—Entonces ¿qué vamos a hacer?
Gael había estado buscando a Mauro por toda la fiesta durante un buen rato. Le había escrito mensajes, pero no parecía recibirlos. La cobertura a bordo del crucero era una mierda, la conexión wifi también y, como estaban en medio del océano, pocas más opciones tenía más que esperar un milagro.
—No lo sé, baby. —Oasis lo miraba preocupado.
La mayoría de las actuaciones interesantes ya habían terminado. Eleni Foureira en compañía de sus bailarines había arrasado con su himno Fuego, mientras que la ansiada performance de RuPaul había consistido en él vestido de traje saltando durante tres minutos. Apenas recibió aplausos. Pero bueno, al menos Chanel Terrero cumplió expectativas. Había sido sin duda la más ovacionada de todas, e incluso había gente que llevaba pintado en la frente la palabra #CHANELAZO para animarla. En aquel momento, ya no quedaba sobre el escenario más que la mesa de un DJ que pinchaba remixes de éxitos del pop.
—Yo quiero seguirla —dijo al final Gael, después de sopesarlo un rato. Tanto Iker como Andrés como Mauro habían desaparecido en combate. Con Oasis se lo pasaba genial y aquel día estaba bastante animado, ¿por qué no? No notaba el cansancio de no haber dormido la noche anterior. Aún sentía el peso en las piernas de haberse mantenido tantas horas de un lado para otro, consumiendo con los amigos de Oasis y la gente nueva que habían conocido.
Pero en aquel momento, su cuerpo pedía... algo más.
Estaba cachondo. Muy cachondo.
Gael cogió la mano de Oasis y la llevó a su entrepierna. Tenía una erección más que notable, incluso bajo la tela del pantalón vaquero.
—Joder —dijo el influencer, aunque no apartó la mano—. Nos van a ver.
—Eso nunca te importó —le respondió Gael, esbozando una sonrisa al recordar la escenita con la manta en Ibiza.
La mano de Oasis se coló... por dentro. A Gael le fascinaba el control que tenía sobre su cuerpo; era capaz de hacer con sus manos y trasero todo lo que quisiera. ¿Dónde había estado aquel chico toda su vida? Gael sintió el contacto ardiente de la mano de Oasis rodeando su pene.
—Cuidado —le advirtió—. Si continúa así...
Entonces alguien pasó demasiado cerca. Bueno, claro, es que estaban en una pista de baile con miles de personas más. Lo raro era que nadie pasara, ¿no? Sin embargo, aquel hombre pareció darse cuenta de lo que sucedía desde el primer momento.
—Estamos buscando gente para un chill —les dijo así, sin miramientos. Era calvo, alto y de cuerpo fibrado. Llevaba puesto un bañador que le marcaba todo, apenas unos centímetros de tela sobre su piel tersa.
Oasis buscó a Gael con la mirada mientras sacaba la mano del pantalón con disimulo.
—Buscamos gente muy concreta y encajáis —continuó el hombre—. Soy Sebas, estoy por allí. —Señaló un lugar indeterminado—. En un rato me avisáis, ¿va?
Y se fue. Ni siquiera esperó a que respondieran.
Gael conocía muy bien de qué se trataba aquello, solo que le sorprendía que también se llevaran esas cosas a bordo de un crucero. ¿La gente no podía esperarse a Mikonos, adonde llegarían en unas horas? Los camarotes no eran demasiado grandes... Bueno, la suite de Oasis...
—¿Qué piensas? —le preguntó este, como si le hubiera leído la mente—. Esto me pilla grande ya, ¿eh?
—Por trabajo a mí me tocó, baby. Yo conozco. ¿Alguna vez fue a uno?
Oasis negó con la cabeza y Gael se encogió de hombros como respuesta.
—Bueno, pues como vea.
Sin más respuesta, sin más debate, sin más preguntas, sin pensar en ninguna consecuencia... Oasis agarró de la mano a Gael y se dirigieron a buscar a aquel hombre.