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Capítulo Nueve:  Jacob y su Familia

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(Génesis, 28-33)

Jacob Abandona Su Casa.

Isaac llamó a su hijo Jacob. Le dio la bendición final, pidiéndole que no se casara con una mujer de Canaán. Isaac le dijo a Jacob que viajara a Jarán, a casa de su tío Labán. Una de las hijas de Labán sería su esposa. Isaac pidió a Dios que le diera una gran familia, tierras y muchos seguidores.

Jacob abandonó la casa y comenzó su viaje hacia Jarán. Acampó muchas noches en el campo, usando a las piedras como almohadas. Tomó el camino más largo pues temía que su hermano gemelo lo siguiera, buscando venganza. Jacob extrañaba a su casa, su padre, y más que a nadie, a su madre; temía que jamás pudiera volver a casa.

Una noche, Jacob yacía con la cabeza sobre una piedra. Y tuvo un sueño. En su sueño, vio una escalera, tan alta, que llegaba hasta el cielo. En la escalera, había muchos ángeles: unos bajaban, otros subían. Dios se paró encima de la escalera, y habló a Jacob: “Yo soy Dios, el Dios de Abraham y de tu padre Isaac.” Y le dijo que le otorgaba la tierra sobre la que descansaba, a él y a todos sus descendientes, quienes se esparcirían benditos sobre la tierra.

Cuando Jacob despertó, se sintió temeroso y agradecido al mismo tiempo. ¡Había creído que se encontraba frente a las puertas del cielo! Jacob construyó un altar a Dios, y nombró a la tierra Betel. Después, continuó con su viaje.

Un día, Jacob se encontró con tres pastores y sus rebaños. Cuando les preguntó a dónde se dirigían, ellos le contestaron que a Jarán. ¡Ése era el destino de Jacob! Preguntó si conocían a Labán. Ellos conocían a Labán, y apuntaron a una hermosa mujer que se acercaba. Era Raquel, la hija de Labán, que venía con sus ovejas para darles de beber.

Jacob ayudó a Raquel a darles agua a los animales, ¡y luego la besó! Finalmente, se presentó como Jacob, hijo de Rebeca, hermana de su padre. Fueron a ver a Labán, que le dio la bienvenida en su casa a Jacob.

Jacob se quedó por un mes con la familia. Raquel tenía una hermana mayor, llamada Lía. Era tradición que la hija mayor se casara primero, pero Jacob amaba a Raquel. Jacob prometió a Labán que trabajaría siete años para él si lo dejaba casarse con Raquel. La amaba tanto, que siete años pasaron como si nada. ¡Estaba muy emocionado de casarse con Raquel!

Jacob Se Casa

Después de siete años, Jacob le pidió la mano de Raquel a Labán. Labán preparó un banquete para celebrarlo. Sin embargo, esa noche, Labán engañó a Jacob para que se casara con Lía. Labán le dio a su hija una sirvienta, Zelfa, como regalo de bodas.

Jacob estaba muy enojado cuando se dio cuenta del engaño que no lo dejó casarse con su amor verdadero. Labán se defendió diciendo que primero la hija mayor debía casarse. Jacob debía trabajar siete años más antes de casarse también con Raquel.

Jacob accedió, y pudo casarse por fin con su amor verdadero, Raquel. Dios sintió pena por Lía, porque era casada pero no amada. Dios le dio un hijo a Lía, y ella lo llamó Rubén. ¡Esto haría que Jacob la amara! Tuvo tres hijos más, Simeón, Leví y Judá. Aunque Lía le dio más hijos, el amor de Jacob por Raquel no disminuyó.

Raquel estaba muy celosa porque no tenía hijos, mientras que su hermana ya tenía tres. Raquel decidió que su sirvienta Bilá cargaría con su bebé. Bilá tuvo dos hijos para Raquel, llamados Dan y Neftalí.

Lía no pudo tener más hijos, así que ella también hizo que su sirvienta cargara con sus bebés. Zelfa tuvo dos hijos, llamados Gad y Aser.

¡Luego ocurrió un milagro! Lía pudo tener bebés de nuevo, y tuvo dos hijos más: Isacar y Zabulón. También una niña, Dina.

Dios sintió que era justo que Raquel también tuviera más hijos. Ella tuvo un hijo más, y lo llamó José.

Para ese momento, los siete años que Jacob había prometido a Labán terminaban. Jacob pidió su bendición a Labán para poder llevarse a sus esposas e hijos con él. Labán no quería que se fueran, incluso después de que Jacob le había pagado con su trabajo. Pero Jacob estaba decidido; el cansancio no valía la paga injusta que le daba el padre de sus esposas.

Jacob nunca olvidó el truco de Labán para que se casara con Lía. Durante su estadía con su suegro, los rebaños de ovejas, vacas y camellos de Jacob habían crecido mucho. Jacob tomó su parte del rebaño, y dejó el resto.

Jacob Vuelve a Casa

Dios dijo a Jacob que regresara con su familia, sirvientes y rebaño a Canaán. Esa tierra pertenecía a su hermano Esaú, y Jacob aún le tenía miedo. Cuando estuvo cerca de Canaán, envió mensajeros a su hermano gemelo, para hacerle saber que se acercaba.

Cuando los mensajeros regresaron a Jacob, le reportaron que Esaú venía él mismo a encontrarse con Jacob, y traía a cien hombres con él. Jacob se asustó mucho, pues pensó que Esaú traía consigo a esos hombres para atacarlo. Jacob oró a Dios que lo protegiera y preparó regalos para Esaú: cien cabras, ovejas y burros serían para su hermano.

Esaú llegó corriendo a encontrarse con su hermano y lo abrazó y besó en la mejilla. Con el pasar de los años, Esaú había logrado perdonar a Jacob. Los dos hermanos lloraron. Esaú se negó a aceptar los animales de regalo, pero apreció que quisiera dárselos; no los necesitaba, había sido bendecido por Dios y tenía muchos ya.

Después de que hablaron, los hermanos decidieron irse por caminos separados. Jacob tomó a su familia, animales y sirvientes, y se marchó hacia Sucot. Esaú, con su familia, animales y sirvientes, se marchó a Seir. Esta vez, los hermanos se separaron como amigos.