Grazia Deledda: historia de una incomprensión

Nacida en Nuoro el 27 de septiembre de 1871, en el seno de una acaudalada familia, Grazia Deledda no solo profundizó en la literatura y en los movimientos en boga de la época, como el naturalismo francés, sino que se dedicó con pasión a la historia de Cerdeña y a la de Arborea, el antiguo estado indígena bajo el que la isla conoció los conceptos de nación y pueblo.

La joven Grazia en varias ocasiones se presenta con estas palabras: «Quiero hablar de Cerdeña. Quiero contar historias y leyendas de esta isla en la encrucijada de pueblos y civilizaciones. La isla de los sarracenos y los jueces, de los Dorias y los Malaspinas».

Se trata de una Deledda poco conocida, la joven que se declara seguidora de la obra de Enrico Costa (Sassari, 11 aprile 1841–Sassari, 26 marzo 1909). Este, uno de sus primeros modelos, fue un escritor y periodista cuya misión era la de divulgar la historia de Cerdeña. La investigación de Deledda también se vio alimentada por las publicaciones sardas del siglo XIX que, empeñadas en rastrear las antiguas glorias de la isla, redescubrieron un ardiente deseo historicista. Los inicios literarios de Deledda son modestos –tenía quince años cuando publicó su primera novela–, pero cualquier aficionado a la escritora simpatiza con una joven que se empeña en buscarse a sí misma antes de buscar un estilo narrativo propio, que se manifesta plenamente en La via del male.

Esta novela ¿es el primer paso hacia un merecido Premio Nobel o el comienzo de un gran engaño? Hay un tribunal permanente, incorpóreo e intemporal, abarrotado de críticos que pretenden juzgar a la Premio Nobel de Literatura Grazia Deledda. ¿Quién es esta mujer? ¿Una escritor talentosa y original con el mérito de haber dado voz, corazón y alma al desconocido pueblo de Barbagia o una aficionada a la escritura, con mucha suerte, culpable de haber creado una imagen odiosa de la isla? Sea como fuere, Grazia Deledda es una escritora de récord. Es la segunda italiana, después de Carducci, que ha ganado el Premio Nobel, la segunda mujer del mundo y la primera y última escritora italiana. Pero también es un récord que haya alcanzado la fama internacional desde una pequeña ciudad, en su época aún más minúscula, como es la capital de Barbagia. Sarda, mujer, escritora de provincias y ganadora en 1926 del prestigioso premio, que retiró al año siguiente.

En 1896 llega el cambio de rumbo de la narrativa de Deledda con La via del male, donde por primera vez el talento de Deledda encuentra el cauce expresivo perfecto. Pietro Benu, el protagonista masculino de la novela, es un joven de origen pobre que pronto desarrolla un tenaz resentimiento hacia la vida y parte de su propia familia. Se trata de sus parientes ricos, que no se diferencian de él ni por su sabiduría ni por su cultura, sino por el destino, que ha concentrado las posesiones de toda la familia en las manos de ellos. La frustración de Pietro convierte el amor por su prima María en obsesión y, al mismo tiempo, su odio le da fuerzas para no rendirse. Lucha, cambia su vida e incluso consigue aprender italiano, viajar y superar a sus altivos parientes en riqueza y educación.

En un encuentro mágico entre el decadentismo y el verismo, La via del male es la novela histórica, quizá la única en sentido estricto, a la que aspiraba Deledda. Pero también, al mismo tiempo puede considerarse un Bildungsroman. La introspección psicológica es objetiva y desinteresada, desprovista de intenciones morales. En las paginas de La senda del mal, Deledda dibuja personajes vivos, un fresco que capta Nuoro de la época, por entonces inmerso en la Italia unida y las nuevas oportunidades de vida para los sardos, que partieron en masa a buscar fortuna en Argelia.

Después de La senda del mal siguieron novelas de ambiente intimista, como Cenizas la autobiográfica Cosima, que destacan por sus descripciones de paisajes inolvidables, situando a Deledda principalmente en el decadentismo, sin renunciar a alguna incursión ocasional en el verismo. Ni el cambio estilístico ni el Premio Nobel aplacaron a los intelectuales hostiles a ella. Giuseppe Dessì, que era deudor estilístico de la propia Grazia, le reprochó el hecho de que sus novelas retrataran un rostro inmutable y sombrío de la isla.

Sin embargo, el hecho de ser sarda, mujer y escritora de provincias es también una maldición que ha impedido que Deledda reciba, aún hoy, el reconocimiento adecuado por parte de quienes, críticos y profesores, construyen el canon literario. ¿Por qué esta subestimación? ¿Por qué, a pesar del Premio Nobel, nunca ha entrado en el círculo mágico de los escritores italianos?

Varios factores pesan en la falta del merecido reconocimiento que sería debido a Grazia Deledda. En primer lugar, es una mujer, y esto, a pesar de todos los cambios ocurridos a lo largo del siglo XX, nunca se le perdona. Alejada de las tertulias literarias, incluso cuando se trasladó a Roma, donde murió el 15 de agosto de 1936, Deledda comenzó su aventura como escritora con la publicación de algunas novelas románticas. Sin embargo, su estilo y su poética no tardaron en tomar una forma muy divergente de sus primeros experimentos narrativos, llegando a cumbres inesperadas, tanto que a veces se han comparado algunos de sus textos, Cenizas, Elias Portolu, Cañas al viento, La madre, Marianna Sirca, La hiedra, y un largo etcétera, con los de los más importantes autores rusos.

Los protagonistas son los últimos, los humildes, hombres y mujeres que luchan contra el destino y el pecado. Y como en Fëdor Dostoievski, el perdón llega para todos y proviene, incluso antes que la religión, que sigue siendo un faro para ella, de la capacidad de Deledda de observar a todos los seres humanos con amor, sean cuales sean sus elecciones y errores. Todo merece respeto: incluso la flora y los paisajes de su querida Cerdeña, que describe con detalle con una habilidad y un refinamiento que recuerdan a algunas páginas de la Recherche de Marcel Proust.

Pero mientras Proust y Dostoievski son considerados, con razón, dioses en el Olimpo de la literatura mundial, Deledda nunca ha entrado ni siquiera en el Olimpo de la italiana. A la condición de mujer se añade la de sarda, nacida en la provincia más alejada de quienes tienen el poder de decidir o no la grandeza de un escritor. El relato de Cerdeña, precisamente por su diversidad, se considera, de hecho, como una mera descripción de folclore, la narración de un mundo que nunca se eleva a la dimensión universal. Pero es una acusación injusta y deplorable

Bastaría con releer sus novelas para redescubrir, a partir de la historia de su mundo, su capacidad para describir el alma humana en sus profundidades, en sus pliegues más íntimos, en sus dudas, en su desesperación, en esa vacilación que se apodera de todos ante el misterio de la vida y la muerte. Deledda es la gran olvidada de la literatura italiana del siglo XX, subestimada también por haber hecho de los protagonistas de sus novelas los hombres y las mujeres de un mundo arcaico que ella relata en su desmoronamiento, en sus transformaciones a partir de la ruptura del orden patriarcal.

Habrá que hacer con el opus deleddiano lo que los estudios postcoloniales hicieron con los escritores de países no occidentales, maltratados por los gobernantes, por aquellos vencedores que incluso en la cultura dictaban la ley. Se debería releerlo, estudiarlo más y mejor en los institutos, como ejercicio de gran literatura, como formación en otras culturas, en miradas diferentes a las que construyen la corriente principal. Los estudios poscoloniales lo han hecho con tantas literaturas infravaloradas: también deberían aplicarlos a tantas vertientes que en Italia han sido menospreciadas por pertenecer a realidades consideradas residuales. Deledda, para quien sabe leerla, da un vuelco al canon literario, derriba los estereotipos, acaba con la acusación de provincianismo.

Cuando, sin ser vista ni siquiera por su mundo, comienza a escribir: es autodidacta, de familia acomodada pero golpeada por diversas desgracias, no deja que nada ni nadie la detenga. Se vuelva a leer a Cosima para creer. Es su novela autobiográfica, publicada póstumamente. Preciosa. Conmovedora. A veces casi jocosa, a veces dramática, pero siempre teñida de esa nostalgia que parece ser una característica común de los escritores de Nuoro.

Es la misma nostalgia que encontramos en Salvatore Satta, citado supra, el jurista autor de la extraordinaria novela, también publicada póstuma, El día del juicio. Aquí la nostalgia se convierte en desesperación, pero tanto en Deledda como en Satta se encuentra la misma atención a la vida, la misma mirada amorosa de quien observa con asombro y dolor la comedia humana que nos rodea. Una vez, durante una entrevista, Andrea Camilleri dijo que El día del juicio de Satta era el verdadero caso literario del siglo XX. Según él, incluso más que El Gatopardo. Una novela absolutamente imprescindible, pues.

Grazia Deledda también es un caso. Pero, en sentido contrario. Poco leída, poco estudiada, poco celebrada, salvo en su ciudad, donde también está la hermosa casa-museo en la que se han reconstruido las habitaciones tal y como se describen en Cosima.Se habla poco, demasiado poco de ella. Un destino compartido con otras escritoras que, a duras penas, han conseguido afianzar su nombre en las historias de las literaturas ya bien entrado el siglo XXI. Hay que releer a Deledda, la cantante de un mundo que tal vez ya no exista, pero cuya belleza puede encontrarse en sus novelas.

Los detractores de Deledda olvidan fácilmente la insustancialidad de la novela popular italiana y la torre de marfil en la que se refugian la mayoría de los intelectuales, componiendo versos comprensibles para una minúscula élite. Desde entonces y hasta el siglo XX, todo modelo literario, desde Capuana hasta Verga, desde la propia Deledda hasta Svevo y el caso singular de Salgari, será en su mayor parte reelaborado a través de un viaje personal. Esto es muy diferente de lo que ocurre en Francia e Inglaterra, donde los variados géneros de la novela tienen una sistematización y unos términos de comparación importantes en los que otros pueden basarse para construir su propia idea original de la escritura. Zola, Dumas, Conrad, Scott, Deledda admira a esos autores y en Italia tiene dificultades para relacionarse con sus colegas que, en su mayoría, la consideran burda y analfabeta. Una notable excepción fue Luigi Capuana, cuyas afectuosas exhortaciones impulsaron significativamente la escritora de Nuoro.

El pesimismo de Deledda es evidente, pero está claro que no es buscado y quizás ni siquiera pretendido. Grazia ha encontrado su camino, es decir, escribe sobre lo que sabe. Noventa y cinco años después del Premio Nobel, es hora ya de desempolvar y sacar de los manuales literarios Grazia Deledda, una mujer y una narradora emblemática por lo que se refiere al papel-clave en el largo camino de la novela en siglo XIX.

Leyendas sardas

Estas leyendas, recogidas por Grazia Deledda durante su juventud y aparecidas en diversas revistas en la última década del siglo XIX, nunca fueron publicadas en volúmenes por la escritora. En su mayoría, son típicamente sardas, vinculadas a determinadas localidades: castillos en ruinas, antiguos santuarios, abismos tenebrosos poblados por espíritus infernales. Otras hablan de tesoros ocultos, cuya conquista es una hazaña audaz y peligrosa, porque están custodiados por el mismísimo Satanás.

Otras se hacen eco del lejano recuerdo de las incursiones sarracenas en las regiones costeras de Cerdeña. Algunas se caracterizan por tener un núcleo histórico al que se han superpuesto elementos fantásticos, que se han convertido en mitos con el paso de los siglos; otras se adentran en el mundo de los cuentos de hadas, un mundo que sigue fascinando e involucrando poderosamente; además, Deledda relata historias campestres transmitidas en torno al hogar, dramas amorosos o tragedias personales.

La capacidad de perfilar personajes aparece todavía in fieri. De todas formas, se vislumbra, más allá de los personajes mal elaborados y movidos por un ritmo narrativo inestable, a una joven llena de entusiasmo, decidida a decir algo importante que dé prestigio a su tierra. Deledda es en esos años como un explorador incierto que a menudo cambia de camino sin encontrar una salida. Pronto llegaron las primeras novelas, como por ejemplo Almas honestas y Fior di Sardegna, dos títulos que indican por sí solos el nuevo camino seguido por la joven, a saber, la composición de frescos de lugares y personas. Quizá ya consciente de las dificultades de la novela histórica, la joven Grazia, en sus primeros ensayos literarios, prefirió dirigir su atención hacia un mundo circundante y cotidiano, su propio mundo.

Roberta Alviti

Obras de Grazia Deledda traducidas al castellano

Marianna Sirca

Grazia Deledda, Mariana Sirca, Cervantes, Barcelona, 1928.

Grazia Deledda, Mariana Sirca, [Dédalo], [¿?], 1949.

Grazia Deledda, Mariana Sirca, Aguilar, Madrid, [1950].

Grazia Deledda, Mariana Sirca, Aguilar, Madrid, [1963].

Grazia Deledda, Mariana Sirca, El Buey Mudo, Madrid, 2012.

Grazia Deledda, Mariana Sirca, Palabra, Madrid, 2021.

La via del male

Grazia Deledda, El camino del mal, Ramón Sopena, Barcelona, [¿1922?].

Grazia Deledda, El camino del mal, Mateu, Barcelona, [1958].

Grazia Deledda, El camino del mal, Mateu, Barcelona, 1962.

Grazia Deledda, La senda del mal, Plataforma, Barcelona, 2021.

Grazia Deledda, Doce cuentos de Cerdeña, Labor, Barcelona, 1977.

Grazia Deledda, Doce cuentos de Cerdeña, Labor, Barcelona, 1986.

Grazia Deledda, Doce cuentos de Cerdeña, Labor, Barcelona, 1988.

Cosima

Grazia Deledda, Cósima, Espasa-Calpe, Madrid, 1983.

Grazia Deledda, Cósima, Nórdica Libros, Madrid, 2007.

Grazia Deledda, Cósima, Nórdica Libros, Madrid, 2012.

El regalo de Navidad y otras historietas de Cerdeña contadas a los niños

Grazia Deledda, El regalo de Navidad y otras historietas de Cerdeña contadas a los niños, Olimpo, Barcelona, [1944].

Grazia Deledda, El regalo de Navidad y otras historietas de Cerdeña contadas a los niños, Cervantes, Barcelona, [1964].

Grazia Deledda, El regalo de Navidad y otras historietas de Cerdeña contadas a los niños, Labor, Barcelona, [1970].

Grazia Deledda, Obras Escogidas, Aguilar, Madrid, Barcelona, [1955].

Grazia Deledda, Obras Escogidas, Aguilar, Madrid, Barcelona, [1958].

Grazia Deledda, Obras Escogidas, Aguilar, Madrid, Barcelona, [1963].

Dopo il divorzio

Grazia Deledda, Después del divorcio. Novela de costumbres sardas, Maucci, Barcelona, [¿1914?].

Grazia Deledda, Después del divorcio. Novela completa, Maucci, Revista Literaria «Novelas y Cuentos», Barcelona, 1955.

Elias Portolu

Grazia Deledda, Elias Porolu, Orbis, Barcelona, [1984].

Grazia Deledda, Elias Porolu, Orbis, Barcelona, [1986].

Canne al vento

Grazia Deledda, Cañas al viento, Bercimuel, Madrid, 2016.

L’edera

Grazia Deledda, La hiedra, Cátedra, Madrid, [2021].

L’ospite

Grazia Deledda, El huésped, s. n., s. a.

Il paese del vento

Grazia Deledda, El pueblo del viento, Biblos 2017, Buenos Aires.

Sino al confine

Grazia Deledda, Entre la fé y el amor. Novela de costumbres sardas, Maucci, Barcelona, [¿1914?].

Grazia Deledda, Los humildes: novela original, Biblioteca Patria, Barcelona, [¿1907?].

Grazia Deledda, Cuentos de Cerdeña y otros cuentos, Bercimuel, Madrid, 2018.

Grazia Deledda, Los humildes: novela original, Biblioteca Patria, Barcelona, s. l., [¿1907?].

Grazia Deledda, El jabatillo, Gadir, Madrid, 2012.

Obras de Grazia Deledda traducidas al catalán

La madre

Grazia Deledda, La mare, Adesiara, Martorell, 2009 (en catalán).

Obras de Grazia Deledda traducidas al gallego

Elias Portolu

Grazia Deledda, Elias Porolu, Hugin e Mugin, Santiago de Compostela, 2012.

Al cuidado de Roberta Alviti.