El conocimiento puede estar a años luz de la experiencia.
En la espiral de los tiempos apareció un grupo de seres nacidos del gran «horno» divino y que, por expreso deseo del Innominado, recibieron la más pura de las naturalezas.
Aquel «enjambre» —tan numeroso que sólo Dios podría contarlo— se acomodó en el último y más perfecto de los universos: aquel en el que las distancias no existen.
Su perfección era tal que carecían de forma, brillando, sin embargo, como las mil caras de un diamante.
Podían penetrar todas las materias, siendo su velocidad infinitamente superior a la de la luz.
Aquellos seres, en fin, gozaban del Gran Conocimiento.
Sin embargo, Dios lo creó con un único defecto: carecían de «experiencia».
Y fueron estas mismas criaturas energéticas las que —deseosas de alcanzar la Máxima Perfección— solicitaron de la Suprema Fuerza la autorización para adquirir esa experiencia.
Y les fue concedida. Desde entonces, aquellos seres eligen con minuciosidad el lugar, el tiempo y la familia donde desean nacer y vivir.
Cambiaron su belleza, agilidad y conocimiento por un cuerpo denso y cargado de limitaciones.
Y por su expreso deseo, estos ángeles pierden su «memoria perpetua» al descender al mundo de los seres humanos y convertirse en mortales. Son muy pocos los que, a lo largo de sus azarosas vidas, llegan a intuir su verdadero origen y naturaleza.
Su necesidad de adquirir experiencias es tal que no dudan en sufrir hambre, persecuciones, miserias, enfermedades o sumirse en la ignorancia...
Los hay que limitan su período de «aprendizaje» a setenta años o a veinticuatro horas. Por razones ignoradas, muchos de estos seres se encarnan en niños, que fallecen a las pocas semanas de vida.
Otros, en cambio, «experimentan» la riqueza y el poder. Algunos, los más duros consigo mismos, optan por nacer con graves defectos físicos o psíquicos.
Sólo al morir, libres ya del pesado camuflaje humano, los espíritus llamados puros evalúan su «paso» por la vida terrestre y se juzgan a sí mismos.
La mayor parte «necesita» volver y seguir sumando «experiencias».