Capítulo Dos

 

 

 

 

 

Era impactante tenerla delante.

Harley no había sabido qué pensar al llegar ante su puerta. Había sido una joven muy guapa, tanto como para protagonizar todas sus fantasías de adolescente y algunas de adulto. Una parte de él había confiado en que no fuera tan atractiva como recordaba, que los años no la hubieran tratado bien o le hubiera dado por fumar. Eso habría hecho que el trabajo fuera más fácil para él y después alejarse del asunto tal y como había planeado.

Pero cuando había abierto la puerta… Había tenido que prepararse para soportar el impacto de ver a la hermosa mujer en que se había convertido. Todavía tenía aquel pelo rubio platino por el que las mujeres se gastaban una fortuna en los salones de belleza. Lo llevaba recogido en una simple coleta, pero los mechones que caían por su cuello eran cautivadores. Con su piel clara y sus grandes ojos, parecía una muñeca de porcelana.

Para Harley era una imagen frustrante, lo que hacía que la situación fuera mucho más complicada. La curiosidad y el aburrimiento le habían llevado hasta la casa de Jade. Su belleza podía retenerlo más tiempo del necesario para resolver el asunto. Era consciente de que la atracción entre ellos seguía siendo fuerte. Lo había sabido por la expresión de su mirada cuando se había marchado a la cocina.

Siendo sincero, era lo último que quería saber. Sentirse atraído por Jade no había acabado bien la primera vez, y no porque no fuera recíproco. Lo que le fastidiaba era el hecho de que, aunque le había querido, había elegido a Lance. Eso lo decía todo. Solo porque ya no estuviera con su ex no significaba que las cosas hubieran cambiado. Tal vez siguiera prefiriendo un estirado a alguien como Harley. El destino los había vuelto a unir, pero eso no suponía que las cosas fueran a ser diferentes entre ellos.

Y sin embargo, por la manera en que Jade lo había mirado cuando le había dicho que había ido a verla había sabido que no era consciente de lo guapa que estaba o de que pudiera sentirse atraído por ella después de tanto tiempo. Era una lástima. ¿Qué le había pasado desde la última vez que la había visto para que pudiera dudarlo? ¿Qué le había hecho aquel marido perfecto para que Jade perdiera la ilusión?

–¿Has aceptado el caso solo para verme? –preguntó con una mezcla de duda y confusión.

Jade estaba perpleja por toda aquella situación. Siendo justos, él había tenido varios días para hacerse a la idea de que iba a volver a verla, a diferencia de ella, que se lo había encontrado de sopetón.

–Lo explicaré de otra manera –dijo él, dándose cuenta de lo que implicaban sus palabras–. Quería asegurarme de que tu caso lo llevara el mejor de mi empresa, y ese soy yo.

Harley no quería que Jade pensara que había ido solo para confesarle su amor eterno y seguir donde lo habían dejado. No era así. Hacía tiempo que había superado su ruptura. Había sido suficiente con pasar por el campamento de entrenamiento de la Marina, en donde su único objetivo había sido sobrevivir. Los momentos de calma eran otro asunto. Esos eran más difíciles de soportar. Tal vez por eso había optado por servir en el extranjero.

No pudo evitar darse cuenta de la sombra de desilusión de sus ojos antes de sonreír y asentir. La atracción parecía ser mutua, aunque fuera fugaz. Todavía parecía aturdida por la atracción que sentía por él.

–Claro. Agradezco tu ayuda en este asunto.

Había algo en su tono que no le parecía del todo sincero a Harley. ¿Sería porque no quería tenerlo allí o por el motivo que lo había llevado? No estaba seguro, pero como no iba a marcharse, decidió hacer lo que pudiera por calmar sus preocupaciones.

–El hospital me ha contratado, pero quiero asegurarte que seré imparcial mientras investigue lo que pasó. Me pagan para descubrir la verdad, tanto si resulta a favor del hospital como si no.

Jade dejó escapar un suspiro, liberando la tensión de sus hombros.

–Me alivia oírte decir eso. No puedo permitirme contratar un investigador y si le encargara el asunto a un abogado, estaría más interesado en demandar al hospital para sacar tajada. Lo único que quiero es descubrir la verdad.

Harley estaba sorprendido. Miró a su alrededor. La casa estaba bien, pero no era nada especial. El mobiliario estaba gastado y, al llegar, había reparado en que su coche ya tenía unos años. La estabilidad económica había sido una prioridad para dejarlo por el triunfador Lance, pero no parecía que su ex estuviera contribuyendo demasiado en aquel momento. Estando recién divorciada, ¿no debería interesarle un acuerdo económico con el hospital?

–¿No quieres demandar al hospital?

Jade se encogió de hombros.

–Si tienen la culpa, no lo descartaría. Podría emplear la indemnización en comprarme una casa o guardarla para la jubilación. Pero lo que de verdad me interesa… –vaciló y sacudió la cabeza–. La verdad es que los resultados de las pruebas de ADN han confirmado lo que siempre he sospechado.

Harley frunció el ceño.

–¿Y qué es eso?

–Que nunca he encajado en mi familia.

Su mirada oscura se clavó en él y sintió un torbellino de emociones apretándole el pecho.

–Siempre me he sentido una pieza de puzle en una caja equivocada. Nunca iba a encajar y ahora sé por qué. Así que quiero saber de dónde vengo.

–¿Y qué pasa con Arthur y Carolyn?

Nunca les había caído bien a sus padres. No era la clase de chico que querían para su hija, pero siempre le habían parecido buena gente. Jade los quería mucho y siempre había supuesto que la trataban como a una princesita.

–Los padres que me criaron siempre serán mis padres, pero quiero conocer a mi familia biológica, saber de dónde vengo y cómo habría sido mi vida para empezar a verle sentido.

Harley no supo qué decir ante aquello. Siempre le había parecido que Jade llevaba una vida ordenada. Era inteligente y ambiciosa, y sabía muy bien aprovechar cada oportunidad. El título que tenía enmarcado en la pared certificaba que estaba licenciada en Farmacia. Siempre había pensado que tenía claro lo que quería. Le desconcertó oírle decir aquello. Le hacía cuestionarse todo lo que había dado por sentado. También le hacía desear desesperadamente descubrir la verdad para que pudiera pasar página.

–¿Siempre te has sentido tan perdida, Jade?

Ella evitó su mirada, quizá porque sabía que no podía mentirle. Había pasado años en la Marina aprendiendo técnicas de interrogatorio y descubriría la verdad.

–Cuando estaba contigo, no –dijo ella al fin–. Probablemente, esa fue la única época de mi vida en que las cosas parecieron ir bien.

Harley sabía perfectamente a qué se refería. Había pasado la mayor parte de la última década viviendo en una espiral, tratando de enderezar su curso. Había perdido el norte cuando Jade lo había dejado por Lance, y lo cierto era que no se había recuperado. Sí, había tenido éxito. Había seguido con su vida. Pero Jade le había dejado un vacío y todavía tenía que encontrar a algo o a alguien para llenarlo. Ninguna de las mujeres con las que había salido encajaba. El sexo estaba bien, pero nunca quería nada más con ellas.

Nunca había imaginado que Jade pudiera sentirse perdida también.

–Descubriré la verdad. Descubriré lo que te ha pasado y por qué. Encontraré a tu familia.

De manera refleja, alargó el brazo y tomó su mano. Era pequeña y delicada en comparación con la suya, y un inesperado instinto protector lo asaltó. Había ido hasta allí para satisfacer su curiosidad, quitarse las ganas de trabajar en primera línea de nuevo y, tal vez, poder por fin pasar página en lo que a Jade se refería. Al sentir que lo agarraba con fuerza, una cálida sensación subió por su brazo hasta su pecho. Recordaba aquella sensación que solo percibía cuando lo tocaba.

Aquello no estaba bien. Su plan había empezado a torcerse en el momento en que le había abierto la puerta. Era justo lo contrario de lo que quería que pasase. No podía sentirse atraído por Jade y acabar en el mismo lío que la vez anterior.

O tal vez sí. Podía mantener separada la atracción de cualquier vínculo sentimental. Ya no eran unos niños. Por su cama habían pasado muchas mujeres y no le había ido mal. Si Jade estaba abierta a rememorar los viejos tiempos, podía ser lo que necesitaba para cerrar aquel capítulo para siempre. Era una proposición arriesgada en la que ella podía no estar interesada, pero tenía que encontrar la manera de soportar las siguientes dos semanas teniéndola continuamente presente en su cabeza.

–Gracias –susurró ella.

–Te lo prometo. Soy hombre de palabra.

Un timbre en la cocina desvió la atención de Harley.

–Es mi teléfono. Discúlpame un momento.

Jade se levantó, salió de la habitación y, unos segundos más tarde, contestó la llamada.

Nervioso, Harley se levantó de su asiento y paseó por el salón para quemar el exceso de energía que recorría sus venas. De repente se encontraba al límite, listo para saltar sobre el enemigo. Pero en aquella situación no podía dejar que se le disparase la adrenalina o la asustaría. Tenía que estarse quieto y acabar con aquella entrevista.

Se volvió y se fijó en las fotografías que había en la repisa de la chimenea. Destacaba una en la que aparecían ella y Lance en el día de su boda. Harley sintió que el corazón se le encogía al ver lo guapa que estaba ese día. No se fijó en el vestido ni en las flores, sino en su cara. Estaba radiante de felicidad por el futuro que le esperaba junto a Lance.

¿Habrían sido diferentes las cosas si se hubiera casado con él?

Harley apartó aquellos pensamientos porque no le servían para nada. En realidad, el Harley Dalton adolescente nunca habría sido suficiente para alguien como Jade. Había estado perdiendo el tiempo, sin saber qué hacer con su vida. Lo único que sabía era que quería pasar todo el tiempo posible con Jade. Había tomado un camino en su vida solo por la elección que ella había tomado de estar con otro. Nunca se habría alistado en la Marina ni habría fundado su propia compañía ni habría empezado una vida nueva si ella no lo hubiera dejado. De no haber decidido convertirse en alguien mejor para ser merecedor de una mujer como ella, tal nunca se habría esforzado tanto.

Tenía que estarle agradecido, pero no iba a decírselo. En vez de eso, haría todo lo posible por llegar al fondo del asunto y obtener las respuestas que ella tanto deseaba.

Y si fuera un hombre listo, ahí se detendría.

 

 

–¿Eso es todo? ¿Te tomó de la mano y te hizo unas cuantas preguntas? –preguntó Sophie desde el otro lado de la mesa de la cocina, y arrugó la nariz–. Esperaba más cuando dijiste que tu primer amor había aparecido en la puerta para ocuparse de tu caso.

–¿Te parece poco? –dijo Jade, y suspiró–. No creo que mi corazón hubiera podido soportar mucho más.

Sophie había acudido a su habitual reunión de los martes, deseosa de conocer todos los detalles. Por entonces no vivía en Charleston, así que no conocía a Harley, pero sabía que Jade había tenido un novio antes de salir con Lance. Estaba ansiosa de hablar de eso, aunque Jade no parecía interesada. Sophie vivía volcada en su trabajo. Era abogada y tenía poco tiempo libre, por eso le gustaba vivir la vida a través de las experiencias de los demás. También llevaba a Jade a pasar apuros de vez en cuando, como cuando la había animado a conceder una entrevista a aquel canal de noticias después de que el hospital le mandara una carta invitándola cortésmente a freír espárragos.

–¿Seguía tan mono como recordabas?

Jade frunció los labios al recordar al hombre imponente que había aparecido en su puerta.

–Yo no describiría a Harley como mono. Mono es más bien para bebés y cachorros. Estaba… impresionante, de portada de revista.

Solo de pensar en cómo la había tomado de la mano, sentía que le ardían las mejillas. Había sido un roce inocente, un gesto reconfortante, pero el impacto en Jade había sido enorme. Hacía mucho tiempo que ningún hombre la tocaba o la miraba de la manera en que Harley lo había hecho. Su cuerpo recordó aquella sensación y sintió la necesidad de encender el ventilador a pesar de estar en febrero.

Tal vez fuera el efecto del vino tinto en el estómago vacío o la combinación del alcohol con sus deseos insatisfechos.

–Creo que tienes que acostarte con él.

–¿Cómo? ¿Estás de broma, verdad?

–En absoluto. Creo que después de todo, una cita con un hombre guapo es justo lo que el médico te mandó.

–Harley no es la clase de hombre con el que tendría una relación.

–¿Quién ha hablado de una relación? Pensaba en un revolcón. No tienes por qué seguir con él.

Jade puso los ojos en blanco. Aunque era una tentación, no dejaba de ser una tontería. ¿Por qué iba alguien tan guapo y exitoso como Harley querer estar con ella? Aunque fuera para una aventura pasajera. Seguramente sería prudente y evitaría cualquier situación en la que tuviera que enfrentarse al pasado.

–Siendo sincera, no sabría qué hacer con un hombre como él. Me falta práctica y él no es ningún principiante.

–Necesito ver una foto de este hombre. No parece real –dijo Sophie tomando su teléfono para hacer una búsqueda en internet–. No encuentro nada de ningún Harley Dalton, ni siquiera en la página web de su empresa.

–No me sorprende. Teniendo en cuenta a lo que se dedica, supongo que no le conviene prodigarse en internet. Tendrás que fiarte de mí.

–Por el momento –dijo Sophie, haciendo que su amiga se preocupara de que empezara a husmear donde no debía–. La próxima vez que venga, espero que al menos tengas a mano tu anuario.

–Lo más importante es que el hospital no está pasando de mí –comentó, en un intento por desviar la atención de aquel antiguo novio–. Contratar a un detective es un gran paso.

Sophie sonrió y bebió un sorbo de vino.

–Te dije que sabía lo que estaba haciendo. No hay nada mejor que el escarnio público. Ahora van a llegar al fondo del asunto y no vas a tener que gastarte un céntimo. No hay motivo para preocuparse.

Jade no estaba muy segura de eso. A esas alturas, casi prefería que sus padres la hubieran mentido acerca de ser adoptada. Eso sería más fácil de asumir. Sin embargo, insistían en que ella era el bebé con el que habían salido del hospital. Tenía una marca de nacimiento en la cadera que su madre había advertido antes de irse a casa. De lo que su madre no estaba segura era de si el bebé al que había dado a luz había tenido la misma marca debajo de los pañales.

–¿Cómo no voy a preocuparme? Este panorama no pinta bien. Mis padres insisten en que no soy adoptada. El único momento en que pudo pasar algo fue en el hospital, cuando estaba en el nido. Alguien pudo cometer un error y dos familias han pagado el precio.

–No es algo imposible, teniendo en cuenta la situación con el huracán Hugo.

Jade sacudió la cabeza y suspiró. ¿Cómo había acabado en algo así? Un cambio al nacer era algo que solo ocurría en las películas, pero Sophie tenía razón. El huracán había sido de categoría cuatro al llegar a Charleston. La ciudad había vivido un caos, con apagones de luz, inundaciones por doquier e innumerables heridos en los hospitales.

Era la tormenta perfecta para que todo saliera mal, y cuando algo podía salir mal, siempre le pasaba a Jade. Tenía imán para esas cosas. ¿Pero cambiarla al nacer? Eso era una locura.

El hospital no se había tomado en serio su acusación hasta que había acudido a la prensa. Habían contratado a Dalton Security, una compañía famosa por no dejar asunto sin resolver. Harley siempre se había saltado las normas cuando había tenido una causa que lo justificara. Ese parecía haberse convertido en el lema de la empresa. Haría el trabajo para el que lo habían contratado y descubriría la verdad, aunque a Jade le preocupaba las vidas que podrían verse afectadas en el proceso.

Jade dejó la copa en la mesa de la cocina y se recostó en su asiento.

–Puede que todo esto sea una equivocación.

–¿A qué te refieres? –preguntó Sophie.

–Tal vez no debería revolver el asunto. Han pasado casi treinta años desde el cambio. Busco respuestas, pero… ¿y si todo lo que encuentro es dolor? Puede destrozar familias.

–O unirlas –intervino Sophie–. Tus padres saben que los quieres y ellos te quieren independientemente de lo que se descubra. De eso no hay que temer. Pero estoy convencida de que una parte de ellos quieren saber también qué pasó con su hija biológica. Seguro que quieren asegurarse de que está bien. No te cambiarían por nada del mundo, pero esto les dará tranquilidad. Vas a aumentar la familia, no a perderla.

–Yo no estoy tan segura. Tal vez mis padres se den cuenta de que su verdadera hija es mucho mejor que yo y la prefieran a ella.

–Es lo más ridículo que he oído jamás. Cualquiera estaría encantado de tenerte como hija. No sé por quién te cambiaron, pero no me cabe ninguna duda de que tus padres no salieron perdiendo, Jade.

–Lo sé –admitió a regañadientes–. Es solo que no me gusta no saber cómo terminará todo esto.

Sophie se cruzó de brazos, desesperada.

–Bueno, nunca lo sabrás si no lo intentas. Y aunque detengas la investigación ahora, ya es demasiado tarde. El genio ha salido de la lámpara y no puedes fingir que no conoces la verdad. Lo mejor es que sigas adelante para ver a dónde conduce todo esto, o tendrás preguntas y remordimientos de por vida.

Jade se quedó mirando a su amiga con el ceño fruncido. Era lo único que podía hacer porque sabía que Sophie tenía razón. Después de recibir aquella prueba de ADN, no había vuelta atrás.

–Tus padres biológicos están en alguna parte. Siempre quisiste tener esa conexión con alguien que sentías que te faltaba. Ahora tendrás más familia, más gente de la que depender, más gente que te querrá.

–Haces que parezca que esto terminará como una película de Disney. Ni que fuera a descubrir que soy una princesa. Mis verdaderos padres podrían ser gente horrible. Y aunque no lo fueran, esto podría terminar en juicios y lágrimas, y puede que incluso con alguien en la cárcel si se demuestra que el cambio no fue accidental.

–Tal vez, pero soy optimista y creo que te va a venir bien. Necesitas a alguien bueno en tu vida después de lo que viviste con Lance.

Jade gruñó y se levantó de la mesa.

–No quiero hablar de lo de aquella noche.

–Y no vamos a hacerlo. No era mi intención sacarlo a relucir. Lo único que digo es que te mereces ser feliz. Creo que te esperan cosas buenas. Aunque tu verdadera familia no resulte ser lo que esperas, todavía puede salir algo positivo de todo esto. Tal vez consigas llegar a un acuerdo con el hospital y puedas comprarte una casa bonita. Eso no estaría mal.

Jade tomó la botella de la encimera y la llevó a la mesa. A continuación, rellenó ambas copas.

–No niego que me vendría bien –admitió–. La adicción de Lance acabó con nuestros ahorros. Ahora tengo un buen sueldo, pero comprarme una casa es un sueño, teniendo en cuenta el alto coste de vida en Charleston.

Dejó la botella en la mesa y se sentó en la silla.

–¿Sabes? Las cosas no deberían haber terminado así. Todo el mundo decía que Lance era el hombre perfecto para mí. Era maduro, respetable, educado… Al casarme con él iba a tener el hogar estable, seguro y feliz que siempre quise para formar una familia. No tendríamos que preocuparnos del dinero como les había pasado a mis padres. Se suponía que todo iba a salir perfectamente.

–Nadie podía imaginar lo que iba a pasarle a Lance, cariño –dijo Sophie–. Lo llaman la fiebre del opio por una razón. Mucha gente queda atrapada en ella sin pretenderlo. Nunca fue el mismo después de aquel accidente de coche.

–Desde luego que no.

Había sido el principio del fin de su matrimonio, aunque por aquel entonces Jade no lo había sabido. Estaba demasiado ocupada en su último año de carrera como para darse cuenta de las señales de alarma. Lance necesitaba aquellas pastillas para soportar el dolor después de la operación de espalda, pero cuantas más había tomado, más difícil le había resultado soportar el trabajo. Cuanto más estrés tenía, más pastillas necesitaba. Mientras él había empezado a hundirse, Jade se había graduado y había empezado a trabajar como farmacéutica. Lance no había soportado la idea de que tuviera más éxito que él, lo que había aumentado su problema con las drogas.

Lo siguiente que supo fue que la policía apareció en su casa a las dos de la madrugada para interrogarla sobre el robo en la farmacia en la que trabajaba. Al parecer, Lance había tomado sus llaves para robar pastillas para el dolor. Sus médicos se habían dado cuenta de que tenía un problema y se habían negado a darle más recetas, así que su desesperación le había llevado a hacerse con las pastillas como fuera. Jade le había pedido el divorcio antes de que Lance llamara a un abogado para asistirle. Había sido una batalla más que añadir a su lucha, pero no estaba dispuesta a permitir que pusiera en peligro su carrera. Se había cansado de que no soportara su éxito y estaba harta de alimentar su ego.

–Lo más irónico de todo es que rompí con Harley porque pensaba que era el chico rebelde que no lograría nada y que Lance era el hombre perfecto con un futuro brillante. Harley era el problemático con sonrisa de ángel que me llevaría por el mal camino. A veces, no puedo evitar preguntarme –dijo Jade acariciando el borde de su copa– qué habría pasado si hubiera tomado una decisión diferente. ¿Era así como debían salir las cosas o mi intuición me engañó y cometí la mayor equivocación de mi vida al alejarme de él?

Si había sido un error, Jade no pudo evitar preguntarse si el que Harley hubiera aparecido en su porche era una segunda oportunidad que le estaba dando el destino para que las cosas salieran bien. ¿Estaba dispuesta a correr ese riesgo?