La fiesta seguía su curso. Los ánimos estaban como nunca, y eso se notaba en la pista de baile. La gente lo daba toda gritando con las actuaciones que se sucedían en el escenario. Era una de las cosas por las que muchos de los allí presentes habían reservado en el crucero y era evidente por cómo se empujaban entre todos para estar lo más cerca posible de la primera fila.
En aquel momento, Iker se encontraba casi unido a Rubén y Jaume. Así se había dado la noche, sin forzarlo en absoluto. De fondo y sobre el enorme escenario del crucero actuaban con ímpetu dos drags maravillosas a las que los tres miraban con la boca abierta. Mariana Stars y Coco Luna se habían prometido poner toda la carne en el asador aquella noche, y ambas se abrían de piernas, se quitaban vestidos para descubrir nuevos debajo y lanzaban purpurina entre voltereta y sacudida de peluca.
—Son increíbles —dijo Rubén, que aplaudió cuando Mariana lanzó polvo blanco al público mientras la letra de la canción hacía referencia a la cocaína—. También te digo, ¿Bad Gyal solo habla de drogas?
—Ay, qué pesado —se quejó Jaume—. Venga, calla un rato, guapo.
Jaume se sacó del bolsillo unas llaves y una bolsita de plástico pequeña.
—Es que, nene, mucho te quejas, pero luego bien que si te ofrezco no dices que no...
Rubén lanzó una mirada de burla en dirección a Iker y, en cuestión de segundos, esnifó todo el contenido que había cogido con la llave.
—Ahora mejor. Ya verás como no voy a ser tan pesado —bromeó de nuevo Rubén. Iker se rio, enseñando los dientes, y se llevó la copa a los labios mientras volvía a mirar hacia el escenario.
Mariana Stars había cogido el micrófono y agradecía los aplausos del público.
—Es una maldita Barbie —comentó Jaume, sorprendido—. Su maquillaje es perfecto. Parece una muñeca.
—Muy Miss Venezuela —añadió Iker.
—¡Justo!
Ellos también se dejaron llevar por el furor del público mientras Mariana se despedía al fin, dando paso a una nueva drag que, según ella, los volvería locos.
—Un fuerte aplauso para... ¡Brenda Star!
Los focos del escenario se apagaron durante unos segundos y, de pronto, una figura se iluminó en el centro. Llevaba unas alas transparentes con luces LED y comenzó la actuación haciendo un lip sync de una canción de Anitta.
—Bueno, esta noche sí está mereciendo la pena —comentó Iker—. Mira que no he sido mucho de ir a ver drags por Madrid más allá de un par de veces, pero es que vaya nivel...
—Yo a Brenda la amo. Es brutal. ¡Mira, mira, qué pedazo de salto acaba de pegar!
Y era cierto, la drag estaba completamente abierta de piernas en el escenario mientras se señalaba los labios y rapeaba. De nuevo, en cuanto terminó, el público se volvió loco aplaudiendo. Brenda se despidió con palabras de agradecimiento y recordando su usuario de Instagram.
—Me tenéis que seguir, perras —dijo entre risas con un marcado acento brasileño, y dio paso a un DJ de pelo negro y rostro angelical llamado Lágrima, que no tardó en reventar los altavoces con sus mezclas.
Una vez el escenario quedó vacío de artistas drag y la fiesta volvía a su cauce con música bailable, apareció un logo en la enorme pantalla: Shantay Party. Debajo estaban los nombres de un montón de drags y el texto rezaba que habían sido seleccionadas para el crucero gracias a esa fiesta. A Iker no le sonaba, ¿desde cuándo había una fiesta en Madrid que él desconocía? Se prometió a sí mismo ir la siguiente vez que la hicieran. Si esas drags formaban parte de ella, se había estado perdiendo algo fabuloso.
De pronto sintió la presencia de Jaume, que se acercó un poquito más a Iker. Le rozó el brazo con el suyo.
—¿Quieres?
Le ofrecía, delante de su cara, a muy poca distancia, la bolsita con polvo mágico. Al principio, Iker no supo qué decir, porque en el fondo estaba rayado con el tema de Mauro. Sí, había pasado un poco de él desde que la pareja había llegado, pero ¿se podía culpar por ello? Estaban en un maldito punto y aparte, y como abrir su corazón no había servido...
Joder, no iba a ser tan idiota de no pasarlo bien con Jaume y Rubén. Tenían algo pendiente desde hacía meses y después de tantos días encontrándose por el Rainbow Sea, parecía que el destino le decía que algo terminaría sucediendo entre ellos.
Y total, una parte de él estaba algo molesto con Mauro, no lo iba a negar.
Iker miró de nuevo la bolsa y la sonrisa de Jaume. Este se llevó la mano al bolsillo y extrajo las llaves para darle.
Qué cojones. Disfruta.
E Iker esnifó.