handle. Los cuatro nos animan a pensar que la frontera entre lo artificial y lo humano es muy borrosa.
Muy poco diferenciada. Que tendremos que empezar a pensar en cómo relacionarnos con ellos.
Especialmente si hablamos de lo que a empleos de futuro se refiere...
¿Habrá una desaparición masiva de empleos, como algunos gurús del momento vaticinan?
Un estudio de la Universidad de Oxford asegura que se destruirán unos mil seiscientos millones de puestos de trabajo en los próximos dieciocho años.
La OCDE nos dice que un 12 por ciento de los empleados españoles podrán ser sustituidos de sus trabajos por robots en los próximos cinco años. Y Comisiones Obreras vaticina que en 2020, el 26 por ciento de los puestos de trabajo mundiales estarán desempeñados por máquinas.
Una empresa de seguros japonesa ha montado una plataforma de trabajo digital que le ha permitido sustituir a 34 de sus empleados administrativos.
¿Quieres saber cuánto tiempo le queda a tu puesto de trabajo?
Entra en Google, busca Will robots take my job?
Basándose en el estudio de Oxford te calcula el tiempo en el que tu trabajo será sustituido por un robot.
Esto no es nuevo en la historia de la humanidad.
Ya pasó en diferentes épocas. Se vivieron con el mismo miedo, con la misma incertidumbre.
Los sabotajes contra los telares mecánicos por parte de artesanos y obreros empiezan desde la misma invención de esas máquinas, que suele situarse en el siglo XVII. Su mayor expresión, con el despliegue del ejército para reprimirlo en el Reino Unido, es el movimiento «ludita», que vivió su apogeo entre 1811 y 1813, es decir, a principios del siglo XIX. Un ejemplo más cercano lo podemos encontrar en la destrucción a manos de artesanos y trabajadores de los telares mecánicos del vapor Bonaplata, sito en la calle Tallers de Barcelona, se produce en 1835.
La sociedad, por naturaleza, siempre se ha opuesto al progreso progresando. Curioso.
Rosa Montero en uno de sus artículos del El País nos decía, reflexionando sobre este tema, «no se puede desinventar lo inventado».
Lo que sabemos no puede ser olvidado.
Estamos en un momento fascinante, a la vez que peligrosamente turbulento.
En cualquier caso, algo no ha cambiado: el poder de la PERSONA en todas las decisiones de futuro.
Hagamos un poco de historia para llegar al presente de BETAlandia.
Hubo un tiempo en el que trabajar para mantener un negocio era suficiente. Se trataba de vender y vender... y vender.
Tener una Ventaja Competitiva Sostenible (VCS), nos decían los gurús de la época, era lo que nos hacía fuertes. Una vez clara la VCS, tocaba promocionarla, promocionarla... y promocionarla. Comunicar la diferencia.
¿Es posible, actualmente, «sostener» una ventaja en el tiempo?
Es más... ¿Es posible, HOY, tener una ventaja que realmente sea competitiva? ¿Se perciben, HOY, con nítida claridad las diferencias entre unas ventajas y otras? ¿O todo es HOY mucho más borroso?
Hoy vivimos en un mundo donde todo está hiper-conectado. Donde las Propuestas de Valor son percibidas como iguales o las diferencias son mínimas, donde diferenciarnos y diferenciar nuestras marcas y productos se hace cada vez más difícil, donde la sostenibilidad de un negocio en el tiempo es mucho más compleja...
Sin embargo, opino que, bajo este nuevo paradigma, en esta nueva organización de la sociedad que hemos llamado BETAlandia, el nuevo mono debe saber y tener en cuenta algo fundamental:
el mejor valor diferencial, la mejor PROPUESTA DE VALOR, está en él mismo.
La aportación de valor diferencial: ¡TÚ!
Tú eres lo verdaderamente diferente en este proceso de aceleración social de cambio, alimentado por nuevas tecnologías digitales, por movilidad excesiva, crecimiento de la oferta, desintermediación en la demanda, automatización, inteligencia artificial y toda la larga lista de nuevas normalidades en el entorno vital.
En el pasado, no muy lejano, a esto le llamábamos ciencia ficción.
Hoy es ya realidad. Te ha tocado vivirlo. Da igual la edad que ahora tengas. Da igual el sector profesional al que te dediques. Da igual que seas bohemio o empresario, maestro o cirujano, químico industrial o payaso...
Empieza a pensar en automóviles que se conducen solos, en profesiones para tus hijos que hoy no existen, en ordenadores que aprenderán sin ti, en modelos de negocio que no se parecerán a los actuales ni en un 5 por ciento de su ADN. Piensa en el IoT (internet de las cosas), millones de petabytes de almacenaje y distribución de información que conectarán «las cosas» sin necesitarnos. Piensa en una nueva medicina, en terapias génicas. Y un largo etcétera.
La forma en la que trabajaremos, muy pronto, ya no será como ahora.
Las habilidades que necesitaremos serán diferentes. También los líderes tendrán que reinventarse. No se podrán dirigir los procesos ni las personas como lo hacíamos hasta ahora.
Y en toda esta turbulencia, ¿has pensado cómo vas a hacerlo?
¿Cómo vas a responder a ello? ¿Cómo vas a descubrir nuevas oportunidades para tu negocio o para ti como profesional?
¿Estás formando parte de los que lideran este cambio o estás observándolo desde tu ventana mientras pasa?
El pensamiento disruptivo, en BETAlandia, es la nueva norma.
¿Estás preparado para ello?
Los cambios ya no ocurren de forma gradual. Ya no vale con adaptarnos poco a poco...
¿Estás preparado para ello?
Todo está conectado. Muy pronto coches, electrodomésticos, aeropuertos, quirófanos, escuelas... estarán también conectados entre sí... No sólo las personas.
¿Estás tú conectado? ¿Tienes tu organización conectada?
La computación cuántica alimentará los big data del momento.
El IoT permitirá, como nunca antes, una aplicación diferente de la inteligencia artificial.
¿Estás preparado para ello?
El uso de los utensilios cotidianos será diferente.
¿Está tu modelo de negocio, tu equipo, tú... preparado para ello?
Pues bien, en este nuevo entorno betalándico hay una cosa que NO podrá ser digitalizada. Ni siquiera automatizada.
Y se convertirá en algo muy valioso.
Se trata de ti mismo, es decir, del SER HUMANO.
Inteligencia artificial y humanidad se mezclarán. Eso sí.
Pero el ser humano, la persona, será lo más valioso.
El acento diferencial.
Los rasgos exclusivamente humanos como la creatividad, la imaginación, la intuición, la gestión de emociones, la ética... cobrarán un valor incalculable en la diferencia de tu propuesta de valor.
La PERSONA será el centro de mayor atención de valor.
Siempre lo ha sido. Ahora más.
Las máquinas serán muy buenas simulando entornos, eligiendo entre algoritmos, produciendo, desarrollando mejores procesos..., pero no lo serán nunca SIENDO, NI SINTIENDO.
El amor, en su sentido más amplio, seguirá siendo algo sólo nuestro, de los humanos.
La tecnología no es talento. Así lo creo yo...
Permíteme, lector, equivocarme.
El porqué de las cosas, el para qué de las cosas, seguirá siendo nuestro. En el futuro, los negocios y la sociedad en general serán más líquidos, holísticos, pero necesitarán más que nunca al SER HUMANO, a través de nuevos modelos de liderazgo, lleno de conversaciones poderosas, calidad de feedback, nuevas formas de entender el trabajo en equipo, de manejar la creatividad... y la gestión de la incertidumbre.
El cambio que llega no es digital. O, al menos, no sólo digital.
No nos dejemos engañar.
Se trata de una TRANSFORMACIÓN CULTURAL.
La gran oportunidad está en vivir el cambio aprendiendo de él.
Esto nos hará más fuertes. Mejores ciudadanos BETA.
Humildad y Humor, tan defendidos por este autor en su libro El factor H, que publiqué antes que éste, serán más necesarios que nunca.
Tengámoslo claro: EL FUTURO NO VA A OCURRIR SIN NOSOTROS.
El futuro de esta nueva BETAlandia está siendo construido por nosotros, los HUMANOS.
Nuestra nueva forma de trabajar e interactuar con el entorno y con lOS consiste en adoptar la tecnología, pero no convertirnos en ella.
No somos tecnología. Vivimos con ella. Es diferente. Querido lector, es diferente... No te dejes confundir.
El futuro no está en la tecnología, sino en aprender a vivir con ella y aprender a trascender por encima de ella.
En entender esta nueva etapa vital, no sólo como una transformación digital, sino como una transformación cultural de los humanos para ser unos nuevos humanos: hecha por y para la mejora de la humanidad.
Por ello, científicos y empresarios de todo el mundo instan a los gobiernos a crear un marco legal que delimite las responsabilidades del sector de la robótica y el uso de la inteligencia artificial (Financial Times, 3 de septiembre de 2017). Objetivo: que las máquinas no lleguen a suponer nunca un peligro para la humanidad.
En Estados Unidos, Ryan Calo, catedrático de Derecho de la Universidad de Washington, ha estudiado ya nueve casos penales relacionados con el uso de robots en la última década.
Están con nosotros. Y también incumplen leyes.
Trazar una línea entre humanos y robots empieza a complicarse, incluso si hablamos de legislación. La tecnología difumina los límites entre lo humano, la persona, y los robots, es decir, el instrumento. Nunca antes en la historia de la humanidad, con ningún otro tipo de instrumento, pasó algo parecido.
David Hanson, fundador de Hanson Robotics, con sede en Hong-Kong, explica que los robots, cada vez más, no sólo son capaces de comprender el lenguaje verbal y hacer uso de él, sino también el no verbal. En cuanto convivan más con los humanos, añade Hanson, y gracias al diseño de algoritmos inteligentes inspirados en la biología, aprenderán a manejar emociones, la tonalidad del mensaje y otras características de la comunicación humana, como gestos faciales y expresividad en las manos.
Murray Shanahan, del Google DeepMind, va más allá. Se refiere a los robots como individuos artificiales que adquirirán conciencia. Y le han llamado a esta conciencia de la máquina con el término de «personalidad electrónica».
El nuevo mono sabe todo esto. Y no huye. Conoce el entorno BETA en el que le ha tocado vivir. Y lo acepta. Cambia su miedo al futuro por la fuerza del presente en el que vive.