Fijar objetivos es la única forma de convertir lo invisible en algo visible.
Tony Robbins
Cientos de artículos, libros y discursos motivacionales empleados por famosos gurús hacen referencia a un estudio que en 1953 se llevó a cabo con los alumnos ya graduados de Yale para determinar cuántos de ellos tenían metas específicas y escritas para su futuro. Un 84 por ciento de los estudiantes no había definido ninguna meta, un 13 por ciento sí que las tenía pero no las había escrito, y el 3 por ciento restante las tenía definidas, escritas y planificadas. Veinte años más tarde, se volvió a encuestar a los alumnos supervivientes de la clase de 1953 y los resultados fueron sorprendentes. El grupo del 13 por ciento que tenía objetivos definidos aunque no los tenía escritos acumuló el doble de ingresos que el grupo del 84 por ciento que no había definido ninguna meta. Pero lo más increíble de todo esto es que el 3 por ciento de los alumnos que habían definido, escrito y planificado sus objetivos habían acumulado diez veces más ingresos que el otro 97 por ciento.
Lamentablemente, este estudio es falso (aunque sus datos se acercan a la realidad). De hecho, corre por internet un estudio supuestamente realizado en 1979 por la Harvard MBA Study con exactamente los mismos resultados que el estudio anterior. En 1996, un artículo de la revista Fast Company se encargó de dar luz sobre el tema y mostrar que esos artículos, aunque bien intencionados y con datos no mal encaminados, eran falsos.
Sin embargo, otros estudios realizados por la Dominican University of California y la Universidad Estatal de Virginia determinaron que las personas que definen y escriben sus objetivos tienen un 33 por ciento más de probabilidades de conseguirlos que las personas que no lo hacen. Por si fuera poco, esos mismos estudios muestran que las personas que los escriben ganan nueve veces más que las que no.
Visto esto, yo me lo pensaría dos veces antes de decidir no poner tus objetivos por escrito, porque la diferencia son unos cuantos ceros en tu cuenta bancaria.
La cuestión es que intención sin acción no sirve de nada. O como dice Gustavo Piera, autor del libro El arte de gestionar el tiempo: «Es mejor un gramo de acción que un kilo de intención».
Creo que no es muy necesario que te diga que por mucho que quieras algo, si no pasas a la acción te quedarás como estás.
Bajo mi punto de vista, libros como El secreto tienen gran culpa de esto. Nos han hecho creer que si deseamos fuertemente algo, el universo se confabulará para que lo logremos. Y antes de que los fans de El secreto empiecen a enviarme amenazas de muerte a mi casa, quiero dejar claro que pienso que en parte eso es cierto. Pero de lo que se olvidan algunos de estos libros es de la parte práctica. Por mucho que desees algo, no lo lograrás sin acción. Un deseo no cambia nada, pero una decisión con acción lo cambia todo. El popular «A Dios rogando, y con el mazo dando» tiene todo el sentido del mundo.
Cuando tienes claro lo que quieres conseguir y lo que más deseas, es el momento de desarrollar objetivos accionables, que te empoderen poniéndote en marcha y te motiven con tu propósito.
Si has leído —que estoy seguro de que lo habrás hecho— acerca de algún método para definir objetivos, seguramente te habrás topado en alguna ocasión con la fórmula SMART (inteligente), que es la hermana pequeña de la que yo te voy a mostrar a continuación. La fórmula SMART (inteligente en inglés) fue descrita por Paul J. Meyer en el libro Attitude is everything (2006). La única objeción a esa fórmula es que, bajo mi punto de vista, está incompleta porque obvia dos elementos clave.
Por eso te recomiendo recurrir a la fórmula SMARTER (más inteligente).
Veamos cómo mejora, por ejemplo, el indeterminado objetivo de «ganar más dinero» aplicando la fórmula SMARTER:
• S: Specific (Específico): Ganar 10.000 euros más antes del 31 de diciembre del 20XX (pon la fecha que quieras).
• M: Measurable (Medible): Incrementar mis ingresos 833 euros cada mes —en caso de que este objetivo lo fijemos a principios de año.
• A: Actionable (Accionable): Conseguir ingresos extra con un trabajo a tiempo parcial, vender más productos o servicios, optimizar el proceso de venta de mi empresa...
• R: Realistic (Realista): Tu objetivo ha de sacarte de tu zona de confort pero ser alcanzable. En este caso, ganar 10.000 euros más al año te saca de esa zona y es completamente posible. No sería realista querer ganar 100.000 euros más este año a no ser que tengas los medios y recursos para lograrlo (pero eso te lo explico luego).
• T: TimeSpecific (Específico en el tiempo): O lo que es lo mismo, fijar una fecha límite. Sin una fecha límite la consecución del objetivo se puede alargar de forma infinita en el tiempo. Napoleon Hill, autor del libro Piense y hágase rico, decía que «Un sueño es un objetivo con una fecha límite». Establecer esa fecha te crea una sensación de urgencia y te permite mantener el foco en su consecución. Fíjate que en este ejemplo hemos marcado una deadline (fecha límite).
• E: Exciting (Excitante): Siento ser yo quien te diga que si tu objetivo no te motiva lo suficiente, no lo lograrás. Conseguir objetivos es una tarea dura, y cuando los resultados tardan en llegar, es muy sencillo abandonarlos. Pero si son excitantes para ti y te motivan, en vez de tirar la toalla, te secarás el sudor de la frente y seguirás andando en la dirección correcta. Busca objetivos que te exciten (en el buen sentido de la palabra) y te hagan saltar de la cama por las mañanas.
• R: Relevant (Relevante): Ese objetivo ha de estar alineado con tu visión, tu propósito y tus PQ, o de lo contrario no tendrá ningún sentido para ti el hecho de conseguirlo.
Tómate el tiempo necesario para revisar lo que quieres conseguir y determina si verdaderamente estás dispuesto a poner el esfuerzo y energía en conseguirlo.
Ante todo, honestidad contigo mismo, porque no sirve de nada querer algo si luego sabemos que no vamos a hacer lo necesario para lograrlo.
Muchas veces en mi vida he tenido que volver a definir mis objetivos; eliminar algunos que perdieron significado para mí y que no me acercaban a un objetivo aún más grande.
Tu visión es algo que está vivo, y que va evolucionando conforme pasa tu vida y tú evolucionas.
Y por eso cada cierto tiempo también tienes que revisar tu lista de objetivos para saber si siguen teniendo significado para ti; y si no lo tienen, eliminarlos sin ningún tipo de remordimiento, porque si no tienen sentido tampoco le darán sentido a tus acciones y no tendrás unas ganas locas de materializarlos.
Comienza con tu visión y piensa cómo materializarla fijando objetivos y pensando también en cómo te hacen sentir éstos.
Y, sobre todo, la parte más importante con cada uno de ellos es relacionarlos con tus PQ. Has de pensarlos de forma racional y también de forma emocional.
Haz una lista con todos los objetivos que te has marcado para las diferentes áreas de tu vida siguiendo la fórmula SMARTER antes de escribir cada uno de ellos.
Hazte estas cinco preguntas:
1. ¿Por qué quieres lograr ese objetivo? (De forma racional.)
2. ¿Por qué es importante para ti? (De forma emocional.)
3. ¿Qué cinco cosas te motivan para conseguir ese objetivo? (Tus PQ.)
4. ¿Cómo te sentirías al alcanzar ese objetivo en particular?
5. ¿Cómo cambiarías tú y cómo cambiaría tu vida al lograr tu objetivo?
Si no sabes por qué quieres lograr un objetivo en particular, entonces tal vez lo mejor sea quitarlo de la lista, ya que sin un fuerte «porqué» simplemente no tendrás la motivación para hacerlo real.
Te voy a poner un ejemplo:
Mucha gente cuando comienza el año se fija el objetivo de hacer deporte. Al final de año pocos son lo que materializan este objetivo. Esas personas viven un momento de excitación al principio, con mucha energía y muchas ganas. Empiezan a hacer deporte... y a las dos semanas lo dejan. Pero ¿por qué sucede esto?
Hay cinco motivos por los cuales este objetivo habría fallado:
1. Porque el objetivo de hacer deporte es muy vago, nada concreto.
2. Los PQ no son lo suficientemente contundentes.
3. El objetivo no está pensado de forma emocional (no se ha hecho uso de los motivadores clave).
4. No hay ninguna forma de medir la evolución del objetivo y no se le hace un seguimiento.
5. Nos centramos más en el objetivo que en el proceso. Si te enfocas en los resultados, no conseguirás cambios. Si te enfocas en los cambios, conseguirás resultados.
Un porqué típico quizá sea «porque sé que hacer deporte es bueno para mi salud». ¡Eso está claro! Pero ¿sabes qué es lo que ocurre con ese porqué? Que tú ya tienes salud, y eso no te acaba de motivar porque no ves el alto impacto que tendría en tu vida mejorar en este aspecto. ¿Qué pasaría si tu porqué fuese otro mejor? ¿Qué pasaría si vinculases tu porqué a una emoción?
No es lo mismo pensar «quiero tener una vida saludable» que «quiero sentirme a gusto con mi cuerpo cada vez que vaya a la playa en verano. Ya no quiero sentir más vergüenza cada vez que me quite la camiseta y quiero sentirme fuerte y sano. Para ello, antes del 15 de mayo de este año voy a ir cada día al gimnasio y voy a hacer 30 minutos de elíptica, haga sol, nieve o llueva».
¿Ves la diferencia?
Entonces, en el momento en que empiecen a flaquear tus fuerzas, es cuando tienes que pensar en tu porqué. Piensa ese momento en el que hubieses deseado tener un cuerpo sano y esbelto la última vez que no te sentiste a gusto con él. Piensa en lo bien que te sentirás cuando lo logres, lo orgulloso que te quitarás la camiseta y el subidón de poder lucir palmito.
Llegados a este punto se trata de sacar al estratega que llevas dentro. Mi objetivo al explicarte esta superherramienta es que no des puntada sin hilo. Ya sabes, me gusta lo simple pero eficaz; creo que convertir lo complicado en algo sencillo es un superpoder al alcance de todos, pero que pocos dominan. Es el poder de la deconstrucción.
Todo lo que necesitas es escribir una lista de entre cinco y diez grandes objetivos que quieres conseguir en un año y deconstruirlos. No más. Te garantizo que si defines pocos objetivos pero muy importantes, tienes muchas más probabilidades de conseguirlos que si intentas definir los 100.000 objetivos que quieres conseguir en tu vida. Es vital centrarse en objetivos a no muy largo plazo para poder trabajar en ellos cuanto antes.
Una vez escrita la lista, desarrollaremos lo que llamo una planificación estratégica 12-6-1 (tienes la hoja de planificación estratégica 12-6-1 más adelante). Ésta es la forma más eficaz de conseguir un objetivo: definimos un objetivo final (el objetivo más importante relacionado con lo que queremos conseguir), y luego aplicamos ingeniería inversa para lograrlo (lo deconstruimos):
—En el primer cuadrante (12) empezamos escribiendo nuestros grandes objetivos anuales. No te compliques demasiado escribiendo muchos objetivos porque no podrás conseguirlos todos y te frustrarás. Lo simple gana a lo complejo.
—En el segundo cuadrante (3) coge esos objetivos anuales y decide qué harás en seis meses para lograrlos. Se trata de trocear ese gran objetivo para engañar a nuestro cerebro. ¿Cómo se puede subir una gran escalera? Escalón a escalón.
—En el tercer y último cuadrante (1) escribe las tareas que llevarás a cabo para lograr esos grandes objetivos que te has marcado (deconstrucción aplicada).
A veces pensar a más de un año vista es un poco irreal. Yo al menos no sé lo que voy a hacer el año que viene, pero tengo muy claro en qué me voy a centrar en los próximos seis meses. La vida da muchas vueltas y cambia muy rápido, de forma que buscamos adaptarnos a los acontecimientos que están por llegar.
Algo que también puedes hacer, si quieres, es cambiar el seis por un tres y trocear un poco más el objetivo. Para mucha gente tener objetivos a tres meses es mucho más cómodo; eso va a gustos.
En la siguiente fase, que es la de planificación, pondremos fechas límites y horas exactas a cada objetivo que te hayas marcado, y así tendrás la urgencia necesaria para mover el culo.
Ahora que ya sabes lo que quieres es cuando comienza el verdadero trabajo; es hora de averiguar cómo vamos a llegar a ese punto al que nos dirigimos y cómo alcanzar nuestras metas.
Para ello necesitamos una planificación adecuada porque de otra forma todo se queda en el aire. Tus objetivos no sirven de nada si no hay un plan sólido detrás, y por eso debemos comprender cómo lo vamos a hacer para conseguirlo.
La planificación es la clave del éxito, más aún cuando lo que hay en juego es la vida que quieres crear.
Así que vamos a ello. Muchas personas fallan porque escriben sus objetivos y deseos, y esperan que de alguna forma divina suceda algo que haga que se materialicen. Pero ya hemos visto que eso no funciona así.
Para poner una fecha de caducidad a tu objetivo, necesitas hacerte algunas preguntas:
—¿Cuáles son los pasos que me van a llevar a materializar mi objetivo?
—¿Qué me hace falta?
—¿Qué necesito saber o aprender para lograrlo?
—¿Cuánto dinero voy a necesitar?
—¿Cuánto tiempo tendré que invertir?
—¿Voy a tener que viajar?
—¿Voy a tener que conocer a alguien especial que me ayude?
—¿Qué tipo de persona tendré que ser para estar preparada?
—¿Cómo me voy a tener que preparar para hacer que suceda?
—¿Quién está logrando ya lo que yo quiero lograr?
Seguramente no tengas respuesta a todas estas preguntas, pero investiga, mira en internet, infórmate, busca algún libro que te pueda ayudar en este aspecto. O, por ejemplo, habla con otras personas, pregúntales a tus amigos y familiares. Se trata de que te empieces a empapar sobre el tema que quieres conseguir y acumular información que te sirva como guía de cuáles son los siguientes pasos que tienes que realizar. Es importante recordar que cuanta más información tengas para entender cómo lograr tu objetivo, mejores serán los resultados que obtendrás.
Por ejemplo, si tu objetivo es montar una tienda de zapatos online, lo primero que tendrás que hacer es informarte de algunos aspectos:
—¿Qué plataformas o herramientas hay para vender por internet?
—¿Qué coste tienen?
—¿Qué aspectos técnicos has de dominar?
—¿Cuánto tiempo vas a tener que invertir para montar la tienda?
—¿Vas a tener que asistir a algún curso sobre comercio electrónico que te ayude a vender más?
—¿Conoces a alguien que ya tenga una tienda online funcionando?
—¿Qué tipo de conocimientos o qué conceptos vas a tener que dominar para que tu tienda sea un éxito?
—¿Hay alguien en internet que sea famoso por haber montado tiendas online y que te pueda ayudar si contratas sus servicios?
Bien, cuando ya tienes toda esa información es cuando estás en condiciones de poner una fecha límite para tus objetivos. Ya sabrás cuál es el esfuerzo que tendrás que hacer y la cantidad de tiempo y energía que tendrás que invertir. Dependiendo del objetivo, también sabrás cuánto te costará lograrlo.
Y ahora que ya sabes todo eso, es momento de poner una fecha límite realista a tus objetivos.
HOJA DE PLANIFICACIÓN ESTRATÉGICA 12-6-1
Lo sé, definir objetivos no es la tarea más sencilla del mundo. Pero eso no te puede echar para atrás, porque definirlos es lo que en inglés llaman un game changer, lo que cambia el juego. Y en este punto, seguramente te estarás preguntando si los objetivos que te has marcado son buenos o malos, si podrás conseguirlos o no.
A mí me pasaba exactamente igual que a ti hasta que empecé a utilizar los IEO: los indicadores del éxito de tus objetivos.
Su funcionamiento es supersimple, sólo tienes que responder la siguiente encuesta de la forma más honesta posible (ya ves que todo lo que tiene que ver con tu visión, propósito y objetivos requiere de la máxima honestidad por tu parte).
Pasa por este test cualquier objetivo que te marques y así tendrás la certeza de si es posible lograrlo o no. Si no es posible, tienes dos opciones: 1) modificarlo hasta que se adapte a tu situación actual, 2) eliminarlo de tu lista de objetivos.
Si pasa el test, ¡adelante! Tendrás muchas opciones de lograrlo.
Vamos a ello. Tienes que puntuar del 1 al 10 (siendo 1 la puntuación más baja y 10 la más alta) las siguientes preguntas:
1. Relevancia: ¿Es este objetivo relevante para mi futuro? ¿Cambiará la forma en que me percibo y en que percibo mi vida?
2. Valor intrínseco: ¿Es este objetivo algo que me apasione, que disfrute haciendo, que me haga sentir orgulloso y que le dé sentido a mi vida?
3. Utilidad: ¿Tiene alguna utilidad para mí o mi vida el conseguir este objetivo? ¿Voy a obtener alguna recompensa si lo logro?
4. Coste de oportunidad: Al trabajar en este objetivo, ¿puedo permitirme el lujo de posponer o renunciar a otras cosas que son importantes para mí?
5. Tiempo de efecto: ¿Este objetivo tendrá un efecto positivo en mi vida a corto plazo?
6. Capacidad de llevarlo a cabo: ¿Podré lograr este objetivo por mi propia cuenta?
7. Soporte social: ¿Apoyará mi entorno la consecución de este objetivo?
8. Tiempo disponible: ¿Tengo realmente el tiempo necesario para poder dedicarle horas a este objetivo?
9. Recursos: ¿Tengo los recursos, ya sean económicos o materiales, para poder conseguirlo?
10. Fortaleza: ¿Tendré la suficiente fuerza de voluntad y empuje para lograrlo?
Una vez que hayas puntuado cada respuesta suma las cantidades resultantes. Si la puntuación es superior a 75, échale leña al fuego de tu maquinaria porque es muy probable que lo logres. En caso de que la puntuación total sea inferior a 75, teóricamente no tienes muchas papeletas para lograr ese objetivo. ¿Significa eso que si la puntuación es mala me tengo que olvidar de él? Ni mucho menos. Sólo tendrás que reajustarlo. Examina en qué área tienes una puntuación baja y pregúntate a ti mismo cómo podrías hacer que la puntuación fuese más alta.
Si, por ejemplo, en la pregunta 9 (Recursos) no dispones del dinero necesario para cumplir tu objetivo, descubre cómo podrías lograr financiación o si podrías tirar de los famosos FFF (family, friends and fools: familia, amigos y tontos) para que te hagan un préstamo.
Dicen que querer es poder, ¿no? Pues no descartemos objetivos hasta que no descartemos todas las opciones.