6

No vi a Blake por la mañana, pero oí martillazos que venían de la casa de verano. Hice una pausa en la puerta trasera y me enfrenté conmigo misma. Por un lado, teníamos que romper el hielo de algún modo, pero por otro lado… ¿qué debería decirle? ¿Correspondía una disculpa?

No. De ninguna manera. No tenía nada por lo que disculparme. En cualquier caso, él debería disculparse conmigo por como me había tratado hacía ocho años. Él tiró mis sentimientos como si no importaran más que los de Reece. Él me había acusado de estar equivocada, de querer herir a alguien porque yo estaba herida. Y cuando yo no pude procesar todas mis oscuras emociones, y mucho menos ponerles voz, cuando más le necesitaba, él me había dejado.

De ningún modo me iba a sentir culpable por dejarle fuera de mi corazón. Él no sabía lo frágil que era, o que exponerme yo misma al dolor otra vez era más de lo que podía soportar. Mis padres, Wendy, Lyle, Abuela, y luego Blake… Yo les había querido a todos y todos se habían ido. Sólo que Blake había vuelto… ¿pero por cuánto tiempo?

Me hice tortitas y luego cociné una tanda más. Debería ir a ver si está bien. Él y Robbie. Después de todo, ellos eran mis invitados y una buena anfitriona siempre controlaba a sus invitados y les alimentaban. Cuanto antes me quitara de en medio esta primera incómoda reunión mejor, y entonces podríamos volver al cómodo lugar en el que habíamos estado antes de que la pasada noche ocurriera.

Era agradable fuera, soleado. El río, sólo visible entre los árboles, brillaba como un diamante en medio del bonito escenario de sauces llorones y flores salvajes. Me encantaba Serendipity Bend. Claro que estaba habitado por los privilegiados y distantes, pero había algo muy tranquilizador en el lento y fácil deslizar del agua con las libélulas revoloteando por la superficie, y los árboles centenarios con sus gruesos troncos y frondosas copas. Habían sido fantásticos para trepar o para esconderse cuando era niña. Ahora eran amigos familiares contra los que sentarme mientras dibujaba.

“Hola,” dijo una cálida voz masculina. No había oído a Blake acercarse. Se quedó a unos metros de distancia cerca de la puerta principal de la casa de verano, una sierra en una mano y una tabla de madera en la otra.

Sonreí, dudosa, y él me devolvió la sonrisa, igualmente dudoso. Era suficiente por ahora. Cualquier disculpa o mención a la noche pasada sólo nos llevaría de vuelta a donde lo habíamos dejado en el dormitorio, y yo no quería hacer eso. Esto era mejor. Más seguro.

“He traído el desayuno. ¿Has comido?”

“¿Ha mencionado alguien la comida?” llamó Robbie desde dentro de la casa.

Nos reímos. “El chico es un pozo sin fondo,” dijo Blake.

Robbie sacó dos sillas y se sentó en una. Yo cogí la otra mientras Blake se sentaba en el escalón de arriba. Comimos tortitas bañadas en sirope y luego volvimos al trabajo. Yo no tenía clases los jueves, pero pensaba que podría darle a Robbie algunas clases extra. Blake insistiría en pagarme, pero yo podía decirle que sólo era por diversión y para pasar el tiempo mientras él trabajaba.

“Tengo que parar a la hora del almuerzo,” dijo él reclinándose contra el poste del porche.

“Oh. Vale.” No le preguntaría lo que iba a hacer. No era asunto mío.

Robbie no parecía tener los mismos escrúpulos. “¿Tiene una cita interesante?” Sonrió y me guiñó el ojo.

“Sí.” Blake sonrió. Desvié la mirada, mi corazón cayendo a mis pies. “Con mis hermanos.”

Oh. Bueno. Eso estaba bien entonces. No es que no estuviera bien si tuviera novia. Un chico sexi como él debería tener novia. Pero bueno, yo me acababa de acostar con él y sabía una cosa sobre Blake Kavanagh con certeza del cien por cien: él nunca engañaría a una chica. Así que vale, no había otra mujer. Ninguna mujer, porque yo no contaba.

¿Por qué no tenía un tío bueno como Blake novia?

“¿Y qué hacen los superbillonarios hermanos Kavanagh cuando se juntan?” preguntó Robbie, chupándose el sirope de sus dedos.

“Hacemos surf,” dijo Blake.

“¿Aún hacéis esa cosa de los jueves por la tarde en Prospect Point?” pregunté.

Él asintió. “Ellos siguieron haciéndolo mientras yo estuve fuera, y me hicieron volver a unirme a ellos después de que volví. Es bueno. Nos mantiene activos y hablamos de todo allí abajo. Nos mantiene cerca.”

Desde que Reece pudo conducir, él había estado llevando a sus hermanos menores a The Point para surfear. Yo no sabía por qué había empezado la tradición, o cómo se habían aficionado al surf en primer lugar, pero era algo que hacían juntos. Tenían suerte de encontrar tiempo en sus ocupados horarios para pasar una tarde cada jueves surfeando. Mucha suerte. Los hermanos estaban muy unidos. Ellos se defendían los unos a los otros sin importar el qué, algunas veces a expensas de otras personas en su vida: algo que yo sabía demasiado bien.

A pesar de tener un hermano y una hermana, yo nunca había experimentado de verdad el tipo de unión fraternal que los Kavanagh tenían. Aunque yo había estado más unida a Wendy que a Lyle, ella siempre había sido un poco distante, su actitud tan diferente a la mía que yo luchaba por entenderla. Nunca hubo ninguna brecha entre nosotras, pero simplemente no teníamos esa cercanía que tenían los hermanos Kavanagh, o las hermanas Denny. Yo les tenía envidia.

“Sólo hay un problema,” dijo Blake. “No quiero dejaros aquí solos. No es seguro.”

“¿Crees que Skull volverá?” pregunté. “¿Durante el día?”

“Improbable,” dijo Robbie. “Él y la banda son criaturas de la noche.”

Blake sacudió la cabeza. “No quiero arriesgarme.”

“Tengo una solución,” dije. “Ve a hacer tus cosas con tus hermanos y yo me llevaré a Robbie de compras.”

Robbie gruñó. “¿Tengo que hacerlo?”

“¿Tienes más ropa?”

Él miró a su camiseta y vaqueros manchados de pintura. “No.”

“Entonces tienes que hacerlo. También un corte de pelo.”

Él se pasó la mano por su pelo castaño a la altura del hombro. “Vale, supongo.”

“También creo que deberías cancelar las clases hasta que estemos seguros de que Skull no va a volver,” dijo Blake. “No quieres ser responsable de su bienestar al igual que el tuyo propio.”

“Tienes razón. Iré a llamarles ahora.” Me levanté, pero él cogió mi mano.

“Cassie… ¿estás bien?”

“Claro. ¿Por qué no iba a estarlo?”

Su mirada pasó a Robbie, quien ahora estaba limpiando el plato con la lengua. “Sólo preguntaba. Estas circunstancias son complicadas cuando menos.”

¿Se refería a las circunstancias de Skull volviendo o a que él y yo estuviésemos forzados a estar juntos? Me solté, le lancé una sonrisa plana, y me llevé el plato de vuelta a la casa principal.

Llamé a todos mis alumnos y cancelé los modelos, e intenté no pensar cuanto iba a echar de menos tenerles cerca. La casa estaría demasiado en silencio sin sus animadas charlas mientras pintaban.

Volví a la casa de verano y limpié el frigorífico mientras Blake y Robbie tiraban los estantes podridos de la cocina. Preparé el almuerzo en la casa alrededor del mediodía y comimos en el porche trasero, viendo a las mariposas bailar de flor en flor bajo el sol del otoño.

“Nos vamos a ir ya,” le dije a Robbie después de que él lavara los platos. Sabía que Blake no se marcharía hasta que lo hiciéramos nosotros y no quería que él llegara tarde.

Blake se llevó la mano al bolsillo trasero. “Llévate mi tarjeta de crédito.”

“No hace falta,” le dije. “Me puedo permitir unas cuantas cosas para Robbie.”

“Déjame pagar. Megabillonario, ¿recuerdas?”

Malditos Kavanagh.

Robbie arrancó la tarjeta de crédito de los dedos pulgar e índice de Blake. Yo alargué la mano y él la colocó sobre mi palma con una sonrisa avergonzada.

“Lo siento. No pude evitarlo.”

Blake frunció el ceño. “Si haces algo para avergonzar a Cassie, te pondré a trabajar tan duro en esa casa de verano que querrás unirte al ejército para tener un descanso.”

Robbie se rió, para nada preocupado. “Vosotros sois buenos en eso de lo del poli bueno y poli malo. ¿O es papá y mamá?”

Me atraganté con mi propia saliva. Blake le miró con furia y Robbie salió por la puerta trasera, riéndose.

“Tiene una mala actitud,” dijo Blake.

Me recuperé lo bastante como para responderle, pero mantuve mi acalorada cara girada hacia un lado. “Es un chico bastante bueno considerando toda la mierda por la que ha pasado.”

Blake se giró hacia mí. “Oye,” dijo suavemente. “¿Estamos bien?”

Asentí, pero no me sentía bien para nada. De algún modo habría sido más fácil que él me hubiera tratado con frialdad esta mañana, que me hubiera hecho quizás una respuesta brusca o un comentario sarcástico. Pero Blake no era así. Nunca lo había sido. Cuando estaba enfadado conmigo, siempre me lo decía directamente y sin ponerse emocional, pero de todos modos esas veces eran tan raras que casi no se habían registrado. Aún así, el que me odiara esta mañana habría sido mejor. Al menos entonces podría haberle mantenido fácilmente a distancia.

Para mi sorpresa, Robbie tuvo cuidado de no gastar demasiado dinero. A pesar de toda su chulería, se negó a comprar en sitios caros e insistió en comprar sólo la mitad de lo que yo sugería. Compramos sólo suficiente ropa y otras cosas de primera necesidad para que él saliera adelante, nada más. Era un buen chico. Se merecía algo mejor que a Skull por hermano.

“Háblame de tus padres,” dije mientras conducíamos a casa unos minutos antes de las cinco. Blake me había llamado sólo diez minutos antes para decir que ya estaba en mi casa. Era seguro volver.

“No hay nada que contar en lo que se refiere a mi padre. Nunca le conocí. Mamá decía que él era una estrella del rock, pero ella siempre se estaba inventando cosas. Podría haber sido cualquiera.”

“¿Y tu madre?”

“Se marchó.”

“¿Sabes por qué?”

“No.” Era un rechazo si alguna vez había oído uno.

“¿Así que Skull te ha criado estos últimos años?”

“Algo así.”

“¿Entonces por qué eres un chico tan estupendo y él… no?”

Él miró fijamente por la ventanilla lateral tanto rato que pensé que no me iba a responder. “Él no es tan malo,” dijo finalmente. “Fue duro para él, protegerse él al igual que a mí. Ese primer año después de que mamá se fuera, fue duro. Tuvimos que dejar nuestra casa porque no podíamos pagar el alquiler, así que vivíamos en la calle. Nos unimos a una banda de otros chicos. Es más seguro ir en grupo que ir solo. Pero teníamos que superar pruebas, no sólo una vez, sino muchas veces. No me gustaban las cosas que teníamos que hacer así que Skull algunas veces hacía mi parte. Le endureció, le cambió. Entonces, una vez que se convirtió en el líder, había otras presiones y después de eso ya no había marcha atrás.” Él se pasó la mano por el pelo y pareció sorprendido de que la mayor parte de él había sido cortado. No estaba tan corto como el de Blake, pero estaba mucho más corto que la pelambrera que había llevado antes. “Si no fuera por él, yo no estaría aquí hoy. Estaría muerto o en la cárcel.”

“Me gusta tu versión de Skull más que la que he visto. Intentaré ser más tolerante la próxima vez que se crucen nuestros caminos.”

Él suspiró. “Espero que él no aparezca otra vez. De verdad que no quiero que vuelva. Pero gracias, Cassie. Tú y Blake…” Sacudió la cabeza. “De ningún modo puedo devolveros lo que estáis haciendo.”

“No queremos que nos lo devuelvas.”

“Quizás, pero tampoco quiero ser un caso de caridad.”

“Lo sé. Nadie quiere serlo. Pero quizás un día estarás en posición de ayudar a alguien que lo necesite, y ésa puede ser tu forma de devolvérnoslo.”

“¿Cómo el karma?”

“Supongo.”

Viajamos en silencio y llegamos al puente que cruzaba el Río Serendipity y nos llevaba a los exteriores del suburbio de Serendipity Bend. Siempre me gustaba cruzar ese puente. Señalaba que el hogar estaba cerca.

Hogar. Ya no era mío. Reece podía estar dejándome vivir allí, ¿pero por cuánto tiempo? Mi alquiler era demasiado bajo para lo que una propiedad de ese tamaño y en esa localización valía. ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que incrementara el alquiler o la vendiera?

“¿Y qué hay de tus padres?” preguntó Robbie.

Su pregunta me sacó de mis pensamientos. “Murieron en un accidente de coche cuando yo tenía trece años. Mi hermana también estaba en el coche y les vio morir.”

“Vaya. Duro.”

“Sí. Ella nunca se recuperó de aquello. Le afectó durante años.”

“¿Qué le ha pasado a ella?”

Tragué saliva y miré fijamente por el parabrisas. Mis dedos empezaron a doler y aflojé el agarre del volante. “Ella murió.” Respiré hondo y solté aire despacio. “Suicidio.”

“Mierda. Lo siento. No debería haber preguntado.”

“No pasa nada. Puedo hablar de ello.” No me gustaba hablar de ello, pero él había sido honesto conmigo y yo debería mostrarle la misma cortesía. “Ella nunca volvió a ser la misma después de que ellos murieran. Ella se preocupaba todo el tiempo y se deprimía fácilmente. Sólo había en realidad una cosa que la hacía feliz en los meses antes de su muerte. Una persona, en realidad. Reece Kavanagh. Ellos tenían algo, pero él lo terminó y ella se suicidó.”

Su silencio hizo que retirara los ojos de la carretera para mirarle. Él me estaba mirando fijamente. “Sólo estoy intentando procesar eso,” dijo él. “Pobre hombre, pasarle eso.”

“¿Pobre Reece? Ella era mi hermana.”

“Oh, sí, lo sé. Es una mierda lo que te ha pasado. ¿Es por eso por lo que no te gustan los Kavanagh?”

“¿Qué te hace decir eso?”

“Sólo un par de cosas que has dicho y el modo en que tratas a Blake.”

“¿Cómo le trato?”

“Como si le amaras pero no le quisieras al mismo tiempo.”

Me reí, pero sonaba superficial. “Eso no tiene sentido.”

“Supongo que no.”

“Los Kavanagh no son como el resto de la gente. Es difícil de explicar, pero simplemente no lo son.”

“Quizás porque son megabillonarios.” Él se rió. “He oído que tener dinero puede cambiar a la gente. No es que yo lo sepa. Nunca he tenido más de diez dólares en mi bolsillo de una vez.”

“Yo tampoco lo sabría.” No me reí con él. Aún estaba agitada por su observación: tú le amas pero no.

“Se van a casar,” anunció Blake cuando él nos recibió en el garaje.

Abrí el maletero y me uní a él y a Robbie para coger nuestras compras. “¿Quién?”

“Cleo y Reece.”

Parpadeé despacio. “Sólo han pasado unos meses. ¿Tan en serio van?”

“Eso parece.”

Cleo iba a casarse con Reece. ¿Sabía en lo que se estaba metiendo? Ellos podían parecer guapos e íntimos cada vez que los veía juntos, pero Reece tenía un historial de abandonar a chicas. Yo esperaba que ella supiera lo que estaba diciendo. Odiaría verla herida. “¿Crees que ella le ha domesticado?”

Él levantó todas las bolsas de golpe, haciendo que los músculos de sus bíceps se marcaran. “Él no necesitaba que le domaran. Él sólo necesitaba que la mujer adecuada llegara y lo rescatara.”

“Pero… ha habido tantas otras mujeres según los periódicos.”

“Los periódicos no cuentan la historia completa. Cassie, sé que tú y Reece no os habéis llevado bien en años recientes, pero antes de que saliera con Wendy a ti te solía gustar él.”

“Él era diferente entonces.”

“Él era el mismo que es ahora. Él era diferente en medio.” Él se marchó y yo tuve que pasar junto a él para abrir la puerta. Robbie nos siguió dentro, pareciendo ignorante a nuestra discusión, aunque yo sospechaba que estaba escuchando.

“Habrá una fiesta formal de compromiso en un par de semanas, pero la familia va a dar una pequeña celebración esta noche en casa de mamá y papá.” Él dejó las bolsas sobre la mesa mientras yo contemplaba una pregunta muy importante.

“¿Café o vino?”

Blake comprobó el reloj. “Vino para ti, cerveza para mí. Limonada para nuestro amigo menor de edad.”

Robbie puso los ojos en blanco, pero no discutió. De hecho, él me sirvió el vino. “Así que supongo que estarás en la casa de al lado esta noche,” le dijo a Blake.

“Todos vamos a estar allí.”

Me giré en redondo para encararle, casi derramando algo del vino por el borde de mi copa. “Es un asunto familiar y no estamos invitados.”

“Sí que lo estáis. Le dije a Reece que no podía dejaros a los dos aquí solos, así que dijo que os trajera.”

“Eso no significa que estemos invitados; significa que le obligaste. No voy a ir a ninguna parte donde no se me quiere.”

Él me quitó la copa de la mano y sujetó mis hombros. “Escúchame, Cass. Has sido nuestra vecina durante años. Eres buena amiga de Cleo.”

“Casi no la conozco,” protesté. “Ella es la hermana de mi alumna.”

“Quien resulta que es tu amiga.”

“Becky y yo sólo tenemos una relación de profesora-alumna.”

Sus pulgares formaban lentos círculos en mis hombros, liberando los nudos en ellos. “Llamas a las hermanas Denny para hablar, ellas fueron las primeras en venir aquí para ayudarte con la protesta, y ellas se preocupan por ti. Eso me suena a amistad.”

Me mordí el labio y no dije nada.

Él me soltó. “Además, yo no obligué a nadie. Se lo sugerí a Reece y él dijo que de todos modos Cleo te iba a llamar para invitarte.”

Como si ella hubiera oído nuestra conversación, mi teléfono móvil sonó. Lo pesqué de las profundidades de mi bolso y miré la pantalla. Sí, Cleo. Le hice una mueca a Blake y contesté.

“¡Adivina qué!” dijo ella por teléfono. “¿O ya lo sabes?”

“Lo sé, y felicidades. Estoy muy feliz por ti.” Las palabras salieron de mi boca antes de que pudiera detenerlas. Era lo natural que se le decía a una mujer que anunciaba su compromiso. Pero aún me sentía incómoda porque ella se iba a lanzar de cabeza con Reece. Quizás más tarde hablaría con ella en privado.

Ella me invitó a la reunión familiar y dije que sí. Ella también invitó a Robbie y yo acepté en su nombre. Colgué y me reuní con los chicos alrededor de la mesa de la cocina.

Blake me miraba desde debajo de sus pestañas bajadas. “¿Entonces vienes?”

“Supongo que tengo que hacerlo. Tú no irás si me quedo en casa, y no quiero que me culpen por que tú te pierdas el compromiso de tu hermano.”

Él inclinó la cabeza y ése fue el fin de la historia.

La primera persona a la que vi en la casa Kavanagh fue a Ash. Él nos abrió la puerta y me dio un beso en la mejilla. Él estrechó la mano de Robbie y le dio una palmada a Blake en el hombro.

“¿Cómo fueron las compras?” le preguntó a Robbie.

“Principalmente sin dolor, aunque echo de menos mi pelo.”

Blake alborotó el poco pelo que le quedaba a Robbie. Yo sonreí. Era bueno verles llevarse bien. Robbie necesitaba una figura masculina responsable y cariñosa en su vida, y ser un buen hermano era algo que Blake hacía bien.

“¿Solucionaste ese pequeño problema?” le preguntó a Ash.

La sonrisa de Ash se desvaneció. “Todavía no,” dijo firmemente.

Mi curiosidad había sido despertada por el intercambio, pero no era algo de mi incumbencia. En cierta ocasión le habría preguntado, pero no estos días.

Él nos guió hacia el salón principal, donde la mayoría de la familia Kavanagh estaba de pie, bebidas en mano. Las puertas francesas que llevaban al área de la piscina estaban desplegadas porque el aire estaba tranquilo. Las luces alrededor y dentro de la piscina estaban iluminadas, al igual que otras en las palmeras circundantes. Era como navidad en Florida.

Ellen me saludó de la forma que ella saludaba a todo el mundo, fríamente. Harry fue un poco más entusiasta mientras me tendía una copa de champán y besaba mi mejilla. Damon Kavanagh, el hermano más joven, levantó la barbilla como saludo y estudió a Robbie. Yo había tenido muy poco que ver con él a lo largo de los años, aparte de verle ir y venir en su moto. Damon, o Demonio según aquellos que le conocían bien, debe tener unos veintiséis años ahora. Joder, ¿a dónde ha ido el tiempo? Yo sólo le llevaba cuatro años, pero salir con los hermanos Kavanagh más mayores siempre me lo había hecho parecer un niño. Recordé la primera vez que él se quedó fuera toda la noche. Ellen y Harry habían enviado a un investigador privado para buscarle y le cantaron las cuarenta a Damon cuando regresó. Él día que llegó a casa con su primer tatuaje estaba indeleblemente impreso en mi cerebro. Aún podía oír los chillidos de horror de Ellen resonando en mis oídos. Ahora él tenía un hombro entero cubierto de ellos. Como los de sus hermanos, sus hombros estaban agradablemente formados por surfear y hacer ejercicio.

El cuarto hermano, Zac, besó mi mejilla y sonrió. “Hola, Cass, ha pasado mucho tiempo.”

“Sí. Casi no te veo desde que te mudaste. ¿Disfrutas de la vida de soltero?”

Su sonrisa se amplió. “Podrías decir que sí.” Él se inclinó hacia delante y bajó la voz. “Ojalá mamá cortara unos cuantos hilos; podría disfrutarla aún más.”

“¿Aún controla lo que haces y a quién ves?”

“Ya no tanto a quien veo.” Me guiñó un ojo y yo sonreí. Siempre me había gustado Ash, el hermano número tres, y parecía que Zac estaba hecho con el mismo molde. Como su padre, ellos eran más relajados que su madre y sus otros hermanos. Apuesto a que las chicas se pelean por salir con ellos.

La pareja del momento entró, y Becky también. Las hermanas se alegraron cuando me vieron y me vi abrumada con besos y abrazos. Parecía extraño. Yo no quería estar allí, y aún así ellas me hicieron sentir como que yo debería estar allí. Y no sólo Becky y Cleo, sino también la mayoría de los Kavanagh. Sólo Reece y yo nos evitábamos. Quizás él pensaba que era mejor así. Yo sabía que lo era.

Blake no dijo mucho. Él observaba los procedimientos cuidadosamente y desde la distancia hasta que fue la hora del brindis. Como padrino de Reece, él lo anunció. No hubo discursos, algo que Cleo y Reece habían querido. Cleo afirmó que parecería más una reunión familiar informal de ese modo. La mención de la familia me hizo desear una vez más estar en casa, sentada en mi descolorido sofá de flores viendo la televisión.

Si alguien entendía como me sentía, sería Robbie. Me uní a él junto a la gran chimenea de mármol, donde él estaba admirando una estatua de unos amantes besándose que parecía cara. Levantó la vista cuando me acerqué, sorprendido.

“No estoy inspeccionando el lugar. ¡Lo juro!”

Sonreí. “Lo sé. Si robaras algo de aquí, Ellen haría que te castraran.”

“Este tipo de casas tienen sistemas de seguridad dentro de los sistemas de seguridad. Y deshacerse de algo así sería casi imposible a menos que tengas contactos en el mercado negro.”

Levanté una ceja. “¿Hablas desde la experiencia?”

“¡No! Jesús.” Él bebió de su bebida y examinó la colección de Kavanaghs en el salón. “No dejes que nadie te escuche decir eso, ¿vale?”

“¿Estás preparado para irte a casa?”

“Aún es pronto. Blake podría querer quedarse más tiempo.”

Suspiré. Sí, probablemente sí. Sería injusto pedirle que nos marcháramos. Le pillé observándome por el rabillo del ojo. Reece, de pie con él, dijo algo, pero Blake parecía no escucharle. Reece siguió la mirada de su hermano hacia mí. Suspiró pesadamente.

“¿Así que ése es el tipo que le rompió el corazón a tu hermana?” dijo Robbie suavemente.

Asentí y bajé la mirada hasta la chimenea apagada.

“Te oí decirle a Blake antes que no crees que haya cambiado. Pero él me parece bastante feliz, y Cleo también. Quizás Blake tiene razón.”

“Espero que sí,” dije. “Porque no quiero ver que le hagan daño a Cleo. Ella ha pasado por mucho y es una persona increíble. Ella se merece ser feliz.”

“¿No se lo merece todo el mundo?”

Observé a Reece desde debajo de mis pestañas bajadas. “No estoy segura de eso.”

Unos minutos más tarde, Blake desapareció y Reece se acercó a mí. Miré a mi alrededor, en pánico, pero no tenía ningún sitio donde esconderme y mi salida estaba bloqueada. “¿Podemos hablar en privado?” preguntó.

“Eso depende de lo que quieras hablar.”

“Principalmente sobre Blake.”

“Entonces no.”

“Vale. Entonces hablaremos aquí delante de todo el mundo.”

Chasqueé la lengua. “Bien. Saldremos fuera. Yo también tengo algo que te quiero decir.”

Pasamos por delante de los demás, ahora mirándonos abiertamente, y salimos por las puertas francesas. Blake aún no estaba por ninguna parte. Encontramos un rincón en sombras cerca de la cabaña de la piscina, donde nadie podía vernos. El olor del cloro mezclado con el aroma más agradable y fuerte de las gardenias tropicales.

“¿Qué querías decirme?” preguntó él. Ante mis protestas, añadió, “Las damas primero.”

“Sólo quería advertirte para que no hagas daño a Cleo. Ella me gusta, pero no me gusta lo encandilada que está contigo.”

“Te sorprendería saber que yo estoy igualmente encandilado.”

“¿Lo estás?” Sonó despectivo, y me arrepentí. No era como me gustaba luchar mis batallas. Yo prefería los hechos y eso era lo que le lanzaría a la cara. “Olvidas que te conozco, Reece Kavanagh. Te he conocido mucho tiempo y recuerdo como trataste a mi hermana y como has tratado a cada chica desde entonces.”

Él se encogió como si le hubiera dado una bofetada. “Esto es diferente. Cleo es diferente. Yo esperaba que pudieras verlo y empezaras a cicatrizar.”

“¿Cicatrizar?” me burlé. “No me hables como si fuera tonta, Reece.”

“Estás herida, Cassie. Todo el mundo puede verlo excepto tú. Nunca te recuperaste de la muerte de Wendy y luego la de tu abuela. Lyle no ha ayudado…”

Me di la vuelta y empecé a alejarme, pero él me cogió del codo.

“Aún no he dicho mi parte,” dijo.

“Entonces dilo ya.”

Su agarre se aflojó. En la oscuridad sólo podía distinguir el brillo de sus ojos, la caída de su boca. “Blake también está herido, Cassie. El ejército no fue un buen sitio para él en su estado mental. Él no lo admitirá, pero le conozco y sé que te ha echado de menos como un loco.”

Una bola caliente de lágrimas bloqueaba mi garganta, pero conseguí tragármela. “Entonces él no debería haber dejado Serendipity Bend,” salté. “Él tomó su decisión hace ocho años y te eligió a ti, no a mí. Perdóname, Reece, pero no quiero a un tío que siempre me pone en segundo lugar.”

Me solté de un tirón y salí corriendo. Él me llamó, pero le ignoré mientras yo corría por el camino de gravilla alineado por las sombras oscuras de arbustos. He recorrido ese camino tantas veces de niña que cada paso me devolvía a mi infancia. Me agaché bajo la rama colgante del árbol, y cuando llegué al columpio del árbol, me desvié hacia la izquierda, lejos del camino. Ramas largas golpeaban mis piernas y se agarraban a mi vestido. La valla que separaba nuestras propiedades emergió entre las sombras como un muro impenetrable. Conté cinco postes y arañé buscando el pestillo. La puerta se abrió y la atravesé.

Las lágrimas me caían por las mejillas y empañaban mi visión. Mi corazón golpeaba en mi pecho, y no sólo por el ejercicio. Dolía, maldita sea. Dolía por Wendy. Maldito Reece. Ya no quería sentirme así nunca más, pero cada vez que le veía o me acercaba a Blake, sentía como que me estaban arrastrando de vuelta a un lugar oscuro y doloroso. Un lugar de soledad donde yo estaba continuamente recogiendo los pedazos de mi vida después de que alguien se marchara.

Yo corrí hacia la casa, sabiendo que tenía poco tiempo antes de que Blake descubriera que me había ido. Una luz estaba encendida dentro. Debo haberme olvidado de apagarla antes de que nos fuéramos. Abrí la puerta trasera y me sequé las mejillas con el dorso de la mano. Lancé mis llaves y el bolso sobre la mesa justo cuando una sombra pasaba sobre ella.

Mi corazón se paró. Levanté la mirada, directamente a una cara que reconocí.