Sé muchas cosas alrededor
de mí. Sé que yo no me visto
de crepúsculos para dormir. Añoro
esas viejas andanzas de tanto
vate insigne. Mas sin embargo
solo me pongo la piyama
y un par de medias en los pies.
Tampoco veo cosas misteriosas,
ni las intuyo, ni me importan.
Me basta con que el cielo siga
todos los días, sin más perendengues,
y que tus caricias sean eso
y no vehículos para llegar
a las esferas celestiales. Juro
que Dios, Libertad y otros no son más
que la estupidez diaria de tener
que vivir cansada y de no llegar
a conocerlos nunca, que son palabras
con mayúscula y objeto
de gentes sin oficio. Y cómo no,
reconozco que me gusta el aguardiente
y no los néctares sagrados.
Después de todo,
malvivo mi vida, como usted.