Esta nueva edición del Libro de estilo —la decimosexta desde noviembre de 1977— incorpora algunas novedades que merecen ser destacadas. El capítulo primero, que trata de los principios deontológicos, desarrolla de forma más precisa las obligaciones de los periodistas en situaciones de conflicto de intereses, sean éstos económicos, políticos o ideológicos. La Redacción del periódico, que expresa sus puntos de vista a través del Comité Profesional, comparte con la Dirección el empeño por profundizar y desarrollar estos principios, como garantía de una información independiente, veraz, no sometida a ninguna presión externa. En este sentido, seguiremos con atención el desarrollo que este sistema de garantías para el lector está teniendo durante los últimos años en otros periódicos internacionales de referencia.
Hemos simplificado, por el contrario, algunos capítulos referidos a normas tipográficas de carácter efímero, que están vinculadas a decisiones de diseño y que en algunos casos estaban en desuso o ya habían sido modificadas. Con ello tratamos de evitar que el manual pueda confundir a los lectores de EL PAÍS con instrucciones excesivamente prolijas.
El capítulo que ha experimentado mayores cambios es el diccionario, sobre el que han trabajado intensamente durante casi un año Clara Lázaro y Álex Grijelmo, con el propósito de facilitar a los redactores de EL PAÍS normas unitarias sobre el léxico relacionado con las nuevas tecnologías de la información, que en ocasiones se están imponiendo frente a las alternativas que ofrece la lengua castellana. En otros casos, se trata de estabilizar una grafía no del todo normalizada.
Por lo demás, esta nueva edición del Libro de estilo, que pronto cumplirá 25 años, no altera sustancialmente ni los principios ni los criterios generales que establecía la primera versión del año 1977, que se debió en gran medida al incansable trabajo de Julio Alonso, continuado luego con especial dedicación y acierto por Álex Grijelmo. Entonces, como ahora, con su publicación tratamos únicamente de ofrecer a los lectores de EL PAÍS una herramienta útil para que puedan medir cada día la calidad de su periódico. Este texto nos compromete a todos cuantos hacemos EL PAÍS, y el lector está en su derecho de demandarnos un cumplimiento riguroso.
JESÚS CEBERIO
Director de EL PAÍS
Abril de 2002