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LIBERA TU POTENCIAL

Richard Feynman, aficionado a tocar el bongó y físico ganador del Premio Nobel, era un tipo jovial. Pero hubo unos cuantos años, los mejores y peores de su vida, que desafiaron su entusiasmo habitual.

A principios de la década de 1940, la esposa de Feynman, Arlene, yacía en un hospital, enferma de tuberculosis. Solo podía ir a verla muy de vez en cuando porque él estaba en Los Álamos, una aislada población del estado de Nuevo México, trabajando en uno de los planes más importantes de la Segunda Guerra Mundial: el ultrasecreto Proyecto Manhattan. Por aquel entonces, Feynman no era famoso. No se le concedían privilegios especiales.

Para mantener la mente ocupada cuando terminaba su jornada laboral y la ansiedad o el aburrimiento asomaban a su cabeza, Feynman se dedicó a una actividad que le permitiría espiar los secretos más profundos y oscuros de las personas: empezó a aprender a abrir cajas fuertes.

Convertirse en un abrecajas experto no es fácil. Feynman desarrolló su intuición, dominando las estructuras internas de los cierres y practicando como un concertista de piano para que sus dedos pudieran probar rápidamente las permutaciones restantes cuando ya tenía las primeras cifras de una combinación.

Con el tiempo, Feynman se enteró de que un cerrajero profesional había sido recientemente contratado en Los Álamos: un auténtico experto que podía abrir una caja fuerte en segundos.

Un experto ¡al alcance de la mano! Feynman se dio cuenta de que si podía trabar amistad con ese hombre, los más profundos secretos de las cajas fuertes serían suyos.

EN ESTE LIBRO hemos explorado nuevas perspectivas sobre el aprendizaje. A veces, como hemos descubierto, tu deseo de entender las cosas enseguida es lo que te impide ser capaz de comprenderlas. Es casi como si, al tender tu mano derecha demasiado rápido, automáticamente tu mano izquierda la agarrara y te retuviera.

Los grandes artistas, científicos, ingenieros y maestros de ajedrez como Magnus Carlsen aprovechan los ritmos naturales de sus cerebros, empezando por una intensa concentración, trabajando duro para que el problema entre en la mente. Luego desplazan su atención a otra cosa. Esta alternancia entre las maneras de pensar concentrada y difusa permite que las nubes del pensamiento se muevan más fácilmente hacia nuevas áreas del cerebro. Con el tiempo, jirones de esas nubes, refinados, reprocesados, pueden volver con partes útiles de una solución.

La reorganización de tu cerebro está bajo tu control. La clave es una paciente persistencia, trabajando con conocimiento de causa en conjunción con los puntos fuertes y débiles de tu cerebro.

Puedes mejorar tu capacidad de concentración reorientando un poco tus reacciones a los estímulos de interrupción como el timbre del teléfono o la señal de un mensaje de texto. El Pomodoro, un período breve y cronometrado de atención concentrada, es una poderosa herramienta para despistar a esos zombis bienintencionados que son tus reacciones habituales. Cuando hayas terminado una racha de trabajo duro y concentrado, podrás saborear realmente la relajación mental que viene después.

¿El resultado de semanas y meses de esfuerzo gradual? Resistentes estructuras neuronales bien cimentadas por cada nuevo período de aprendizaje. Aprender de esta manera, con períodos regulares de relajación entre episodios de atención concentrada, no solo nos permite una mayor diversión, sino también aprender más profundamente. Los períodos de relajación nos dan tiempo para adquirir perspectiva, para sintetizar tanto el contexto como la perspectiva general de lo que estamos haciendo.

Recuerda que algunas partes de nuestro cerebro están cableadas para creer que cualquier cosa que hayamos hecho, sin importar lo claramente equivocada que pueda estar, es correcta, muchas gracias. Claro está, nuestra capacidad para engañarnos a nosotros mismos explica en parte por qué hacemos comprobaciones —«¿Esto tiene sentido realmente?»— antes de entregar un examen. Asegurándonos de que tomamos algo de distancia y adquirimos nuevas perspectivas sobre nuestro trabajo, autoevaluándonos mediante la rememoración y permitiendo a nuestros amigos que nos cuestionen, podemos evitar la competencia ilusoria durante el aprendizaje. Son ese tipo de ilusiones, así como cualquier auténtica falta de comprensión, lo que puede obstaculizar nuestro recorrido hacia el éxito en el estudio de las matemáticas y las ciencias.

La simple memorización, a menudo en el último momento, ha hecho creer ilusoriamente a muchos aprendices que entendían las matemáticas y las ciencias mientras estaban aprendiendo lo más básico. Al avanzar hacia niveles más altos del saber, su débil comprensión acababa hundiéndose.

Pero nuestro conocimiento cada vez mayor de cómo aprende en realidad la mente nos está ayudando a superar la idea simplista de que la memorización es siempre mala. Ahora sabemos que una profunda y practicada interiorización de bloques bien comprendidos es esencial para dominar las matemáticas y las ciencias. También conocemos que, del mismo modo que los atletas no pueden desarrollar adecuadamente sus músculos si se entrenan en sesiones intensivas de última hora, los alumnos de matemáticas y ciencias que practican el aplazamiento en sus estudios no pueden desarrollar bloques neuronales sólidos.

Sin importar nuestra edad ni nuestro grado de sofisticación, partes de nuestro cerebro continúan siendo infantiles. Ello significa que a veces podemos sentirnos frustrados, una señal de que debemos tomarnos un respiro. Pero nuestro niño interior siempre presente también nos da el potencial de soltarnos y usar la creatividad para ayudarnos a visualizar, recordar, convertir en algo familiar y comprender verdaderamente conceptos científicos y matemáticos que al principio pueden parecer muy difíciles.

De un modo similar, hemos visto que a veces la persistencia puede ser inoportuna: que la atención insistente en un problema bloquea nuestra capacidad para resolver ese ejercicio. Al mismo tiempo, una persistencia general a largo plazo es clave para el éxito prácticamente en cualquier campo. Este tipo de adhesión prolongada es lo que puede ayudarnos a superar a los inevitables criticones o las infortunadas vicisitudes de la vida que, temporalmente, pueden hacer que nuestros objetivos y nuestros sueños parezcan demasiado lejanos para que podamos alcanzarlos.

Un tema central de este libro es la naturaleza paradójica del aprendizaje. La atención concentrada es indispensable en la resolución de problemas, pero también puede bloquear nuestra capacidad para resolverlos. La tenacidad es clave, pero también puede hacer que nos demos cabezazos innecesariamente. La memorización es un aspecto decisivo de la adquisición de conocimiento, pero también puede hacer que nos centremos en los árboles y no en el bosque. Las metáforas nos permiten adquirir nuevos conceptos, pero también pueden hacer que nos apeguemos a concepciones erróneas.

Estudiar solo o acompañado, empezar por lo difícil o por lo fácil, aprender en base a lo concreto o a lo abstracto, éxito o fracaso... Al final, integrar las muchas paradojas del aprendizaje añade valor y significado a todo lo que hacemos.

Parte de la magia usada desde antiguo por los mejores pensadores ha sido simplificar: plantear las cosas en términos que incluso un niño pueda entender. Este era precisamente el enfoque de Richard Feynman, que retaba a algunos de los matemáticos más teóricos y esotéricos que conocía a plantear sus complicadas teorías en términos sencillos.

Resulta que podían hacerlo. Tú también. Y como Feynman y Santiago Ramón y Cajal, puedes usar los poderes del aprendizaje para que te ayuden a alcanzar tus sueños.

MIENTRAS FEYNMAN CONTINUABA refinando sus habilidades como abrecajas, trabó amistad con el cerrajero profesional. Poco a poco, charlando y sin prisas, Feynman fue más allá de las cortesías y los comentarios superficiales, profundizando más y más de modo que pudiera comprender los matices tras lo que él percibía como un absoluto dominio por parte del cerrajero.

Por fin y tras mucho tiempo, una noche, muy tarde, el más valioso de los arcanos conocimientos quedó claro:

El secreto del cerrajero era su información privilegiada sobre las configuraciones por defecto de las cajas fuertes.

Al conocer las configuraciones por defecto, el cerrajero a menudo era capaz de abrir cajas cuya combinación no había sido modificada desde la entrega por el fabricante. Aunque todos pensaban que se trataba de la magia del profesional, lo fundamental era una simple comprensión del estado en el que las cajas fuertes llegaban desde la fábrica.

Igual que Feynman, tú puedes conseguir sorprendentes revelaciones acerca de cómo entender las cosas de una manera más simple, fácil y con menos frustración. Al comprender la configuración por defecto de tu cerebro, el modo natural en el que aprende y piensa, y aprovechando ese conocimiento, tú también puedes convertirte en un experto.

Al principio del libro mencioné que hay trucos mentales simples que pueden hacer entrar las matemáticas y las ciencias en nuestro campo de atención, engañifas que son útiles no solo para las personas a quienes no se les dan bien las mates y las ciencias, sino también para aquellas que ya las dominan. Durante la lectura de este manual has hecho un recorrido por todos esos trucos. Pero, como sabes ahora, nada supera la captación de la esencia simplificada y convertida en bloque mental. Así que a continuación resumo mis pensamientos finales, la esencia condensada de algunas de las ideas centrales de este libro, destiladas en forma de las diez mejores y peores reglas para estudiar.

Recuerda: la señora Fortuna favorece a quien lo intenta. De paso, no harán ningún daño algunos consejos para aprender a aprender mejor.

DIEZ REGLAS PARA ESTUDIAR BIEN

1. Usa la rememoración. Tras leer una página, desvía la vista y rememora las ideas principales. Usa el marcador fluorescente solo en contadas ocasiones y nunca marques nada que no hayas interiorizado antes mediante la rememoración. Intenta recordar las ideas principales mientras caminas para ir a clase o en una habitación que no sea donde las aprendiste. La capacidad para rememorar, o recuperar las ideas por ti mismo, es uno de los indicadores clave de un buen aprendizaje.

2. Ponte a prueba. Acerca de todo. Una y otra vez. Las tar jetas de aprendizaje son tus amigas.

3. Reduce tus problemas a bloques. Comprender y practicar la solución de un problema mediante la reducción a bloques facilita que la mente pueda recuperarla en un instante. Tras resolver un enigma, ensaya con él. Asegúrate de que sabes solucionarlo en frío, con todos los pasos. Imagina que es una canción y aprende a cantarla mentalmente una y otra vez, de modo que la información se combine de manera fluida en un bloque que puedas recuperar siempre que quieras.

4. Practica el repaso espaciado. Reparte tu aprendizaje de cada materia a lo largo de los días, como un atleta. Tu cere bro es como un músculo: solo puede arreglárselas con cierta cantidad de ejercicio en una materia cada vez.

5. Alterna varias técnicas de resolución de problemas cuando estés practicando. No practiques nunca demasiado tiempo en una misma sesión con una misma técnica de resolución de problemas: al poco rato, solo estás imitando lo que habías hecho con los ejercicios anteriores. Haz una mezcla y trabaja en diferentes tipos de problemas. Eso te enseña a la vez cómo y cuándo debes usar una técnica. (Generalmente los libros no están organizados de esta manera, de modo que tendrás que arreglártelas por tu cuenta.) Tras cada corrección de deberes o exámenes, repasa tus errores, asegúrate de que entiendes por qué los cometiste y reformula tus soluciones. Para estudiar de un modo más efectivo, escribe a mano (no a máquina) un problema en el anverso de una tarjeta y la solución en el reverso. (La escritura a mano construye estructuras neuronales más fuertes en la memoria que la realizada con teclado.) También puedes tomar una foto de la tarjeta si quieres cargarla en alguna aplicación de móvil para el estudio. Hazte preguntas salteadas sobre diferentes tipos de problemas. Otra posibilidad es abrir el libro por una página al azar, escoger un problema y ver si puedes resolverlo en frío.

6. Tómate descansos. Es muy común no ser capaz de resolver problemas o entender conceptos científicos o matemáticos la primera vez que te encuentras con ellos. Por eso estudiar un poco cada día es mucho mejor que hacerlo prolongadamente una sola vez. Cuando estés frustrado por algun problema científico o matemático, tómate un descanso de modo que otra parte de tu mente tome el relevo y trabaje en segundo plano. 7. Pídete explicaciones y busca analogías simples. Siempre que estés peleándote con un concepto, piensa: «¿Cómo puedo explicar esto de tal modo que pudiera entenderlo un niño de diez años?». El uso de una analogía es realmente útil, como por ejemplo decir que el flujo de la electricidad es parecido al del agua. No te limites a pensar tu explicación: dila en voz alta o escríbela a mano. El esfuerzo adicional de hablar y escribir te permite codificar más profundamente (es decir, convertir en estructuras neuronales de memoria) lo que estás aprendiendo.

8. Concéntrate. Silencia todas las alarmas y avisos de tu móvil y tu ordenador y luego pon un temporizador de veinticinco minutos. Concéntrate intensamente durante ese período e intenta trabajar tan diligentemente como puedas. Cuando se acabe el tiempo, concédete alguna pequeña recompensa o diversión. Unas cuantas sesiones de estas cada día pueden hacer que avances realmente en tus estudios. Intenta marcarte unos momentos y unos lugares en los cuales estudiar (sin mirar el ordenador o el móvil) sea algo que te sale de modo natural.

9. Haz lo más desagradable en primer lugar. La tareamás incómoda, hazla temprano, cuando estás fresco.

10. Haz un contraste mental. Represéntate mentalmente de dónde vienes y contrástalo con el lugar al que sueñas que te lleven tus estudios. Pon una imagen o una nota en tu lugar de trabajo para que te recuerde tu objetivo. Mírala cuando sientas que te falla la motivación. ¡Esta dedicación dará sus frutos tanto para ti como para tus seres queridos!

DIEZ REGLAS PARA ESTUDIAR MAL

Evita estas técnicas: pueden hacerte perder mucho tiempo ¡aunque te hagan pensar que estás aprendiendo!

1. Relectura pasiva. Estar sentado pasivamente y recorrer una página con la mirada una y otra vez. A menos que puedas demostrar que la materia estudiada se está trasladando a tu cerebro mediante la rememoración de las ideas principales sin mirar la página, la relectura es una pérdida de tiempo.

2. Dejarte desbordar por el marcador fluorescente. Destacar partes de los textos puede engañar a tu mente para que piense que estás poniendo algo en el cerebro, cuando todo lo que estás haciendo en realidad es mover la mano. Destacar algunas cosas aquí y allá está bien: a veces puede ser útil para señalar puntos importantes. Pero si estás usando el marcador como una herramienta de memorización, asegúrate de que lo que marcas también llega a tu cerebro.

3. Mirar sin más la solución de un problema y pensar que sabes resolverlo. Es uno de los peores errores que los alumnos cometen cuando estudian. Tienes que ser capaz de resolver un problema paso a paso, sin mirar la solución.

4. Esperar hasta el último momento para estudiar. ¿Te entrenarías en el último momento si quisieras prepararte para una competición de atletismo? Tu cerebro es como un músculo: solo puede arreglárselas con cierta cantidad de ejercicio en una materia cada vez.

5. Resolver repetidamente problemas del mismo tipo que ya sabes cómo resolver. Si para practicar solo te sientas a resolver problemas similares, en realidad no te estás preparando para un examen: es como entrenarte para un importante partido de baloncesto practicando solo tu técnica del regate.

6. Dejar que las sesiones de estudio junto a los amigos se conviertan en ocasiones para charlar. Poner a prueba tu habilidad para resolver problemas junto a tus amigos y haceros preguntas mutuamente acerca de lo que sabéis, son actividades que pueden hacer el estudio más gozoso, poner en evidencia fallos en tus razonamientos y profundizar tu aprendizaje. Pero si vuestras sesiones de estudio conjunto se convierten en diversión antes de terminar el trabajo, estás perdiendo el tiempo y deberías encontrar otro grupo de estudio.

7. Olvidar leer el libro de texto antes de empezar a trabajar en los problemas. ¿Te tirarías a una piscina antes de aprender a nadar? El libro de texto es tu profesor de natación: te guía hacia las respuestas. Si no te preocupas de leerlo, tropezarás y perderás el tiempo. Sin embargo, antes de empezar a leer, echa un rápido vistazo al capítulo o a la sección para hacerte una idea del tema que trata.

8. No consultar con tus profesores o compañeros de clase para clarificar puntos confusos. Los enseñantes estamos acostumbrados a que los alumnos que se sienten algo perdidos vengan en busca de orientación: ayudarte es nuestro trabajo. Los estudiantes que nos preocupan son los que nunca vienen. No seas uno de ellos. 9. Pensar que puedes aprender en profundidad cuando tienes distracciones constantes. Cada pequeña distracción por un mensaje de texto o por una conversación significa que disminuye la potencia cerebral dedicada al aprendizaje. Cada mínimo tirón de atención interrumpida arranca pequeñas raíces neuronales antes de que puedan crecer.

10. No dormir lo suficiente. Mientras duermes, tu cerebro combina técnicas de resolución de problemas y también practica y repite lo que has asimilado antes de ir a dormir. La fatiga prolongada facilita la acumulación de toxinas en el cerebro, saboteando las conexiones neuronales que necesitas para pensar de manera rápida y correcta. Si no duermes bien antes de un examen, nada de lo que hayas hecho importará.

PÁRATE A PENSAR

Cierra el libro y aparta la mirada. ¿Cuáles eran las ideas más importantes de este libro? Mientras reflexionas, considera también cómo vas a usarlas para que te ayuden a transformar tu aprendizaje.