PARTE SEGUNDA
EL ENEMIGO

“Arias, cuyas virtudes parece no eran otras que aquellas

sembradas en su corazón por la tosca mano de la naturaleza

—como que por su condición social y por el medio en que se

desenvolvió su vida, no había tenido ocasión para recibir ni

el ejemplo del hogar de rango, ni los principios morales que

educan y forman el espíritu de los grandes ciudadanos—, no

estaba impuesto ni podía amar el deber y el bien como es

debido, porque sus obligaciones y preceptos no le eran

conocidos suficientemente.(...)

Su propia gloria vino a ser aquí el genio de su perdición.

Militó con denuedo; escarmentó a los enemigos: se burló de

ellos; fue premiado ostentosamente por el gobierno de la

nación con grados y condecoraciones; oyó su nombre resonar

en las ciudades con la admiración y el respeto tributado a

los héroes, y sintió su influencia moral pesando

profundamente desde las sierras de Humahuaca hasta las

llanuras del Chaco, influencia que lo convertía en caudillo

de tan dilatada región. Mas tanta opinión, tanta loa, tanta

gloria, hincharon su vanidad y descompusieron su seso;

pero a extremo tanto, que la vanidad se transformó en

soberbia, y así como Luzbel engreído de su hermosura y

satisfecho de su esplendor, bebió a sorbos tan grandes la

soberbia que se consideró igual y aun más que el Eterno

poderoso, y capaz, por ende, de derribarlo de su trono

inmortal, así de manera semejante cegó el orgullo los ojos

de este famoso gaucho, sintiendo sus dotes tan fuertes, tan

grandes y excelentes, que se consideró en un momento de

demencia superior a Güemes.”

BERNARDO FRÍAS, Historia del General Martín Güemes y de la

provincia de Salta, o sea de la independencia argentina.