UNA NUEVA AMISTAD PARA RENACER



Somos dos seres que el destino uniría por la adversidad, cada uno con un recorrido diferente, pero con una enfermedad en común: el cáncer. Esa es nuestra historia, una historia movida en principio por el deseo de vivir y luego por querer compartir nuestra experiencia y así beneficiar a muchas personas que estén pasando por la dura prueba de ser diagnosticadas con cáncer.

Conocí a Draco en una conferencia sobre salud y nutrición. Era domingo y estaba por irme a casa, cuando el médico con el que trabajaba me preguntó si podía atender a un paciente más, a lo que respondí que sí. Recuerdo que entró y se sentó muy rápido en la silla.

—¿Tú qué haces? ¿A qué te dedicas? ¿Por qué tienes tatuajes? ¿No sabes que eso es malo para la salud porque libera metales pesados que dañan la sangre? —le pregunté, mientras observaba sus manos.

—Soy cantante y me llamo Draco Rosa —me respondió, pero yo nunca lo había escuchado.

—No te hagas más tatuajes —le dije, y me dispuse a analizar su sangre en el microscopio.

Muy a mi pesar me di cuenta de que su sangre se parecía a la de muchos pacientes que tenían cáncer y con quienes yo había trabajado anteriormente. No soy médica y por eso no creí conveniente comunicarle mis sospechas, así que le recomendé que fuera a ver a un doctor inmediatamente y que le hicieran otros tipos de exámenes de sangre. Sin embargo, hablamos de cambiar sus hábitos alimenticios, como evitar los azúcares y los productos lácteos provenientes de animales. Su nuevo estilo de vida se basaría solamente en alimentos derivados de plantas. Al final de la sesión intercambiamos teléfonos y se fue muy triste al ver la condición de su sangre.

Al día siguiente me sentía inquieta y le hablé para saber si había programado una cita con el doctor. Me dijo que estaba saliendo del hospital City of Hope (la ciudad de la esperanza) y le habían confirmado que tenía cáncer. Para Draco, que ha dedicado su vida a la música y a componer canciones que en su mayoría hablan de amor, ese fue uno de los días más tristes que ha vivido. Sin necesidad de que lo expresara con muchas palabras y solo con escuchar su voz, me di cuenta de las fuertes emociones, inquietudes y miedos que rondaban su mente y su corazón. Yo sabía lo que sentía porque pasé por la misma experiencia.

A pesar de lo duro que es el proceso de asimilar la enfermedad, su espíritu estaba combativo y sabíamos que no había tiempo que perder. Quedamos en que nos encontraríamos el fin de semana en su casa con el objetivo de iniciar lo que sería la base, el andamiaje de su recuperación de tan penoso flagelo. Se trataba, en el fondo, de enseñarle cómo debería alimentarse, la especial atención que merece el tema de los azúcares ocultos, el impacto negativo de los diferentes aditivos y preservantes que se encuentran en los alimentos y, especialmente, la forma como promueven el avance del cáncer.

Ese domingo fue un gran comienzo y me llenó de satisfacción. Conocí a su esposa Ángela y ambos se encontraban muy contentos y ansiosos de poder adquirir los conocimientos para mejorar el sistema inmunológico de él, a partir de algo tan elemental como la alimentación. Creí conveniente iniciar contándoles sobre mi experiencia de cuando me diagnosticaron y me dijeron que solamente me quedaban dos meses de vida. De esto ya han pasado más de 27 años. Hoy en día continúo dándole gracias a Dios por mantenerme sana para poder ayudarles a otras personas que están en la misma situación que yo estuve. Para mí es importante compartir todo lo que aprendí de la doctora que me asesoró. Ella también tenía cáncer y solamente con la alimentación se había recuperado.

Draco, con su mirada intensa, ponía atención a todo lo que le decía y tomaba apuntes en un cuaderno negro. Mostraba gran interés por el tema y tenía expectativas de curarse. Más tarde comenzamos a cocinar y a probar los platillos. Su reacción era decir “¡Qué rico! ¡Qué sabroso!”, mientras comía con mucho agrado. No obstante, después de varias horas y de tanto comer me dijo: “¿Será posible hacerlo todo líquido? Ya no quiero masticar más”. Ese tipo de apuntes siempre lo acompañan y personalmente me hacen mucha gracia.

Ahí me di cuenta de que nunca había conocido a alguien con tantos deseos de aprender y poner en práctica todo lo que estaba descubriendo. De hecho, me sorprendió el entusiasmo y la dedicación al aceptar su nuevo estilo de vida y el plan de alimentación. Nunca renegó o me dijo “Esto no me gusta”. Solo decía: “Si es bueno para mí, entonces vamos para adelante hasta la victoria”. 

Estoy totalmente convencida de que Draco sabía de la seriedad de su enfermedad y estaba consciente de que tal vez la comida no lo iba a curar, pero que definitivamente era la base que sostendría el proceso y al mismo tiempo le ayudaría a reforzar su sistema inmunológico. De esa manera estaría en condiciones para comenzar y resistir cualquier tratamiento que escogiera.

Durante los meses siguientes y simultáneamente con la alimentación especial, Draco encontró un norte, es decir, su deseo de vivir, y tal vez lo más importante: se refugió en Dios. Encontró paz dedicándole tiempo a la Biblia y visitando la iglesia. Esto le traía un nivel de alivio que solamente proviene de la relación con nuestro Señor Jesucristo.

A pesar del dolor, la tristeza y la soledad durante este capítulo de su vida, siempre mantuvo su espíritu guerrero y le hallaba sentido del humor a todas las situaciones. Siempre se mostró positivo y lleno de mucha esperanza. Siempre decía: “Para adelante con Dios”.



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Simultáneamente, su mundo artístico no dejaba de girar y para sus seguidores él no estaba enfermo. Incluso el 10 de abril de 2011 viajó a México a dar un concierto, a pesar de saber que este viaje lo iba a debilitar y que podría ser perjudicial para su tratamiento. En efecto, una vez allí se sintió muy débil por el viaje y la altitud. Le era difícil respirar, lo que le preocupaba mucho ya que no tenía la energía necesaria para estar en el escenario.

Al día siguiente me envió un mensaje de texto que decía: “Estoy en el aeropuerto de México saliendo para Los Ángeles. Me tomé mis vitaminas y la clorofila. Perdí unas cuantas libras más y estoy muy preocupado. El show de anoche fue un éxito. La vitamina B12 fue excelente, ya que me dio la energía que necesitaba para terminar el concierto”.

Más tarde, alrededor de las ocho de la noche, me escribió: “Estoy contento de estar de regreso en casa, me tomé cuatro onzas de jugo de pasto de trigo (wheat grass), un súper jugo verde y dos porciones de sopa. Fue un día muy especial, porque Ángela hizo una pasta con tomate y también una ensalada con aderezo de albahaca… ¡¡Súper delicioso!! ¿Qué puedo decirles? Llegué a casa con mucho apetito. Más tarde me tomaré un té y más clorofila antes de acostarme”.

Otro de sus mensajes que me conmovió mucho fue el sábado 23 de abril, decía: “La hemoglobina está a 8, sé que esto es temporal y que necesito ser fuerte. ¡Haré todo lo que esté en mis manos para recuperarme pronto! Tendré que mantener mi espíritu alto. Puedo sentir el amor de Dios por todos lados. Me siento emocionado. Esto es muy diferente de todo lo que había experimentado en toda mi vida. Estoy listo para continuar en mi camino de recuperación. ¡Dios murió por nuestros pecados y sé que él está conmigo!”. Y qué decir de este otro: “Me pesé hoy y estoy decepcionado por mi peso, solo 143 libras de flacones. A pesar de todo, tuve una noche muy linda. ¡Alegría total!”.

Es increíble que a pesar de su situación siempre terminara las conversaciones con algo positivo. Además, su deseo de compartir con otros sus experiencias era admirable. Así pues, decía: “Tenemos que compartir todo este conocimiento que estoy adquiriendo con el resto de los latinos y enseñarles la importancia de una buena alimentación. Tenemos que documentar todo para que otros se puedan beneficiar también”.

De ese modo decidimos juntar nuestros esfuerzos para marcar una diferencia en nuestras vidas y también influir en la de los demás. Nos mantuvimos en contacto todo el tiempo y hablábamos de las emociones que surgen en medio de ese sendero de incertidumbre y de todo lo que se siente cuando uno es afectado por una enfermedad como esta.

El mundo de Draco consistía en estrechar su relación con Dios y en aprender más sobre la nutrición. Incluso amplió tanto su conocimiento que llegó el momento en que él me estaba enseñando a mí también. Siempre experimentaba nuevas formas de consumir los vegetales. Creo que era para hacer más agradable y menos repetitivo el menú. También lo hacía buscando potenciar las virtudes de las plantas. Estos arranques de creatividad terminaban en mensajes como este: “Estoy en casa, preparando una súper ensalada”. A través de mensajes de texto me contaba todo lo que le iba poniendo y decía: “Eso parece una bomba, pero bueno, hay que experimentar… Pienso que se me pasó la mano, comí mucho y ahora me duele la barriga”. Algunos de sus experimentos salían fabulosos y otros acababan en dolor de estómago. Sin embargo, siempre terminaba con una sonrisa... o una gran carcajada.

Con el paso del tiempo su imagen corporal evidenciaba que algo estaba sucediendo y fue imposible ocultarlo más. Se hizo público su estado de salud y la respuesta del mundo entero no tardó. Debido a las redes sociales, noticieros y segmentos de entretenimiento ocuparon sus espacios por mucho tiempo con este tema. No obstante, algunos especulaban y lo daban por enfermo terminal. Al mismo tiempo, el tratamiento continuaba y muchas veces se hacía insoportable, pero el deseo por sobrevivir, el amor de su familia, de amigos y el incondicional apoyo de todos sus fans le dieron las fuerzas para continuar.

Los días pasaban y Draco, ya cansado de tanto tratamiento y medicinas, sintió un gran deseo de regresar a Puerto Rico, su pueblo adorado. Entonces decidió pasar el verano en su finca. Semanas después, Ángela y sus hijos Redamo y Revel se reunieron con él, aprovechando que ya habían salido de la escuela. Posteriormente, aprovechando su estancia en la isla, visitó a un doctor que tenía un protocolo para el cáncer a base de vitamina C y del que ambos teníamos muy buenas referencias. Entonces decidimos que iniciara dicho tratamiento, todo puesto en manos de Dios y apoyado por una muy buena nutrición.

Meses después se sentía mejor. También comenzó a ganar peso y a ser el mismo de antes. Posteriormente, regresó a California y continuó la rutina de la vitamina C y la nutrición a base de plantas, hasta que los tumores mostraron una gran reducción de su tamaño. Siempre lleno de expectativas, proyectos y pensando en componer música, Draco comenzó a trabajar en el disco Vida, una obra que se grabaría con artistas muy famosos en el campo de la música latina.

Con los ánimos por las nubes, se hizo un nuevo escáner. De los tres tumores que tenía, dos habían desaparecido y del tercero solo quedaba un 25%. La recomendación del médico fue hacer una serie de quimioterapias para acabar con lo que quedaba del tumor. Esto, sin embargo, no resultó nada fácil: se requirió de muchas series de quimioterapia y de un trasplante de médula ósea, que se realizó en el hospital City of Hope, ubicado en Duarte, California. También se hizo un nuevo tratamiento, que fue todo un éxito.

Pero luego de un tiempo y casi un año de felicidad y buenas noticias en el plano profesional y personal, el cáncer regresó. Aún recuerdo ese día. No sabíamos por qué o cómo había ocurrido esto. La pregunta fue: ¿ahora qué hacemos? Y la respuesta fue solo una: CONTINUAR LA LUCHA. Recuerdo que le dije: “Tú pareces un resorte que se cae pero se levanta rápido”. Posteriormente con mucho sentido de responsabilidad cumplió sus compromisos artísticos en Colombia, México, Estados Unidos, Argentina y Puerto Rico. De regreso a Los Ángeles, se internó en un hospital e inició todo el protocolo para su nuevo tratamiento.

Recuerdo un día que lo visité y salimos de su habitación a caminar, muy cerca, no más de 50 metros, pero se cansó mucho y me decía: “¡Ves! Una semana atrás estaba en el escenario bailando como loco, moviendo las caderas; hoy me canso al dar unos cuantos pasos”. Entonces nos reímos.

Los días en el hospital pasaban lentamente. Sin embargo, su espíritu de luchador nunca cambió. Sabía que la comida era importante, pero tener el espíritu muy en alto y fe en que todo iba a salir bien era primordial. También hablábamos de compartir estos momentos y experiencias con todos y solía decirme: “¿Cómo vamos con el libro? ¿Te acuerdas de poner aquellas recetas que hicimos? También tenemos que escribir sobre la importancia de la limpieza del cuerpo. Todo lo nuevo que aprendimos tenemos que incluirlo en el libro… Apúntalo para que no se te olvide”.

Ciertamente estamos en un proceso en el que nunca se debe descuidar ningún ámbito, es decir, la nutrición, los tratamientos médicos y la excelente relación con Dios y los demás. Damos gracias a Dios y en este momento somos optimistas. Los resultados son muy buenos y las expectativas son grandes. Ahora bien, la meta es llegar a la recuperación definitiva y en el proceso continuamos con lo que nos ha servido para sobrevivir al flagelo del cáncer… en fin, recibir todo lo que la naturaleza nos da y apropiarnos de sus virtudes para nuestro beneficio.

Para Draco y para mí este libro significa el primer paso de una cruzada que queremos emprender contra el cáncer, teniendo como arma principal la buena nutrición a base de plantas. Esto nos lleva a un nuevo proyecto –muy lindo, por cierto– que es hacer retiros en la Hacienda Horizonte (propiedad de Draco) en Puerto Rico. Es un lugar realmente mágico y maravilloso, un paraíso donde podremos compartir personalmente la experiencia de aprender las virtudes de la alimentación sana contenida en este libro, poder preparar las recetas con los visitantes y, adicionalmente, disfrutar de los espacios de meditación y el contacto directo con la naturaleza, para poder perdernos en su belleza y sentir su poder, alejados del bullicio de las ciudades.


Nena Niessen

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