No llega. Va con cada palabra
que te digo, me la entregas
en cada gesto y yo te la devuelvo,
mano a mano. Es un ir y venir
disfrazado de nosotros dos. Vuela
air mail con las cartas
que escribimos, anda entre la sopa
y más que nunca por la tarde. Está
detrás de todo ese montón de ropa
para lavar, contra el espejo que miramos,
desde la sonrisa de las fotos, junto
a aquel viaje al mar. “Vendrá
la muerte y tendrá tus ojos”. Y solo será
un gesto más entre tú y yo. Porque
Manrique, amigo dilecto
de las calaveras, ¿qué fue
de tanto verso sino palabras más o menos?