1. El sangrado menstrual

El primer paso para reconciliarnos con nuestra regla y aprender a experimentarla con bienestar es, simplemente, empezar a observar el sangrado. Hemos sido educadas para no mirar nunca nuestra menstruación, sino todo lo contrario, nos han educado para ignorarla, esconderla, desecharla, avergonzarnos de ella.

Sin embargo, la menstruación es un fluido bello, tanto por sus intensos colores como por su gran valor simbólico.

Miramos la regla de reojo cuando nos cambiamos el tampón o la compresa y los tiramos a la basura, sin darle ningún valor, sin apreciar ninguno de sus matices, sin admirar la belleza de sus colores intensos y cambiantes, de sus diferentes densidades y texturas.

De hecho, estos productos modifican el sangrado menstrual dándole un aspecto distinto y sobre todo un olor totalmente alterado y, a menudo, desagradable. Así que lo poco que hemos conocido sobre el sangrado menstrual no es la regla en sí, sino la regla modificada por el uso de estos productos.

Hemos aprendido que la regla es un fluido corporal que da asco y apesta, y si no comprobamos por nosotras mismas que no es así, este estigma nos acompañará el resto de nuestra vida. La única manera de desmontarlo es atreverse a romper el tabú que nos impide observar la sangre y pararnos a contemplarla y estudiarla.

Muchas de las mujeres que hoy día nos hemos reconciliado con nuestra menstruación hemos empezado por aquí esta transformación: mirando y tocando la sangre, fruto de un resultado inesperado del uso de la copa vaginal y las compresas de tela.

Y es que tanto el uso de las compresas de tela como el de la copa implica observar y tocar tu regla: disuelta en el agua para enjuagar las compresas o, en el caso de la copa, tiñendo los dedos que se introducen en la vagina para ponerla y retirarla, y convertida en cascada de brillante rojo, de oscuro granate, de marrón terroso.

A base de observar y tocar la menstruación, el hechizo se rompe y el tabú menstrual se va desdibujando. Lo que era feo va transformándose en belleza; lo que era suciedad, en vida; lo que era un deshecho, en un producto valioso.

¿Qué es el sangrado menstrual?

El sangrado que expulsamos durante la menstruación es, básicamente, restos de endometrio mezclado con moco cervical, sangre y otras secreciones vaginales. Las características del sangrado menstrual cambian cada día de la regla, de un ciclo a otro y en función del momento vital.

El útero

El útero o matriz es un músculo vacío por dentro. En su interior es donde gestamos al bebé. El útero está compuesto por el endo­metrio, el miometrio y el cuello del útero.

El miometrio es la capa muscular del útero, responsable de las contracciones que:

• abren la puerta del útero y expulsan su contenido (menstruación o bebé)

hacen palpitar el útero de placer durante el deseo sexual, la excitación, el orgasmo y cuando damos el pecho

El endometrio es la capa interna y mucosa del útero, donde se implanta el óvulo fecundado. El tejido endometrial se desarrolla y se destruye por orden de las hormonas sexuales que orquestan el ciclo menstrual.

El cuello del útero es la parte inferior del útero. Realiza la función de cerrar y abrir el útero, producir moco cervical y almacenar espermatozoides. También es llamado cérvix.

El endometrio en el ciclo reproductivo

Cada ciclo menstrual creamos un nuevo endometrio para acoger un posible óvulo fecundado, que si llegara se implantaría en él e iría creciendo en su seno calentito y seguro. Al cabo de unas semanas, de la fusión del tejido endometrial y de tejido del embrión se crearía la placenta, que es un órgano indispensable para la supervivencia del bebé, a través del que come, respira y excreta.

La placenta y el endometrio son dos caras del mismo tabú y de la misma falta de conocimiento sobre la fertilidad de las mujeres. La placenta es un órgano totalmente invisibilizado por nuestra cultura que, igual que ocurre con la regla, también es tratado como un desecho. En los partos hospitalarios no se muestra a la madre ni a la familia ni está permitido llevártela a tu casa: no se le da ningún valor simbólico ni emocional, solo se usa para el diagnóstico clínico.

Y lo que es aún más grave: muchas mujeres llegan a su primer parto sin saber que han de parir la placenta, y se sorprenden de que el parto no termine después de abrazar a su bebé, sino que una media hora más tarde se reanudan las contracciones y deben realizar el segundo expulsivo. ¿O acaso has visto algún alumbramiento de placenta en alguna película?

El endometrio en el ciclo menstrual

Si ningún óvulo anida en el endometrio, este es destruido y sale fuera del cuerpo a través de la vagina. Se empieza a destruir unos días antes de la regla y lo expulsamos dos semanas después de la ovulación.

De modo que, cuando observemos la regla, debemos pensar que lo que vemos es la tierra fértil o la cunita que habíamos preparado para el bebé. Es un tejido que nuestro cuerpo ha creado con esmero y con sus mejores ingredientes para hacer posible la gestación. Es un bien muy preciado y que le ha costado energía y materia a tu cuerpo.

¿Qué sangrados vaginales no son regla?

Hay tres tipos de sangrado vaginal que se confunden con la menstruación. Si conoces bien tu menstruación y observas con atención los fluidos que salen por tu vagina percibirás perfectamente la diferencia entre ellos. Que muchas mujeres los confundan es una muestra de lo poco que conocen sus reglas las personas de nuestra cultura.

Manchado o spotting: se trata de flujo rosado, rojo o marrón que aparece de forma esporádica durante unas horas o máximo un par de días. Hace acto de presencia en algunas ovulaciones, justo antes de la regla o durante la implantación del óvulo fecundado en el endometrio, más o menos una semana después de la ovulación.

Aborto espontáneo: los abortos que ocurren durante las primeras semanas de gestación pueden confundirse con una menstruación fuerte.

Sangrado por deprivación: hace referencia al pequeño sangrado que aparece en la semana de descanso de los métodos anticonceptivos hormonales. Tiene su origen en el endometrio, pero no es la regla, porque cuando tomas hormonas anticonceptivas no tienes el ciclo menstrual: ni ovulas, ni menstrúas.