Mis ojos se abrieron lentamente. ¿Por qué había un tambor resonando en mi cabeza? Llevé la mano hacia mi frente, como queriendo detener la migraña. Y tenía sed, como si hubiera tragado un puñado de arena. Me senté lentamente, observan­do todo. Me había dormido en el sillón de Marc. El living tenía todos los síntomas de haber sufrido una fiesta. Almohadones tirados en el suelo, una caja de pizza en la mesa, vasos, agua rosa en diferentes partes del piso.

—¿Marc? —pregunté.

Mi voz se oía rara. Marcus se encontraba despatarrado en el otro extremo del sillón. Ver su rostro trajo un remolino de imágenes de la noche anterior. Nosotros jugando videojuegos, cantando, persiguiéndonos por el living, besándonos en el sillón. Llevé las manos a mi boca, horrorizada ante aquella última escena. No. La imagen se repitió con más claridad. Yo recostada sobre Marc, sus labios moviéndose activamente sobre los míos. No. No. No. No. No.

¿Qué había hecho? ¿Qué HABÍAMOS hecho? Me miré. Ambos teníamos ropa, esa era buena señal. Me senté al borde del sillón, intentando recordar con más detalle, reviviendo el transcurso de la noche.

—¿Ashford? —preguntó confundido.

Mis hombros se tensaron. «Esto es un desastre». «¿Qué hago?». «¿Huyo?». «¿Hago de cuenta que no pasó nada?».

Marc maldijo y volvió a maldecir de nuevo. Lo recordaba. Sabía que nos habíamos besado.

—Lo que hicimos estuvo tan maaaaaaal —dije sin poder contenerme.

Busqué mis pantuflas, decidida a huir.

—No lo sé. Algunas de mis imágenes mentales son bastante sexys —respondió con humor.

¿Cómo podía encontrar la situación graciosa?

—Maisy va a matarme. —Hice una pausa y agregué—: Y Lyn va ayudarla.

Marc sonrió de manera tonta. De seguro se imaginaba a las tres peleando por él.

—Y Michael…

Me paseé por la habitación, sucumbiendo ante el peso de lo que habíamos hecho. Michael siempre había tenido sus dudas sobre mi amistad con Marcus y por más que estuviera actuando de manera desconsiderada, no era su culpa. Era la peor novia del mundo. Y Lucy… por más que estuviera contenta con Ewan no podía dejar de pensar que había tenido sentimientos por Marc. Lo que también me hacía una mala amiga.

—¿Qué sucede conmigo?

Marc tomó mi mano en la manera más amistosa posible.

—Mads, escúchame. Maisy y yo no estamos juntos, ni siquiera me ha hablado en más de un mes. Y tú y Michael, su situación es… inusual. Te has estado sintiendo triste y sola por un tiempo, apenas podías comer —dijo intentando sonar razonable—. Sucedió y ya está, no seas dura contigo misma.

Eso no me hacía sentir mejor. ¿Desde cuándo era tan débil? Alguien que se ahogaba en un mar de lágrimas y besaba a su mejor amigo en vez de ser fuerte y ayudar a su novio embrujado.

—Necesito ir a casa. Comer algo y tomar una aspirina —dije.

Marc asintió. Aguardé a que soltara mi mano, mirándolo impaciente.

—No puedes decirle a nadie —dijo lentamente—. A Michael tal vez no le importe ahora, pero cuando rompan el maleficio se pondrá furioso. Usará magia para estallarme al igual que un globo.

Su expresión frenética me decía que hablaba en serio. No podía decir que estaba en desacuerdo con él, sabía que Michael lo mataría. Nos mataría.

—Y Maisy… si se entera de esto, arruinaría cualquier posibilidad de recuperarla —dijo Marc—. Por favor, prométeme que quedará entre nosotros.

Intercambiamos una mirada. Habíamos cometido un error, sí. No obstante, ambos habíamos estado en un mal lugar, los dos teníamos razones que nos empujaron a buscar un momento de consuelo. Y eso no lo justificaba, ni un poco, pero tampoco lo hacía tan terrible. No después de lo que habíamos pasado. Fue solo un beso. Ya teníamos suficientes problemas para crear uno más.

—Lo prometo —dije.

Respiró aliviado, dejándome ir. Tomé mis cosas, consciente del terrible dolor de cabeza que hacía que cada paso fuera una pesadilla.

—Ashford, antes de que no volvamos a hablar sobre esto nunca más… Besas bien —dijo Marc—. Me gustó besarte.

Me detuve frente a la puerta.

—Creo que cubrimos esto ayer. —Me volví hacia él—. Tú también, Delan.

Cuando entré en mi departamento todo estaba en silencio. Me apresuré a ir a mi habitación y me dejé caer en la cama. Qué manera de hacer un lío de las cosas. Estiré el acolchado sobre mi cabeza, enterré mi rostro en la almohada y permanecí así por un largo rato. Lágrimas brotando de mis ojos. Si Michael no me mataba, la culpa lo haría por él.

En algún momento debí quedarme dormida, ya que la voz de Lucy me arrancó de un profundo estado de sueño. Pensar en los waffles que estaba preparando tuvo un doble efecto. Quería comer un plato lleno de ellos, aunque mi estómago no parecía muy dispuesto.

Fui hacia el baño a lavar mi rostro, intentando mejorar el desastre que era mi apariencia. El reflejo en el espejo parecía decir: «Me siento mal, que alguien me mate».

Cambié mi atuendo de la noche anterior por un pijama y busqué mi celular.

Galen 11:13

¿Sigues viva? Conozco una cura para la resaca que hace mara­villas.

Recorrí la habitación con la mirada. ¿Me estaba espiando? Miré detrás de las cortinas e incluso abrí la puerta del armario. Nada. ¿Cómo sabía?

Fui al resto de los mensajes de texto, en caso de que hubiéramos hablado anoche y no lo recordara.

Yo 04:06

Mañana iremos al Ataúd Rojooo y patearemos traseros, ¡superhérores! Esa brubuja va a llamar a Alexa.

Dios, no. No iba a volver a tomar bebidas con alcohol nunca más en mi vida.

Galen 04:08

Alguien bebió medio bar. ¿Dónde estás? Puedo ir por ti, cariño, solo dame la dirección.

Yo 04:08

Shhhh, estoy en un sillón. Pasa por mí mañana a las diez.

Tenía una llamada perdida de él que no había atendido. Menos mal, solo podía imaginar el desastre que hubiera si­­do hablar con él en ese estado. Le respondí que seguía viva y fui hacia la cocina.

Lucy ya había puesto la mesa y tarareaba alegremente mientras dejaba que Tani lamiera algo de su dedo.

Un waffle perfectamente dorado, cubierto de moras y crema aguardaba en mi lugar. Lo contemplé, rogándole a mi estómago que se comportara.

—Esto se ve increíble —dije.

Tomé el tenedor, sin atreverme a tocarlo. Tenía hambre, pero la sensación de náuseas no se había ido del todo. Comerlo iba a ser un proceso lento.

—Madi… —Lucy se detuvo, observándome—. ¿Dormiste algo?

Intenté verme lo menos culpable posible.

—Bebí un poco de más, me quedé dormida en el sillón de Marc —dije.

De no ser por el beso no habría nada extraño en la situación. No era la primera vez que me quedaba allí dormida.

—¿Quieres una aspirina? —preguntó.

—Por favor.

Lucy se apresuró hacia el baño. Ver lo linda y prolija que se veía me hacía más consciente de mi propia apariencia.

—Marc y tú han estado pasando mucho tiempo juntos.

Mi corazón se estancó.

—Es lindo ver que se estén ayudando —continuó Lucy—. No me gusta verlos mal.

Corté un diminuto pedazo de waffle, llevándolo a mi boca con cuidado. El sabroso gusto apenas molestó a mi estómago. Eso era bueno.

Quería contarle lo que había sucedido, era mi mejor amiga, solo que no podía romper mi promesa.

—No estoy segura de que pasar tanto tiempo juntos sea una buena idea, podríamos hacer algo tonto —dije en tono casual—. Ayer no estábamos en nuestro mejor estado mental.

Podía hablar en hipotético, me ayudaría a sacarme las palabras del pecho. Lucy permaneció pensativa, comiendo su propio waffle.

—Tal vez no sería lo peor, Marc y tú hacen una linda pareja. —Hizo una pausa y agregó—: Lo sé, lo sé. Estás enamorada de Michael. Solo bromeaba.

La observé atónita.

—Tú tenías sentimientos por él. Si algo sucediera entre nosotros, me sentiría mal…

Sus ojos marrones se abrieron un poco.

—Y quiero estar con Michael. Es solo que todo es tan difícil, y tengo miedo de hacer algo tonto.

Me concentré en el waffle, decidida a dejar de hablar. Ya había dicho demasiado.

—No debes preocuparte por eso, estoy contenta con Ewan, y veo a Marc como siempre debí verlo, un buen amigo —me aseguró Lucy—. Además creo que siempre le gustaste un poco.

Eso me hizo sentir un poco mejor. La pantalla del celular se iluminó.

Galen 11:42

Pasaré por ti a la noche. Intenta verte ruda, vas a necesitarlo. A menos que confíes en mis brazos para protegerte de los humpiros. ; )

No pude evitar tentarme, era el efecto de la palabra «humpiros», humanos que se creían vampiros.

—¿Hay algo que pueda hacer para ayudar con Michael? —preguntó Lucy—. Ewan y yo hemos estado buscando libros sobre maleficios.

—No lo creo, pero gracias por intentar. En verdad, eres una gran amiga, Lucy.

Su rostro se iluminó. Arriesgué un tercer bocado de waffle, masticándolo lentamente. Necesitaba recuperarme para la noche. Basta de tonterías. Basta de lágrimas y daiquiris. Si esa bruja Sheila podía hacer algo para romper el maleficio, la encontraría y la haría ayudar.