Nunca consideré que el siguiente humano que vería fuera una chica. No sé por qué eso me hizo dudar.
Cuando salí de los árboles, tenía un tiro claro hacia adonde ella se aferraba al borde del río. Podría haberle disparado, creo, pero parecía algo vergonzoso. Ella fue tan valiente, la forma en que derribó a ese otro humano. Tuvo éxito en donde yo fallé. Ella protegió a su Compañero.
Creo que la admiré demasiado y no disparé mi rifle.
Admiración. Ni siquiera tengo una seña para eso. Inventaría una, pero…
El soldado de la otra orilla me observa y me hace una seña para que espere.
—Perdidos —digo, y uno de ellos asiente y hace una seña:
—Esperar ahí.
Ellos tienen un rango más alto que yo, e incluso que Sexta, creo. El que se dirigió a mí podría incluso ser un Primero. Son tan inflexibles y controlados, nada los perturba ni los distrae. Sexta habría pisoteado llena de frustración por la pérdida de los seres humanos en el río, pero éstos sólo dan media vuelta y marchan de regreso sobre la colina. Sexta me habría culpado y me habría llamado estúpido, me habría empujado y se habría negado a hablar conmigo durante días.
Espero, los dedos de mi mano izquierda buscan algo en qué aferrarse. Me pregunto si no debería meterme de nuevo entre los árboles, subo más y me desconecto de nuevo. No confío en estos rangos altos. Sé lo que piensan de mí. ¿Qué sucederá si descubren que soy defectuoso?
Pero ¿cómo lo sabrían? No tenemos rangos visibles. Todos parecemos iguales, especialmente con nuestra armadura. El comportamiento es el que indica el rango. Los más altos creen que todos los Octavos son defectuosos, y los Novenos y Décimos son aún peores. Hasta yo tengo miedo de los Undécimos y Duodécimos. Por lo general, desaparecen y nunca más se les vuelve a ver. Pero si me las arreglo para actuar como un rango más alto, ¿qué me detiene para ir con ellos? Puedo verlos y hacer exactamente lo que ellos hacen. Puedo ser inflexible y controlado como ellos, no quedarme embelesado con las cosas verdes ni distraerme con el olor de los cachorros de lobo o las telarañas.
No puedo ser un Primero, porque soy un chico y los Primeros varones están todavía en las naves. No puedo esperar ser tan perfecto como un Segundo; un Segundo nunca se perdería, para empezar. Pero tal vez podría actuar como un Cuarto de manera convincente. Y entonces tendría un mayor rango que ella. A Sexta le gustaría que yo fuera un Cuarto. Si no estuviera muerta.
Mis dedos se estiran y no encuentran dónde asirse.
Uno de los transportes sube al cielo y roza el agua para recogerme. Temblaría si pudiera. Mi aprehensión me hace olvidar a la chica del río por el momento. Pienso en Sexta en cambio, y me estiro para alcanzarla.