ANEXO 3

PROPUBLICA

20 de diciembre

Dentro de la Unidad de Delitos Crepusculares del FBI

A pesar de su reticencia a crear una unidad concreta para investigar a una porción de la sociedad estadounidense, el FBI ha reunido una pequeña unidad para resolver ciertos delitos relacionados con los crepusculares. Bajo el nombre de División para Delitos de Origen Indeterminado, se ha encargado de investigar muchos delitos en los que se sospecha la participación de crepusculares.

El agente Hugo Zumthor, de la Oficina Federal de Investigación, lleva desde el principio al frente de este tipo de investigaciones. En sus inicios, se encargó de las pesquisas sobre un grupo de crepusculares conocido como la Sociedad de Honor, que estaba involucrada en la trata de personas para la extracción de su sangre y en la importación ilegal de sangre a ciertas comunidades. Zumthor siguió el rastro de esta organización criminal desde Chicago a Londres, donde la sociedad vendía los frascos de sangre recogidos de varios países del este de Europa. Después la transportaban a los Estados Unidos a través de cargueros, oculta entre mercancía legal. Zumthor descubrió esta red durante la investigación de un señor de la guerra de Ciudad de Benin (Nigeria), que se dedicaba al contrabando de cocaína.

El trabajo posterior de la División para Delitos de Origen Indeterminado, la CIA y la ATF reveló que los clanes criminales crepusculares también estaban involucrados en la trata de personas procedentes de países pobres de Latinoamérica, Europa del Este y Asia, lo que coincidió con el descenso del tráfico de contenedores con sangre. La conclusión era que los crepusculares no recibían los nutrientes necesarios de la sangre degradada que se enviaba en los contenedores y habían decidido ir directamente a la fuente: suministrar humanos que cubrieran sus necesidades.

Dada la falta de una verdadera estructura similar a la de otras entidades criminales, los clanes crepusculares parecían funcionar como grupos paralelos laterales que coordinaban sus acciones a través de reuniones y comunicaciones digitales, como redes antiguas de mensajería instantánea y plataformas menos reguladas, tipo WhatsApp y UPchat. También recalcaban a sus miembros la necesidad de llevar un estilo de vida discreto, para que el público no los percibiera como criminales. Sin embargo, «los crepusculares ya eran bastante llamativos de por sí», nos aclara el agente Zumthor. «No estoy seguro de que fuera tan eficaz, puesto que los clanes ampliaron sus actividades para incluir el blanqueo de dinero, los amaños en las concesiones de obras civiles, el robo, la extorsión y el tráfico de armas. Los beneficios los invirtieron en hoteles, restaurantes y propiedades inmobiliarias. El oro robado lo usaron, desde el principio, para salvaguardar el capital financiero del régimen de independencia de Nick Bindon Claremont —concluye Zumthor—. Al menos, ahora podemos ver a qué nos enfrentamos».

Aunque cuenta con un presupuesto pequeño comparado con el de otras divisiones del FBI, esta unidad ha demostrado su valía en no pocas ocasiones, al detener a muchos sospechosos y disolver varios sindicatos del crimen en los que ha quedado demostrada la participación de los crepusculares.