Redactar esta nota significa para mí haber llegado realmente al final de la escritura de la novela, porque lo hago tras haber cerrado la edición del texto. Desde esta última página puedo volver la vista atrás y recordar todos los pasos desde que empecé este libro y también dar las gracias a quienes me han acompañado hasta aquí.
A Klaus, mi marido. No puedo imaginarme un cómplice más inteligente y generoso.
A mis amigas Társila Reyes, Angélica Jiménez y Alessandra d’Aquino, que han leído el manuscrito de esta novela. Sus comentarios, críticas y opiniones la han hecho mejor. Gracias también por los cafés.
A Juan Ribas, mi padre, por sus certeras observaciones.
A Ella Sher, que no permite que me desanime.
A mis editores, por cuidarnos tan bien a los Hernández y a mí.