image
image
image

Capítulo Seis:  Jesús Escoge a sus Discípulos

image

“Mientras Jesús caminaba por la orilla del Mar de Galilea, vio a dos hermanos. Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, arrojaban una red al mar, pues eran pescadores. Y Él les dijo: ‘Síganme, y los haré pescadores de hombres.’.” (Mateo 4:18-19)

Dios llevó a Jesús al desierto, donde reflexionó por cuarenta días sobre el ministerio que llevaría a cabo, sobre las escrituras, su futuro sobre la tierra y las enseñanzas de su niñez. Casi al final de ese tiempo, el Diablo vino a Jesús. Primero lo tentó con comida, pues llevaba mucho tiempo sin probar alimento. Después, Satanás intentó que se arrojara por el abismo para que los ángeles de Dios lo salvaran. Al último, el diablo le aseguró que lo haría Rey del Mundo, más rico de lo que pudiera imaginarse, si tan sólo se postraba y lo adoraba. El Demonio podía hacerlo puesto que, por el pecado de Adam, Lucifer se había hecho con el control del mundo humano. Jesús respondió a cada tentación con la palabra de su Padre, y el Diablo no tuvo más remedio que marcharse con las manos vacías.

Al regresar Jesús del desierto, Dios le dijo que necesitaba un equipo que trabajara codo a codo con él. Jesús buscó a las personas que pudieran seguirlo y aprender de sus enseñanzas directas; sabía que miles lo seguirían, pero él quería a ciertos discípulos especiales a los qué enseñarles los secretos más profundos de Dios, y que continuarían esparciendo su Buena Nueva cuando él ya no estuviera.

Jesús preguntó a dos de los seguidores de Juan, creyentes de su naturaleza divina: “¿Por qué me siguen?”

Los hombres respondieron: “¿Dónde vives? Queremos que nos cuentes más sobre Dios.” Jesús, entonces, los condujo a su casa, donde comieron, y se quedaron despiertos hasta muy tarde hablando de Dios. A la mañana siguiente, Andrés, uno de los antiguos seguidores de Juan, le dijo a Jesús que iría a por su hermano, pues también le encantaría conocer más sobre Dios.

Andrés regresó con su hermano Simón. Jesús, al verlo, le dijo que lo llamaría Pedro: Pedro significa “pedrusco”. Pedro era un hombre impredecible. Un día era un creyente fiel y, al otro, se acobardaba. Algún día, Pedro negaría a Jesús: Él ya lo sabía, y por eso decidió llamarlo de esa forma. Andrés, Pedro, y el otro discípulo, se quedaron con Jesús, charlando todo el día sobre todo tipo de cosas increíbles.

Al día siguiente, Jesús y sus tres nuevos amigos decidieron dar un paseo por la orilla del Mar de Galilea. Hacía un día hermoso; una brisa delicada soplaba sobre el lago. Los botes de pesca navegaban por las olas que se formaban, y muchos de éstos ya pescaban en el centro del lago.

Los cuatro hombres continuaron caminando por la orilla, hasta que estuvieron lo suficientemente cerca de un bote que se aproximaba a la costa. Todos ellos se conocían, pues la aldea pesquera era muy pequeña. Estaban el pescador Zebedeo, y sus dos hijos Santiago y Juan. Se encontraban muy ocupados reparando los agujeros en sus redes, pero accedieron a acercarse de buen grado cuando Jesús lo pidió. Santiago y Juan se interesaron mucho por lo que Jesús les decía, así que pidieron permiso a su padre Zebedeo para irse con Jesús.

Después, en la aldea vecina, conocida como Betsaida, se quedaron en casa de Andrés y Pedro. Uno de los hermanos corrió veloz, regresando con su amigo Felipe. Felipe estaba muy emocionado por conocer a Jesús, y al ver lo felices que estaban sus amigos, decidió que traería a también a Natanael, otro amigo.

Fue así como Jesús pudo encontrar no solo a seguidores, sino a amigos comprometidos con Su Palabra, deseosos de aprender los más grandes secretos de Dios. Los llamó Apóstoles, y fueron doce. Ya que estos hombres creían firmemente en Dios, y no eran como el resto de la gente que solo comprendería las enseñanzas básicas, Jesús confió en ellos.

Los apóstoles eran Pedro, Andrés, Mateo, Santiago, Felipe, Tomás, Juan, Bartolomé, Santiago el hijo de Alfeo, Simón el Zelote, y Judá, el hermano de Santiago. Por último, pero no menos importante: Judas Iscariote. A diferencia de los primeros, que provenían de Galilea, Judas había nacido en una región llamada Iscariote, cercana al Mar Mediterráneo. Y de su ciudad natal tomaba, entonces, el nombre.