… y he quedado
presentes sucesiones de difunto.
FRANCISCO DE QUEVEDO
Vuelve la cara hacia la espalda
y vida atrás mira su pasado: un campo de batalla,
mil rostros descompuestos, varios son suyos,
con el dolor, el miedo o la sorpresa
de los últimos instantes.
Estandartes doblados, lanzas partidas.
Humo entre las patas de los caballos,
panzas de caballos bocarriba redondas como lunas.
Solo la nostalgia puede revivir esa sucesión de muerte:
las breves palpitaciones de su cuerpo
junto a otro cuerpo, ultimado casi ya por la memoria.
Palabras que solo en su momento tuvieron un sentido.
Una piel, cierta puerta, algún libro
de los que no queda señal, ni huella ni ceniza.
No hay testigo ni cómplice: no existen.
Solo la nostalgia, Celestina desdentada y complaciente,
puede escarbar entre esos desechos
y encontrar un gesto, una mirada o una risa
que le sirvan para sobrevivir hasta el día siguiente.