CRITERIOS GENERALES
2.1. Uso del idioma. El propósito al redactar cualquier texto periodístico (noticia) es comunicar hechos e ideas a un público heterogéneo. Por tanto, el estilo de redacción debe ser claro, conciso, preciso, fluido y fácilmente comprensible, a fin de captar el interés del lector.
2.2. Los periodistas han de escribir con el estilo de los periodistas, no con el de los políticos, los economistas o los abogados. Los periodistas tienen la obligación de comunicar y hacer accesible al público en general la información técnica o especializada. La presencia de palabras eruditas no explicadas refleja la incapacidad del redactor para comprender y transmitir una realidad compleja. El uso de tecnicismos no muestra necesariamente unos vastos conocimientos, sino, en muchos casos, una notable ignorancia.
2.3. Los periodistas deben cuidar de llamar a las cosas por su nombre, sin caer en los eufemismos impuestos por determinados grupos. Así, por ejemplo, el impuesto revolucionario debe ser denominado ‘extorsión económica’, al ‘reajuste de precios’ deberá llamársele ‘subida’ y nunca una policía ‘tuvo que’ utilizar medios antidisturbios, sino que, simplemente, los utilizó.
2.4. Este Libro de estilo está dirigido a que los periodistas hagan un buen uso del castellano, pero sus indicaciones se pueden tomar de manera analógica para aplicarse a cualquier otra lengua que se emplee bajo la cabecera de EL PAÍS.
Por regla general, no deben utilizarse palabras de lenguas distintas a aquella en la que se escribe, mientras existan otras sinónimas en ese idioma. Esta norma no tiene más excepciones que las expresamente recogidas en este libro.
El criterio seguido en tales casos ha sido aceptar las palabras no castellanas impuestas por su uso generalizado, de las cuales gran parte incluso se escriben en redonda (por ejemplo, ‘squash’); las que no tienen una traducción exacta (por ejemplo, el ‘green’ del golf) y las que, de ser traducidas, perderían parte de sus connotaciones (por ejemplo, ‘ikastola’, ‘geisha’, ‘calçots’).
2.5. Las palabras no castellanas se escriben en cursiva, salvo los latinismos muy usuales y salvo las excepciones recogidas en el Libro de estilo, y, desde luego, con la acentuación, el género o los plurales que les corresponden en su idioma original.
2.6. Los términos empleados deben ser comunes, pero no vulgares. Cuando haya que incluir vocablos poco frecuentes —por estar en desuso o por ser excesivamente técnicos—, es preciso explicar al lector su significado.
2.7. Las frases deben ser cortas, con una extensión máxima aconsejable de 20 palabras. ‘La frase corta alarga la vida laboral del redactor’ (Daniel Samper, periodista colombiano).
Sujeto, verbo y complemento es regla de oro. No obstante, conviene variar la longitud y estructura de las frases y los párrafos. Es una forma de mantener el interés. Cambiar la forma, el orden y los elementos de las frases resulta más importante incluso que cambiar su longitud. Repetir la misma estructura es el camino más seguro para aburrir al lector.
El empleo de las normas básicas de este Libro de estilo no implica el uso de una escritura uniforme en todo el diario, puesto que son compatibles con la riqueza, la variedad y el estilo personal.
2.8. Es preferible utilizar los verbos en activa y en tiempo presente. Esto acerca la acción al lector.
2.9. Referencias temporales. En las informaciones siempre han de quedar bien claras las circunstancias de tiempo en que se produce la noticia, pero de modo que ello sirva para todos los soportes informativos y permita que un texto pase de uno a otro sin necesidad de correcciones en este aspecto.
Para ello, el lector, independientemente del soporte en el que vea las noticias, debe tener a su alcance con facilidad una referencia a la fecha de publicación original del texto, la foto o el vídeo, incluyendo el día de la semana.
Por tanto, en las piezas publicadas en soportes electrónicos se hará constar siempre la fecha original en la que fueron difundidos por vez primera, independientemente de que se añada el dato de cuándo se produjo la última actualización del texto o de alguno de los elementos que lo acompañan. (Véanse los apartados 7.7, 3.35 y 3.36).
Las referencias temporales dentro de las informaciones o artículos, sea cual sea el soporte empleado para su difusión, seguirán esta fórmula: ‘este jueves’, ‘este lunes’ o ‘señaló a mediodía del martes’.
2.10. Cuando se haga referencia a una fecha de publicación ya cumplida, habrá de especificarse si se trata del día en que determinado texto se publicó en la Red o bien en el que apareció en el diario impreso; puesto que pueden darse diferencias entre ambos momentos.
2.11. Si en una información se hace referencia a un día anterior, siempre que se trate de la misma semana se preferirá la mención concreta de ese día (‘el martes día 17’) al uso de un adverbio (‘anteayer’).
2.12. Rigor. La información debe ser exacta. Hay que evitar expresiones como ‘varios’, ‘un grupo’, ‘algunos’, ‘numerosos’, ‘un montón de’..., para sustituirlas por datos concretos.
2.13. En los casos conflictivos hay que escuchar o acudir siempre a las dos partes en litigio. (Véanse los apartados 1.6 al 1.14).
2.14. No hay que abusar de frases como ‘declararon a EL PAÍS’, ‘según ha podido saber EL PAÍS’ ni de otras similares. Expresiones como éstas deben reservarse para las informaciones de carácter exclusivo o excepcional.
2.15. Las muletillas como ‘en declaraciones hechas en exclusiva a EL PAÍS’, u otras análogas, están prohibidas. Tener una información en primicia o exclusiva es algo que ha de enorgullecer íntimamente al periodista, pero que no debe traspasarse al lector. Ya se encargará él, si así lo considera, de valorar este esfuerzo informativo.
2.16. Las dificultades que haya tenido el redactor para obtener los datos de su información tampoco interesan, salvo cuando tales trabas son noticia en sí; es decir, cuando añaden información.
2.17. El autor de un texto informativo debe permanecer al margen de lo que cuenta, por lo que no podrá utilizar la primera persona del singular ni del plural, salvo casos excepcionales autorizados por el responsable de la sección.
Tampoco empleará expresiones como ‘en nuestro país’, puesto que el periódico se lee también fuera de España, o en España por personas extranjeras. El adjetivo posesivo ‘nuestro’ incluye en ese caso al lector y al informador, las dos personas que se comunican, y el lector no tiene por qué ser español (y en algunos casos tampoco el periodista).
2.18. Edad. Los años que tenga el protagonista de una noticia, entrevista o reportaje constituyen un dato informativo de primer orden. Por tanto, debe incluirse siempre, a no ser que se trate de una noticia sobre un personaje sobradamente conocido. En ocasiones, además de la edad, son datos relevantes el estado físico o mental del personaje.
2.19. Hay que evitar expresiones tan desafortunadas (y frecuentes) como ‘una joven de 33 años’. La norma es la siguiente: bebé, menos de un año; niña o niño, de 1 a 12 años; joven y adolescente, de 13 a 18 años; hombre o mujer, más de 18 años. Los términos ‘anciano’ o ‘anciana’ se emplearán muy excepcionalmente, y más como exponente de decrepitud física que como un estadio de edad. En tales casos, sosláyense con expresiones como ‘un hombre de 83 años’.
2.20. Vaya entre comas o entre paréntesis, no debe suprimirse la preposición de delante del número con los años de la persona. Ejemplos: ‘Juan López, de 25 años’, o ‘Juan López (de 25 años)’, pero no ‘Juan López, 25 años’ ni ‘Juan López (25 años)’.
2.21. Citas. Jamás ha de escribirse que un personaje ha insinuado algo si no se reproduce a continuación la expresión textual, de modo que el lector pueda corroborar la interpretación del periodista o discrepar de ella.
2.22. Las citas o reproducciones literales de un texto irán entrecomilladas, no en cursiva. Hay que distinguir entre lo que es una cita textual y lo que es parafrasear un dicho.
2.23. La cita de una frase escrita o pronunciada en un idioma distinto al castellano no obliga a escribirla en cursiva; la cursiva se emplea para los neologismos o palabras sueltas no castellanas, pero no para frases enteras.
Se recomienda no abusar de citas en lengua no castellana. Se supone que la persona que escribió o pronunció una frase, si no habla español, lo hizo en su idioma (lo noticiable sería exactamente lo contrario). Este cultismo impediría al lector la comprensión del texto. La norma es igualmente válida, o especialmente válida, en los gritos o lemas, en casos como el de una manifestación. Si aun así se hace una cita en una lengua distinta al castellano —por ejemplo, para aclarar o matizar lo dicho—, entonces se añadirá la traducción entre paréntesis.
2.24. Cuando una cita encierra otra, la primera llevará comillas dobles, y la segunda, simples. En el caso de que el principio o el final de las dos citas sea el mismo, sólo se usarán las comillas dobles.
2.25. Es una incorrección sintáctica emplear que cuando se hace una cita en estilo directo. Ejemplo: ‘Marine Le Pen dijo que “yo voy a garantizar el orden’. Para expresar las palabras tal como fueron dichas no debe utilizarse el que, y sí los dos puntos y las comillas. Ejemplo: ‘Marine Le Pen dijo: “Yo voy a garantizar el orden’.
En cambio, en estilo indirecto sobran estos dos signos ortográficos, y ha de ponerse el que. Ejemplo: ‘Marine Le Pen dijo que ella va a garantizar el orden’. (Véase el apartado 13.32).
2.26. Moneda. Para los textos en una lengua española, las cantidades en moneda ajena se traducirán siempre a su equivalente en euros. Primero, la cantidad en moneda ajena; y después, entre paréntesis, su equivalencia. Cuando en una información se incluyan varias cantidades en una misma moneda y siempre que se trate de cifras redondeadas, bastará con poner la equivalencia en el primer caso. Las reconversiones monetarias no realizadas en la Redacción, recogidas en otras fuentes, deben comprobarse por sistema.
El milliard del francés, el miliardo del italiano y el billion de Estados Unidos y el Reino Unido equivalen a un millar de millones.
El conto del portugués es igual a 1.000 escudos.
Salvo en crónicas de color o en las respuestas de una entrevista, nunca se emplearán unidades monetarias populares (el duro) o en desuso (la peseta, el real).
2.27. Medidas. Las cantidades de peso, longitud, superficie o volumen no deben expresarse en cifras inferiores a la unidad, sea cual fuere ésta. Se prefiere escribir ‘nueve milímetros’ a ‘0,9 centímetros’. Otra cosa es que la cantidad contenga una fracción; por ejemplo, ‘11,200 kilogramos’. Tampoco deben emplearse las abreviaturas. Lo correcto es escribir ‘90 centímetros’ y no ‘90 cm’. Las abreviaturas sólo pueden usarse en tablas o cuadros estadísticos.
2.28. Los textos transmitidos a la Redacción deben ir encabezados también por un titular, independientemente de que éste pueda ser modificado después en la Redacción. Si se utiliza un teclado que carece de algún signo que haya de escribirse, el autor está obligado a indicar claramente, al principio de la transmisión, cuáles otros empleará como sustitutivos.
Así puede ocurrir con la eñe, en castellano; con la ele geminada (l·l), en catalán, o con la cedilla (ç), en francés.
Al pie de toda información o mensaje interno remitido por estos medios deben constar la hora y fecha del envío. En el caso del extranjero, tales datos se expresarán siempre en el horario peninsular español. Al final del texto hará figurar la palabra ‘FIN’, con mayúsculas. Ello evitará que una transmisión interrumpida sea dada por completa en la Redacción central.