Por la calle, Botón hace mucha vida social, al encontrarse con otros perros. Se ven desde lejos, se acercan intrigados y se huelen sin prisa, por todas partes. Los amos respectivos conversan mientras tanto, sobre su raza, su edad, su sexo y si van a gruñirse pronto. Luego viene el desenredar las correas. Botón tiene buen carácter, pero alguna vez les ladra, sobre todo a perros más grandes que él. ¿Qué les dirá? ¿Son ladridos de desafío o amistosos? No conocemos este lenguaje, pero debe de tener muchos matices. Él se siente seguro junto a nosotros, y por eso se atreve con ellos.
Algunas personas se fijan en Botón y preguntan si es un cachorro, porque lo ven muy vivaracho y alegre. Pero es mayor, tiene muchos años, y los años perrunos cuentan como cinco años humanos, aproximadamente. Hago la multiplicación, y le miro con pena. Quizá nos queda poco tiempo juntos.
Los niños pequeños le hacen caricias, y quieren saber cómo se llama. Muchos dicen que parece una ovejita. Miguel Mihura decía que “las ovejas son como un pedazo de almohada con un perro dentro”.
Al volver, el verso final de un poema de Francisco Brines: “Se hunde en la noche el hombre con su perro”.