CAPÍTULO 39

Para deleite mío, las hamburguesas no saben en absoluto a pienso canino. Peter, que ahora me contesta con gruñidos y monosílabos en vez de miradas gélidas, tiene la decencia de darle las gracias a Dorothy. Jordan y Brian aparecen al borde de la luz del fuego. Han pasado las últimas horas en el coche y nosotros las hemos pasado procurando no husmear.

Brian parece arrepentido.

―Eh, chicos… Siento mucho lo de antes. Me he pasado un montón y ya me he disculpado con Jordan, que lo sepáis. No quiero que penséis que soy un capullo ni nada de eso porque no lo soy. Bueno, en general, no.

Sonríe tímidamente y le aprieta la mano a Jordan.

Jordan le devuelve el apretón.

―No lo es. Ha sido muy duro… Horrible.

Penny señala un sitio vacío en las mantas. Les ofrecemos hamburguesas y comen un poco. Dottie nos cuenta algunas cosas de su infancia en el Caribe y Penny habla de su vida en Puerto Rico. Me pregunto si las islas habrán corrido mejor suerte que el continente. Estoy pensando, soñadora, en el calor del sol y los mangos frescos sin contagios cuando James carraspea.

―Sé que intentamos quitarle importancia, pero he estado haciendo unos cálculos hoy y pinta mal. Vale, hoy es lunes. Todo esto empezó, que sepamos, el viernes. El sábado nos volaron los puentes y, por entonces, había como un quince por ciento de contagios, lo que significa que el virus tardó un día en propagarse a esa velocidad. Los estados del Medio Oeste ya andaban rondando el sesenta por ciento y apuesto a que van ya por el ochenta o así. En el peor de los casos, en ciudades grandes y pequeñas, vamos a empezar a ver una incidencia del sesenta por cien a partir de mañana. Los pueblos y las zonas rurales disponen de un poco más de tiempo. Por lo que Brian ha dicho, casi todo el mundo está atrapado en los atascos. Eso no significa que se vayan a rendir, pero tendrán que caminar para llegar a esas poblaciones. Y al menos algunos contagiados aún vivos llegarán también y luego se transformarán. Al final, la infección se extenderá por todas partes. Creo que se mantendrá en el ochenta por ciento un tiempo, mientras aguanten las personas que han encontrado refugio o cuentan con provisiones. Pero, dependiendo del tiempo que vivan los contagiados, casi todo el mundo tendrá que salir de su casa en algún momento, a por comida y agua, y entonces se contagiarán. Nuestra mejor oportunidad es lo que estamos haciendo: ir a algún sitio apartado y escondernos hasta que esto pase.

Ana y Peter ponen cara de póker y, cuando James termina de hablar, se susurran algo el uno al otro. Dudo que lo crean.

―¿Cuándo calculas tú que pasará? ―pregunta Jordan con entusiasmo.

El semblante de James, animado mientras hablaba, se oscurece de pronto.

―Esa es la cosa. Nadie lo sabe. Puede que no mueran hasta que se descompongan. Puede que no se pudran tan rápido como…, bueno, como se pudriría la carne. Parece imposible, pero todo lo demás también. Así que cuento con ello y estoy siendo previsor porque prefiero llevarme una sorpresa agradable si me equivoco.

Brian y Jordan se dedican una mirada cómplice. Ella asiente con la cabeza y luego la apoya en su hombro mientras él le acaricia el pelo.

―¿Qué planes tenéis? ―les pregunto.

―Salimos mañana también ―dice Brian mirando al fuego―. A ver si encontramos a nuestros padres. Pensamos marcharnos antes que vosotros, chicos, antes de que se haga de día.

Jordan gira el anillo de compromiso sin parar y él le agarra la mano con suavidad para pararla.

―No nos pasará nada. Estaremos juntos, ¿vale?

Ella sonríe con tristeza y cabecea afirmativamente. Me asombra que esté tan tranquilo, tan convencido. Si él, que ha visto cómo devoraban a la mitad de su familia, cree que no les va a pasar nada, a lo mejor tiene razón.

El fuego se va apagando. No tengo prisa por empezar el día, pero, cuando Henry bosteza y dice que se van a dormir, nos levantamos todos.

―Gracias ―dice Jordan en voz baja―. Gracias por compartir. Que gente como vosotros haya llegado hasta aquí me hace albergar la esperanza de que a lo mejor no todo lo bueno se ha perdido para siempre. ―Es lo máximo que ha hablado hasta ahora.

―Y como vosotros ―tercia Penny―. No olvidéis que también habéis llegado hasta aquí.

Jordan sonríe, pero ha vuelto la tristeza a su mirada.

―Sí. Todo va a ir bien.