“’Acaso no es cierto que un hombre que tiene cien ovejas, cuando se le pierde una, deja a las noventa y nueve, y sale a buscar a la que falta? ¿Y que cuando la encuentra y la pone sobre sus hombros, se regocija con ella? ” (Lucas 15:3-5)
Después del banquete, Jesús y sus apóstoles viajaron al sur de Judea. En la Biblia se narran muchas de las aventuras que corrieron juntos. En estas idas y vueltas por Israel, Jesús contaba muchas parábolas. Como ya debes saber, las parábolas son pequeñas historias que quieren darte un mensaje importante. Una de las parábolas favoritas de Jesús, era la de la Oveja Perdida. Al igual que en la parábola de la Moneda Perdida, o la del Hijo Pródigo, el final de la Oveja Perdida era el mismo.
Jesús enseñaba en el campo, y los fariseos, al escucharlo, protestaban sobre que Jesús estaba robándoles su rol de maestros religiosos; además, según ellos, Jesús daba mal ejemplo a todos, pues siempre estaba bromeando y charlando con un montón de pecadores. Los fariseos creían que, si Jesús era de verdad el Hijo de Dios, ¡debería de estar pasando tiempo con la gente correcta! Pero, como ellos no tenían fe en Jesús, Él prefería pasar su tiempo con personas que quisieran aprender de verdad.
Jesús decía que Dios era como un pastor que tenía cien ovejas. En un mal día, el pastor perdió por los montes a una de ellas. Así que dejó a su rebaño con otros pastores, y se marchó a buscar a su oveja perdida. Buscó, y buscó, hasta que la oveja apareció. Entonces, feliz, el pastor la abrazó, llevándola con sus hermanas; allí estaría a salvo de los animales salvajes, y comería pasto delicioso. El pastor estaba feliz de que las noventa y nueve estuvieran a salvo, pero, se ponía más feliz aún, cuando la Oveja Perdida volvía al redil.
Luego, les contaba la historia sobre una moneda. Una mujer acaba de casarse, y se adornaba el cabello con diez monedas de plata especiales, que habían pasado de generación en generación. Cuando la mujer perdió una de esas monedas, se puso muy triste pues creyó que una maldición caería sobre ella y su familia.
Así que le pidió ayuda a una de sus amigas, y juntas barrieron y limpiaron por todos los rincones de la casa hasta encontrar a la moneda. Entonces todas sus amigas, al saber que la moneda había sido encontrada, y que no sería maldecida, se pusieron muy contentas. El mensaje de todas estas parábolas de Jesús, es sobre Dios. Nosotros, en ocasiones, estamos perdidos, y Dios se pone muy feliz cuando encontramos la manera de volver a Él.