CAPÍTULO 88

El 4 de Julio, hacemos una barbacoa. John dice que habrá caza en otoño, así que podemos comernos a gusto los últimos filetes. Penny encuentra unas viejas bengalas en el cajón de las porquerías varias y Bits corre por ahí con ellas.

―¿Cuándo decías que era tu cumpleaños, Bits? ―le pregunta John mientras comemos sentados en la terraza.

―El 28 de noviembre ―contestan Peter y ella a la vez.

La niña ríe como una boba. Debo reconocer que Peter tiene maña con ella. La otra noche, la pobre tuvo una pesadilla, pero en lo que tardé en recorrer el pasillo él ya había conseguido que volviera a dormirse. Cuando fui a mirar después, vi que se había quedado dormido con la cabeza apoyada en la cama de ella y cogido de su manita.

Esa noche se me ablandó algo por dentro. Hasta el día siguiente, cuando insinuó que a la salsa marinara de mi madre le faltaba perejil, en su habitual tonito insufrible. Le pasé la cuchara y le dije que toda suya. Terminó de hacer la cena él y, como era de esperar, a todos les pareció estupenda.

―Oye, ¿por qué no vamos al pueblo mañana? ―propone Nelly―. Mi herida ya está curada y tengo ganas de liberarme un poco. En realidad, necesito más prendas íntimas.

―Yo también necesito cosas, de higiene femenina y demás ―digo y le guiño un ojo a Penny, que me pone cara de que me calle, así que se lo vuelvo a guiñar.

―Por mí bien ―contesta John―. O me puedo quedar aquí si no me necesitáis.

―¡Yo voy! ―tercia Ana con entusiasmo y la boca llena de filete―. Igual nos topamos con algún eleequis.

Protestamos todos y Nelly le dedica una media sonrisa.

―Vete tú a saber ―dice.

―A mí también me gustaría ir ―comenta Peter.

No me apetece pasar el día entero en el coche con él. Cambio de opinión.

―Yo te paso una lista, Nelly.

Peter me mira y aprieta fuerte la silla. Pienso que me va a hacer algún comentario desagradable, pero suelta la silla y suspira.

―¿Sabes qué? Tengo cosas que hacer aquí. Que vayan James o John con vosotras tres.

Sonrío y me levanto a hacer mi lista.