Para cuando Iker se quiso dar cuenta, llevaban más de tres horas encerrados en esa habitación. Bueno, encerrados sonaba a que estaban allí en contra de su voluntad, y nada más lejos de la realidad.
En aquel momento, Jaume parecía de verdad no aguantar más y había pedido por favor una pausa. Rubén le había hecho arrodillarse para concedérsela. Ahora, el DJ tomaba agua de una botella casi congelada, despatarrado sobre una de las sillas del camarote, mientras que Rubén e Iker disfrutaban de la brisa marina y se fumaban un cigarro en la terraza. Debido a que Jaume era uno de los DJ más importantes de las fiestas gays... no le iban a poner una habitación de mierda. Así mismito se lo había dicho antes a Iker cuando le había preguntado por qué tenía un camarote tan bonito.
—¿Todo bien? —le preguntó Rubén cuando dieron la primera calada.
Iker expulsó el humo de sus pulmones y notó una gota de sudor correr por su frente. Se la limpió al tiempo que respondía.
—Sí, la verdad es que yo también necesitaba descansar un poquito —bromeó. Rubén se rio ante sus palabras y luego dirigió la vista hacia su miembro. Ambos estaban desnudos, aunque el de Iker colgaba a medio gas. Sin embargo, el de Rubén apuntaba directamente hacia el horizonte, hacia el mar, duro como una roca—. Tienes un problema.
—Sigo cachondo. Odio las pausas —dijo tan solo Rubén, y luego añadió—: Cómemela.
Iker se rio, pensando que era una broma, pero juzgar por la mirada que este le echó, no lo era en absoluto.
—Yo... —comenzó.
Se iba a deshacer en excusas. Le iba a decir que no estaba acostumbrado a hacerlo, que quizá era salir demasiado de su zona de confort. Que él siempre era el activo dominante y que nadie jamás le había pedido aquello, porque era obvio cuál era su posición en la cama.
Y sin embargo...
La mirada de Rubén era demandante. Su aura, lo que transmitía. Iker sintió la boca seca, porque había algo casi divino que lo empujaba a doblar sus rodillas y postrarse frente a él. Era eso, su energía, como si fuera dominante por naturaleza. Lo había visto con Jaume e incluso a veces le había dado miedo cómo lo trataba y se dirigía a él mientras follaban. Eso estaba genial, ¿pero dominarle a él?
Eso era harina de otro costal.
Palabras mayores.
Algo imposible.
No obstante, pareció que, de pronto, con la brisa marina llegó un cambió en el ambiente cuando Rubén volvió a insistir.
—Venga, joder —le dijo; su voz un susurro, pero dura, grave, llena de deseo.
Las rodillas de Iker flaquearon. Su boca salivó.
No te creo.
¿Perdería algo por probarlo? De pronto sintió la necesidad de cumplir aquel deseo de Rubén. Al fin y al cabo, la noche era joven, ¿no? Y si se equivocaba, no pasaría nada: había confianza de sobra entre ellos. Además, el hecho de que se lo estuviera planteando siquiera probablemente tenía que ver con lo cachondo que estaba... Cualquier cosa le valía con tal de apagar su fuego.
Se puso delante de Rubén, que sonreía de medio lado mientras se llevaba el cigarrillo a los labios. Iker abrió la boca sin evitar el contacto visual y Rubén se ayudó de su mano libre para dirigir el pene hacia la lengua de Iker; la tenía fuera, como esperando ese regalo.
Qué cojones estás haciendo y por qué te ha puesto tan cachondo.
Ni siquiera era una pregunta. Iker sintió cómo su erección crecía de nuevo y le golpeaba el ombligo, puede que lo más dura que había estado en toda la noche, y había sucedido en cuestión de segundos, como un resorte.
Entonces, como poseído por una fuerza extraña pero seguro de aquello, se introdujo la polla de Rubén en la garganta. Directa hasta el fondo, sin pensarlo, sin medirlo. Lo necesitaba; era un ansia que le recorría todo el cuerpo. No obstante, sintió una arcada de inmediato y se apartó para más inri, puesto que aquello pareció gustarle mucho a Rubén, que de nuevo le pidió más con su voz dominante y grave.
Iker obedeció sin pensárselo dos veces. No estaba acostumbrado a hacerlo, a ser él quien se sometiera ante una mamada como la que Rubén le estaba dando —de tamaño espectacular, sin hacer caso a si no podía respirar, embistiéndole como un loco—, pero ahí se mantuvo firme Iker, y con cada movimiento de cadera de Rubén, se sentía mejor en esa posición de sumisión que por primera vez probaba.
¿El nacimiento de un nuevo Iker en el sexo?
—Qué bien lo haces, activazo —se burló Rubén. Luego Iker se levantó. Estaba sonrojado por el esfuerzo y su boca estaba rodeada de saliva. Se besaron sin miramientos, buscándose con furia.
Quería más. En aquel momento, necesitaba más. Y más y más.
Se preguntó si era eso lo que sentían los chicos con los que se acostaba cuando se ponía en ese modo de desenfreno y dominación. Si así era como se sintió Alesso, con quien grabó aquella escena tan larga para OnlyFans, si era así como Jaume se había sentido las veces que se habían acostado juntos. Como si no hubiera fin, como si todo fuera tan solo el principio de su excitación.
Pero estaba, en ese momento, seguro de que necesitaba volver a sentirse utilizado por un hombre como Rubén. Porque le hacía sentirse diferente, más querido, como si el simple hecho de abrir la boca y comérsela fuera lo que más anhelaba este, como si él sostuviera la llave de la puerta del verdadero poder y, por consiguiente, de su placer.
Por lo que volvió a ponerse de rodillas, esta vez más cómodo, abrazando esa nueva parte de su sexualidad hasta entonces desconocida.
—No, no —le dijo Rubén, negando con la cabeza—. Date la vuelta. Ahora.
Iker tragó saliva, en parte muerto de miedo, en parte excitado como nunca. Se volteó sin saber qué esperar y notó las manos de Rubén abriéndole el culo. En un primer momento, Iker casi saltó, haciendo que su ano se cerrara con fuerza, pero casi al instante de notar la lengua de Rubén introduciéndose poco a poco entre sus nalgas, se fue liberando de esa presión y notando cómo con cada pequeña lamida decenas de conexiones nerviosas le hacían vibrar del gusto.
Poco a poco, se fue dejando hacer... Poco a poco fue sintiéndose en el cielo.
—Estoy flipando —escuchó que decía Jaume, desde atrás—. Seguid, joder. Seguid.
Saber que en esa posición excitaba no solo a Rubén, sino también al DJ, hizo que se permitiera volar aún más. Cerró los ojos y se inclinó un poco hacia delante, consiguiendo así que la lengua de Rubén explorara su intimidad con mayor acierto y profundidad.
¿Por qué nadie me había dicho que se sentía tan rico?
—Más —exclamó Iker, sin reprimirse y apretar la cabeza de Rubén contra él. Sintió su lengua entrar más adentro y gritó de placer—. Hostia, joder...
Ahora Jaume estaba delante de él, besándole mientras Iker no soportaba más que en su interior no estuviera el pene de su pareja. No dejó de besar a Jaume durante un instante mientras notó un cambio de posición a su espalda y... y la enorme polla de Rubén apretando contra su ano.
Joder, era su primera vez. Le iba a destrozar.
Como si le hubiera leído el pensamiento, Jaume le tranquilizó con la mirada. En la suya, Iker mostraba casi terror, pero al mismo tiempo le era complicado no dejarse llevar por la extraña sensación de necesitar ese complemento ahora mismo, de que Rubén lo dejara temblando, de sentirse empalado, usado y de que le reventara hasta que amaneciera.
O sea, así, tal cual.
Iker había pasado de un extremo a otro en cuestión de minutos.
Los primeros segundos fueron dolorosos, pero por arte de magia comenzó a oler a popper. Jaume se lo entregó y este inhaló por ambos orificios nasales.
—Lo vas a necesitar —le advirtió, para luego desaparecer de su vista. Iker se apoyó donde pudo, no sabía si era una mesa, una sombrilla o una tumbona. Tenía los ojos cerrados, concentrándose en no cagarse encima. Joder, era la primera vez y aunque estuviera disfrutando de la situación, ¿aquello era normal?
—Para, para. —Iker se incorporó, pero Rubén lo empujó de nuevo a la posición inicial.
—No —dijo, tajante.
Así que Iker volvió a cerrar los ojos y... notó que todo su cuerpo se relajaba, que su cabeza viajaba a través del espacio. El mix de la droga que habían consumido y el popper le estaba haciendo sentir cosas que hasta entonces no había experimentado mientras su ano se dilataba y el pene de Rubén se abría paso, ahora sin problema.
—Madre mía —se sorprendió Jaume—. Entera, ¿eh?
La pareja se rio. Ese tono jocoso entre ambos hizo que Iker se sintiera humillado y, de forma automática, notó que se le escapaba líquido preseminal. ¿En serio? Sentía que su cuerpo le estaba traicionando.
Cuando Rubén empezó a follárselo, primero con suavidad para adaptarse, luego más rápido y fuerte, Iker solo podía gemir. Con los ojos en blanco, la respiración entrecortada. Había perdido el apoyo de donde fuera que se hubiera agarrado y ahora era Rubén quien lo sujetaba con los brazos hacia atrás, completamente a su merced. Las nalgas de Iker rebotaban con cada embestida y cuando este comenzó a casi sacarla por completo para volver a introducirla, lo mismo que Iker había hecho hacía unas horas con Jaume, entendió que el placer alcanzaba nuevas cuotas.
—Dios —susurró, sin poder evitarlo—. Dios, Dios...
Viendo que Iker recibía aquello con agrado, Rubén continuó, cada vez con más intensidad y profundidad hasta que pareció cansarse y extrajo su enorme miembro de Iker. Este se sintió vacío y mareado. Se dio la vuelta para encontrarse con la pareja, que no había perdido el tiempo: ahora Jaume sustituía a Iker y era quien disfrutaba de la penetración.
Pero Iker quería más. Al ver la escena completa, no sabía si prefería dar o recibir.
¿Qué me está pasando?
Al cabo de unos minutos durante los que solo se masturbó mientras contemplaba la escena, decidieron marchar de nuevo al interior. Fue Iker quien se lanzó primero a la cama, con el pene duro como una roca señalando al techo. Le hizo un gesto a Jaume para que se sentara encima. Este lo lamió primero, haciéndole una garganta profunda de campeonato que Iker sabía que jamás podría olvidar.
Jaume tomó asiento. El pene de Iker le entró sin problemas. Luego, Jaume se reclinó hacia delante e Iker lo agarró por las nalgas, levantó las rodillas y comenzó a bombearle como si no hubiera un mañana. El sudor de ambos se empezó a mezclar en sus bocas mientras se besaban. De pronto, Iker sintió una presión extra en su penetración. Abrió los ojos para encontrarse a Rubén sobre Jaume.
Estaba introduciendo su pene en el espacio sobrante. El DJ compuso una mueca y terminó tumbándose por completo contra el pecho de Iker, pero aguantó sin decir nada mientras ambos penes lo atravesaban. Una vez la penetración de Rubén fue completa, Iker sentía que se iba a correr por tanto placer y presión y ambos, como conectados por una misma mente, comenzaron a bombear a la vez.
Ahí, Jaume gritó. Pero no hizo que pararan. Iker disfrutó escuchando sus quejidos en su oreja, viendo cómo le estaban destrozando y no podía hacer nada para remediarlo. Sin palabra de seguridad, todo era posible, y él lo disfrutaba.
Toda la cama se movía, Rubén gemía como una bestia en celo mientras tomaba más fuerza e Iker hacía lo posible para que su pene se mantuviera bien erecto ahí dentro, también entrando y saliendo como un loco. Era su primera doble penetración y lo estaba disfrutando de lo lindo.
—Es demasiado —se quejó Jaume, mordiendo el hombro de Iker con fuerza—. Pero no paréis, ni se os ocurra.
No lo hicieron. De hecho, Rubén buscó una nueva postura desde la que continuar; ahora, con las dos piernas junto a la cadera de Iker, y agarrando a Jaume de la cabeza para apartarlo y dejarle espacio a él para besar a Iker. Mientras el DJ casi lloraba de placer sin poder moverse, la conexión que los dos activos en ese momento sintieron al besarse hizo que aumentaran sus ganas de destrozar el culo de Jaume... aún más.
Así siguieron las cosas, cambiando de posturas, besándose, compartiendo saliva y sudor. Llegó un punto en el que Iker no sentía las piernas y se había tumbado en la cama, despatarrado, mientras Rubén se follaba a Jaume, que estaba a cuatro patas con la boca tapada por una camiseta.
Mientras Iker se masturbaba, pensó que podría seguir así durante mucho más tiempo, pero que tampoco podría correrse, así que, ¿cómo terminar? Necesitaba descansar, ahora sí, un buen rato. Jaume decía que era el bajón típico de las drogas.
—Mmm, mmm —empezó a quejarse Jaume. Rubén, para sorpresa de Iker, se detuvo y le extrajo la camiseta de la boca—. No tardaré en correrme.
Los ojos de Iker se abrieron y de pronto sintió que se volvía a activar. Recordó cómo había terminado el DJ en plena calle de Sitges y... era de campeonato. Así que se puso de rodillas en la cama y empujó la cabeza de este para que le hiciera una garganta profunda mientras Rubén seguía a lo suyo. Con ayuda de una mano, Jaume empezó a masturbarse. Gemía más que en ningún otro momento de la noche, evidenciando que estaba al límite.
Iker no le estaba dejando respirar o apartarse de su pelvis, donde sus labios peleaban por separarse. Rubén asentía con la cabeza o le guiñaba el ojo para que siguiera así. Entonces sucedió, una explosión.
Jaume se encorvó y cerró la garganta en torno al pene de Iker, que también se contrajo de placer. Rubén también sintió cómo el ano de su chico se cerraba porque comenzaba a correrse y casi gritó de placer.
Los primeros chorros cayeron debajo de Jaume, directamente sobre la cama. Tenía los ojos en blanco. Los siguientes fueron a parar a las piernas de Iker, que terminaron empapadas. El semen estaba diluido, muy líquido. Jaume temblaba sin escapar de la prisión de los dos penes dominándole. Seguía gimiendo como podía y su ritmo no paraba, lanzando su semilla por toda la cama y las piernas de Iker. Este sintió que su miembro se ponía más y más duro con cada chorro de Jaume. Le excitaba demasiado. Así que apretó aún más la cabeza y Jaume, en su fase final, se prestó a mover de nuevo la garganta y la cabeza, succionando como nunca.
—Pff —dijo Iker, que comenzó a notar sus piernas también vibrar.
La cabeza de Jaume subía y bajaba, el sonido al ahogarse y las babas bajaban por el tronco del pene de Iker, que cerró los ojos porque sabía que venía, porque notaba pinchazos en todo el cuerpo. Se le bloquearon las piernas y empezó a gemir incapaz de evitar soltar un grito.
Sintió cómo su pene palpitaba y que sus testículos se contraían de una forma brutal, dejando salir a saber cuánta cantidad acumulada después de tantas horas follando. Jaume hizo como si no lo sintiera, porque no paró el ritmo. Cada vez, el glande de Iker estaba más sensible y, con la boca abierta, trataba de no caerse sobre Jaume del placer que le recorría todo el cuerpo.
Cuando terminó, se sentía mareado, desfallecido incluso, pero agarró la cabeza de Jaume con la mano para así terminar su contacto. Sentía que se iba a desmayar en cualquier momento. Rubén seguía y seguía, aunque a juzgar por su cara, no tardaría demasiado en terminar. Cogió a Jaume de los codos y lo elevó para que el pecho del primero chocara con la espalda del segundo. Sus bocas se encontraron; Iker vio cómo se deshacían en un beso apasionado y escuchó cómo la cadera de Rubén golpeaba los glúteos de Jaume sin parangón.
Finalmente, Rubén también puso los ojos en blanco y aminoró el ritmo en cuanto su cuerpo comenzó a temblar. Jaume gimió y gimió igual que su chico y, al cabo de unos segundos, ambos clavaron su mirada en Iker, que los contemplaba tumbado desde la cama con una sonrisa de medio lado.
—Qué pasada —susurró.