Ahora ya conoces perfectamente qué es el sangrado menstrual y cómo se evacúa. Sin embargo, la regla es un sinsentido si no se explica en relación con el ciclo menstrual, a la vez que el ciclo menstrual no tiene ninguna lógica si no se explica en relación con el ciclo reproductivo.
La menstruación no es una extravagancia evolutiva, sino que es la consecuencia de no haber concebido. Para que aparezca la regla tenemos que haber ovulado y que nuestro cuerpo haya fracasado en sus confabulaciones conceptivas, viéndose obligado a destruir y expulsar el endometrio que había creado para sostener el embarazo.
El ciclo menstrual y el ciclo reproductivo son dos caras de la misma moneda.
Llamamos ciclo menstrual al intento fallido de concebir y ciclo reproductivo al intento exitoso. Bueno, el que lo intenta es tu cuerpo, lo prepara todo por si te animas a dejar entrar algún espermatozoide.
Date cuenta de que la ovulación siempre termina en uno de los tres procesos de evacuación de lo que hay en el interior del útero: menstruación, aborto o parto. Cuando menstruamos, expulsamos la tierra fértil en la que tenía que implantarse el óvulo fecundado. Cuando abortamos o parimos, expulsamos el feto o el bebé y las estructuras que hemos creado para sostener la gestación (bolsa, líquido amniótico y placenta, si han tenido tiempo de desarrollarse).
Las mujeres menstruamos porque cada mes nuestro cuerpo lo prepara todo para concebir y gestar un bebé. Al margen de tus planes de futuro, de la primera a la última regla —unos cuarenta años— tu cuerpo está confabulando constantemente para concebir. Y esta confabulación supone un importante gasto de energía y materia.
Nuestra cultura ha desvinculado la menstruación del hecho reproductivo, es decir, pocas mujeres tienen presente cuando menstrúan que la regla es el final del esfuerzo por concebir que ha hecho su cuerpo durante ese ciclo. Cuando observan la menstruación no piensan en que esa sangre es el resultado del acto creativo que es la ovulación, no piensan que podría haber sido la cuna de su bebé.
Las mujeres menstrúan sin valorar su menstruación y el gran poder que tienen por ser las personas que dan vida, las que gestan seres humanos, las que los nutren, las que los cargan en sus úteros, en sus brazos y en sus espaldas. Y es que en nuestra cultura este poder no tiene el inmenso reconocimiento que merece.
Si no tenemos presente que la menstruación es parte del milagro de la vida y la muerte, la regla se nos antojará como un capricho inútil de la naturaleza.
El óvulo es la verdadera estrella del ciclo menstrual
La duración del ciclo menstrual es variable y cambia en función de muchos factores ambientales y personales. La mayoría de las mujeres tenemos ciclos de entre veinticuatro y treinta y cinco días. Algunas mujeres son muy estables y casi siempre tienen ciclos de la misma longitud, pero muchas otras no.
Hay etapas vitales en las que los ciclos suelen ser irregulares, es decir, en las que pasan meses entre una regla y la siguiente: la adolescencia, el posparto y el climaterio. También hay mujeres que tienen periodos de su vida en los que experimentan ciclos irregulares por otras razones.
En cualquier caso, por muy regular que seas nunca sabrás cuál es la longitud exacta del ciclo en el que estás hasta que ovules, porque la fase que va de la menstruación a la ovulación puede alargarse o acortarse. En cambio, el tiempo entre la ovulación y la siguiente menstruación es siempre estable (unas dos semanas).
Así que quien rige el ciclo menstrual es la ovulación. Si aprendemos a detectar la ovulación siempre sabremos más o menos cuándo nos vendrá la regla. Esta información es importante para todas, pero especialmente para las mujeres que tienen ciclos irregulares.
El cuerpo femenino fabrica todos los óvulos durante la gestación uterina. Cada ciclo menstrual, un óvulo madura dentro del ovario. Cuando ya está preparado sale del ovario y espera en la trompa unas veinticuatro horas a que llegue un espermatozoide y se fusione con él. Si no hay fecundación, el óvulo muere. Llamamos ovulación a ese periodo en el que el óvulo entra y espera en la trompa, durante el cual puede darse la concepción.
Si hay fecundación, el óvulo fecundado desciende durante más o menos una semana por la trompa hasta llegar al útero e implantarse en el endometrio. Durante este viaje, sus células se van multiplicando, formando una bola de células parecida a una mora diminuta. La concepción termina cuando el óvulo fecundado se implanta en el endometrio.
La ovulación se puede detectar observando el moco cervical. Se da al final de la fase fértil, alrededor del día en el que tenemos moco de puerta abierta de máxima calidad. Sabemos que ese día fue el de máxima calidad porque al día siguiente el moco de puerta abierta es sustituido por moco de puerta cerrada o sequedad. Cuando ya hace cuatro días que tenemos este nuevo tipo de moco, podemos confirmar que, efectivamente, ese día se dio la ovulación.
Las mujeres que tienen ciclos irregulares pueden tener diferentes fases fértiles en un mismo ciclo. No es que ovulen varias veces, eso es imposible, solo se puede ovular una vez en cada ciclo (pero en una ovulación pueden salir dos óvulos en lugar de uno), sino que la primera fase fértil no se ha completado con la ovulación, así que al cabo de unos días o semanas vuelve a empezar el proceso.
En estos casos, es útil completar la observación del moco con la toma de la temperatura basal (del interior del cuerpo). De la regla a la ovulación, la temperatura basal es más baja que de la ovulación a la regla. Así que la subida de la temperatura basal confirma que has ovulado y que, si no has concebido, al cabo de dos semanas tendrás la regla. La combinación de estos dos métodos de detección de la ovulación que acabo de explicar de forma simplificada (no es suficiente para usarlos como método anticonceptivo) se llama método sintotérmico.
El baile cíclico
Las hormonas que orquestan el ciclo menstrual y el ciclo reproductivo no solo modifican tus órganos sexuales, sino que hacen bailar a todo tu ser a su ritmo: cuerpo, mente, emociones, sexualidad, espiritualidad, relaciones sociales, necesidades. Toda tú cambias en función de la fase del ciclo en la que te encuentres.
Las mujeres vivimos en constante transformación durante los cuarenta años que dura la etapa fértil. Una transformación parecida a la que experimenta la naturaleza con las estaciones del año.
En cada fase del ciclo gozamos de la oportunidad de experimentar la vida de una manera distinta, enriqueciendo y llenando de matices nuestro día a día. Por desgracia, nadie nos ha enseñado a conocer y valorar nuestro funcionamiento cíclico, así que la mayoría de las mujeres luchan para mantenerse estables en vez de cooperar con ellos.
El ciclo menstrual y el ciclo reproductivo son ciclos naturales que no se pueden cambiar. Hay que adaptarse a ellos y gozar de los regalos que aporta cada una de sus fases, de la misma manera que lo hacemos con las estaciones del año.
A nadie se le ocurre quejarse de que no sea posible contemplar el manto otoñal en primavera, jugar con la nieve en verano o montar una fiesta en la playa en pleno invierno. Nadie cuestiona el funcionamiento cíclico de la naturaleza. Nadie le recrimina que sea invierno cuando llegan las vacaciones. Si las vacaciones caen en invierno, lo que hacemos es aprovechar para realizar actividades que permitan sacarle el máximo partido a esa estación fría.
Nuestra cultura conoce perfectamente las características de las estaciones y se ha adaptado a ellas, organizando todas las actividades en función de las mismas (curso escolar, vacaciones, festividades, agricultura, etc.), porque luchar en contra de las estaciones no lleva a ninguna parte.
De la misma manera, luchar en contra de los ciclos de las mujeres es un camino de frustración, un absurdo cultural y una aspiración llena de soberbia. Para cooperar con ellos, hay que conocer las características de cada fase, adaptar nuestra vida a ese estado y celebrar y sacar el máximo provecho de las oportunidades que nos brinda.
En nuestra cultura sentimos que la llegada de la menstruación arruina los mejores planes porque no la tenemos en cuenta para organizarlos, puesto que nuestras madres y toda la sociedad nos han enseñado que la regla no debe cambiar nada, que debes seguir con tu día a día como si nada ocurriera.
Sin embargo, la menstruación sí que cambia nuestro estado y necesidades, de modo que requiere que, de la misma manera que adaptamos nuestros planes a las estaciones del año, también los organicemos en función de si tendremos la regla o no.
Menstruamos una semana al mes, lo cual equivale a un total de ocho años si sumamos todo el tiempo que tenemos la regla a lo largo de la vida. O aprendemos a adaptar nuestra vida a la menstruación o nos pasaremos ocho años amargadas luchando por un imposible.
Hacia fuera y hacia dentro
El ciclo menstrual y el ciclo reproductivo nos hacen oscilar de un polo de apertura a uno de recogimiento durante toda la etapa fértil. Por eso decimos que las mujeres somos cíclicas. Hay que conocer bien este ritmo cíclico y aprender a bailarlo.
Como ya hemos explicado, el polo de apertura (ovulación) siempre termina en uno de estos tres polos de recogimiento: menstruación, aborto o parto. La menstruación es el polo de recogimiento más suave, que nos permite practicar el sumergirnos en nosotras mismas para cuando vengan los polos más intensos.
Apertura
Durante las fases de apertura estamos centradas en lo que ocurre fuera de nosotras. Tenemos ganas de relacionarnos y comunicarnos y una gran capacidad de realizar tareas racionales y mantener la atención focalizada. Gozamos de mucha energía, que nos permite hacer mil cosas en un mismo día. Experimentamos un pico de deseo sexual y nuestra sexualidad está centrada en gustar y satisfacer a la otra persona. Nos vemos y sentimos muy atractivas.
Recogimiento
Durante las fases de recogimiento estamos centradas en lo que ocurre dentro de nosotras. Tenemos ganas de cuidarnos, estar en silencio, escucharnos, expresar nuestros sentimientos y visiones. Nos cuesta hacer tareas racionales. En cambio, gozamos de una gran creatividad y capacidad de revisión, así como de una gran capacidad para saber qué dirección deben tomar nuestra vida, relaciones y proyectos. Tenemos muy poca energía. La sexualidad está centrada en nuestras propias necesidades.
Las cuatro fases del ciclo menstrual
Aunque tanto el ciclo menstrual como el ciclo reproductivo nos hacen bailar de la apertura al recogimiento, cuando los miramos más de cerca podemos observar que tienen sus propias particularidades. De entrada, sus tempos son muy diferentes, y la intensidad y la duración del recogimiento también. Así que ahora vamos a observar más de cerca el ciclo menstrual y su baile cíclico fase por fase.