CUARTETOS ESCRITOS EN UN CEMENTERIO

He aquí el asilo de la eterna calma,

do sólo el sauce desmayado crece...

¡Dejadme aquí; que fatigada el alma,

en aura de las tumbas apetece!

Los que aspiráis las flores de la vida,

llenas de aroma de placer y gloria,

no piséis el lugar do convertida

veréis su pompa en miserable escoria.

Mas venid todos los que el ceño airado

del destino mirasteis en la cuna;

los que sentís el corazón llagado

y no esperáis consolación alguna.

¡Venid también , espíritus ardientes,

que en ese mundo os agitáis sin tino,

y cuya inmensa sed sus turbias fuentes

calmar no pueden con raudal mezquino!

Los que el cansancio conocisteis, antes

que paz os diesen y quietud los años....

¡Venid con vuestros sueños devorantes!

¡Venid con vuestros tristes desengaños!

No aquí las horas , rápidas o lentas,

cuenta el placer ni mide la esperanza:

¡quiébranse aquí las olas turbulentas

que el huracán de las pasiones lanza!

Aquí , si os turban sombras de la duda,

la severa verdad inmóvil vela:

aquí reina la paz eterna y muda,

si paz el alma fatigada anhela.

Los que aquí duermen en profundo sueño,

insomnes cual nosotros se agitaron...

Ya de muerte en el letal beleño

sus abrasadas sienes refrescaron.

Amemos, pues, nuestra mansión futura,

única que tenemos duradera...

¡que ilusión de la vida es la ventura,

mas la paz de la muerte es verdadera!