Jenni Hermoso

1990, Madrid

Alexia Putellas

1994, Mollet del Vallès, Barcelona

La rueda de prensa en el estadio de Butarque (Leganés) estaba a punto de terminar tras la final de la Copa de la Reina de 2021. Jenni Hermoso, estrella de un Barça que se había hecho con el título, y su compañera Alexia Putellas, la jugadora mejor valorada de la final, comparecieron ante los medios rebosantes de felicidad. Acababan de culminar su histórico triplete (liga, Copa y Champions) y el momento era mágico. No obstante, lo fue aún más gracias a la espontaneidad de la madrileña.

«Espera, espera, que no le he puesto la corona», dijo Jenni, y Alexia no daba crédito a lo que estaba sucediendo. La centrocampista catalana intentó resistirse a la escena, pero el acto de coronación se llevó a cabo entre risas. Con aquella corona de plástico, Jenni se adelantó a todos al hacer la reverencia a su capitana. Alexia ya era la reina de España, pero lo que no sabían es que también lo era en Europa y en el mundo, que la reconoció como tal al ser nombrada Mejor Jugadora del Año por la UEFA y recibir el Balón de Oro meses después.

Ambas distinciones suponen un hito más en su carrera: los primeros grandes premios internacionales para una jugadora en España, país al que le dio el segundo Balón de Oro de la historia (solo lo había ganado antes Luis Suárez, en 1960). No fueron los únicos galardones para Alexia, también premiada como mejor centrocampista de la Champions. Tampoco para Jenni, que fue distinguida como la mejor delantera de Europa y calificada como la segunda mejor jugadora del mundo en la ceremonia de entrega del Balón de Oro. Ella ya había avisado de quién era la reina en Leganés, aunque no era consciente de que ella también brillaba como tal.

Jenni ha logrado lo inimaginable estos últimos tiempos: primera pichichi española en la Champions, máxima goleadora histórica en el Barça y en la selección, primera española nominada al The Best, varios pichichis en liga... Los éxitos son infinitos para la atacante madrileña, que se alegró aún más por Alexia que por sí misma. Ambas se alzan como dos de los estandartes del fútbol femenino español. De Mollet del Vallès a Carabanchel y del Barça y la selección al resto del mundo, con gran elegancia con el balón y sin él.

Las dos coincidieron entre 2013 y 2017 en el Barça, que ha vuelto a disfrutar de su tándem desde 2019 hasta la fecha. Pero lo cierto es que nunca se separaron: juntas vivieron el Mundial de Francia de 2019, en el que Jenni dejó una imagen imborrable para los registros del fútbol. Sucedió el 24 de junio de 2019, durante los octavos de final ante Estados Unidos. La madrileña anotó un precioso gol (es zurda y golpeó con la derecha fabricando una parábola perfecta) y ocasionó una enorme reflexión: eran ellas y no ellos las que habían hecho vibrar a un país entero con la pelota. Solo había hecho falta una televisión para que lo hicieran, mandando un grito de socorro que, por fin, las llevó a ser escuchadas, gracias en parte a ese gol, que tuvo valor doble pese a no representar un triunfo futbolístico (perdieron 1-2). Aquel Mundial fue la antesala del primer convenio colectivo en la liga española, en la que se inició una profesionalización que hoy continúa.

Ambas también protagonizaron un duelo especial en el Wanda Metropolitano, donde se batió el récord mundial de asistencia (60.739 espectadores) en un partido femenino de clubes. Entonces el Barça de Alexia ganó 2-0 a una Jenni que militaba en el Atlético, equipo al que llegó con doce años y en el que su abuelo, el encargado de transmitirle la pasión por la pelota, había sido portero.

Él y su abuela, a la que siempre le dedica los goles, fueron claves en su vida. Y, si el cielo hablara, seguro que no cabría el orgullo que se desprende de él. Y es que Jenni no ha dejado de cosechar triunfos desde que salió del Atlético con rumbo al Rayo Vallecano, el Tyresö sueco, el Barça o el PSG. Luego volvió al equipo rojiblanco y, más tarde, al cuadro azulgrana, al que en 2019, desde la grada, vio llegar a la primera final de Champions femenina para un club español, con una Alexia que dio una gran lección. «Me han dicho que no quitarnos la medalla de subcampeonas cuando nos la ponen en el cuello nos hace crecer y ser más grandes. Lo primero es reconocer que queda camino por recorrer. Lo segundo, sentirnos orgullosas de que la medalla ahora sea de plata para que en el futuro sea de otro color», dijo la catalana, que cumplió con su palabra en 2021 al ganar en Gotemburgo la primera Champions femenina.

Un título del que ya formó parte Jenni, que temió no poder saltar al campo con Alexia. La capitana del Barça y de la selección tenía molestias físicas, pero ella quería y tenía que participar en aquel partido. «Confía en mí», le dijo al entrenador la catalana, que con un gol, una asistencia y mucho juego avisó de que iba a comerse el mundo.

Culé de nacimiento, el primer partido que recuerda Alexia en el Camp Nou fue en Navidad y ella tenía seis años. Aún guarda con cariño varias fotos de esa fecha con su avi (abuelo, en catalán). Era el primer día de una ilusión que se prolongó durante todos los viajes al estadio en el autocar de la peña de Mollet hasta otra Navidad, la de 2020, con un Barça-Espanyol en el que ella ya lucía como futbolista.

La centrocampista pisó el césped, se acordó de toda su familia y respiró. Lo siguiente fue histórico: firmó el primer gol oficial del Barça femenino en el Camp Nou. Una diana más para su colección de goles memorables (Clásicos, Champions, finales…) en el club de su vida, al que llegó con dieciséis años tras dar sus primeros toques en el Sabadell. Solo estuvo un año en La Masia, de donde se marchó para seguir creciendo en el Espanyol y en el Levante. La vuelta a casa fue en 2012 y estuvo marcada por una gran tragedia personal: la muerte de su padre. Él ha sido desde entonces su gran estímulo en cada jugada y en cada gol. «Espero que estés orgulloso de tu hija. Allí donde estés, esto es para ti, papá», dijo una emocionada Alexia al recibir el Balón de Oro que la alzaba como la mejor jugadora del mundo.

Tanto ella como Jenni se han convertido en las referentes que no tuvieron, y las niñas de hoy quieren seguir sus pasos. Un honor por el que ambas no dejan de dar las gracias mediante grandes gestos, desde proyectos como el libro Alexia Superfutbolista hasta eventos para ayudar a las niñas como el campus de Jenni en Madrid. El agradecimiento con el fútbol es mutuo. La pelota las adora y guarda con ellas una historia de éxito que... continuará.