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Gael

copas

Aunque estuviera muy drogado y en compañía de Oasis, Gael no tenía tan claro que estar allí era la mejor idea de todas. El hombre calvo, Sebas, les había presentado a otros cinco amigos con los que estaba. Eran todos más o menos parecidos: buenos cuerpos, poca ropa, muchas sustancias en la sangre. Gael se dio cuenta de que incluso olían distinto, como si llevaran demasiado tiempo... Vaya, él también. Cuando recordó que iba a cumplir cuarenta y ocho horas sin dormir, se sintió estúpido por juzgar a gente que iba por su mismo camino. Se había convertido en uno más.

Meneó la cabeza, confuso, evitando pensar más allá. Ni en los papeles ni en el cliente que vería en tan solo unas horas una vez llegara a Mikonos. No quería pensar en nada más, solo en que ahora mismo se encontraba en territorio conocido: la suite de Oasis, otra vez. La diferencia era que estaba a rebosar, con esas seis personas nuevas con una intención clara.

Gael se dirigió a donde Oasis había dejado a buen recaudo la mefe. La buscó con ahínco.

—Estoy aquí —le dijo Oasis. Su voz venía del piso de arriba. Para llegar a las escaleras, Gael tuvo que esquivar a un chico de rodillas que estaba besando la erección del tal Sebas por encima del minúsculo calzoncillo.

Esta gente no pierde el tiempo...

—Buscas esto, ¿no? —La sonrisa de Oasis era como siempre, plena, que le transmitía paz. Gael asintió con la cabeza. Repartieron lo que quedaba en esa pequeña bolsa—. No te preocupes, tengo más.

Los dos sintieron la droga hacerse paso por la nariz y la garganta, y se dispusieron a bajar por las escaleras. La escena había vuelto a cambiar en esos pocos minutos que habían estado arriba. Ahora se encontraron más cuerpos desnudos desperdigados por toda la suite y la música a un volumen casi atronador, así que los gemidos quedaban algo ahogados por ello. Había dos chicos besándose en el sofá, casi quedándose dormidos a juzgar por la lentitud de sus movimientos; luego, Sebas ya estaba completamente a fuego follándose al chico que antes estaba de rodillas, ahora contra la pared. Otros dos se encontraban en la terraza, uno fumando mientras el otro le comía el culo.

—Esto es una locura —dijo Gael, sin poder evitarlo. Estaba empalmado, sí, porque estaba cachondo desde hacía un buen rato, en plena fiesta. Y Oasis también, pero...

—Vamos a disfrutar un poco, anda. —El influencer le guiñó un ojo y terminaron de bajar los últimos peldaños.

¿Así? ¿No se querían? ¿No eran nada? Parecía que no importaba en ese momento, a ninguno de los dos. Los instintos primarios habían devorado cada miga de sus pensamientos lógicos y conscientes y ahí se encontraban, sin poder detenerse. Un salto al precipicio.

Nadie hizo demasiado caso a la pareja, pero en cuanto Gael se despistó un segundo, sintió una mano tocándole la erección. Joder, es que no podía evitarlo. Estaba tan cachondo después de tantas horas con esos químicos en el cuerpo, pensados para mantenerlo despierto y..., bueno, sí, también para follar.

Oasis le estaba besando, pero la mano no era suya. Todo le daba vueltas. Cuando Gael se dio cuenta, no supo sentir más que placer. Era raro, extraño. Jamás había hecho algo similar. Se debatía entre su corazón y su cerebro, ¿qué era lo que debía hacer? Su cuerpo finalmente decidió por él cuando alguien se introdujo su erección en la boca, porque sintió que se volvía loco.

Así que Gael se dejó llevar, anuló su mente por completo. Y se sumió en besos y caricias y horas sin dormir, mareos y alucinaciones por seguir consumiendo más. Solo pensaba en lamer y en follar, en ver a Oasis besarse con otros y el morbo que le daba ver cómo Sebas y Oasis abrían la boca y se la comían después de rodillas. El aire de la terraza le ayudaba a asentar la cabeza y alguien trajo a más gente y todo eran cuerpos perlados en sudor. Se sentía eléctrico y solo pensaba en follar, follar, follar. Todo se desmadró y olía a popper y a marihuana. Estaba medio dormido mientras alguien le masturbaba y la música le reventaba los tímpanos. Sudaba y seguía follando y follando sin parar y la noche era eterna y él era joven. Y cómo era.

Y cómo era.