Empieza una nueva mañana sin sol. Todavía es de noche cuando el actual fiscal del distrito de Queens se levanta resignado. A nadie le gusta madrugar, y mucho menos cuando todavía puedes ver la luna por la ventana. La ducha te pide que te vuelvas a la cama pero tu cuerpo ya ha puesto el piloto automático.

Douglas Sloans es un fiscal que ha llegado a su puesto de rebote. Tras la jubilación de Richard Brown la fiscal Angela Bennett debería haber ocupado su puesto, pero un accidente de tráfico sesgó su vida dejando a la fiscalía sin un sucesor. Brown tuvo que ocupar su puesto hasta la llegada de su sustituto. Un sustituto que decidió comprarse un velero y vivir la vida navegando alrededor del mundo. Así que cuando valoraron las posibilidades, Doug era la opción provisional menos mala hasta la elección un auténtico fiscal del distrito para Queens.
Tras unos meses de buenos resultados, todo el mundo se olvidó de buscar y asumieron a Sloans como un acierto... hasta que llegó Nadia.

Arreglándose la corbata Doug repasa mentalmente su agenda del día. Hoy tiene una reunión con el alcalde. Seguramente le pida la dimisión. Para él, un hombre al que no le interesa ser senador o congresista, su única ambición por el cargo es cortejar a la hija del alcalde.

Pero está visto que la suerte no está hecha para un pobretón como él. La maldita detective recomendada por el juez Barnes es un completo desastre. Posibles vínculos con la mafia, sospechosos que se escapan, muertes extrañas, denuncias raras,... Lo único positivo es que caso que revisa caso que gana la fiscalía.

Suena 'Bottle of Jack', es el tono asignado a su secretaria. Doug deja la taza de café sobre la mesa y contesta a la llamada. Parece ser que ha habido un robo en Quince Ave y la víctima insiste en que se persone el fiscal del distrito. "Lo que me faltaba." Dice el hombre entendiendo que hoy será un día muy largo.

Quince Ave está cerca del Kissena Park, uno de los muchos espacios de bosque de la ciudad con un campo de béisbol al lado. Las calles tienen árboles enormes que te hacen creer que vas por una zona rural. Es un barrio residencial. Cada casa tiene su garaje y su jardín particular. Y cada una tiene su propia arquitectura, casi siempre partiendo de una base de ladrillos rojos. Es un lugar muy tranquilo.
Sloans gira por Bowne St y enseguida ve los coches patrulla. No hay periodistas ni furgonetas de la televisión. Parece que le han robado a don Nadie. Lo cual despierta todavía más la curiosidad del fiscal.

Doug se tapa la boca para bostezar tranquilamente nada más bajar del coche. Está tan dormido todavía que acaba de darse cuenta de que está en la parte trasera de la casa. El edificio tiene una fachada con una base de ladrillos cuya chimenea sube hasta encontrarse con las tablas de madera pintadas de amarillo. El hombre abre la puerta de la valla metálica pintada de blanco y saluda a uno de los agentes. Hay un huerto con rosas de varios colores junto al camino de baldosas de piedra. Esas que llevan a unas escaleras que suben hasta la puerta. Es una entrada muy adornada y recargada. Con unas verjas metálicas de color blanco a los lados y un techo empinado de cristal.

Por la puerta sale Nadia vestida con su traje gris riendo a carcajadas como si no hubiera mañana. Ella sola, pero con muchos dentro, ríe como nunca antes pudo reír. Intenta contenerse al ver al fiscal, pero no puede, le pone la mano en el hombro y le señala el interior de la casa.
Intrigado, Sloans sube las escaleras y dar un par de pasos por el interior hasta ver a Irisia prestando declaración a un agente. El fiscal da media vuelta con la cara más seria posible y una vez fuera suelta una buena risotada alzando la vista al cielo.
Nadia y Doug cogen aire, se miran y estallan a carcajadas. Doblándose de risa.

-Me pregunto dónde está la gracia.- Les dice Irisia cortando en seco las risas.

Nadia le responde apuntándole al rostro con su dedo índice. Tras una pausa dramática, fiscal y detective se ríen en la cara de la rusa.

-¿Van a hacer su trabajo?- Pregunta una exasperada Irisia conteniéndose.
-Claro.- Responde Doug recuperando la compostura.

La rubia los lleva hacia la casa de al lado. Ahí es donde realmente se ha cometido el robo. La ex comandante de la Spesnatz es dueña de tres casas en Quince Ave. Una parece que es su residencia, aunque no deja de ser una especulación para Nadia ya que apenas ha podido pasar del recibidor; la segunda, según explica la propia Irisia, es su lugar de recreo personal; y la tercera es desde donde se controla el sistema de seguridad de ambos edificios.

Los mecanismos protección incluyen cámaras de vigilancia, sensores e infrarrojos estratégicamente colocados, y por supuesto, varios de sus "soldados" haciendo guardia por turnos.

-Tengo ganas de que alguien me explique lo que se ve por las cámaras de seguridad.- Les dice Irisia a Nadia y a Sloans mientras caminan hacia la casa de madera siguiente a la del robo.

El edificio parece una casa como cualquier otra, con su jardín, sus dos pisos y su chimenea. No es una casa con garaje, pero tiene el carril de coche que lleva hasta la entrada principal que está situada a un lado.
Una vez dentro, esa imagen idílica se desvanece rápidamente. Una habitación llena de material de obra, con ladrillos, sacos de cemento, soldadores, tubos, herramientas,...; un arsenal de armas "completamente legales" con el que se podría asaltar un país entero; una gran sala llena de monitores que controlan todo el sistema de seguridad de las casas; un almacén lleno de cajas de madera; otro almacén con cajas metálicas; y en medio de todo eso están las estancias en las que los guardias pueden hacer un poco de vida: un área de recreo, una cocina, un dormitorio y un cuarto de baño.

-¿Y qué han robado?- Pregunta Sloans mientras sigue a Irisia hacia la sala de monitorización.
-Han robado mi joya más preciada.- Responde con rabia.- Se han llevado la 'Red Rose', el diamante rojo más puro del mundo.
-¿Pero un diamante rojo no es algo artificial?- Dice Nadia.
-Normalmente sí.- Puntualiza la rusa sacando un cigarrillo de una cajetilla de marca extranjera.- Pero en este caso se trata de un diamante natural. Yo misma lo robé de una mina de Etiopía e hice que lo pulieran.
-¿Y cómo se han enterado de que tenías ese diamante tan raro?- Prosigue Nadia con su breve interrogatorio.
-No lo sé.- Contesta Irisia con rabia aplastando el paquete de tabaco.- No sé de dónde ha salido ese tipo, ni cómo ha logrado burlar nuestro sistema de seguridad. ¡No sabemos nada! ¡Por eso os he hecho venir!- Les grita dándoles la espalda.- Porque esto es tan raro y absurdo que seguro que ella es capaz de resolverlo.- Afirma señalando a Nadia.

El trío llega hasta la sala de vídeo, en donde un par de policías de uniforme estaban revisando el material por enésima vez. A su lado, sentado en su silla, el técnico de vídeo va siguiendo sus indicaciones hasta que llega su jefa...

-¡Ponlo!- Le ordena Irisia a su técnico haciendo que los dos policías se aparten con la fuerza de su presencia.- Lo que vais a ver ahora ha sido grabado tal cual. No se han manipulado los vídeos, ni los ordenadores, ni la red, ni las cámaras.

Doug y Nadia miran expectantes hacia la cámara que les indica el chico ruso.

Irisia es coleccionista de joyas. Resulta curioso teniendo en cuenta que no lleva anillos, pulseras ni pendientes. Tan solo, y esporádicamente, se le ha visto alguna vez una cadena metálica alrededor del cuello. Pero en el sótano de la casa central tiene un montón de expositores llenos de bisutería. En las paredes están los colgantes y los collares cuidadosamente colgados y en pequeñas islas están las diademas, los anillos y las pulseras bien ordenadas.
No es una colección basada en el valor de los objetos, pues casi todos son imitaciones, copias o joyería barata. Ella escoge sus piezas en función de la estética. Da igual que sean diamantes de cristal, lo importante es que la joya sea bonita.

Pero toda colección tiene su pieza más preciada, y en este caso no es ni más ni menos que un enorme diamante de color rojo. La 'Red Rose'. Que se expone en el centro de la sala alzado sobre un pedestal de... "¿Madera? ¿Mármol? ¿Metal?" Nadia no logra identificar el material por las imágenes del vídeo. Lo que sí se ve con claridad es el cojín morado sobre el que reposa y la urna cuadrada de cristal que lo protege.

La acción avanza. Por las escaleras baja un tipo vestido con un elegante frac blanco de pajarita negra abrigado con una capa oscura. Lleva unos guantes y un sombrero de copa blancos. Apenas se le ve la cara, entre las gafas de sol y la poca calidad de imagen es imposible identificarlo. "Tenemos cámaras de alta resolución." Explica Irisia. "Pero, misteriosamente, alguien las cambió por unas mediocres."
El extravagante personaje saca un pañuelo de terciopelo violeta del bolsillo interno de su chaqueta y lo extiende sobre la urna. Siguiendo con su puesta en escena, utiliza la mano izquierda como pantalla mientras su mano derecha hace como que se introduce en el interior de la urna atravesando el cristal. Entonces coge la 'Red Rose' y la saca triunfante ante el comedido aplauso de Nadia y Doug.

Para terminar, el mago lanza una bomba de humo y desaparece por completo.

-Qué poco original.- Dice Nadia.

-Será poco original,- replica Irisia- pero... ¿cómo explicas esto?

La rubia le señala una de las cámaras exteriores. "Para las imágenes." Le ordena la rusa al chico. "Fijaos bien en la hora." Les dice. "En el mismo minuto que el mago desaparece tras la bomba de humo aparece en el tejado."

Nadia levanta su ceja izquierda sorprendida. Ahora sí que ha logrado llamar su atención.

-Quiero que ella investigue el caso.- Le dice Irisia a Sloans señalando a Nadia.
-¿La metepatas?- Pregunta incrédulo el fiscal señalando también a la chica.
-Ella es la mejor detective que tiene la policía.- Replica la rusa.- Los demás no están al nivel.
-Pero...- Insiste Sloans.- ...este tipo de robos tan especiales son asuntos federales. El FBI...
-¡El FBI son unos inútiles!- Grita la rubia escupiendo su cigarrillo a la vez que agarra por el cuello al fiscal del distrito.- Haz lo que tengas que hacer y mueve los hilos que tengas que mover, pero más te vale que sea ella la que investigue el caso.

Con el mensaje bien claro. Doug se recoloca el cuello de la camisa y da orden a Nadia para que vaya a la escena del crimen en busca de pistas. Los robos solo tienen dos tipos de móviles: La venta o el disfrute personal. A veces incluso ambas. Si el ladrón quiere la joya para sí mismo Irisia ya puede despedirse de la 'Red Rose'; pero si se trata de una venta hay muchas más opciones.

Cuando Nadia llega al sótano están los chicos de la unidad científica buscando pruebas. No hay huellas, pero todavía está el pañuelo morado sobre la urna de cristal. La detective se coloca un guante de látex y coge la tela. "Llévate esto para analizar." Le dice al chico de la gorra azul que inspeccionaba el pedestal de mármol.
Nadia intenta levantar el cristal superior de la urna pero no puede. No tiene ninguna apertura. Ni por el centro ni por los costados. La chica se agacha y mira las soldaduras de los cristales preguntándose: "¿Cómo lo habrá hecho?"

De mientras, Irisia grita a los agentes del FBI. Hoy tiene un mal día. Sloans intercede intentando poner calma. A los agentes federales no les gusta nada que una inmigrante les llame "inútiles", "imbéciles" y "basura". Y cuanto más insiste en que dejen el caso en manos de Nadia más ganas tienen de fastidiarle su capricho. Afortunadamente Doug les convence. Hacerles saber que a Nadia le queda poco tiempo en el puesto y que seguramente todo termine a manos de los federales; le da a la detective un margen de dos semanas para recuperar el diamante.

Por su parte Nadia se ha subido al tejado triangular de la casa para ver desde dónde despegó el ladrón con su ala delta. Un ala delta que no sabría si calificar como tal, ya que se propulsaba con un motor.

Sorprende que Irisia tenga un gran dispositivo de cámaras y guardias, pero resulta que en realidad no tiene un sistema de infrarrojos, sensores o alarmas. Pues cuando Nadia le pregunta por ello la respuesta es que todo eso estaba pendiente de ser instalado en el plazo de un mes. La adquisición de las tres casas es reciente. Hace poco que acomodaron el sótano. La semana pasada estuvieron armando los armarios y colocando el pedestal.

Nadia pide los vídeos, pero la colocación de las cámaras se hizo al mismo tiempo y no hay registros hasta el día siguiente. La todopoderosa ex comandante de la Spetsnaz ha sido burlada como si fuera una principiante. "Hay que buscar la manera de que esto termine bien." Se dice la detective.

Sloans ha repartido la revisión de los casos que Nadia tenía para hoy entre los pocos recursos humanos que le quedan. Así ella podrá dedicarse plenamente al caso de la 'Red Rose'. Tanto el FBI como el fiscal del distrito hacen todo lo posible para facilitarle la tarea, sobre todo después de la llamada del embajador ruso exigiendo la máxima prioridad en la recuperación de la joya.

Siguiendo las indicaciones del FBI, la detective telefonea a los laboratorios de la científica. Los federales tienen un sistema de bots, números y desvíos tan ingenioso como el de la multinacional más canalla que pueda uno imaginarse. Cuando finalmente logra contactar con la persona adecuada, la mujer le da una inusual fecha aproximada para recibir los resultados. "¿No me tiraré un mes esperando?" Se sorprende gratamente Nadia. Pero a la hora de matizar que pongan énfasis en el análisis del pañuelo...

-¿Qué pañuelo?

...

...

...

-¿Oiga? ¿Sigue ahí detective Banks?

"Mierda."

Se han reído en su cara. Es evidente que las conclusiones del laboratorio ya no valen para nada. Por lo que cuelga con su mejor sonrisa de circunstancias. La segunda parte del número de magia ya parece clarificarse, pero no así la primera.
Nadia copia a su ordenador los registros audiovisuales de seguridad. Luego abre ventanas por todo el monitor reproduciendo todos los vídeos al mismo tiempo una y otra vez. "Tiene que haber algo aquí." Se dice la chica.

Pasadas las primeras siete horas de enfermiza revisión vuelve a mandar un mensaje a su chico. El de ahora es para que no la espere a cenar.

-Déjalo ya,- le dice Ben- llevas horas con esos vídeos, ahí no hay nada que no hayas visto ya.- El fiscal reniega al ver que Nadia le hace oídos sordos y se marcha a casa algo preocupado por ella. Se lo ha tomado muy en serio.

A la mañana siguiente Sloans es el primero en llegar. Parece que Nadia ha tomado "prestado" el ordenador de enfrente porque su mesa está llena de folios con cálculos matemáticos. Pero no hay ni rastro de la detective. Cuando el fiscal del distrito revisa los papeles lleno de curiosidad entonces aparece Nadia con un café de máquina en la mano.

La chica tiene muy mala pinta.

-¿Te has pasado la noche con los vídeos?- Le pregunta el fiscal.- ¿En serio?- Insiste incrédulo.- No entiendo qué buscas en esos vídeos. Hiciste que todos nos los mirásemos como doce veces y no hay nada. Es una pérdida de tiempo.

Nadia se desploma sobre su silla. Sorbe un poco de café para ver si está muy caliente y luego saca un cigarrillo que no encenderá hasta salir del edificio. "Aquí no se puede fumar." Le recuerda el fiscal.

-Bueno,- dice Nadia con el tono de voz de una persona asqueada por los resultados de su trabajo- tras varios cálculos, puedo afirmar que el ladrón que coge el diamante y el que sale volando tienen la misma altura.
-Muy bien.- Le dice Doug como consuelo.
-Pero ahora viene lo acojonante.- Dice ella emplazando al fiscal a mirar uno de los vídeos que muestra la entrada del mago al sótano.- En este vídeo,- señala poniendo su dedo cerca de la pantalla- podemos ver una mancha... roja o... marrón..., no sé, no queda claro. ¡Es igual! El caso es que aquí se aprecia una mancha en el puño de la chaqueta blanca del mago que baja a por la joya.
>>Y si miramos en los vídeos de la huída en el tejado, vemos la misma mancha, en el mismo puño de la chaqueta.
-¿Y cómo lo hizo?- Pregunta el fiscal.
-Pues está jodido el tema,- reconoce la chica- porque creía que eran dos tíos diferentes.
-Ese lenguaje detective.- Le reprende Sloans.- No está en un bar o en un campo de béisbol.

La chica se calla aleccionada. No tiene nada más que decir.

-¿Por qué no te vas a casa y descansas un poco? No se puede trabajar bien si no hay descanso.
-Sí, sí, en cuanto compruebe unas cuantas cosas me iré a dormir.

Doug la deja aguantándose la barbilla frente a la pantalla. Tienen un doble homicidio cerca de la oficina de correos de la novena en el que el alcalde ha fijado en su punto de mira. Y cuando John Grimes quiere quedar bien, hará todo cuanto haga falta para ello. Los empleados de correos son una buena publicidad, y su cercanía con los ciudadanos tiene un gran valor electoral.

Por su parte Nadia se sumerge en internet buscando información sobre trucos de magia. Vídeos, millones de vídeos de trucos de magia, y webs, páginas de magos e incluso escuelas y cursos de magia. Todo es muy distraído, así que para ir más rápido envía varios mensajes pidiendo colaboración con la policía.
Tras varias horas de búsqueda por la red, la chica pide permiso para irse a casa a dormir. "¡Vete ya!" Le responde el fiscal del distrito.

Aprovechando que ha de evitar el desfase horario, queda con Peter para ir a correr la East River Run. Un circuito de running que empieza y termina en Central Park. La ruta les queda bastante lejos pero tiene fama de ser muy bonita. Al chico no le hace gracia ir a correr, no le gusta; pero como se lo pide su chica... qué menos que acompañarla tanto en la diversión como en el aburrimiento.

La idea de Nadia es cansarse para caer rendida por la noche. De mientras abre la puerta de casa con los ojitos cerrándose constantemente mientras da pequeños cabezazos. "Necesito dormir." Se dice desvistiéndose de cualquier manera antes de abrazar la cama.

Cinco horas más tarde suena la alarma del despertador. Había que descansar, pero no cambiar de horario. Es hora de comer, pero antes de nada consulta su celular. Tiene varios mensajes. El más interesante es de un mago que le responde acerca del truco del teletransporte con el título de una película: 'The prestige'.

"Tendré que ver la película." Dice Nadia antes de dejar el móvil sobre el lavamanos.

Si tuviese dinero podría reformar el cuarto de baño, bueno, el piso entero. Donde debería estar la ducha hay un grifo con un cubo debajo que debe vaciarse unas dos veces a la semana. Si se quiere lavar, Nadia llena el lavamanos hasta arriba y va mojando una toallita con la que se frota todo el cuerpo antes de sumergir la cabeza. "Cómo he podido acostumbrarme a esto." Se pregunta con tristeza cada vez que se "ducha".

Esta tarde no le hace falta el "uniforme", por lo que puede volver a vestir su chaqueta deportiva y sus pantalones vaqueros. También se ha puesto un jersey fino de lana. Mientras dormía ha vuelto a nevar y las calles tienen una fina capa blanca de nieve que se machaca al pisotearla.

Nadia enciende un cigarrillo para entrar en calor. "Así no se puede ir a correr." Dice saliendo a la calle. Todavía faltan unas horas para su cita y ya quiere escurrir el bulto. Antes de subir a su coche envía un mensaje de texto a Amy, una de las secretarias de la fiscalía, para que le busque la película 'The prestige'.
El porqué se lo pide a alguien con quién apenas cruza un par de palabras es porque todo el mundo sabe que Amy es una cinéfila a la que le gusta citar frases de películas. Por lo que seguro que le puede conseguirla fácilmente.

Al final Nadia no coge el coche. La respuesta de Amy le hace cambiar de planes. Por lo que se pasa por el supermercado para comprar algo con lo que decorar el interior de su nevera. Ha sido mientras barría un poco cuando Amy llamó a su puerta. La secretaría le prestó su DVD de la película 'The Prestige'. También le comentó que el fiscal del distrito estaba peleando a muerte por evitar toda injerencia del FBI en su caso. "Parece que confía mucho en ti." Apostilló.

A la tarde, la carrera por East River ha ido bastante bien. Aunque Peter no está de acuerdo. Arrastrarse durante más de medio recorrido no es agradable ni reconfortante; por mucho que te den un beso al llegar a la meta. La carrera les permitió empezar a plantearse vivir juntos. Una idea a la que la chica le sigue dando vueltas al llegar a casa.

Antes de irse a dormir, Nadia mira 'The Prestige' en el portátil que Peter le ha prestado. Y conforme se va acercando el final de la película la detective va sonriendo cada vez más al tiempo que muestra su sorpresa. "No puede ser."

 

El informe de reconocimiento facial del FBI indica que ambos magos son el mismo tipo. Y en base a las pistas, Nadia empieza la búsqueda de sospechosos utilizando la base de datos federal.

-¿Tenemos algún avance?- Le pregunta el fiscal del distrito a Nadia tras hacerla pasar a su despacho.
-Tengo una intuición.- Responde ella.
-¿De las buenas o de las de siempre?- Replica Sloans sentándose en su butaca.- El FBI lleva su propia investigación paralela. Evidentemente ellos no compartirán nada, pero tú has de informar de todo lo que encuentres.
-Lo único que he hecho ha sido descartar que lo hicieran dos tipos.- Le dice con total tranquilidad.
-Bueno, pues redactas un informe de esos para quedar bien de los que tienes tanta práctica y se lo envías. ¿De acuerdo?
-Sí, fiscal.
-Y aunque te queden solo unas pocas semanas en tu puesto no quiero volver a verte con tejanos y esa chaqueta. ¿Entendido?- Añade con reproche señalándole las prendas que lleva puestas.
-Sí, fiscal.- Asiente ella exasperada ante el gestito la mano de Doug indicándole que ya puede irse.

"Siempre se está quejando de todo." Piensa Nadia mientras sale del despacho.

-¡Menos refunfuñar y a trabajar!- Grita Sloans.
-¡Pero si no he dicho nada!- Replica Nadia.
-¡Cierto, pero lo he leído tres frases más arriba de ésta! ¡Venga, a trabajar!

"Tramposo."

Tras enviar el informe Nadia sigue revisando la base de datos federal. "Nooo...", se dice deteniéndose ante una de las fichas, "...no puede ser tan fácil." Desconfiada de sus resultados, la detective apunta varias direcciones y sale a hacer su ronda de visitas. A ver si su intuición da sus frutos.

 

Un viejo, una mujer mayor, un adolescente,... no parece que la base de datos del FBI esté muy actualizada. Direcciones erróneas, fotos que no corresponden, nombres movidos de una persona a otra,... "¿Y a esta gente le pago yo mis impuestos?" Se desespera Nadia al volante. La chica echa una mirada al cielo. Parece que va a volver a nevar, a llover, o a saber.

La siguiente parada es el Aubergine Cafe en Skillman Ave, haciendo esquina con la cincuenta. Es una cafetería pequeñita que llama mucho la atención. No es por su elegante toldo rojo adornado con líneas doradas, sino por el color amarillo de la madera de sus escaparates y su entrada. El menú/oferta del día está escrito con tiza en la pizarra que hay antes de entrar. El edificio es otro de esos típicos bloques de ladrillos cuyos tonos van del naranja al rojo intenso.

Nadia entra al Aubergine Cafe y echa una mirada rápida. En el interior no hay ni rastro del amarillo. La mesas son pequeños cuadrados pegados a la pared. Hay poco espacio pero está bien aprovechado. Una chica pasa por delante suyo y se sienta en uno de los taburetes que hay en la barra de madera frente al cristal que da a la cincuenta.
La detective se acerca a la barra y pregunta por los dueños. Le atiende una chica hispana algo gordita con una visera verde sobre su frente. La dependienta envía un mensaje por su móvil y después dice: "Ahora viene, ¿quiere tomar algo?" Sonríe.

-Se...- responde Nadia sin poder aguantarse el estrés que lleva encima- ponme algo con leche.
-¿Café? ¿Cacao?
-Me da igual.- Insiste poniendo cara pocos amigos.

Tras recoger su cacao con leche se gira casi chocando con un chico. Un chico alto de pelo castaño y barba de cuatro días.

-¿No dejas propina?- Le pregunta el chico.
-A mí no me dan propina cada vez que detengo a alguien.- Responde ella sonriendo con malicia.

La dependienta levanta las manos y tuerce la boca girándose hacia el próximo cliente. El chico en cambio sonríe divertido por la respuesta.

-Alan Smart, -se presenta él con una pequeña reverencia a la par que le ofrece la palma de su mano- propietario del Aubergine Café, para servirla señorita.
-Nadia Banks, detective de la fiscalía de Queens y bla bla bla.- Corresponde ella mostrando su identificación.
-Sentémonos.- Le invita el chico indicándole una mesa.
-¿No está tu hermano?- Pregunta ella sentándose.- Creía que entre los dos lleváis esta cafetería.
-Ah, sí,- ríe el chico tomando asiento- pero John viene solo por las tardes. Nos turnamos. ¿Por qué lo pregunta?, ¿ha pasado algo? ¿se ha metido en algún lío?
-Esperaba encontraros a los dos.
-No, no solemos estar juntos. Pero puedo enseñarte una foto, mira.- El chico está un rato buscando por su móvil hasta encontrar la fotografía que busca. Entonces se la enseña a Nadia.
-¿Y quién es el guapo?- Pregunta ella antes de soltar una pícara sonrisita.

Alan ríe antes de agacharse abrumado.

-¿Sabes de algún mago por el barrio?- Le dice ahora la detective con segundas intenciones.
-¿Mago?
-Sí, ha habido un robo y el rastro nos ha llevado hasta esta zona de Queens.
-Pues no tengo ni idea, la mayoría de nuestros clientes son trabajadores y gente del barrio.

Nadia suspira por la nariz. Aunque contrariada, sabe que no podía esperar otro tipo de respuesta. Así saca una tarjeta de visita del bolsillo de su chaqueta.

-Si te enteras de algo,- le dice dándole la tarjeta- ponte en contacto conmigo. Y sé rápido, la persona a la que han robado es muy... muy peligrosa.- Remarca.- Tiene acceso a la investigación y no dudará en convertir este barrio en un campo de concentración del infierno con tal de recuperar su diamante.- Advierte Nadia antes de levantarse de la mesa.

Todavía tiene varios nombres en la lista a los que quiere visitar y advertir. La verdad es que como no tiene indicios ni pruebas no podría emprender ninguna medida legal. Hay que ir probando a ciegas a ver si pasa algo. Aunque las restantes entrevistas no distan mucho de la realizada en el Aubergine Café.