¡Gracias!

ESCRIBIR UN LIBRO no es una experiencia tan solitaria si cuentas con un número abrumador de personas talentosas que te ofrecen su ayuda e inspiración. Cualquier error en la exposición de los hechos de esta obra de ficción se debe únicamente a mi ignorancia, y no a los numerosos consejos recibidos.

Mi mayor gratitud es para las dos mujeres más importantes de mi vida: mi madre, Sysse Engberg, y mi amiga íntima, Anne Mette Hancock, por sus comentarios, revisión y motivación, tan crucial en todo el proceso de escritura.

Un enorme agradecimiento al oficial de policía y amigo Jesper Arff Rimmen, por enseñarme un poco sobre cómo trabaja la policía y por proporcionarme información relevante sobre su labor de investigación. También mi más sincera gratitud al inspector de policía Kim Juul Christensen, al que pude acompañar en su coche patrulla y que respondió a todas mis preguntas de principiante.

Gracias al técnico en dactiloscopia Kim Høltermand, por la inspiración y por enseñarme los misterios de la huella digital humana, y también al exjefe de la policía Flemming Gabelgaard, por sus explicaciones acerca de la documentación de la escena del delito, la reunión de pruebas y el trabajo de los científicos forenses.

Gracias a Hans Petter Hougen, profesor del Departamento de Medicina Forense, por su muy valiosa perspectiva de la Patología Forense, y a la doctora Signe Düring, del Centro Psiquiátrico de Copenhague, por orientarme sobre analgésicos y medicamentos de prescripción psiquiátrica.

Gracias al amable Lars Halby, que sabe más que nadie sobre el Teatro Real de Copenhague y que comparte sus conocimientos con generosidad.

Gracias a la editorial Lindhardt & Ringhof y a la agencia Salomonsson, y sobre todo a la fantástica editora Dorte Einarsson, que, con su visión aguda y su opinión sincera, me ayudó a dar a luz este libro, y a Birgitte Franch y Karin Linge Nordh por su ayuda en la segunda fase del proceso de edición.

Y, sobre todo, gracias a Timm por su apoyo constante, y por ser simplemente el hombre más maravilloso del mundo.

Katrine Engberg