Amalia habló con varias de las estatuas humanas del turno de tarde, las que ocupaban los lugares vecinos al del cancerbero.
—Nos ha extrañado mucho su ausencia —contó un hombre mientras se transformaba en la estatua de un soldado—. Porque, además de puntual, era muy cumplidor.
Por lo visto, había otros que obtenían la licencia y después solo se ponían cuando les venía en gana o los fines de semana. La diosa india señaló un hueco entre los artistas que ya habían ocupado sus lugares.
—¡Con lo difícil que es conseguirla!
Preguntó si había problemas con los lateros.
—Normalmente no.
Pero Miguel, al que todos conocían como Jorge, el uruguayo, había tenido un enfrentamiento con un pakistaní.
—Un chaval muy joven, que la semana anterior le gastó una broma. Bueno, lo que el chico debió de pensar que era una broma, porque gracia no tuvo.
—Iba muy colocado —salió de la aterradora boca de un enorme demonio de cuernos de chivo y alas negras.
El pakistaní había abierto una de las latas y había echado cerveza en la boca de una de las cabezas del cancerbero. El uruguayo se enfrentó al otro.
—Casi llegan a las manos.
Una mujer que estaba dentro de una figura de época, con peluca y cargada de encajes, comentó que desde entonces tenía la sensación de que algunos de esos chicos pululaban por la zona de una forma amenazadora.
—Pero que no sé si siempre son los mismos, porque, como los chinos, los pakistaníes también me parecen todos iguales, aunque más guapos.
La explicación que le dio sobre las preferencias innatas y culturales por determinados fenotipos —la estatua humana era licenciada en Biología— y la evolución adaptativa quedarían fuera del informe.
La sospecha del cliente se confirmaba. Así lo consignaría en el informe del día que mandaría a Marc para que se lo hiciera llegar a su padre.
De vuelta en la agencia, en el despacho, tenía abiertos en el ordenador los últimos textos de Marc para copiar su estilo. Ahora, con sus notas a mano al lado, empezó a redactarlo. Estaba escribiendo cuando entró Amalia. No esperaba verla por ahí a esa hora.