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Harman se había ahogado pero no estaba muerto. Al cabo de unos pocos minutos iba a desear estarlo.

El agua (el fluido) que llenaba el armario de cristal en forma de dodecaedro estaba hiperoxigenada. En cuanto sus pulmones se llenaron por completo, el oxígeno empezó a moverse por los capilares de finas paredes de sus pulmones y a entrar en su torrente sanguíneo. Era suficiente para que su corazón no dejara de latir (o para que empezara a latir de nuevo, podría decirse, ya que se había saltado latidos y detenido durante medio minuto durante el proceso de ahogamiento) y suficiente para mantener su cerebro vivo... aturdido, aterrorizado, aparentemente desconectado de su cuerpo, pero vivo. No podía respirar, sus instintos seguían gritando en busca de aire, pero su cuerpo recibía oxígeno.

Abrir los ojos fue una enorme pugna y la única recompensa que recibió fue una visión giratoria de un billón de palabras doradas y diez billones de imágenes latentes que esperaban a nacer en su cerebro. Era vagamente consciente del panel de cristal de seis lados del armario de cristal inundado y de una forma difusa al otro lado que podía ser Moira, o tal vez Próspero o incluso Ariel, pero esas cosas no eran importantes.

Seguía queriendo respirar de la forma correcta. Si no hubiera estado solamente semiconsciente (tranquilizado por el líquido en preparación para la transferencia), sus respuestas reflejas a la asfixia le habrían matado o lo habrían vuelto loco.

Pero el armario de cristal le reservaba otros modos de volverse loco.

La información empezó a fluir hacia Harman. Información, habían dicho Moira y Próspero, de un millón de libros antiguos. Palabras y pensamientos de casi un millón de mentes largamente muertas, más, porque cada libro contenía multitudes de otras mentes en sus argumentos, sus refutaciones, sus fervientes acuerdos, sus furiosas revisiones y rebeliones.

La información empezó a fluir, pero no se parecía a nada que Harman hubiera sentido o experimentado antes. Había aprendido a leer él solo a lo largo de muchas décadas, convirtiéndose en el primer ser humano antiguo en incontables siglos que entendía los puntos y las curvas y los trazos de los antiguos libros que se pudrían en las estanterías por todas partes. Pero las palabras de un libro fluyen en la mente de modo lineal al ritmo de la conversación: Harman siempre había oído una voz que no llegaba a ser la suya leyendo cada palabra en voz alta en su mente después de haber aprendido a leer. Sigleer era una forma más rápida pero menos efectiva de asimilar un libro: la función nanotécnica hacía fluir los datos de los libros por los brazos hasta el cerebro como carbón acarreado a un horno, sin el lento placer y el contexto de la lectura. Después de sigleer un libro, Harman siempre se daba cuenta de que había aprendido algunos datos nuevos, pero parte del significado del libro se perdía debido a la ausencia de tonos y contexto. Nunca oía una voz en su cabeza cuando sigleía y a menudo se preguntaba si aquello había sido diseñado como una función para los antiguos de la Edad Perdida para absorber tablas de información a palo seco, paquetes de datos predigeridos. Sigleer no era el modo de leer una novela o una obra de Shakespeare, aunque la única obra shakespeariana que Harman había encontrado hasta entonces era una pieza sorprendente y conmovedora llamada Romeo y Julieta. Hasta que la había leído Harman ignoraba que existiera algo llamado «obra»: la única forma de entretenimiento de ficción de su pueblo era el drama turín sobre el sitio de Troya, y eso desde hacía apenas una década.

Pero mientras que leer era un fluido lento y lineal y sigleer era como un súbito cosquilleo del cerebro que dejaba un residuo de información, aquel armario de cristal era...

La Doncella me capturó en la selva

mientras yo bailaba alegremente.

Me metió en su armario

y me encerró con una llave de oro.

Esta información que Harman recibía no entraba a través de sus ojos, oídos o de ninguno de los otros sentidos naturales humanos que la naturaleza había hecho evolucionar para llevar datos a los nervios y el cerebro. Estrictamente hablando, no pasaba a través de él por contacto, aunque los trillones de picoteos de información del líquido dorado atravesaban cada uno de los poros de su piel y cada célula de su carne.

Al ADN, Harman lo sabía ahora, le gusta el modelo estándar de doble hélice. La evolución había elegido por diversos motivos a la hélice doble para que llevara su carga más sagrada, pero sobre todo porque era la forma más fácil y efectiva para que fluyera la energía libre (hacia delante o hacia atrás), ya que esa energía determina los pliegues, uniones, formas y funciones de moléculas gigantescas como las proteínas, el ARN y el ADN. Los sistemas químicos siempre avanzan hacia el estado más bajo de energía libre y la energía libre se minimiza cuando dos grupos complementarios de nucleótidos se emparejan como una escalera Shaker doble.

Pero los posthumanos que habían rediseñado el hardware y el software de la rama del genoma humano antiguo de Harman habían previsto un porcentaje grande del ADN redundante de los cuerpos de su especie decantada. En vez de ADN-B dextrógiro, los posthumanos habían colocado en su sitio hélices dobles de ADN-Z levógiro del tamaño habitual, unos dos nanómetros de diámetro. Habían usado esas moléculas de ADN-Z como claves, elevándolas a partir de un andamiaje de hélices de ADN más complejas como moléculas de cruce doble, uniendo estas cuerdas de ADN DX a jaulas proteínicas a prueba de filtros. Dentro de esos miles de millones de jaulas de proteínas de los huesos, los músculos, los tejidos, los testículos, los dedos y los folículos pilosos de Harman había macromoléculas de recepción y organización biológica que servían a conjuntos encapsulados aún más complejos de grupos de almacenamiento de memoria orgánica nanoelectrónicos.

Todo el cuerpo de Harman, cada célula, estaba devorando la biblioteca de un millón de volúmenes del Taj Moira.

El armario está formado de oro

y perla y cristal que resplandecen

y dentro se abre a un mundo

y una hermosa noche lunar.

El proceso dolía. Dolía mucho. Ahogado y flotando boca arriba como una carpa muerta en el líquido dorado del armario de cristal, Harman sentía el dolor de una pierna o un brazo que se le había quedado dormido y que lenta, dolorosamente, volvía a despertar, el miembro picoteado por diez mil agujas afiladas y calientes. Pero no era sólo en un brazo o una pierna. Las células de todo su cuerpo, por dentro y por fuera, las moléculas de cada núcleo celular y de cada membrana despertaban a los datos y hacían fluir la energía libre a través de los circuitos ADN Yan-Shen-Yurke por todas partes del organismo colectivo llamado Harman.

Dolía más allá de la habilidad de Harman de imaginar o contener el dolor. Abrió la boca varias veces para gritar, pero no había aire en sus pulmones, ni a su alrededor y sus cuerdas vocales vibraban en el líquido dorado donde se había ahogado.

Nanopartículas metálicas, nanotubos de carbono y artilugios nanoelectrónicos más complejos por todo el cuerpo y en el cerebro de Harman, elementos que habían estado allí desde antes de su nacimiento, sentían la corriente, se polarizaban, rotaban y se realineaban en tres dimensiones. Empezaban a conducir y almacenar información; cada complejo puente de ADN de los trillones que esperaban en las células de Harman rotaba, se realineaba, se recombinaba y aseguraban datos a través del ADN de su estructura más esencial.

Harman veía el rostro de Moira cerca del cristal, sus oscuros ojos de Savi asomados, su expresión tras el cristal... ¿de ansiedad, de remordimiento, de simple curiosidad?

Otra Inglaterra vi allí,

otro Londres con su Torre,

otro Támesis y otras colinas

y otro agradable Surrey Bower.

Los libros (advirtió Harman a través de la cascada de dolor) eran simplemente nódulos de una matriz casi infinita de información existente en cuatro dimensiones, evolucionando hacia la idea del concepto de la aproximación de la sombra de la Verdad verticalmente a través del Tiempo además de, longitudinalmente, a través del conocimiento.

Como un niño en su cuna, Harman había usado raras hojas de pergamino y marcadores aún más extraños llamados lápices y cubierto las hojas de puntos, y luego se había pasado horas tratando de conectar todos los puntos con las líneas. Siempre parecía haber otra posible línea que dibujar, otros dos puntos que conectar, y antes de que terminara la hoja de cremoso pergamino se había convertido en una mancha casi sólida de grafito. En años posteriores, Harman se preguntó si su joven mente intentaba capturar y expresar su percepción de los faxportales que había atravesado desde que fue lo bastante mayor para caminar... para que su madre lo llevara en brazos, en realidad. Nueve millones de combinaciones de trescientos pabellones de faxnódulos conocidos.

Pero ese conectar-los-puntos de información para almacenar jaulas macromoleculares era miles de veces más complejo e infinitamente más doloroso.

Otra Doncella como ella misma,

transparente, hermosa, resplandeciente,

tres veces cada una en la otra cerrada.

¡Oh qué tembloroso temor!

¡Oh qué sonrisa! Una triple sonrisa

me llenó, como una llama ardí.

Me incliné para besar a la hermosa doncella

y encontré devuelto un Triple Beso.

Harman ya sabía que William Blake se había ganado la vida como grabador, y que no había sido un grabador popular o de éxito. «Todo es contexto.» Blake murió un domingo por la tarde, caluroso y bochornoso (el 12 de agosto de 1827). El día de su muerte casi nadie sabía que el silencioso y a menudo malhumorado grabador había sido un poeta respetado por varios de sus contemporáneos más conocidos, incluido Samuel Coleridge. [El contexto es a los datos lo que el agua a un delfín.] [Los delfines eran una especie de animal acuático extinguida a principios del siglo XXII.] William Blake se consideraba literalmente un profeta, como Ezequiel o Isaías, aunque sólo sentía desdén por los místicos, los que propagaban el ocultismo o por las teosofías tan populares en su época. [Ezequiel Mao Kent era el nombre del biólogo marino que acompañó a Almorenian d’Azure, el último delfín, que murió de cáncer en el Oceanarium de Bengala la tarde calurosa y bochornosa del 11 de agosto de 2134. El Comité de Especies Solicitadas de las N.U.N. decidió no restituir la familia Delphinidae a partir del ADN almacenado sino permitir que la especie se uniera a los otros Delphinidae y a otros grandes cetáceos marinos en su pacífica extinción.]

Los datos en sí, descubrió Harman mientras miraba, desnudo, desde el centro de su propio cristal, eran tolerables. Era el constante dolor del contexto en expansión nerviosa, como una telaraña, lo que lo mataría.

Me esforcé por captar la Forma más íntima

con fiero ardor y llamas de fuego.

Pero estalló el armario de cristal

y como un bebé sollozante se tornó.

Un bebé sollozante en el bosque

y una pálida mujer sollozante reclinada,

y en el aire exterior de nuevo

llené de pesares al Viento de paso.

Harman llegó al límite de su capacidad para absorber dolor y complejidad. Sacudió los miembros en el denso líquido dorado, descubrió que tenía menos movilidad que un embrión, que sus dedos se habían convertido en aletas, que sus músculos se habían atrofiado en débiles harapos y que aquel dolor era el verdadero medio y el líquido amniótico del universo.

«¡No soy una tábula rasa!», quiso gritarles a aquel bastardo de Próspero y a la perra definitiva, Moira. Esto lo mataría.

«Cielo e Infierno nacen juntos», pensó Harman y supo que Blake lo había pensado negando la creencia calvinista de Swedenborg en la predestinación:

Verdaderamente mi Satán eres pero además idiota

y no distingues el hábito del hombre.

¡Basta! ¡Basta! Por favor, Dios.

Tú eres adorado por los nombres divinos

de Jesús y Jehová: tú aún eres

el Hijo de la Mañana en el cansado declive de la Noche.

Los viajeros perdidos sueñan bajo la colina.

Harman gritó a pesar de que no había aire en sus pulmones para formar el grito, ni aire en su garganta para permitir el grito, ni aire en el tanque para conducir el grito. [El aparato desnudo, uno de seis trillones, consta de cuatro dobles hélices conectadas en el centro por dos secuencias de ADN sin pareja. La región intermedia puede asumir dos estados diferentes: el universo a menudo disfruta adoptando una forma binaria. Rotar las dos hélices media vuelta a un lado del puente central crea la llamada PX o estado intermedio paranémico.] Esto tres mil millones de veces por segundo y se consigue una pureza de tortura nunca soñada por los diseñadores más fanáticos de las máquinas de tortura más ingeniosas de la Inquisición.

Harman trató de gritar de nuevo.

Habían pasado quince segundos desde el inicio de la transferencia.

Faltaban cincuenta y nueve minutos y cuarenta y cinco segundos.