11

Estaba oscuro cuando Blake regresó. Le esperé mirando por la ventana y mi corazón dio un salto cuando vi los faros de su coche. La espera y las dudas habían sido un infierno para mis nervios. ¿Cómo lo sobrellevaban las esposas y maridos de mujeres y hombres en el ejército, esperando que sus seres queridos volvieran a casa?

Casa. ¿Se quedaría Blake aquí ahora que Robbie estaba de vuelta y que no había amenazas de Skull? ¿O volvería a casa de sus padres hasta que tuviera que volver a reunirse con sus compañeros del ejército?

Me senté delante del televisor con Robbie, preparada para recibirle con un informal ‘hey’ cuando entrara. Pero tan pronto como oí los dos pares de pisadas, me giré en redondo.

“¡Lyle!” Me levanté de un salto y di un paso hacia mi hermano, pero me detuve. Miré detrás de él a Blake. Él me miró, su expresión imposible de leer. “¿Tú le has encontrado?” Las palabras ‘por mí’ colgaban pesadamente en el aire.

Blake asintió.

“No puedes esconderte de las fuerzas armadas,” dijo Lyle con una sonrisa irónica. Su pelo rojo caía como una cortina sobre su cara. Tenía pinta de que no se había afeitado desde la última vez que estuvo aquí y sus ojos estaban tan inyectados en sangre como siempre. Era un desastre, pero ya no era mi desastre y no tenía que recogerlo. Me negué a hacerlo.

Robbie apagó la televisión y se dirigió hacia la cocina. “Haré café.”

Lyle fue a abrazarme, pero le aparté de un empujón. “Me robaste.”

Él se pasó la mano por el pelo, retirándolo de su cara. “Estaba desesperado, Cass. Necesitaba dinero.”

Lágrimas escocían en mis ojos. Era la misma mierda de siempre. ¿Por qué había pensado alguna vez que había cambiado? “Te lo habría dado.”

“La última vez me dijiste que no lo harías. Dijiste que no eras un banco,” escupió.

“No es culpa mía que no puedas llegar a fin de mes. Has jodido tu propia vida, Lyle. No me culpes.” Volví a darle un empujón en el pecho, más fuerte, y él se tambaleó hacia atrás. “Soy tu hermana, no tu banco, ni tu guardián, ni tu madre.”

“No tengo madre,” saltó. “Quizás ése es todo el problema.”

“Yo tampoco y parece que me las he apañado.”

“¿Ah sí?” Él lanzó una dura risa. “Has ahuyentado a todo el mundo fuera de tu vida durante años. Nunca te gustó tenerme cerca, nunca sales, y no tienes ni amigos ni novios. No desde que Blake se marchó. Te has aislado de todo el mundo, Cass, porque estás demasiado jodida para dejar que nadie se acerque.”

Mi labio inferior tembló, pero me lo mordí y mordí el interior de mi mejilla. No me atrevía a mirar a Blake. “Dejé que Robbie se acercara.”

“Porque te ves reflejada en él. Un solitario sin nadie más.”

“Ella me tiene a mí,” dijo Blake.

Lyle le miró por encima del hombro y simplemente se encogió de hombros. Claramente no pensaba que fuera una buena idea decirle a Blake que su marcha había desencadenado mi miedo. Furia oscurecía los ojos de Blake y le sacudía por oleadas. Él parecía querer una excusa para golpear a Lyle.

Miedo. Era más poderoso que cualquier droga, y más debilitante también. Yo había tenido miedo estos últimos años. Al menos podía reconocerlo, aún cuando dolía hacerlo. Con miedo de que todo el mundo se fuera, con miedo de ser herida, porque me habían dejado y herido tantas veces en mi vida. Yo había querido aislarme del dolor, pero al hacer eso me había prohibido vivir.

Luché contra las emociones que inundaban mi interior y de algún modo las conquisté, aunque sabía que las dejaría salir más tarde cuando nadie pudiera verme. Ya no podía mirar a Blake, pero de algún modo sabía que su mirada se había centrado en mí.

Lyle sacó algo de su bolsillo y abrió la palma para que yo lo viera. Los diamantes de los anillos de Abuela brillaron bajo la luz. “Me gasté el dinero,” dijo Lyle avergonzadamente. “Pero no pude animarme a empeñar estos.” Me dio los anillos. “Lo siento, Cass. No espero que me perdones pronto.”

“Yo… no sé qué decir.” Miré fijamente los anillos y luego levanté la vista hacia Lyle. Sus ojos estaban anegados de lágrimas por derramar.

“Voy a guardar este anillo para ti,” dije, levantando el solitario de compromiso de Abuela. “Cuando encuentres a una chica con la que te quieras casar, deberías dárselo a ella. Pero hasta entonces, se queda aquí.”

Él asintió. “Está bien, supongo. Podrías estar esperando bastante tiempo. Tengo unas cuantas cosas que solucionar antes de pensar en arruinar la vida de una mujer.”

“Es mejor que se lo des a una buena chica, es todo lo que digo.”

“¿No a bailarinas de Las Vegas?”

Sonreí a través de mis lágrimas.

“Encontraré un modo de devolverte el dinero, Cass,” dijo suavemente. “Lo prometo.”

Sacudí la cabeza. “Olvídalo. No quiero el dinero. Nunca tuvo que ver con el dinero o incluso con estos.” Señalé los anillos. “Aunque estoy contenta de haberlos recuperado.”

Él frunció el ceño y encogió un hombro. “¿Entonces de qué se trata?”

“De ti. De mi hermano.” Lancé un tembloroso suspiro. “Sólo quería a mi hermano de vuelta.” Y Blake lo había sabido todo el tiempo. Es por eso que había encontrado a Lyle y le había traído a casa. Él podía simplemente haber cogido los anillos, pero había ido un paso más allá y también recuperó a mi hermano porque sabía que yo necesitaba a mi familia en un momento como éste.

Un momento en el que él me iba a volver a dejar.

“No puedo vivir aquí, Cassie.” La mirada de Lyle se paseó rápidamente por la habitación, absorbiendo los muebles y objetos decorativos que no habían cambiado desde que muriera Abuela. La única pieza mía en el salón era un cuadro del río que yo había pintado. “A diferencia de ti, no me gusta vivir con fantasmas.”

“Lo sé. No quiero que vivas aquí. Sólo quiero que te mantengas en contacto. Que me hagas saber donde estás, que me llames de vez en cuando, ese tipo de cosas.” Me encogí de hombros, de repente tímida por estar admitiendo eso a un hermano al que realmente no conocía muy bien. “Somos familia, Lyle. La familia necesita permanecer conectada, incluso cuando es doloroso.”

Él me rodeó con sus brazos y me abrazó con fiereza. Le devolví el abrazo. Nos quedamos así por mucho rato y tuve la sensación de que él se sentía demasiado emocionado como para retirarse.

Cuando finalmente nos separamos, Blake se había ido. Lyle y yo nos dirigimos hacia la cocina para encontrar a Blake y a Robbie haciendo café, esperándonos. Nos sentamos en la mesa de la cocina para beberlo y hablamos calladamente por más de una hora sobre lo que Lyle haría a continuación para volver a enderezar su vida. Él estaba diciendo todas las cosas correctas, pero sospechaba que él no haría la mayoría de ellas, como la rehabilitación. Al menos me estaba implicando en su vida en vez de acusarme y marcharse como solía hacer. Me sentía más cómoda con él de lo que lo había estado en años.

Después, Blake le llevó de vuelta al apartamento donde se estaba quedando. Medio sospechaba que le había dado dinero a Lyle, pero no pregunté. Mientras él estaba fuera, yo me fui a la cama. Le oí volver un rato más tarde y subir las escaleras. Sus pasos se detuvieron al otro lado de mi puerta, pero continuaron de nuevo hasta su habitación al final del pasillo.

Mis dedos se curvaron hasta formar un puño contra mi almohada y lo presioné contra mis labios temblorosos. Yo quería que él viniera a mí, y al mismo tiempo no quería. Quería agradecerle el haberme devuelto a Robbie y a Lyle, ambos en el mismo día, y aún así eso sólo llevaría a una discusión sobre mi miedo a estar sola. Yo quería hablar con él sobre su vuelta al ejército, pero la idea de contarle como me sentía me aterrorizaba.

Así que me quedé allí tumbada hasta que me quedé dormida.

Las clases se reanudaron el viernes, manteniéndome alejada de Blake. Conseguí evitarle fuera de las horas de clase. Sin embargo, él lo sabía. Podía ver la preocupación en el modo en que me miraba y su ceño fruncido.

El día siguiente era la fiesta de compromiso de Cleo y Reece. Blake se encerró en el estudio para escribir su discurso, y luego tenía que ayudar a preparar la casa de sus padres. Él llegó en una limusina para recogernos y me recibió en la puerta. Su mirada se volvió nublada cuando me vio. “Pareces una princesa,” me susurró en el oído cuando besó mi mejilla. “Me gusta como te queda ese vestido.” Yo llevaba un sencillo vestido azul zafiro escotado delante y ensanchándose suavemente desde la cintura ajustada. Era un vestido viejo, pero siempre me había gustado como se ajustaba a mi figura.

“Tú también te ves muy elegante.” Y era verdad. Nunca le había visto antes con traje. Los pantalones negros se ajustaban agradablemente sobre su trasero.

Dejé que me cogiera de la mano y me ayudara a entrar en la limusina. Robbie entró detrás mía. Blake no soltó mi mano durante todo el viaje hasta el Bayside Hotel, donde la fiesta iba a tener lugar en el gran salón. Era un antiguo edificio construido a mitad del siglo XIX que yo sospechaba Cleo había elegido para la fiesta. Los balcones de hierro forjado y las claraboyas eran más de su estilo que del de Ellen.

Aún era temprano y las únicas personas presentes eran los hermanos Kavanagh y las dos hermanas Denny. Saludé a todos con besos y sonrisas que esperaba escondieran mi pesado corazón de ellos, si no de Blake. Él apenas me quitó la vista de encima y yo me preparé para una conversación con él más tarde. Afortunadamente podría posponerla hasta la mañana.

“Estábamos discutiendo el problema de Ash,” dijo Reece con una mueca.

“¿Qué problema?” preguntó Robbie.

“Hay un príncipe extranjero que va a venir a la ciudad a hacer negocios con Empresas Kavanagh. Él viene de un país con valores muy tradicionales. Él espera que hombres de la edad de Ash estén o bien casados o a punto de casarse.”

“¿Y si no lo están?”

“Considera que son homosexuales.”

“¿Y qué?”

“Los homosexuales no son tolerados, y mucho menos respetados, como empresarios en su país. Triste pero cierto. Si Ash quiere cerrar algunos tratos con él, necesita encontrar una prometida, y pronto.”

“No una de verdad,” dijo Ash rápidamente. “Sólo alguien que sienta deseos de actuar como si me amara.”

Damon le dio una palmada a su hermano en la espalda. “Mi pobre hermano no puede ni conseguir una cita estos días.”

“Estoy demasiado ocupado para tener citas.”

“Quieres decir que no tienes vida.”

Ash se encogió de hombros.

“¿No puede hacerlo tu padre?” preguntó Robbie. “¿No es él el líder de la compañía? ¿O Reece?”

“Yo tengo mi propia compañía,” dijo Reece. “Y papá está casi jubilado. Ash es el jefe, y si no está casado o comprometido, el príncipe no va a hacer tratos con él. Así que estamos en una temporal caza de una esposa.”

“Yo lo haré,” dijo Becky.

“Eres demasiado joven,” intervino Cleo. “Ash necesita alguien mayor para que sea creíble.”

“¿Y tú, Cassie?” preguntó Zac.

“No,” saltó Blake.

Zac levantó las manos en señal de paz y musitó una disculpa.

“Aún tengo un mes,” dijo Ash. “Montones de tiempo para encontrar a alguien adecuado.”

“¿Adecuado?” repitió Damon. “¿Entonces no se lo vas a pedir a esa camarera a la que le has echado el ojo?”

“Definitivamente no. Ella es la persona menos adecuada que conozco.”

“Pero te gusta.”

“Lo superaré.”

Damon puso los ojos en blanco. “¿Dónde hemos oído eso antes?” musitó, pasando su mirada entre sus dos hermanos mayores.

Los invitados empezaron a llegar y también lo hicieron Ellen y Harry. Ella llevaba un vestido de seda fucsia que flotaba a su alrededor como una nube mientras se paseaba por el salón, saludando a todo el mundo. Harry siguió su propio camino, riéndose y dando la bienvenida a los invitados con su humor fácil que hacía que la gente se riera con él.

Cuando Ellen finalmente llegó a nosotros, ella me llevó aparte. “¿Te lo ha dicho ya?” me preguntó mientras Harry se llevaba a Blake en la otra dirección.

“¿Decirme qué?” le susurré.

“El contenido de esa carta.”

“Oh. Eso. ¿Entonces le echaste un vistazo?”

“No me juzgues. Puedo ver que tú también lo has hecho.”

“Ya estaba abierta,” dije rígidamente. “Yo sólo le eché un vistazo por encima.”

Ella rechazó mi excusa. “La cuestión es que él tampoco me lo ha mencionado a mí. Si no lo hace, entonces no puedo enfrentarme a él sobre ello.”

“¿Te dijo que había dimitido del ejército?”

“No con esas palabras, pero me dejó creer que lo había hecho. Es mentira por omisión en mi opinión, y puedo decirte que no me gusta cuando alguien me miente. Siempre lo descubro. Siempre. Y cuando lo hago se llevan una buena reprimenda.”

Sonaba como una actitud particularmente cruel con respecto a su propio hijo.

“Parece que estamos unidas en esto, Cassie.”

“¿Lo estamos?”

“Por supuesto. Ninguna de nosotras queremos que vaya.”

“Es demasiado tarde para hacer que se quede, Ellen. Por lo que pude ver, esa carta no le estaba pidiendo que volviera. Era una orden.”

“Siempre hay una vía de escape.”

Supuse que se refería a pagarle a alguien. Me preguntaba si el ejército de los Estados Unidos podía ser sobornado. “La cuestión no es si él puede librarse de ello,” le dije. “Es si él quiere.”

Ella parpadeó. “¿No crees que quiera?” El asombro pasó por su cara y su parpadeo se volvió más rápido. “No había pensado en eso.”

Harry se alejó y Blake se abrió camino hacia nosotras. Ellen le dedicó una sonrisa forzada y luego desapareció entre la multitud, dejándome que diera la cara. Divisé a Reece y a Cleo cerca y me dirigí hacia ellos. Yo esperaba que Blake me siguiera, pero no lo hizo. Alguien le había detenido para hablar.

“Reece,” dije, interrumpiendo su beso. “Necesito hablar contigo.”

“Me iré,” dijo Cleo.

“No, está bien. Tú también puedes oír esto porque él probablemente te lo va a contar más tarde de todos modos.”

Ambos sonrieron. “En realidad, yo también quería hablar contigo esta noche,” dijo Reece. “Yo quería disculparme por la semana pasada en casa de mis padres. Te ataqué demasiado fuerte y no debería haberlo hecho.”

Negué con la cabeza. “No, yo debería ser la que se disculpara.” Solté un suspiro y miré en torno al salón, ahora lleno de brillantes parejas, lo más granado de Roxburg. Incluso reconocí a algunas personas. “Éste no es el lugar más adecuado para decir esto, pero tengo que desahogarme ahora. No te culpo por la muerte de Wendy, Reece. Ya no. Ella estaba desmoronándose antes de que vosotros dos empezarais a salir, antes incluso de que mamá y papá murieran.” Me encogí de hombros. “Supongo que yo quería culpar a alguien porque no podía enfrentarme al hecho de que ella quisiera abandonarme.” Ya está. Lo había dicho. Su fiesta de compromiso no era el lugar más adecuado para mencionar el doloroso pasado, pero ahora esperaba que se había acabado para siempre. “Espero que podamos dejar eso atrás y ser amigos de nuevo.”

Él dejó el lado de Cleo y me atrajo para un abrazo. “Por supuesto,” murmuró. “Amigos por ahora, espero que familia pronto.”

Me alejé. “No, Reece. No.”

Él frunció el ceño. Cleo se acercó más a él y le rodeó la cintura con su brazo. “¿Por qué no?” preguntó. “Blake te quiere y tú le quieres.”

“Es difícil de explicar.”

“Inténtalo.”

“Éste no es ni el momento ni el lugar.”

“Es mi fiesta de compromiso. Si yo digo que es el momento y el lugar, entonces lo es.” ¿Cuándo se había vuelto ella tan feroz? Ella ni siquiera era una Kavanagh aún, pero se había vuelto tan terca como si lo fuera.

“Él se va a volver a marchar,” dije. “Otro tour.”

“¡Pero él dimitió!”

“Aparentemente no.”

“Sí,” dijo Reece. “Estoy seguro de que ha dimitido.”

“¿Te lo dijo o simplemente lo supusiste?”

Él frunció el ceño. “No lo sé.”

“Así que se va a volver a marchar,” dijo Cleo. “Pero él volverá, Cassie. Él te ama. El tipo de amor que los dos compartís es el que aparece una vez en la vida. Él siempre volverá a ti porque él no puede permanecer alejado.”

Negué con la cabeza y miré fijamente al suelo. “No puedo soportar que me hiera como la última vez. Me rompería.”

Cleo me abrazó. “Oh, Cassie.”

“Él tomó su decisión,” dije, intentando luchar contra la corriente de lágrimas escociéndome en los ojos. “Él eligió servir a su país. Una chica no puede competir contra todo un país que le necesita.”

“Habla con él,” dijo Reece. “Descubre lo que quiere y lo que planea hacer, y trabaja con ello.”

“Si se va, entonces no hay nada con lo que trabajar. No seré herida así otra vez. Tardé ocho años en superarlo la última vez que se marchó. Esta vez…” Sacudí la cabeza. Ni siquiera podía imaginarme cuanto tiempo me llevaría.

“Esta vez no dejarás a nadie fuera,” dijo Reece. “Esta vez no te dejaremos que lo hagas. No todo el mundo se marcha, Cassie. Tienes a Robbie como compañía ahora, y a nosotros y a Becky. Si lo intentas y nos alejas, nosotros simplemente seguiremos llamando a tu puerta hasta que nos dejes entrar.”

Asentí, agradecida hasta el infinito por amigos como ellos y Robbie y Becky. Tenía la sensación de que iba a necesitarles después de que Blake se marchara.

Reece se fijó en algo detrás de mí. Frunció el ceño. “¿Sabes? Blake podría parecer duro por fuera, pero él tiene tanto miedo al rechazo como cualquier otro hombre.”

“No le estoy rechazando,” dije. “No exactamente.”

“¿No? ¿Entonces por qué le estás evitando?”

“Son dos cosas diferentes.”

“¿Él lo sabe?” Él asintió y yo me giré para ver a Blake acercándose. Cuando me giré de nuevo hacia Cleo y Reece, ellos me habían dado la espalda, alejándose. Tragué saliva y me preparé.

Blake se acercó por detrás de mí, una cálida presencia en mi espalda. Respiré profundamente para calmar mis temblorosos nervios. Él deslizó su mano dentro de la mía, pero yo la retiré.

“Cassie, háblame,” ronroneó. “¿Qué pasa? ¿Por qué me estás evitando?”

“No lo hago.” Mentirosa.

“No quieres pasar la noche conmigo y apenas puedes soportar mirarme. Si eso no es evitarme, no sé lo que es.”

Negué con la cabeza, pero él tenía razón. No podía mirarle a los ojos porque no podía soportar ver la pena en sus ojos.

“Cassie, sé que estas últimas semanas han sido emocionales para ti. Para mí también. Pero pensaba que estábamos dirigiéndonos en la dirección correcta juntos. Pensé que estabas volviendo a enamorarte de mí.” Cogió mi mejilla y pasó su pulgar por la comisura de mi boca. “Aún estoy enamorado de ti.” Se aclaró la garganta. “Pensé que debería decírtelo, por si acaso no lo sabías.”

Mi corazón se partió en dos. Odiaba esto, odiaba ver lo que le estaba haciendo. Pero aunque mi corazón pudiera haberse roto, aún era capaz de repararse. Si yo le daba esos trozos a él y él se marchaba con ellos, se romperían por completo si él nunca volvía.

“Yo… no puedo hacer esto,” susurré a través del río de lágrimas que amenazaban con desbordarse. “No puedo seguir contigo.”

“¿Por qué?” Pánico se agitaba en sus ojos. Era innatural, estaba mal, y yo lo había puesto allí. “¿Porque te abandoné hace ocho años? Cassie, ¿todavía estás enfadada conmigo?”

Negué con la cabeza. “No, enfadada no. Es sólo que… es demasiado. Demasiado potente. Estoy asustada.” Me alejé, pero él me cogió del brazo.

La música se detuvo y los invitados se giraron hacia el escenario mientras alguien hablaba por el micrófono. Me llevó un momento darme cuenta de que era Ash. Debía ser la hora de los discursos.

“Joder,” murmuró Blake, mirando a Ash. Ash le miró con furia, implorando a Blake para que se uniera a él en el escenario.

“Ve,” le dije a Blake. “Eres el padrino.”

Negó con la cabeza y mantuvo su posición. “Tú y yo necesitamos solucionar esto. No voy a ir a ninguna parte hasta que lo hagamos.”

“¡Blake! ¡Es la fiesta de compromiso de Reece!”

“No me importa.”

Las cabezas se giraron y lo siguiente que supe fue que él estaba flanqueado por Zac y Damon, con aspecto tan fiero como el de Blake la noche en que atrapamos a Robbie.

“¿Qué demonios estás haciendo?” susurró Damon. “Todo el mundo te está esperando.”

“Necesito hablar con Cassie primero.”

Zac y Damon me miraron, cejas arqueadas, incertidumbre en sus ojos. Ellos oyeron la terca determinación en la voz de Blake tan claramente como yo, y ellos también sabían lo que significaba. Blake no se desviaría de su propósito hasta que la misión fuera completada.