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Botón ha visto bastantes cuadros al óleo, porque ha entrado con nosotros en exposiciones. Cuando estamos de viaje, y llegamos a alguna sala de arte o a un pequeño museo, preguntamos si podemos entrar con él; suelen decir que no. Sólo si prometemos llevarle en brazos, sin bajarle nunca, nos dejarían pasar. De esta manera, Botón se va haciendo con un criterio artístico, se fija en los colores, en las formas, en el tema del cuadro (si no se trata de pintura abstracta); también compara con los cuadros contiguos y con el techo; nos mira contento, con su cabecita despeinada por el viento de la calle. Aguanto su peso cálido en mis brazos, para que pueda acompañarnos.

—¿Te gusta, Botón, lo que ves?

Salimos y comentamos, también con él, todo lo que había dentro. Ya en el suelo, recupera su pequeña estatura y nos agradece que no le hayamos dejado solo, aunque los cuadros le han desconcertado un poco.