Agradecimientos

Quiero agradecer a José Luis Campos, primer lector de la presente obra, por sus comentarios y precisiones. También agradezco al escritor Bernardo Esquinca, quien me puso sobre la pista del cronista del porfiriato Ciro B. Ceballos, y a Guadalupe Reyes, por obsequiarme el libro que despertó mi interés en los sucesos del Río Blanco. Asimismo, agradezco al personal de la Hemeroteca Nacional por facilitarme la consulta de los ejemplares de El Imparcial correspondientes a 1907. Finalmente, vaya mi gratitud a la editora Olga Correa Inostroza, al personal de Ediciones SM y a la Fundación SM.