ACTO CUARTO

El teatro representa un parque: a un lado la casa de Roberto; al otro la de Tomás, ambas con puertas que dan al parque. Es de noche. Truena y relampaguea de vez en cuando.

ESCENA PRIMERA

TOMÁS, TEODORO.
TOMÁS

Sí, Teodoro, se casará Vd. con ella, y poco importa que sea Vd. pobre. Yo soy suficientemente rico para hacer la felicidad de todos. Puede Vd. pasar a anunciárselo a Sofía, añadiéndole que una vez realizado el casamiento partiremos para Europa.

TEODORO

Señor, mi gratitud será eterna. Permítame Vd. besar esa mano que tan generosamente acaba de poner el sello a mi ventura.

TOMÁS

No hable Vd. de eso, Teodoro, y entre Vd.

TEODORO

Con el permiso de Vd. (Se va, entrando en lo de Tomás)

TOMÁS
(Solo)

Que se casen, sí, que se casen pronto. Reparemos tantos extravíos con una buena acción. Nunca es tarde para que el hombre vuelva sobre sus pasos. Aún es tiempo que mi espíritu recobre su perdida tranquilidad. Pero veamos qué requería Roberto.

(Se acerca a la puerta de la casa de Roberto)

ESCENA II

TOMÁS, ROBERTO.
ROBERTO
(Saliendo)

Puntual eres, Tomás.

TOMÁS

Es costumbre antigua en mí.

ROBERTO

Pues te he dado esta cita con el objeto de hacerte una proposición muy conveniente y ventajosa para ti.

TOMÁS

Muchísimas gracias, Roberto. Habla.

ROBERTO

Me has dicho ayer que te hallabas completamente arruinado, y esto equivale a decir que estás imposibilitado de pagar las letras que se te vencen mañana.

TOMÁS

¡Quién sabe, Roberto!…

ROBERTO

¿Cómo quién sabe? ¿Piensas acaso que los acreedores te prorrogarán el plazo por tercera vez?

TOMÁS

¡Quizá! Pero no perdamos tiempo en inútiles reflexiones; vamos cuanto antes al fondo de tu proposición.

ROBERTO

Bien, Tomás. Sabrás que todas las letras tuyas que vencen mañana están en mi poder…

TOMÁS

¿Y?…

ROBERTO

Y, que estoy resuelto a protestarlas, salvo que me concedas la mano de Sofía.

TOMÁS
(Aparte)

No sé cómo me contengo.

ROBERTO
(Aparte)

Vacila.

TOMÁS

¿A ti, Roberto?

ROBERTO

Si, a mí, Tomás. ¿Qué tiene de extraordinario? ¿No ibas a casarla con Brulart?

TOMÁS

No era asunto del todo arreglado.

ROBERTO

¿Cómo no, y me lo presentaste como a tu yerno futuro?

TOMÁS

Si… pero…

ROBERTO

No hay pero que valga. Ya sabes, Tomás, que no soy hombre que gasto muchas palabras. Así, pues, o me caso con Sofía, o te meto en la cárcel mañana.

TOMÁS

¡Villano!

ROBERTO

¡Tomás!

TOMÁS

Vete; te desprecio.

ROBERTO

Reflexiona lo que haces, Tomás, te doy de plazo hasta mañana.

TOMÁS

¡Tú… eh! Tus letras serán cubiertas mañana, para no volvernos a ver nunca, jamás.

ROBERTO

¿Qué dices?

TOMÁS

Que mañana tendrás tu dinero, y que eres un infame…

(Éntrase en su casa)

ESCENA III

ROBERTO (que se habrá quedado pensativo).
ROBERTO

¡Que mañana me pagará, y son treinta mil duros! ¡Oh!, hay en esto un misterio que es necesario averiguar. Rico así de ayer a hoy, no lo entiendo. Me pierdo en un dédalo de conjeturas… Me ocurre una idea… pero no… sería demasiado, dos crímenes en el mismo día. Luego, él iba a casarse con ella. ¡Ah! Tomás, Tomás, ¡ay de ti! Si descubro tu secreto… Entremos; el sueño es un buen consejero; él iluminará quizá este pobre caletre.

(Se pega en la frente y entra en su casa)

ESCENA IV

ATAR-GULL (sale por el fondo y observa lo que pasa en casa de Tomás).
ATAR-GULL

Van a sentarse a tomar el té.

(Relampaguea)

La noche tiene un aspecto tan negro y amenazador como mis pensamientos. No hay remedio. La fatalidad me ha lanzado en este camino, y si Dios no me tiene de su mano habré de continuar en él.

(Va hacia el fondo y da un silbido)

ESCENA V

ATAR-GULL y varios negros (que entran precipitadamente y se agrupan en torno suyo)
ATAR-GULL
(Con aire misterioso)

Os he llamado, hermanos, para denunciaros un hecho atroz, cumpliendo así con los preceptos de nuestra asociación. ¿Juráis, pues, por la luna que adoráis, por el seno de vuestras madres y los ojos de vuestros padres, guardar el más profundo silencio acerca de lo que os voy a decir?

LOS NEGROS

Sí; lo juramos.

ATAR-GULL

Oíd entonces.

(Los negros se acercan más)

¿Os acordáis de Job, de ese pobre viejo, que yacía enfermo en la granja chica, separado de nosotros, junto con muchos otros infelices?

LOS NEGROS

Sí, sí.

ATAR-GULL

Él fue en su juventud el amigo de vuestra infancia, y en su vejez el compañero de vuestros hijos; el que consolándoos en vuestras tribulaciones, compartió siempre su ración con el que no la había recibido por castigo.

LOS NEGROS

¡Es verdad!

UN NEGRO

Me parece que le estoy viendo ocupado en fabricar juguetes para nuestros hijos.

OTRO NEGRO

Era su entretenimiento en los días de reposo.

OTRO NEGRO

Su cuerpo jamás sintió el rigor de las estaciones, ni las fatigas del trabajo le acobardaron un día siquiera.

OTRO NEGRO

Era un roble.

OTRO NEGRO

¡Qué conducta ejemplar!

TODOS

¡Pobre Job!

ATAR-GULL

Bien, hermanos, sabed que vuestro mejor amigo no ha muerto de cansancio como os lo han hecho creer esta mañana al repartiros vuestra ración.

VARIOS NEGROS

¿Y de qué ha muerto?

ATAR-GULL

¿De qué ha muerto?…

LOS NEGROS

Sí, sí, decidnos, ¿de qué ha muerto?

ATAR-GULL

Ha muerto…

LOS NEGROS

¿De qué?…

ATAR-GULL

Ahorcado.

LOS NEGROS
(Hincándose y tapándose el rostro con las manos)

¡Ahorcado!

ATAR-GULL

Sí, ahorcado por Tomás Wilson y Roberto Wills, quienes no pudiendo ya sacar más provecho de él, porque su enfermedad no le permitía trabajar como vosotros, le entregaron a la justicia acusándole de ladrón.

LOS NEGROS

¡Venganza!

ATAR-GULL

Venganza, sí; porque si esos dos hombres no mueren, la horca es la recompensa que os aguarda por vuestras vigilias y fatigosas labores.

LOS NEGROS

¡Que mueran!

ATAR-GULL

¿Juráis entonces, por la luna que adoráis, por el seno de vuestras madres y los ojos de vuestros padres, odio eterno a Tomás y a Roberto, y a todos sus descendientes?

LOS NEGROS

Sí, sí, lo juramos.

ATAR-GULL

La noche está encapotada: ¡el trueno y el relámpago anuncian que la tempestad está próxima a estallar! El tiempo nos es propicio, y nos dice que es llegada la hora de Roberto y de Tomás. Que el fuego devore sus propiedades y plantíos, que el veneno acabe con sus ganados y con ellos. Sembremos por todas partes la desolación y la ruina; y si esto no es posible, inmolémonos nosotros mismos, hiriéndoles así en la parte más vital de sus intereses. ¡Que justicia sea hecha y el protector de los buenos nos ayudará castigando a los cobardes y a los traidores a su juramento!

LOS NEGROS

Sí, sí. ¡Justicia! ¡¡¡Venganza!!!

ATAR-GULL

Ahora, alejémonos de este sitio hasta la hora en que los blancos se entreguen al sueño.

(Se van)

ESCENA VI

SOFÍA, TEODORO (saliendo de casa de Tomás).
TEODORO

Adiós, Sofía.

SOFÍA
(Desde la puerta)

Hasta mañana. ¡Adiós!

(Cuando Teodoro va por la mitad del proscenio, Sofía añade)

Teodoro, ¿me amas?

TEODORO
(Dando vuelta y mirándola con cariño)

Con ciega idolatría.

(Se acerca y le toma la mano)

Cual ama el extraviado caminante en noche tempestuosa la luz que centellea en el horizonte; como ama el huérfano al misterioso autor de su existencia; tanto, Sofía, que si tuviera un rival y tú le amaras, yo también le amaría.

(Le besa la mano)

¡Adiós!

(Se va)

ESCENA VII

SOFÍA (saliendo de su casa).
SOFÍA

¡Qué noche tan oscura!… ¡No sé por qué cuando todo presagia felicidad y contento, mi corazón está triste! Una idea horrible lo embarga y oprime, la idea de que voy a perder a Teodoro. Nunca he sentido tanto separarme de su lado. ¡Oh!, yo no he debido dejarle partir. Al menos, no he debido ocultarle mis presentimientos. Si pudiera oírme le llamaría… pero ya irá lejos de aquí.

(Se arrodilla)

¡Dios mío! ¡Dios cariñoso y bueno!, velad por él. Y tú, ángel tutelar de nuestros amores, haz que yo lo vea una vez más, si esta extraña inquietud fuese precursora de alguna terrible calamidad.

ANA
(Entrando)

¿Qué haces, hija mía?

SOFÍA
(Levantándose)

Rogaba a Dios por él.

ANA

Ven, hija mía, es tarde ya: entremos.

(Se van)

ESCENA VIII

ATAR-GULL (entrando por el fondo).
ATAR-GULL

La tempestad arrecia… Me estremezco pensando en el aspecto que dentro de pocos momentos ofrecerán a la vista estos lugares. Esos repentinos resplandores y esas detonaciones cavernosas, menos terribles son que mi venganza. ¡Oh! Hay momentos en la vida en que las borrascas del corazón infunden más pavor que las tempestades de la misma naturaleza. ¡Padre mío! Si lo que hay escrito aquí

(se pone la mano sobre el corazón)

pudieras ver, seguro estoy de que generoso y compasivo me dirías: ¡no, no me vengues, hijo mío! ¡Detente Atar-Gull! Todo lo inmolo a tu venganza. Ni la casta y pudorosa Sofía me conmueve. ¡Qué digo! Ella aumenta mi fiereza, porque vengando a mi padre, voy a vengar los celos implacables de mi corazón. ¡Mísero Teodoro! Cuando mañana vengas a aspirar el perfume delicioso de la fresca flor de tus amores, marchita y sin olor la encontrarás por un voraz veneno. Pero ella tan joven, tan bella, tan pura, ¿por qué ha de morir? Y, si esta noche no muere mañana será suya. ¡Oh! ¡No! Muera mil veces. Mía ha de ser o de Dios. ¿De Dios? ¿Tengo yo el derecho de nombrarle, cuando así voy a sacrificar una inocente criatura? ¡Juramento fatal! En medio de mis iras he olvidado que la venganza debía detenerse ante ella. Una voz terrible, austera, semejante a un remordimiento me dice: ¡Atar-Gull! Sofía no debe morir, es inocente. ¿Y he de ser yo su asesino? Padre mío, perdón, que ella se salve al menos. Aún es tiempo quizá. Corro a salvarla.

(Se oye un grito muy agudo de Sofía, acto continuo cae un rayo y la casa de Tomás se incendia)

¡¡¡Maldición!!! ¡Ya es tarde!

(Se va precipitadamente)

ESCENA IX

TEODORO (entrando por el fondo).
TEODORO

Está la noche tan lóbrega que por más vueltas que he dado me ha sido imposible encontrar la salida del parque.

(Sorprendiéndose)

¿Pero qué veo? La casa de Sofía está en llamas, ¿y ella? ¿Qué será de ella? Corramos.

ESCENA X

TEODORO, TOMÁS, ANA, JUANA (que salen de la casa gritando «¡Fuego!», «¡Socorro!»).
TEODORO

¿Y Sofía? ¿Dónde está Sofía? Respondedme, respondedme.

(Entra en casa de Tomás).

ESCENA XI

Los mismos, ATAR-GULL (seguido de varios negros).
ATAR-GULL
(Dirigiéndose a casa de Tomás)

¡Por acá compañeros!

(Entrando en casa de Tomás)
ANA

¡Atar-Gull! Estamos salvados.

TOMÁS

El que me traiga una cartera que está sobre mi mesa de escribir obtendrá en pago su libertad. Atar-Gull, esos papeles, esos papeles.

ANA

¡Sofía! ¡Sofía!

ESCENA XII

Los mismos, SOFÍA (que sale de su casa con el cabello suelto y violentamente agitada por los efectos de un veneno, Teodoro siguiéndola).
TEODORO

¡Sofía! Sofía.

ANA

Hija mía, salvada, qué felicidad: ¿pero qué violenta agitación es esa Teodoro?

(Ana va a abrazarla y Teodoro la mira con espanto)
SOFÍA
(Delirando y oponiéndose a que su madre la abrace)

¡Dejadme, dejadme! Mi aliento es mortal. Un fuego devorador cunde por mis venas. ¡Madre mía! ¡Teodoro! No me abandonéis, cuando voy a morir.

TEODORO

No, Sofía, tú no morirás.

(Se acerca a ella y le toma una mano)
ANA

Vuelve en ti, hija mía, mírame. ¡Qué! ¿No me reconoces? Soy tu madre.

(La toma la otra mano)
SOFÍA

¡Mi madre! Mi madre ha muerto, y él… él también. ¿No los veis en torno de aquel trono resplandeciente? ¡Oh!, allí no nos separaran. ¡Madre mía! ¡Teodoro!

(Se abraza de ellos)

Dadme agua, tengo sed.

(La dan convulsiones)
ANA

¡Sofía!…

TEODORO

¡Qué horrible situación!

SOFÍA

Yo muero… Sí… muero… ¡Ah! Adiós…

(Muere en brazos de Ana y Teodoro)
TEODORO
(Arrodillándose)

Recíbela. Señor, allá en tu seno. Es una flor temprana cruelmente tronchada en la más bella mañana de su vida; es un ángel, lejos del cual la existencia será para mí un fardo pesado; un ángel que tiene derecho a ocupar un puesto en la región serena donde tú moras.

JUANA

¡Pobre niña!

TOMÁS

¿Y mi cartera? ¡Mi cartera, mi cartera!

ESCENA XIII

Los mismos, ATAR-GULL y los negros.
ATAR-GULL

El fuego está apagado, y he aquí la cartera salvada por mí de las llamas.

(Le da unos papeles chamuscados)
TOMÁS
(Tomándolos)

¡Quemada! ¡Desvanecidas así todas mis esperanzas! ¡Muerta mi hija y arruinado! ¡Qué fatalidad!

(Aparte)

Fatalidad he dicho. No, es el dedo de Dios que no perdona a los malvados.

(Acercándose al cadáver de Sofía)

. Déjame, Ana, déjame besarla por última vez.

(Se inclina sobre el cadáver de Sofía)
ATAR-GULL
(Aparte)

Al fin se conmovió ese corazón. Pero Sofía ha muerto, y ya no hay nada que pueda ablandar el mío. Llorad sí, llorad. ¡Y tú, genio de las venganzas, ven a recrearte en este espectáculo de luto y desolación!

ROBERTO
(Queriendo salir de su casa, donde estallará el fuego)

¡Fuego, fuego!

(Nadie reparará en él)
ATAR-GULL
(Dirigiéndose a los negros)

Vamos.

FIN DEL ACTO CUARTO