10

Él quería que siguiéramos trabajando aquí, pero no tiene sentido,” dije. “Él no va a volver.” Nos pasamos el resto de la noche limpiando los cristales rotos y tapando la ventana. Tan pronto como amaneció, desayunamos y volvimos a la casa de verano. Blake había querido que yo durmiera más, pero no podía. Estaba completamente despierta y demasiado conmocionada.

“Tienes que creer que volverá,” dijo él, frotando mi nuca. “Él convencerá a Skull. Él es así de persuasivo.”

“Skull no le dejará irse tan pronto después de haberle recuperado.”

“Él no puede retenerle para siempre.”

“Pero puede amenazar con herir a la gente que le importa a Robbie si no se queda.”

Blake me besó en la frente. “¿Por qué no te tomas el día libre? Ve a darte un masaje o da un paseo por la playa. Es un bonito día.”

Negué con la cabeza. “No quiero. Quiero quedarme aquí.” Por si acaso Robbie podía convencer a Skull de que le dejara ir. “Blake, es jueves. Tienes que ir a The Point esta tarde.”

“Esta semana no.”

“¿Por qué no? ¿Es que uno de los otros lo ha cancelado?”

“No. Me voy a quedar por aquí.”

Por mí. Estaba renunciando a su tarde de surf semanal con sus hermanos para pasar tiempo conmigo. “Estaré bien, Blake. No te preocupes.”

Él soltó un bufido. “No lo estoy haciendo por ti, Cass. Quiero terminar la casita por si Robbie regresa.”

No le creí ni por un segundo, pero él se alejó y dudé que escuchara a mis protestas. Tendría que disculparme ante Ash y los demás cuando les viera.

Aún me sentía frágil tras haber llorado tanto, pero la idea de trabajar en la casa de verano todo el día ayudaba a mantener las lágrimas a raya. Podría dejar que mi mente divagara.

“Robbie mencionó algo sobre el armario,” dije, dirigiéndome hacia el dormitorio. La cama estaba sin hacer, sus cosas aún en los cajones y colgando en el armario. A mí me parecía que estaba bien. “¿Estaba él haciendo algo con él?”

“No.” Blake inspeccionó las puertas. “Él me ayudó a hacerlo. Por lo pronto no veo nada más que se necesite hacer.”

“¿Entonces de qué estaba hablando?”

Nos miramos el uno al otro y pude ver la misma idea entrando en su cabeza en el momento en que entró en la mía. “¿Crees que…?”

“Quizás.”

Comprobé los bolsillos de las camisas y los vaqueros colgados. Nada. Blake levantó zapatos y metió la mano dentro de ellos, y luego ambos pasamos nuestras manos por la base, los lados, y encima del armario.

“Aquí,” dije, sacando un trozo de papel pegado a la pared trasera, escondido detrás de la ropa.

Él se inclinó sobre mi hombro mientras yo lo desdoblaba y leía. “Es una dirección,” dije. “¿Crees que es donde vive Skull?”

Él asintió. “Probablemente la dejó aquí para que nosotros la encontráramos por si acaso algo así pasaba.”

“Él quiere que vayamos a buscarle.”

Me cogió de la mano cuando iba a marcharme. “Espera.”

“¿Por qué? Tenemos que llamar a la policía.”

“No estoy seguro de que sea una buena idea. Robbie nunca ha querido implicar a la policía. No quiere ver como se llevan a Skull a la cárcel.”

“¡Pero tenemos que hacer algo!”

“Lo sé. Y lo haré.”

Nosotros lo haremos. Voy contigo.”

“De ninguna manera.”

Me solté de su mano y le miré con furia. “Necesitamos un plan de ataque.”

Él suspiró. “Sí, señora. Puedes ayudar a planear, pero tú no vienes con nosotros.”

¿Nosotros? Espero que no vaya a hacer que sus hermanos se impliquen.

Se pasó la hora siguiente al teléfono. Yo me senté en el porche trasero y le observé paseándose por el camino del jardín mientras hablaba. Aparte de sus paseos, parecía imperturbable, como si hiciera este tipo de cosas todos los días. Supongo que era así en el ejército.

Cuando finalmente se unió a mí, dijo, “Voy a salir.”

Me levanté de un salto. “¿A dónde?”

“No preguntes.”

Le agarré del codo y le detuve de un tirón. “No me excluyas, Blake. Necesito saber. Dijiste que podía implicarme en la planificación.”

Exhaló un suspiro y miró a las nubes en el cielo. “Voy a recuperar a Robbie.”

“¿Con tus hermanos?”

“No, con otros seis tíos.”

“¿Quiénes?” Cuando él dudo, añadí, “No me hagas llamar a tus hermanos para chivarme. O peor, a tu madre. Sólo dímelo para que no me preocupe.”

“Uno es un amigo mío del ejército que vive en Roxburg. Los otros cinco son lo que podrías llamar musculitos de alquiler.”

“¿Te refieres a matones a los que les pagas para que le den palizas a la gente? ¿Es eso sensato?”

“No siempre le dan palizas a la gente. Algunas veces sólo tiene que parecer que van a dar una paliza a alguien.”

“¿Cómo sabes si quiera donde encontrar musculitos de alquiler?”

“Abogados de la familia. Ellos conocen a todo el mundo en esta ciudad: los buenos, los malos, y los infames.”

Me estremecí al pensar por qué los abogados de los Kavanagh lo sabrían todo sobre los matones de alquiler. “¿Qué pasó con lo de dejar que Robbie tomara su propia decisión? ¿No crees que él pueda convencer a Skull de que le deje marcharse una vez más?”

“Quizás pueda, pero Robbie claramente lo duda, de otro modo no habría dejado la dirección. Robbie no tenía opciones reales de irse. Él no debería estar con Skull. Él debería estar aquí. Nosotros somos una mejor unidad familiar para él ahora mismo.”

Lancé mis brazos alrededor de su cuello y le abracé con fiereza. “Gracias, Blake. Ahora, ¿qué puedo hacer?”

“Quedarte aquí a salvo.”

“Podría conducir el coche para escapar.”

“Esto no es atraco.”

“Tendré mi teléfono preparado para llamar a la policía.”

“No es una película de acción, Cassie. No vas a venir.”

“Hay un fallo en ese plan que no creo te has dado cuenta aún.”

Él frunció el ceño. “¿Qué?”

“No puedes obligarme a quedarme.” Salí de la casa. Yo lo decía en serio. Yo podía ser más una ayuda que una carga si sólo me dejara ir con él. Quizás yo no pudiera golpear cabezas entre sí, pero podía conducir y sabía como marcar un número de teléfono, algo que ellos no podían hacer si se vieran en dificultades.

Me puse unos vaqueros y una camiseta oscura. No íbamos a ir de noche, pero me parecía correcto vestir algo oscuro para una operación encubierta. Me uní a Blake abajo. Él me miró con furia, brazos cruzados sobre su pecho como un terrible guerrero.

“Aún no puedo creer que esté dejando que vengas con nosotros,” musitó.

“Te acostumbrarás a ello por el camino. Ahora tengo una pregunta. ¿Cómo vas a evitar que Skull vuelva aquí a llevarse a Robbie otra vez?”

“Vamos a pagarle. Nuestra primera parada es el banco. Acabo de hablar con el director de mi banco y está organizando el dinero ahora para que lo recojamos.”

Levanté las manos y parpadeé. “¿Vas a comprar el regreso de Robbie?”

Asintió con la cabeza. “Los musculitos de alquiler son nuestro plan de seguros.”

“¿Cuánto?”

“Veinte mil.”

Abrí la boca con asombro. Casi se me salen los ojos de las órbitas. “¿Tienes veinte mil en efectivo por ahí tirados?”

“Acabo de vender una casa, recuerda, y aún no he comprado una nueva. Incluso si no fuera por eso, el director sólo necesitaría mover algo de dinero. No lleva mucho tiempo.”

Seguí mirándole fijamente. “Pero… veinte mil es un montón de dinero. ¿Estás seguro de que puedes permitírtelo?”

Él colocó sus grandes manos sobre mis hombros. Eran pesadas, sólidas, y reconfortantes. “Cassie, puede que haya estado en el ejército estos últimos ocho años con salario del ejército, pero sigo siendo un Kavanagh. He tenido un fideicomiso desde antes de que supiera caminar y ha sido bien invertido. Veinte mil es una gota en el océano. Prefiero usarlo para alejar a Robbie de su hermano en vez de dejarlo por ahí parado.”

Asentí, aturdida de algún modo. Él era un Kavanagh y los Kavanagh eran más ricos que Dios. Veinte mil era calderilla para ellos. Algunas veces era fácil olvidar que Blake había sido criado en un hogar privilegiado. Él era tan normal y tan con los pies en la tierra. A él no le importaban las marcas exclusivas, los coches rápidos, o las fiestas. Supongo que era por eso que su fideicomiso aún estaba en el banco.

Recogimos su todoterreno del garaje de sus padres y condujimos hacia la casa de su amigo del ejército al otro lado de la ciudad. Como Blake, Ty parecía grande y brusco al principio, pero cuando vio a Blake, su seria boca formó una sonrisa.

“Así que ésta es ella,” dijo cuando Blake nos presentó. “He oído hablar mucho de ti.”

“¿Ah, sí?”

Ty guiñó un ojo y luego suspiró teatralmente. “No tienes ni idea.”

Ty nos siguió en su propio todoterreno negro mientras reuníamos al resto de la cuadrilla. Blake les informó a todos mientras conducíamos hacia la dirección que Robbie había dejado para nosotros. Era una pequeña casa de madera en un suburbio que aparecía regularmente en las noticias. Tiroteos, apuñalamientos, y redadas policiales ocurrían diariamente. Era el tipo de lugar donde yo esperaba que Skull se moviera, pero odiaba saber que Robbie había sido criado aquí. A pesar de su inicial malhumor cuando le pillamos haciendo grafitis en Willow Crescent, él claramente no tenía una mentalidad criminal. Él rápidamente eliminó su mala actitud cuando le dimos la oportunidad de vivir una vida normal haciendo algo que él amaba: pintar, con gente que no quería nada a cambio. Era un buen chico. Nosotros teníamos que llevarle a casa.

El plan de Blake era esperar y ver quien entraba y salía de la propiedad durante una hora. Por la ventana veíamos a gente caminando dentro, y sólo una persona salió durante ese tiempo. Le reconocí como uno de los miembros de la banda que había venido a mi casa.

“Echa el seguro a las puertas, Cass,” me dijo Blake. “No las abras para nadie excepto nosotros o la policía. Si alguien empieza a disparar, pisa el acelerador y sal de aquí.”

“No voy a dejarte atrás.”

Me besó en la boca. Un beso lleno de deseo y dulzura que estaba totalmente en discordancia con nuestro entorno y con lo que él estaba a punto de encontrarse. “Pensé que te había perdido hace ocho años,” susurró. “No me arriesgaré a eso otra vez.”

Le observé irse y aseguré las puertas. Los siete se encaminaron hacia la puerta principal, sus armas escondidas debajo de sus chaquetas. Blake no quería que nadie usara la violencia. Él esperaba que la amenaza sería suficiente. Él llamó a la puerta. Cuatro de sus hombres permanecieron detrás de él mientras que los otros dos se quedaron pegados a la pared a cada lado de la puerta. Sacaron sus armas.

Mi corazón latía con fuerza. Mis manos estaban resbaladizas de sudor mientras una sujetaba el volante y la otra se cernía sobre el teléfono que descansaba sobre mi rodilla. Examiné mi entorno y luego volví a mirar a la casa. La puerta se abrió, pero la persona al otro lado quiso cerrarla de nuevo, sólo para encontrar el hombro de Blake bloqueándola. Él se metió a la fuerza, forzando la puerta totalmente abierta.

Me preparé para lo peor. Todo dentro de mí se revolvió y se tensó mientras esperaba el sonido de disparos o gritos o incluso sirenas. ¿Qué clase de locura era ésta? ¿Por qué no habíamos llamado a la policía desde el principio? ¿Qué derecho teníamos de arrastrar a Robbie lejos de su hermano?

No podía pensar las respuestas. Mi mente estaba aturdida, pero todos los demás sentidos estaban en alerta máxima mientras observaba. Sólo los dos hombres flanqueando la puerta permanecían fuera ahora, aún escondidos y preparados para saltar dentro si se les necesitaba. Ya no podía ver a Blake y estaba enferma de preocupación. Respiré hondo y solté el aire despacio. Y observé.

Los minutos pasaban tan despacio que cada uno parecía durar toda una vida. Mis nervios estaban destrozados, mi sangre helada, y la mano que sobrevolaba el teléfono se sacudía como loca. Entonces finalmente uno de los hombres de Blake salió de la casa, luego otro y otro. Miré en cada cara, mi corazón en un puño, hasta que divisé a Blake, su mano sobre el hombro de Robbie.

A pesar de que me inundó el alivio, empecé a temblar. Me tragué las lágrimas, decidida a no llorar ahora. Todo había terminado. Ellos estaban bien.

Los hombres caminaron resueltamente de vuelta a los dos coches y se apilaron en ellos. “¡Robbie!” grité cuando se subió al asiento trasero. “Estoy tan contenta de verte.”

“¡Cassie!” Él sonrió, pero se desvaneció rápidamente. “Joder, Blake, ¿estás loco? ¿Por qué la has traído contigo? Ella podría haber resultado herida.”

Blake me quitó el teléfono de mi rodilla y luego cerró su mano sobre la mía. Mi temblor se calmó. “Lo sé,” musitó él, observándome con esa intensa mirada suya. “No tuve elección.”

“Yo insistí,” le dije a Robbie mientras nos alejábamos conduciendo.

“Cuando yo era un niño insistía en comer tierra,” dijo Robbie. “Eso no significaba que fuera una buena idea.”

Me reí con ganas. Era completamente desproporcionado en relación a su comentario, pero no pude evitarlo. Estaba loca de alivio. “Vas a ser un gran padre algún día.”

Él se inclinó a través del hueco entre los asientos delanteros y besó mi mejilla. “Estoy feliz de verte.”

“¿Estás bien?”

“Sí.” Él se reclinó hacia atrás entre los dos hombres y se puso el cinturón. “No puedo creer que Skull me dejara ir tan fácilmente. Él incluso prometió no venir tras de mí esta vez. ¿Qué crees que le ha hecho cambiar de opinión?”

Lancé una mirada a Blake, sentado muy quieto en el asiento del pasajero. “Supongo que nunca lo sabremos,” dijo él.

Parecía que a Robbie no se le iba a decir lo del pago. Quizás era una buena idea por ahora. Podíamos contárselo más tarde, cuando fuera mayor y estuviera mejor equipado emocionalmente para lidiar con el hecho de que su hermano efectivamente nos lo hubiera vendido.

Charlamos todo el camino a casa, dejando a los demás por el camino. Hablamos de nada en particular y de todo lo que se nos pudo ocurrir. No importaba. Simplemente era agradable volver a tenerle con nosotros.

Una vez en casa, preparé un almuerzo tardío y lo comimos en el porche trasero, mirando al jardín bañado por el sol del otoño.

“Robbie,” dije, “¿te acuerdas del dibujo que estabas a punto de pintar en la verja enfrente de la mía la noche que te pillamos?”

Las mejillas de Robbie se ruborizaron. “Sí.”

“¿Qué iba a ser?”

Él cambió el peso de su cuerpo a la otra pierna y estuve a punto de retirar mi pregunta cuando él respondió. “Dos tíos sin cara vestidos con capuchas y una mujer detrás de ellos, alejándose.”

Robbie, Skull, y su madre. Yo había estado pensando en las otras pinturas que él había dibujado también últimamente y en lo que significaban. Si tenía que adivinar, diría que el payaso triste representaba a Robbie. Con su animada y simpática personalidad, él probablemente había sido considerado por el resto de la banda como un poco payaso, pero él era profundamente infeliz debajo de la máscara. El barco de guerra y el edificio en llamas quizás representaran una lucha entre bandas o alguna otra violencia en la que hubiera estado implicado, y los dos perros luchando representaban a Skull y a él mismo. La colección entera era su historia, terminando donde había empezado: con su madre marchándose. Era un grito de ayuda, y aún así yo no creía que él lo supiera. El arte puede ser una experiencia íntima y el subconsciente a menudo no podía ser controlado cuando un artista estaba concentrado.

“Deberías terminarlo,” dije. “En un lienzo real, no sobre una valla.”

“No. Está bien. Ya no quiero.”

Lo dejé estar, satisfecha de que él estuviera en un lugar mejor ahora del que había estado entonces. “Voy a llamar a mis alumnos esta tarde,” dije. “Las clases volverán a ser mañana.”

“Genial,” dijo Robbie con la boca llena. “Quiero terminar esa pieza que empecé la última vez. ¿Va a volver la modelo? Estaba buena.”

Puse los ojos en blanco. “No se supone que tienes que admirar a las modelos por estar buenas.”

“No puedo evitarlo. Soy un tío.”

“Entonces asegúrate de dejar que ella piense que la admiras por la fuerza de su cuerpo femenino y las cualidades que se muestran por sus ojos.”

Él suspiró. “Son muchas cosas que recordar.”

Blake sonrió y luego anunció. “Voy a salir.”

“¿Para surfear con tus hermanos?” Comprobé mi reloj. “Puede que aún llegues.”

Él negó con la cabeza pero no explicó y yo no pregunté. No era asunto mío. Yo no le controlaba más de lo que él me controlaba a mí. Si él quería marcharse, podía hacerlo.

Dejé mi plato a un lado, mi almuerzo sin terminar. De repente ya no tenía hambre.

“Yo voy,” le dijo Robbie.

“No. Quédate aquí con Cassie. Ella necesita que te quedes por aquí hoy.”

Le miré con los ojos entrecerrados. ¿Qué le hacía decir eso? Sin embargo tenía razón. Yo quería a Robbie conmigo, sólo por el día. Quizás podíamos sentarnos a la orilla del río y trabajar en su técnica para dibujar agua. Habíamos estado tan concentrados en renovar la casa de verano que sería agradable tomarse tiempo para relajarnos.

Dejé a Robbie en la cocina lavando los platos y seguí a Blake hasta su coche. “¿Qué pasó en la casa?” pregunté. “¿Costó mucho convencer a Skull?”

Se reclinó contra la puerta del coche y cogió mis manos. Sus pulgares frotaban mis nudillos. “Fue más fácil de lo que esperaba. Pedí ver a Robbie, pero Skull dijo que estaba durmiendo. Le enseñé el dinero y le dije que se lo daría si dejaba que Robbie se marchara conmigo. Si no, mis hombres todos estaban entrenados en el ejército y estaban armados. Se me ocurrió mencionar que había una docena más situados fuera.”

“¡Una docena!”

Se encogió de hombros. “Él no podía ver a los dos extra hombres que tenía, así que ¿por qué no dejarle pensar que había más? Los tipos como él piensan que todos somos sigilosos ninjas, de todos modos.”

Sonreí. “¿Y si intenta sacarnos más dinero? ¿Seguirás pagándole?”

“Le dije que era un pago único, y que si volvía llamaría a la policía tanto si Robbie quería como si no. Le dije a Skull que sé que ha estado metido en líos antes y que el secuestro sería un cargo grave. Él pareció pillar el mensaje.”

Le apreté las manos. “Gracias, Blake. Eres increíble.”

Me besó la frente, sus cálidos labios recreándose. “Igual que tú.”

“Yo estaba aterrorizada. No sé cómo lo haces. Te adentras en situaciones más peligrosas que esa todos los días en tu trabajo.”

“No todos los días.” Él no me dijo que ya no era su trabajo.

Porque él había dimitido como me había llevado a creer.

Me mordí el interior del labio para evitar ponerme emocional. Yo había creído que tener a Robbie de vuelta sería suficiente, pero supongo que no lo era. Yo quería a Blake. Le quería entre mis brazos, en mi cama, siempre. No sólo mientras estaba entre destinos. Yo no quería experimentar el miedo que había sentido en ese coche, esperando que saliera de la casa, multiplicado por mil. Porque eso es lo que sería cuando estuviera en el extranjero. Yo saltaría ante cada llamada de teléfono, me sentiría enferma viendo las noticias, y me imaginaría que era Blake cada vez que el cuerpo de un soldado fuera traído a casa. Yo no quería vivir así. Yo no quería perderle para siempre.

Pero no le dije ninguna de esas cosas. ¿Cómo le dices a un hombre que no te deje cuando necesita irse? Odiaba sentirme necesitada, quejica, y aún así sabía que así es como sonaría.

“Cassie, quiero llevarte a cenar esta noche. A algún sitio bonito.”

Mi corazón se detuvo. La sangre corría más lenta por mis venas. Por el modo intenso en que me miraba, tuve la sensación de que quería decirme algo grande. Quizás contarme lo de su vuelta al ejército o incluso pedirme que me casara con él. ¿Qué contestaría? ¿Que no podía casarme con un hombre que podría no volver a casa? ¿Que no podía darle mi corazón y arriesgarme a que me lo rompiera de nuevo?

La brisa se volvió más fuerte, arremolinando mi pelo y helando mi piel. Me crucé de brazos y me abracé. “Estoy cansada. Ha sido un día largo. Me gustaría quedarme en casa e irme a la cama temprano.”

El pulso latía en su garganta. Me observó durante un momento, esos ojos azules suyos buscando los míos como si me pudiera leer la mente. Entonces parpadeó una vez y se giró.

“En otra ocasión,” murmuró subiéndose al coche.

No me quedé para verle marcharse. Aún cuando sabía que volvería más tarde, ya era demasiado doloroso.