INTRODUCCIÓN

 

1. PERFILES DE LA ÉPOCA

 

La época de don Juan Manuel, finales del siglo XIII primera mitad del XIV es un período de tiempo de revueltas y grandes problemas políticos. En los reinos de Castilla y León, en 1284, muere Alfonso X y accede al trono el segundogénito, Sancho IV, lo cual suponía crear una fractura en el orden dinástico. Estos problemas dinásticos se continúan a lo largo de toda la época de don Juan Manuel pues los herederos de Sancho IV (1285-95), Fernando IV (1285-1312) y Alfonso XI (1311-50) sufrirían las consecuencias de las minorías y los regentes. La Reconquista apenas avanzó en esta época y en este sentido destaca la invasión de los benimerines en 1339 que fueron derrotados al año siguiente en la batalla del Salado, a pesar de lo poco que progresó el territorio recuperado, fue de vital importancia ya que permitió el dominio del Estrecho de Gibraltar y, por lo tanto, la vía de comunicación entre el Atlántico y el Mediterráneo. Por otra parte, el papado sufrió numerosos problemas debido a las intromisiones de la monarquía francesa, contra la que sostuvo una fuerte pugna Bonifacio VIII (1294-1303) y que desembocaría, tras la elección de Clemente V (1305-1314), en el traslado de la corte papal a la ciudad francesa de Aviñón, dando lugar al llamado Cautiverio de Aviñón (1309-1377). En Francia también se originó un agudo problema dinástico al extinguirse la dinastía de los Capetos y pretender el trono el rey inglés Eduardo II, lo cual inició la llamada Guerra de los Cien Años (1337-1453) que no sólo afectó a Francia e Inglaterra sino también a Castilla y Flandes. Mientras que la corona aragonesa inicia su expansión mediterránea con la dominación de las islas de Córcega (1323) y Cerdeña (1324) y la fundación del ducado catalán de Atenas (1326).

Debido a los problemas dinásticos habidos a la muerte de Alfonso X, se produce una especie de guerra civil en Castilla, que tendrá un resurgimiento cuando Sancho IV muera y deje el trono a su hijo Fernando IV, ya que se le consideraba ilegítimo al no haber tenido el matrimonio de Sancho IV y María de Molina la licencia papal. En este período surgen las Hermandades de las ciudades y concejos que se unen para defenderse de las pretensiones de los nobles. Es también una época de crisis económica pues la enorme expansión territorial de Castilla no estuvo acompañada por una adecuada repoblación y explotación de los espacios ocupados, además hubo una preponderancia de la ganadería sobre la agricultura lo que llevó a una escasez de alimentos lo cual tuvo dos consecuencias: unas fortísimas subidas de precios y hambrunas que también se vieron propiciadas por las adversas condiciones climáticas que predominaron durante el primer cuarto del siglo XIV, que produjeron enormes mortandades, y a esto se añade que en 1348 se inició la mayor plaga de peste negra, afección de la que moriría Alfonso XI en cerco de Gibraltar en 1350.

La época juanmanuelina desde el punto de vista cultural es floreciente, brillante. Surgen varias universidades como la de Alcalá de Henares (1293), Coimbra, Córdoba y Lérida (1301). Nacen grandes autores como Petrarca (1304), Boccaccio (1313), Pero López de Ayala (1332) o Geoffrey Chaucer (1340), y mueren otros como Dante Alighieri (1321) o el rey don Dinís (1325) y el pintor Giotto (1337). Es un período prolífico. Hacia 1292 aparecen los Castigos e documentos del rey don Sancho y la versión castellana de la Gran Conquista de Ultramar que cuenta la historia de las cruzadas; en torno a 1303 se concluye el Libro del caballero Zifar la primera novela de caballerías castellana y en 1343 Juan Ruiz finaliza su Libro de Buen Amor, en 1344 se escribe la Crónica de 1344 y en 1348 Boccaccio inicia la composición del Decamerón y en Castilla aparece el Poema de Alfonso XI. La dinastía nazarí de Granada edifica la Alhambra. Es la época del gran médico Guido de Cauliaco.

 

2. CRONOLOGÍA

 

AÑO

AUTOR-OBRA

HECHOS HISTÓRICOS

HECHOS CULTURALES

 

 

1282

5 de mayo: nace don Juan Manuel en Escalona (Toledo)

Rebelión del infante Sancho, futuro rey, contra su padre, Alfonso X. Vísperas Sicilianas, Pedro III el Grande, rey de Aragón, proclamado rey de Sicilia.

 

 

1283

Muere el infante don Manuel, su padre. Hereda el Adelantamiento de Murcia.

 

 

 

1284

 

Muere el rey Alfonso X, le sucede su hijo Sancho IV. Felipe IV el Hermoso rey de Francia.

 

 

1285

 

Muere Pedro III de Aragón y le sucede Alfonso III el Liberal.

 

 

1290

Muere su madre, Beatriz de Saboya.

Encuentro de Sancho IV y Felipe el Hermoso en Bayona; el rey francés se compromete a no ayudar a los infantes de la Cerda.

Fundación de la Universidad de Lisboa (más tarde se trasladará a Coimbra).

 

1291

 

Muere Alfonso III de Aragón y le sucede Jaime II, con quien se inicia la expansión aragonesa por el Mediterráneo. Pérdida de San Juan de Acre en Tierra Santa.

 

 

1292

 

Conquista de Tarifa; Guzmán el Bueno es el alcaide de la plaza.

Composición de los Castigos y documentos del rey don Sancho y la Gran Conquista de Ultramar.

 

1293

 

 

Sancho IV funda el Estudio alcalaíno siguiendo el modelo vallisoletano.

 

1294

Primera acción bélica de Juan Manuel, sus hombres derrotan a Iahazan Abenbucar Abenzayen. En septiembre recibe en Peñafiel a Sancho IV, su primo, muy enfermo. Poco después se entrevista en Madrid con él.

 

 

 

1295

 

Muere Sancho IV. Los seguidores de los infantes de la Cerda se organizan para usurpar la corona. Minoría de Fernando IV. Su madre, Mª de Molina es regente. Se ve envuelto en las rivalidades dinásticas.

 

 

1296

 

Aragón comienza la toma de la zona fronteriza de Alicante con Murcia, gobernada por J. Manuel.

 

 

1297

 

Tratado de Alcañices firmado entre María de Molina y Dinís de Portugal.

 

 

1299

Contrae matrimonio con la infanta Isabel de Mallorca, matrimonio que había sido concertado por Sancho IV.

Aragón y Portugal guerrean contra Castilla.

 

 

1300

Obtiene Alarcón a cambio de Elche, que había sido tomada por los aragoneses.

 

 

 

1301

Muere la infanta Isabel, su esposa.

Fin de la minoría de Fernando IV.

Se crean las universidades de Córdoba y Lérida.

 

1302

 

Promulgación de la bula papal Unam sanctam contra Felipe el Hermoso, rey de Francia.

 

 

1303

Se entrevista con Jaime II y concierta su matrimonio con doña Constancia, hija, de pocos años, de Jaime II, a quien toma por señor natural salvo en caso de guerra contra Castilla; le son devueltas Murcia, Elche y otros territorios. Fernando IV quiere asesinarlo.

Muere el infante don Enrique tío de Sancho IV.

Fecha aproximada para la composición del Libro del caballero Zifar.

 

1304

Elche pasa definitivamente a Aragón, pero J. Manuel conserva Villena y cambia Alarcón (de Castilla) por Cartagena (de Aragón).

Pacto castellano-aragonés en Ágreda. Alfonso de la Cerda renuncia a sus supuestos derechos dinásticos y obtiene a cambio un inmenso señorío. Muere el papa Bonifacio VIII.

Nace Petrarca.

 

1306

En mayo se firman las capitulaciones matrimoniales con doña Constanza, niña de seis años, con la promesa de no consumar el matrimonio hasta que cumpla doce.

 

 

 

1307

 

Llega de Roma la noticia de que Fernando IV debe confiscar todas las posesiones de los templarios.

 

 

1308

 

Alianza castellano-aragonesa para continuar la Reconquista.

Traslado a Coimbra de la universidad que fundó don Dinís en Lisboa.

 

1309

 

Encuentro de Fernando IV y Jaime II en Ariza para concertar la campaña de Almería, asiste don Juan Manuel. Fernando IV toma Gibraltar. Muere Guzmán el Bueno. Traslado de la Santa Sede a Aviñón.

 

 

1310

Juan Manuel y su tío, el infante don Juan, abandonan en Algeciras la campaña alegando desavenencias con el rey castellano. La empresa fracasa.

 

Nace Gil Álvarez de Albornoz.

 

1311

Se casa con doña Constanza.

Nace Alfonso XI. Se fundan los condados aragoneses de Atenas y Neopatria.

Comienzan las obras de la Catedral de Gerona.

 

1312

Pierde el Adelantamiento de Murcia.

Muere Fernando IV. Nueva minoría real.

 

 

1313

Es nombrado mayordomo.

En las Cortes de Palencia se logra una regencia compartida entre María de Molina, y los infantes don Juan y don Pedro.

Nace Boccaccio.

 

1314

 

Cortes de Burgos. Se organiza una Hermandad para defender las ciudades y las villas de los abusos de los nobles. Mueren el papa Clemente V y el rey Felipe IV de Francia. Fin de la Orden del Temple con la ejecución de Jacques Moley y otros dignatarios de la orden.

 

 

1316

 

 

Muere Gil de Roma, autor del De regimine principum.

 

1318

Funda el convento dominico de Peñafiel.

Don Dinís funda, con las propiedades de los abolidos Templarios, la orden de Cristo.

 

 

1319

Juan Manuel es corregente junto con María de Molina y el infante don Felipe, aunque Jaime II le había aconsejado que se ocupara él solo del reino.

Mueren los regentes don Pedro y don Juan. Anarquía general durante la crisis de 1319-25. Fundación de la orden de Montesa con los restos de la Orden del Temple aragonesa.

 

 

1320

Usa plenos poderes como tutor, para lo que se fabricó un sello real.

 

 

 

1321

Alfonso XI obliga a don Juan Manuel a abandonar la regencia. Se concierta el matrimonio de su hija Constanza con el rey. Fuertes confrontaciones entre don Juan Manuel y su cuñado, el arzobispo de Toledo.

El papa Juan XXII envía un legado a Castilla para poner fin a las disputas nobiliarias. Muere María de Molina. La Castilla rural cae bajo el pillaje y el saqueo.

Muere Dante Alighieri.

 

1324

 

Se utiliza por primera vez la pólvora en Europa, en la ciudad francesa de Metz.

 

 

1325

Reconciliación entre don Juan Manuel y el arzobispo de Toledo. Las cortes de Valladolid sancionan el matrimonio de Alfonso XI y Constanza Manuel. Ya está concluida la Crónica abreviada.

Mayoría de edad de Alfonso XI. Muere don Dinís, rey de Portugal, sube al trono Alfonso IV, el Bravo.

 

 

1326

Don Juan Manuel vence a los musulmanes en Málaga. Escribe el Libro del cavallero e del escudero en Sevilla y ya ha debido de concluir el Libro de la caza.

Alfonso XI comienza a estabilizar la situación interna asesinando a Juan el Tuerto en Toro. 

 

 

1327

Muere doña Constanza, su esposa. Alfonso XI retiene en Toro a doña Constanza Manuel. Juan Manuel se desnatura del reino de Castilla y declara la guerra al rey buscando la alianza del rey de Granada. Hace las paces con el rey. Comienza la redacción del Libro de los estados.

Alfonso XI se casa con María de Portugal. Muere Jaime II, reina Aragón Alfonso IV el Benigno.

 

 

1328

 

Muere Carlos IV de Francia, con lo que se extingue la casa de los Capetos, y se entroniza la casa de Evreux.

 

 

1329

Se casa en terceras nupcias con Blanca Núñez de Lara. Se aparta de la política hasta 1335.

 

 

 

1330

 

Primeras invasiones turcas en Europa.

Primera redacción del Libro de Buen Amor.

 

1332

Nace Fernando, hijo de Juan Manuel. Finaliza el Libro de los estados.

 

Nace Pero López de Ayala.

 

1333

 

Caída de Gibraltar en manos de Mohamed IV de Granada. Llegada de un nuevo contingente musulmán a la península.

 

 

1334

Alfonso XI ataca a don Juan Manuel por haberle negado su ayuda en el cerco de Gibraltar. Se declara súbdito del rey de Aragón, del que recibe el título de Príncipe de Villena.

 

Construcción del Generalife y ampliación de la Alhambra.

 

1335

12 de junio, concluye El conde Lucanor. Julio: deniega públicamente el homenaje a la corona castellana, aduciendo, en esta ocasión, que el rey impedía el matrimonio de su hija con Pedro de Portugal. El rey marcha para atacarle en Peñafiel, pero don Juan Manuel huye a Valencia.

 

 

 

1336

 

Nueva invasión de los benimerines.

 

 

1337

Nueva avenencia entre Juan Manuel y el rey por intercesión de Juana Núñez “Palomilla”. c. 1326-27 escribe el Libro infinido.

Alfonso XI pacifica finalmente el reino. Comienza la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia.

Muere Giotto.

 

1340

Batalla del Salado y victoria de Alfonso XI. La participación de don Juan Manuel en la batalla del Salado es a la vez alabada y criticada.

Matrimonio de Constanza con Pedro de Portugal.

Nace Geoffrey Chaucer.

 

1342

Escribe el Prólogo general de sus obras. Después de este año escribe el Tratado de la Asunción de la Virgen María.

Se inicia el asedio de Algeciras, en el que participa Juan Manuel.

 

 

1344

 

Caída de Algeciras; Juan Manuel, llevando la enseña de Castilla, encabeza el ejército cristiano.

Se escribe la Crónica de 1344.

 

1346

 

La artillería inglesa derrota a la caballería francesa en Crèzy, y los ingleses toman la ciudad de Calais.

 

 

1347

 

Llega la peste bubónica a Gibraltar.

 

 

1348

A finales del año, o principios de 1349, muere don Juan Manuel.

 

 

 

1350

Leonor Guzmán, amante del rey, prepara el matrimonio de su hijo Enrique con Juana Manuel.

Viernes Santo: Alfonso XI muere de peste en el sitio de Gibraltar.

 

 

1367

 

Muere Pedro I de Portugal y le sucede su hijo Fernando, nieto de don Juan Manuel.

 

 

1369

 

23 de marzo: asesinato de Pedro I el Cruel en Montiel. Juana Manuel es reina de Castilla tras la victoria de los Trastámara.

 

 

1379

 

25 de julio: el nieto de Juan Manuel es coronado rey en Burgos; es el segundo rey de la casa de Trastámara y reina con el nombre de Juan I.

 

 

 

3. VIDA Y OBRA DE DON JUAN MANUEL

 

3.1. VIDA

Don Juan Manuel fue nieto de Fernando III el Santo, sobrino de Alfonso X el Sabio, primo de Sancho IV el Bravo, tío de Fernando IV el Emplazado, tutor de Alfonso XI el Batallador, padre de Constanza, que fue esposa de Enrique II, y de Juana Manuel, esposa de Pedro I de Portugal, y por último fue abuelo de Juan I de Castilla y Fernando I de Portugal, e incluso él mismo fue considerado rey en el reino de Murcia, ya que su padre y sus herederos habían recibido aquel señorío con la condición de que “troxiessen su casa et su fazienda en manera de reys” (I: 132) 1, aunque nunca utilizó dicho título, ni tampoco el muy difundido y erróneamente aplicado de infante, pues él no era hijo de rey, correspondiéndole, por el contrario, el de príncipe, por haberse casado con las princesas Isabel de Mallorca en 1299 y Constanza de Aragón en 1303, y también porque Alfonso IV de Aragón le nombró, de manera honorífica, Príncipe de Villena, título que luego trocaría don Juan Manuel por el de duque, por considerarlo de mayor categoría.

Nació un martes cinco de mayo de 1282 en el pueblo toledano de Escalona, a orillas del río Alberche. Fueron sus padres el infante don Manuel, hijo menor de Fernando III, y doña Beatriz de Saboya, hija de Amadeo IV. Dieciocho meses después, en 1284, murió su padre y en 1290, cuando apenas contaba ocho años, su madre, que se había encargado de su educación.

Al contrario que otros autores de la época —Juan Ruiz—, él mismo nos ha legado multitud de datos y hechos de su vida. La primera acción bélica en la que se vio envuelto ocurrió cuando no tenía nada más que doce años, cuando el rey le envió “a tener frontera con los moros” en el reino de Murcia, hecho en el que sus hombres vencieron a Iahazan Abenbucar Abenzayen, aunque al jovencísimo don Juan Manuel lo dejaron a buen recaudo en la ciudad de Murcia, según cuenta en el Libro de las armas “ca se non atrevieron a me meter en ningún peligro porque era tan moço” (I: 135).

En septiembre de 1294 recibió, según el Libro de las armas, a su primo el rey Sancho IV el Bravo en Peñafiel, villa y castillo que le regalara don Sancho cuando nació, y poco más tarde le visitó en Madrid cuando el rey estaba ya moribundo, teniendo lugar la célebre conversación de la que nos da una recreación personal en dicha obra.

A consecuencia de la muerte en 1275 de don Fernando de la Cerda, primogénito y heredero de Alfonso X, se vio envuelto en las luchas dinásticas puesto que Alfonso III de Aragón había reconocido como rey de Castilla a Alfonso de la Cerda, hijo mayor de don Fernando, el cual le dio como pago de su protección el reino de Murcia, del que era Adelantado don Juan Manuel al haber muerto su padre; y como Jaime II, después de la toma de Tarifa (1292), reconoció también los derechos dinásticos de Alfonso de la Cerda, no es de extrañar que don Juan Manuel estuviese preocupado por estos problemas dinásticos, sobre todo cuando él y su padre fueron siempre partidarios de Sancho IV. Por eso, cuando Jaime II alegó sus derechos sobre Murcia, don Juan Manuel perdió Elche, por lo que exigió a la reina doña María de Molina que le entregase a cambio Alarcón.

En 1299 se casó con la infanta Isabel de Mallorca, que murió dos años después. En mayo de 1303 se entrevistó con el rey Jaime II para solventar sus problemas sobre Elche y hablarle de la política castellana. Como deseaba estar a bien con el rey aragonés, le pidió como esposa a su hija Constanza, que aún era muy niña, a lo que accedió Jaime II, lo cual le obligaba a defender a don Juan Manuel de sus enemigos y éste le aceptaba como rey de Murcia y señor natural, excepto en caso de haber guerra contra Castilla, que entonces permanecería neutral. No es de extrañar, pues, que Fernando IV quisiera matarlo, según supo don Juan Manuel por medio de un emisario del rey de Aragón.

En 1304, en Ágreda, se firmó la paz entre Castilla y Aragón, con lo que Elche quedó definitivamente incorporada a la corona aragonesa, con las protestas de don Juan Manuel, que conservó Villena y cambió Alarcón por Cartagena. Dos años más tarde firmó las capitulaciones matrimoniales con Constanza, de seis años aún, prometiendo llevarla al Alcázar de Villena y no consumar el matrimonio hasta que ella cumpliese los doce años. En 1309 asistió al encuentro de Ariza entre Fernando IV y Jaime II, donde se organizó la campaña de Almería. Juan Manuel y su primo hermano, el infante don Juan, hermano menor de Sancho IV, no fueron muy partidarios de este proyecto y a principios de 1310 abandonaron la lucha. Esto hizo que la guerra fracasara y ambos Juanes anduvieran vagando por el reino de León, temerosos del rey castellano, aunque pronto se avinieron con él. El 3 de abril de 1311, en Valencia, se casó definitivamente con doña Constanza, y en el castillo de Garcimuñoz recibió la noticia de la muerte de Fernando IV, acaecida el 7 de septiembre de ese mismo año, con lo que sus problemas comenzaron de nuevo, pues el sucesor de la corona, Alfonso XI, apenas contaba con trece meses de vida.

Los tutores del rey Alfonso XI, los infantes don Pedro y don Juan, le quitaron el Adelantamiento de Murcia, pues los murcianos no le querían. Tras la muerte de ambos, acaecida en 1319, don Juan Manuel llegó a ser corregente junto con doña María de Molina y el infante don Felipe, tío de Alfonso XI, y como tal intervino activamente en los negocios castellanos, actuando con cierta brutalidad, sobre todo a partir de la muerte de doña María de Molina, acaecida el 30 de junio de 1321, por lo que el propio Alfonso XI le obligó a declinar la regencia. En este momento se le plantea un nuevo y duro problema a don Juan Manuel, que le acarreó no pocos disgustos, pues el rey, que entonces contaba quince años de edad, le pidió por esposa a su hija Constanza, pero el matrimonio no se llegó a realizar a pesar de que fue sancionado por las Cortes de Valladolid de 1325, y el rey llegó, incluso, a retener a doña Constanza en Toro como rehén. Así, en 1327, año en el que murió su mujer, doña Constanza, se desnaturó del reino de Castilla y le declaró la guerra a Alfonso XI, para lo que pidió ayuda a los moros de Granada en una carta que interceptó el rey. Finalmente llegó a un acuerdo con Alfonso el Batallador por el cual conservaba todos sus privilegios y se le devolvía el Adelantamiento del reino de Murcia. A esta época se refiere el propio don Juan Manuel en el Libro de los estados como “doloroso et triste tiempo” (I: 208). En el año 1329 se casó en terceras nupcias con doña Blanca Núñez de Lara, hija de Juana Núñez y el hijo del primer Fernando de la Cerda. De este matrimonio nació, en 1332, don Fernando, su primogénito, para quien escribiría años más tarde el Libro infinido.

Entre 1329 y 1335 tuvo un período de gran actividad literaria y un relativo alejamiento de la política y las luchas. A pesar de ello tuvo un nuevo enfrentamiento con el rey Alfonso XI ya que no quiso ayudarle en el sitio de Gibraltar. Así, en 1334, el rey marchó desde Sevilla contra don Juan Manuel y su cuñado Juan Núñez; este hecho le obligó a visitar al rey de Aragón, al que confió sus temores y deseos de seguir en paz con el rey de Castilla. En 1336 se volvió a desnaturar, alegando, entre otros motivos, que Alfonso XI tenía presa a su hija Constanza y que no la dejaba partir para que se casase con el infante don Pedro, hijo de Alfonso IV de Portugal, por lo cual el rey marchó hacia Peñafiel y don Juan Manuel se vio obligado a refugiarse en Valencia, aunque al año siguiente se avinieron de nuevo por medio de un acuerdo firmado en Madrid y participaría, junto a Alfonso XI, en la batalla del Salado y en la toma de Algeciras (1340), sin embargo, la Crónica de Alfonso XI (cap. XXV) le acusa de cobardía. Poco tiempo después encontramos a nuestro autor en el castillo de Garcimuñoz arreglando el matrimonio de su hijo Fernando con una hija de don Ramón Berenguer.

Tuvo algunos años de relativa calma, los cuales pasó normalmente en Murcia y murió a finales de 1348 o principios de 1349. Fue enterrado, de acuerdo con las instrucciones de su testamento “en el mi alcáçar en la eglesia nueva ante el altar mayor”, o lo que es lo mismo, ante el altar mayor del convento dominico de Peñafiel que fundó en 1318, en donde también enterraron a su esposa doña Constanza y al que confió la custodia de sus obras para que nadie le imputara errores debidos a la impericia de los copistas.

 

3.2. OBRA

Don Juan Manuel es uno de los primeros autores españoles que presenta una clara conciencia de escritor, y que además se preocupó por la transmisión de su obra:

 

«...don Johan ruega a los que leyeren cualquier libro que fuere trasladado del que él compuso, o de libros que él fizo, que si fallaren alguna palabra mal puesta, que non pongan la culpa en él, fasta que vean el libro mismo que don Johan fizo, que es emendado, en muchos logares, de su letra...»

 

A pesar de esta preocupación, el códice con sus obras completas, corregido por él mismo, que depositó en el convento de Peñafiel, se ha perdido.

Nos han llegado varias copias de sus obras, algunas incompletas y no muy bien copiadas. Sabemos qué obras compuso y cuáles se han perdido, porque el mismo don Juan Manuel nos ha legado dos listas de ellas: una, la más extensa, en el Prólogo General y otra en el anteprólogo a El Conde Lucanor, pieza que para algunos es, cuando menos, misteriosa (Ayerbe-Chaux 1983: 8). La cosa se complica con una tercera lista presentada por Gonzalo Argote de Molina, primer editor de El Conde Lucanor (Sevilla, 1575):

 

Prólogo general

Conde Lucanor

Argote de Molina

Libro de las armas

Crónica abreviada

Chrónica de España

Castigos y consejos a
su hijo

Libro de los sabios

Libro de los sabios

Libro de los estados

Libro de la cavallería

Libro del cavallero

Libro del cavallero e
del escudero

Libro del infante

Libro del escudero

Libro de la cavallería

Libro del cavallero e
del escudero

Libro del infante

Crónica abreviada

Libro del Conde

Libro de los cavalleros

Crónica complida

Libro de la caza

Libro de la caza

Libro de los engeños

Libro de los engeños

Libro de los engaños

Libro de la caza

Libro de los cantares

Libro de los cantares

Libro de las cantigas

 

Libro de los exemplos

Reglas de trovar

 

Libro de los consejos.

 

Pero no todos los libros que se citan en estas tres listas se han conservado y, por otra parte, los títulos que ofrece cada una de ellas no son idénticos, como es el caso del Libro del infante y el Libro de los estados, o que en la de Argote de Molina el Libro del cavallero e del escudero se encuentre como dos obras diferentes —Libro del cavallero y Libro del escudero—. A todos esos títulos habría que añadir el Tratado de la asunción de la Virgen María.

Establecer una cronología de sus escritos no es sencillo. Algunos libros dan unas fechas, que si bien no sirven para datar todas sus obras, sí al menos permiten situar en el tiempo las más importantes. El Libro de los estados y El Conde Lucanor están fechados en 1332 y 1335 respectivamente. Además, don Juan cita en el Libro del cavallero e del escudero el Libro de la caballería, y de éste ofrece algunos pasajes en el Libro de los estados, y así mismo menciona el Libro de los estados en El Conde Lucanor y estos dos, a su vez, los cita en el Libro infinido. Hagamos una lista más clara de esto:

 

    Libro de la caballería

    Libro del caballero y del escudero

1332    Libro de los estados

1335    El Conde Lucanor

    Libro infinido

 

Las demás obras son más difíciles de ubicar en el tiempo y, por lo tanto, de ordenar. Lo que está claro es que todas las que se mencionan en el prólogo a El Conde Lucanor deben de ser anteriores a 1335, y las que añade en el Prólogo general son posteriores, y más tardío, incluso, es el Tratado de la Asunción de la Virgen María, ya que no se encuentra en el Prólogo general. Una cronología estimativa sería la siguiente:

 

a. 1325    Crónica abreviada

h. 1325    Libro de la caza

1326-28    Libro del cavallero e del escudero

1332    Libro de los estados

1335    El Conde Lucanor

1336-37    Libro infinido

1342    Libro de las armas

d. 1342    Tratado de la asunción de la Virgen María

 

Algunas de las obras perdidas no lo están por completo, ya que don Juan Manuel incluyó algunos fragmentos en otras. Así sucede, por ejemplo, con el Libro de la caballería, del que encontramos pasajes incorporados al Libro del cavallero e del escudero, lo cual permite fecharla antes de este, hacia 1326. Las demás obras perdidas es imposible situarlas cronológicamente.

Las obras que se han conservado tienen un interés muy distinto, unas son importantes por sus datos autobiográficos —como es el caso del Libro infinido o el Libro de las armas—, otras por su contenido literario, especialmente El Conde Lucanor, aunque también encierra algunos datos biográficos. Esto es un rasgo muy particular de don Juan Manuel: prefiere aparecer él mismo en sus obras en vez de recurrir a las pedantes citas clásicas de las que tanto gustaban otros autores de la época, así, en el Libro infinido dice “por ende asmé de componer este tractado que tracta de cosas que yo mismo probé en mí mismo e en mi fazienda e vi que contesçió a otros, de las que yo fiz e vi fazer, e me fallé dellas bien e yo e los otros porque sepa por este libro cuáles son las cosas que yo probé e vi” (I: 147), aunque eso no le impide mencionar, de vez en cuando, alguna sesuda autoridad como el De regimine principum de Gil de Roma (I: 159).

Su producción se suele dividir en tres etapas cronológicas. La primera, que abarcaría tres obras, está constituida por la Crónica abreviada, el Libro de la caza y el perdido Libro de la caballería. Esta primera época se ha establecido en virtud de su fuerte vinculación con la tradición alfonsí, en la que imitaría los modelos genéricos de su tío, el rey Sabio: el historiográfico —Crónica—, el jurídico —caballería— y el cinegético —caza—.

Las otras dos etapas, por el contrario, son las del alejamiento del linaje alfonsí y exaltación del suyo propio. Sus obras tratarán de mostrar el prestigio y el poder que le corresponde a su linaje y que le han sido negados (Serés 1994: XLVI).

La segunda etapa es la época más productiva y de mayor calado; es cuando compone sus obras maestras, y coincide con el período más tumultuoso de su vida, de 1327 a 1337, es la década de las desavenencias con el rey Alfonso XI. Este fecundo y tempestivo espacio temporal se inicia con el Libro del cavallero e del escudero y se cierra con la primera parte del Libro infinido, y entre medias surgen el Libro de los estados, El Conde Lucanor y el perdido Libro de los engeños.

La tercera y última etapa literaria es la de la finalización del Libro infinido, del Libro de las armas —o de las tres razones— y el, también, perdido Libro de las reglas de cómo se deve trovar, que habría sido el más antiguo tratado de poética castellano. Cierra este período el Tratado de la asunción de la Virgen María.

Las obras de don Juan Manuel, al igual que se han podido dividir en tres épocas de creación, se pueden dividir en cuatro bloques temáticos, aunque muy bien se podrían reducir a tres, pero que no coinciden con la división temporal y que se presentan ordenados en la lista que se encuentra en el Prólogo general. El primer bloque lo constituyen los llamados tratados familiares o biográficos —Libro de las armas y Libro infinido—, en los que o bien afirma el futuro de su hijo —infinido— o manipula el pasado a su conveniencia —de las armas—; el segundo es el de las obras para la formación del caballero —Libro de los estados, Libro del cavallero e del escudero, Libro de la caballería y El Conde Lucanor—; el tercero sería el de las obras de carácter histórico —Crónica abreviada y la perdida Crónica complida—; el cuarto y último sería lo que Serés (1994: xxxv) llama “obras técnicas o de artes particulares” y comprendería el Libro de los engeños —máquinas de guerra—, el Libro de la caza, el Libro de las cantigas y el Libro de las reglas de cómo se deve trovar. Sin embargo, las obras que constituyen este cuarto bloque bien pueden incluirse en el de las obras para la formación del caballero, pues la caza era un elemento fundamental de la formación del caballero, así lo expresa el mismo don Juan Manuel en el Libro de los estados, y, si entendemos el Libro de las cantigas y las Reglas de trovar como los libros de “lectura” que debe atender el joven caballero, entonces se pueden incluir, como he dicho, en el grupo de la formación del caballero, el más importante y extenso de la obra juanmanuelina. Germán Orduna (1972: 24) fue más lejos al considerar que toda la producción juanmanuelina, con excepción del Tratado de la asunción de la Virgen María, trata de todo lo que un joven noble debía aprender.

Veamos, un breve resumen argumental de cada una de las obras conservadas y una ligera aproximación a las perdidas.

 

Crónica abreviada

Es un resumen, capítulo por capítulo, de la Primera crónica general que compuso Alfonso X. Es la única obra de don Juan Manuel que no se encuentra en el códice S (= ms. 6376 de la Biblioteca Nacional de Madrid), que es en el que se nos ha transmitido su opera omnia.

 

Libro de la caza

En esta obra también sigue la tradición alfonsí, y es donde expresa su gran admiración y elogio a Alfonso X, al que dice seguir; sin embargo, parece seguir más bien el De arte venandi cum avibus de Federico II. Es la obra que menor interés literario tiene, puesto que la materia, cómo cuidar, entrenar, curar y cazar con halcones, no se presta a grandes lucimientos estilísticos, pero a pesar de ello presenta una gran agilidad con el lenguaje al relatar algunas de sus experiencias cinegéticas. En esta obra vemos un matiz muy curioso de su personalidad: era un gran bromista con los cazadores novatos cuando éstos no conocían el lugar. Esta obra nos ha llegado incompleta y plagada de errores; es muy posible que don Juan Manuel no llegara a completar el plan inicial, pues menciona otras partes —caza con azores y montería— de las que no hay ni datos ni indicios.

 

Libro del cavallero e del escudero

Según cuenta el mismo don Juan Manuel en el prólogo, lo escribió en unas noches sevillanas de insomnio (1326) y que imita otro libro: “...fiz este libro en que puse cosas que fallé en un libro” (I: 40). El libro en el que se basó don Juan Manuel, aunque no lo dice, es el Llibre del orde de la cavaylería de Raimundo Lulio. La trama argumental de ambas obras es la misma: un rey convoca cortes y un joven escudero decide asistir a ellas. Por el camino encuentra a un caballero anciano; el escudero pasa algún tiempo con él, preguntándole todo lo que se le ocurre sobre lo divino y lo humano. Lo que distingue esta obra de la de Raimundo Lulio es que don Juan Manuel no solo habla de las cosas relativas a la caballería, sino que el anciano caballero explica al escudero muchos más temas: qué “cosa” es Dios, qué son los cielos, el “homne”, las “bestias”… Se ha conservado de manera incompleta, pues falta desde el final del capítulo III hasta los inicios del XVI.

 

Libro de los estados

Está dedicado a su cuñado don Juan, arzobispo de Toledo, y “fabla de las leyes e de los estados en que viven los homnes, e ha nombre Libro del infante o el Libro de los estados” (I: 195). Este doble título apunta, por un lado, al contenido novelesco de la obra, que trata del infante Johas, de ahí el título Libro del infante, y por otro, al didáctico, que se centra en la posibilidad de que todos los hombres, independientemente de su estado —por eso Libro de los estados—, pueden salvar sus almas; sin embargo, hay quienes ven en esta doble titulación y en algunos desajustes cronológicos que se observan en el primer libro, que la composición de la obra no fue lineal, sino que compuso el primer libro entre 1326-27 y que lo revisó en el bienio de 1329-30, que es cuando redactó toda la segunda parte.

La fuente de la trama novelesca, que es muy tenue —Johas, hijo del rey Morabán, recibe una educación en la que se le oculta el dolor y la muerte, pero al descubrir un hombre “finado” y preguntarle por ello a Turín, su maestro, descubre la insuficiencia de las explicaciones de Turín, las cuales se verán completadas por Julio, un sabio cristiano, quien acabará convirtiendo al cristianismo a Johas, Morabán y a Turín—, es el Baarlam y Josafat, pero los tres encuentros de esta obra —el ciego, el leproso y el viejo decrépito— quedan reducidos a uno, con el hombre finado.

La parte didáctica responde a la pregunta de Johas de cuál es el mejor estado para salvar el alma, ya que los hombres pueden ser desde emperadores a humildes siervos. Julio le responde que cualquier estado es bueno si se vive de acuerdo con la ley cristiana y, a partir de ese momento, pasa revista a todos los estados posibles y a las obligaciones que conlleva cada uno de ellos, y éstos son tres: oradores, defensores y labradores. Es el único tratado de la baja Edad Media destinado específicamente a estudiar la estructura social, de ahí que Gómez Redondo (1987: 27) diga que “es un tratado completo de teoría social en el que se pretende coordinar la vida mundana con su sentido religioso”.

El libro es un largo diálogo, y así lo advierte el mismo don Juan Manuel: “Compús este libro en manera de preguntas et respuestas que fazían entre sí un rey et un infante, su fijo, et un cavallero que crió al infante et un filósofo” (I: 208). En esta obra es donde se da el mayor número de autocitas de don Juan Manuel.

 

Libro infinido

En esta obra, titulada también Castigos a su hijo don Fernando, lo que hace es aconsejar a su hijo Fernando, nacido de su tercer matrimonio, en un estilo breve, ágil y claro en el que abandona el procedimiento de pregunta-respuesta que utiliza en las obras anteriores a favor de un discurso directo, cuyos capítulos se inician siempre con el vocativo “Fijo don Ferrando”. Es un ejemplo de la amplia tradición de libros de consejos —castigos— y regimientos de príncipes, no en vano cita el más famoso y difundido de todos, el De regimine principum de Gil de Roma, pero no se parece a ninguna otra obra por el simple motivo que no recurre a los consabidos “ejemplos” sino a sus propias experiencias.

 

Libro de las armas

Al igual que el libro anterior, esta obra tampoco tiene paralelo con ningún otro libro de la época, ni por el contenido ni por la forma. En el prólogo explica de qué trata: “...la razón porque fueron dadas al infante don Manuel, mio padre, estas armas, que son alas e leones, e por que yo e mio fijo, legítimo heredero, e los herederos del mi linaje podemos fazer caballeros non lo seyendo nos, e de la fabla que fizo conmigo el rey don Sancho en Madrit, ante de su muerte” (I: 121). Pero no se queda en estas explicaciones sino que ofrece unas vivísimas memorias cuyo fin son enaltecer su persona y su linaje. También se conoce como el Libro de las tres razones, debido a que se estructura a lo largo de tres razones — “razón porque fueron dadas al infante don Manuel”, “razón por que podemos fazer caballeros non lo seyendo nos” y “razón de la fabla que fizo conmigo el rey don Sancho”— en los que razona, con todo tipo de pruebas, la superioridad de su linaje, que se remonta directamente a Fernando III mientras que el de Sancho, del que desciende Alfonso XI está maldito. En esta obra es en la que la intención política está más clara.

 

Tratado de la Asunçión de la Virgen

Parece ser que ésta fue la última obra que escribió, ya que no se cita en ninguno de los dos prólogos y, habida cuenta que el prólogo general está redactado en 1342, es de suponer que es posterior a este año. Está dedicada a fray Ramón Masquefa, prior del convento de dominicos de Peñafiel, y su fin era explicar los motivos para que nadie dude que “Sancta María non sea en el çielo en cuerpo e en alma”, pero como el tratado está destinado para las personas letradas pero no avezadas en teología utiliza argumentos racionales y no teológicos. Es curiosa su similitud con la Cantiga 419 de Alfonso X —“Esta .ix. é da vigilia de Santa Maria d’Agosto, como ela passou deste mundo e foi levada ao çeo”— y el Misterio de Elche.

De las obras perdidas apenas si podemos especular sobre su contenido. El llamado Libro de los sabios, según Ayerbe-Chaux (1983: 9) puede encontrarse incorporado en El Conde Lucanor, así mismo, aventura que el Libro de los cantares o Libro de las cantigas “pudo ser una recopilación o selección de las Cantigas de Nuestra Señora Santa María, de Alfonso el Sabio” (1983: 10). El Libro de los engeños debió de ser un tratado de arte militar, especialmente de máquinas de guerra; el Libro de las reglas de cómo se deve trovar podría tratarse de un tratado de poética y la Crónica complida habría sido una versión amplia de la Crónica abreviada.

 

4. El Conde Lucanor

 

Don Juan Manuel se refiere a esta obra con varios títulos: Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor e de Patronio, Libro del Conde, Libro de Patronio, Libro de los enxiemplos. De todos ellos parece ser que prefería el primero, aunque desde que en 1575 Argote de Molina publicara la editio princeps se ha conocido normalmente con el de El Conde Lucanor.

Fue acabado, según declara el colofón, “en Salmerón, lunes XII días de junio, era de mil e CCC e LXX e tres años”, es decir en el año 1373 de la era española, que se inició 38 años antes que la era cristiana y, por tanto, corresponde al año 1335.

Se conoce por medio de cinco manuscritos distintos (S —ms. 6376 de la Biblioteca Nacional de Madrid, de finales del siglo XIV—; P —ms. 15 de la Real Academia Española, también conocido como de Puñonrostro, de principios del siglo XV—; H —ms. 9/5893/E-78 de la Real Academia de la Historia, de mediados del siglo XV—; M —ms. 4236 de la Biblioteca Nacional de Madrid, de la segunda mitad del siglo XV— y G —ms. 18415 de la Biblioteca Nacional de Madrid, de mediados del siglo XVI; se le designa como el ms. G ya que su último propietario conocido antes de pasar a formar parte de la Biblioteca Nacional fue don Pascual de Gayangos—, pero sólo dos de ellos están completos (S y G), ya que en los otros tres (H, M y P) falta el Libro de los proverbios y en todos ellos, salvo S, falta algún que otro exemplo o están incompletos o desordenados. Hay que añadir un sexto testimonio, la editio princeps publicada por Argote de Molina, que se designa con la letra A, que tampoco contiene una versión completa de la obra, pues presenta el prólogo y 49 exemplos, carece del anteprólogo, los exemplos 28 y 51 y el Libro de los proverbios.

A esta breve, pero larga lista de testimonios, habría que añadir unos cuantos manuscritos de los que se ha tenido constancia pero que están perdidos o, en el mejor de los casos, en paradero desconocido. Argote de Molina dice que para su edición hizo uso de tres manuscritos —según parece uno de ellos debió de ser muy parecido a G— y don Bartolomé José Gallardo perdió en Cádiz, en 1823, otros tres manuscritos de El Conde Lucanor. A ellos habría que añadir el que en la corte de João I de Portugal (1357-1433) debió de existir otra copia de la que el rey luso pudo extraer la cita que hace de los viessos del exemplo XXI en su Livro da montaria: “Ca falando o conde Lucanor do castigo dos moços fidalgos, pos en seu exemplo, e disse, nom castigues moço mal tragendo, mas dilhe com que lhe uaa prazendo” (Esteves Pereira 1918: 68-69). Todo esto habla de la gran difusión que esta obra ha gozado, aunque no sería apreciada en toda su grandeza hasta que la publicara Argote de Molina, versión por medio de la cual fue leída por algunos de los grandes autores del Siglo de Oro como Cervantes, Lope de Vega, Calderón, Quevedo y, de entre todos ellos, Gracián.

Según parece, don Juan Manuel compuso primero los cincuenta (y un) exemplos, los cuales tuvieron vida independiente y en una revisión posterior, a petición de Jaime de Jérica, añadió las restantes partes de la obra, la cual está constituida por dos prólogos, los cincuenta (y un) exemplos y las partes finales en cuyo número —de dos a cuatro— no se ponen de acuerdo los investigadores (véase III. 1. 2) y que son el “Razonamiento que faze don Johan por amor de don Jaime de Xérica” que contiene 98 proverbios y sentencias, a lo que sigue una excusación de Patronio al conde Lucanor y 49 proverbios y sentencias más un razonamiento de Patronio al conde Lucanor, lo que precede a otros 29 proverbios y, por último, un largo discurso doctrinal.

Estos añadidos de don Juan Manuel se encuentran separados entre ellos por dos medios: el empleo de tres fórmulas didácticas distintas: el exemplo, los proverbios y la exposición doctrinal y por otra parte por las intervenciones del mismo don Juan Manuel y de los personajes principales, el Conde Lucanor y Patronio, que con sus diálogos marcan el fin de una sección y el comienzo de la siguiente.

De todas las partes que constituyen El Conde Lucanor en esta edición sólo nos ocuparemos de la parte central o primer libro, constituido por los dos prólogos y los cincuenta (y un) exemplos (véase el análisis en el apartado III).

 

5. OPINIONES SOBRE LA OBRA

 

«Estando el año pasado en la corte de Su Majestad vino a mis manos este libro del Conde Lucanor, que por ser de autor tan ilustre me aficioné a leerle, y comencé luego a hallar en él un gusto de la propiedad y antigüedad de la lengua castellana, que me obligó a comunicarlo a los ingenios curiosos y aficionados a las cosas de su nación, porque juzgaba ser cosa indigna que un príncipe tan discreto y cortesano, y de la mejor lengua de aquel tiempo, anduviese en tan pocas manos.

Allende que en este libro no solamente se hallará lengua, más juntamente con esto doctrina de obras y de buenas costumbres y muy cuerdos consejos con que cada uno se puede gobernar, según su estado.»

 

(Gonzalo Argote de Molina, en el prólogo de su edición de

El Conde Lucanor, Sevilla, Hernando Díaz, 1575, fol. a 4)

 

«Explícanse algunas veces estos paradoxos dictámenes por una ingeniosa y gustosa ficción: hállanse muchos partos de grandes ingenios: el que fue inventivo, prudente y muy razonado fue el excelentísimo príncipe don Manuel y nieto del rey don Fernando el Santo. Este sabio príncipe puso la moral enseñanza de la prudencia y de la sagacidad en algunas historias, parte verdaderas, parte fingidas, y compuso aquel erudito, magistral y entretenido libro intitulado el Conde Lucanor, digno de la librería Déllica.»

 

(Baltasar Gracián, Agudeza y arte de ingenio, discurso XXIII,

en Obras de Lorenzo Gracián, Barcelona, Jaime Suriá, II, p. 133)

 

«Trae muchos muy ingeniosos el excelentísimo don Juan Manuel en su nunca bien apreciado libro del Conde Lucanor, en que reduxo la filosofía moral a gustosísimos cuentos; bástale para encomio haberlo ilustrado con notas y advertencias e impreso modernamente Gonzalo Argote de Molina, varón insigne en noticias, erudición, historia y de profundo juicio.»

 

(Ibíd., discurso XXVII, p. 162)

 

«Esta obrita con el título de Conde Lucanor, donde el autor, debajo de una preciosa fábula moral, enseña a los hombres el acierto y buen orden de vivir, con muy cuerdos consejos y ejemplos de obras y costumbres, es la que nos proponemos por muestra del lenguaje más culto y puro de aquel tiempo (corriendo los años 1327). Ciertamente no pueden dejar de aficionar a su lectura la propiedad y ancianidad de su locución: además que el autor mezcla felizmente lo dulce con lo provechoso, suavizando la rigidez de la doctrina con la narración de graciosos cuentos y casos notables.»

 

(A. de Capmany y Montpalau, Teatro histórico-crítico de la

Elocuencia española, Madrid, Sancha, 1766-94, I pp. 33-34)

 

«Me parece que el Conde Lucanor es un libro no menos digno de atención en lo que respecta a la historia de la literatura que el Decamerón y los Canterbury Tales, y que será apreciado en lo debido si se le considera respecto a su origen y a sus relaciones con las demás obras de esta forma. Es innegable que por la seriedad y dignidad de la exposición, por la subordinación del todo al fin principal de la enseñanza y el adorno del entendimiento también a este fin enderezado, por su sentido sentencioso y la tendencia estrechamente moral, se atiene muy de cerca a los modelos orientales, y singularmente a las ya en época muy temprana traducidas al español, Fábulas de Bidpai (Hitopadeza).»

 

(F. J. Wolf, Historia de las literaturas castellana y portuguesa,

trad. de M. de Unamuno, Madrid, 1895, I p. 105-06)

 

«En casi todos (los cuentos) vemos la vasta experiencia y el seso de un hombre de mundo (tal cual entonces existía el mundo); la observación fría y sagaz de un filósofo que conocía bien el corazón humano, y había sufrido demasiado tratando con él para conservar las ilusiones engañosas de la juventud.

Sin duda el Conde Lucanor se escribió en algún intervalo feliz, robado al estrépito y alboroto de los campos de batalla, a las intrigas de la corte y a los crímenes de la rebelión, cuando la experiencia de una larga vida, sus aventuras y pasiones habían pasado, y estaban ya demasiado lejos para excitar sus sentimientos personales, aunque al mismo tiempo tan fuertemente grabadas en su memoria, que pudo presentar con toda sencillez y candor sus resultados en esta serie de cuentos y anécdotas, llenos de la originalidad de aquel siglo, y que ofrecen una especie de filosofía caballeresca y sabia honradez que podrían honrar a cualquiera otro siglo de más adelantamiento y civilización.»

 

(J. Ticknor, Historia de la literatura española, trad. de

Pascual de Gayangos y Antonio Vedia, Madrid, 1851, I pp. 80-81)

 

«Necesario sería copiar todo el libro para apreciar dignamente la madurez de juicio y sana intención, la ciencia de las cosas del mundo y el conocimiento del corazón humano que en él manifestó don Juan Manuel, abundando en todos sus cuadros las mismas galas literarias que exornan los apólogos transcritos. Bastan éstos, no obstante, para advertir cómo obedeciendo al mismo impulso civilizador que movió la pluma del Arcipreste de Hita, dio el prócer castellano al arte didáctico-simbólico la perfección posible en aquellos días, encaminándolo a un fin de más directa y cumplida utilidad moral y enlazándolo más estrechamente con las costumbres, las creencias y los sentimientos de la nación española.»

 

(José Amador de los Ríos, Historia de la literatura española,

Madrid, 1863, IV pp. 281-82)

 

«Don Juan Manuel logró reunir en el Conde Lucanor todos los procedimientos que la tradición europea y oriental le ofrecían como recursos didácticos: el diálogo, la narración ejemplar, el proverbio y la exposición o argumentación. Todos encuentran el lugar adecuado para insertarse en el marco flexible que brinda el diálogo entre el conde Lucanor y su ayo, mediante el cual se logra la integración de las cinco partes. A la aparente regularidad formal de cada uno de los capítulos —léase exemplos— del Libro I, se oponen asimétricamente las cuatro partes restantes, agrupadas en tres colecciones paralelas —de extensión decreciente y concentración creciente— y un tratadito final, que parece volver a la exposición doctrinal del Libro de los estados. A los 51 ‘enxiemplos’, se contrapone artísticamente el relato aislado, que se incluye en la Quinta Parte.

Don Juan Manuel ha logrado, mediante la estructura elegida para su libro, reunir los relatos y casos planteados sin necesidad de seguir un orden lógico aparente, ni agruparlos por temas ni por a. b. c. como era corriente en las colecciones de exemplos en latín y en vulgar. El ordenamiento del libro no proviene de categorías externas al hecho literario, sino de los principios estéticos que rigen su composición.»

 

(Germán Orduna, “El exemplo en la obra literaria de don Juan

Manuel”, Juan Manuel Studies, ed. Ian Macpherson,

Londres, Tamesis, 1977, p. 138)

 

«En la literatura europea de exemplos España se lleva la palma con el Arcipreste de Hita y, sobre todo, con don Juan Manuel. Los personajes de los breves exemplos, tocados por la pluma de don Juan Manuel, ganan en dimensión psicológica; otras veces, la anécdota tradicional se adjudica a personajes históricos y crea artísticamente un contrapunto irónico entre esas personalidades reales y el mundo de ficción en que se las coloca. En muchos aspectos, las versiones de los ejemplarios contrastan por su pobreza, al ser comparadas con las de don Juan Manuel, y nos damos cuenta de que algo extraordinario ha ocurrido en nuestra literatura, que la creación literaria ha tenido lugar: la palabra fluida y potente de un gran escritor explora un mundo intocado y lo expresa con belleza y armonía; la reiteración repetitiva, los grupos sintácticos paralelos de su prosa roban la atención de los oyentes. Una materia muerta ha obtenido vida».

 

(Reinaldo Ayerbe-Chaux, ed. Don Juan Manuel,

El conde Lucanor, Madrid, Alhambra, 1983, p. 12)

 

6. BIBLIOGRAFÍA

 

Ediciones

 

—ARGOTE DE MOLINA, Gonzalo, ed. El conde Lucanor, Sevilla, Hernando Díaz, 1575, edic. facsimilar con prólogo de Enrique Miralles, Barcelona, Puvill, 1978).

 

—AYERBE-CHAUX, Reinaldo, ed., Madrid, Alhambra, 1983.

 

—BLECUA, José Manuel, ed., Madrid, Gredos, 1983.

 

—BLECUA, José Manuel, ed., Madrid, Castalia, 1969.

 

—FRADEJAS RUEDA, José Manuel, ed., Barcelona, Plaza y Janés, 1984.

 

—GÓMEZ REDONDO, Fernando, ed., Madrid, Castalia, 1987.

 

—LACARRA, Mª Jesús, ed., Madrid, Espasa-Calpe, 1987.

 

—SERÉS, Guillermo, ed., estudio preliminar de Germán de Orduna, Barcelona, Crítica, 1994.

 

Estudios

 

—AYERBE-CHAUX, Reinaldo, “El Conde Lucanor”: materia tradicional y originalidad creadora, Madrid, José Porrúa Turanzas, 1975.

 

—BARCIA, Pedro Luis, Análisis de “El Conde Lucanor”, Buenos Aires, Centro Editor de la América Latina, 1968.

 

—BLECUA, Alberto, La transmisión textual de “El conde Lucanor”, Bellaterra, Universidad Autónoma de Barcelona, 1980.

 

—DEVOTO, Daniel, Introducción al estudio de don Juan Manuel y en particular de “El Conde Lucanor”, Madrid, Castalia, 1972.

 

—GIMÉNEZ SOLER, Andrés, Don Juan Manuel, biografía y estudio crítico, Zaragoza, Academia, 1932.

 

—GÓMEZ REDONDO, Fernando, “Don Juan Manuel: la cortesía nobiliaria”, Historia de la prosa medieval castellana. I. La creación del discurso prosístico: el entramado cortesano. Madrid, Cátedra, 1998, pp. 1093-1204.

 

—HOYOS HOYOS, Mª del Carmen, Contribución al estudio de la lengua de “El conde Lucanor”, Valladolid, Universidad, 1982.

 

—HUERTA TEJADAS, Félix, Vocabulario de las obras de don Juan Manuel (1284-1348), Madrid, Real Academia Española, 1956 (publicado previamente en el Boletín de la Real Academia Española, 34 (1954), 35 (1955) y 36 (1965).

 

Juan Manuel. VII Centenario, Murcia, Universidad-Academia Alfonso X el Sabio, 1982.

 

—LACARRA, Mª Jesús y Fernando GÓMEZ REDONDO, “Bibliografía sobre don Juan Manuel”, Boletín Bibliográfico de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval, 5 (1991), 179-212.

 

—MACPHERSON, Ian, ed. Juan Manuel Studies, Londres, Tamesis, 1977.

 

7. LA EDICIÓN

 

El texto de esta edición se basa en el ms. S de la Biblioteca Nacional, ya que es el único que contiene todas las partes de El Conde Lucanor, pero habida cuenta de los serios problemas de transmisión textual que ha sufrido, como se demuestra en el ensayo de Alberto Blecua (1980), tengo presentes las ediciones de Blecua (Madrid, Gredos, 1983, pp. 23-438) y las de Ayerbe-Chaux (Madrid, Alhambra, 1983) y Serés (Barcelona, Crítica, 1994).

Para facilitar en la medida de lo posible la lectura he seguido las siguientes normas editoriales:

 

1. Resuelvo las abreviaturas sin indicación alguna.

 

2. Normalizo la separación y unión de palabras con criterios lexicológicos.

 

3. Regularizo el uso de mayúsculas y minúsculas.

4. Acentúo según las reglas actuales, aunque en algunas palabras ha sido necesario introducir un acento diacrítico no normativo:

 

ál = ‘otro’ / al = a + el

ó ‘donde’ / o = conjunción

‘soy’ / so ‘bajo’ o ‘su’ (depende del contexto)

dél = de + él / del = de + el

nós = sujeto / nos

vós = sujeto / vos

 

5. He regularizado el uso de <i> y <u> y sólo se emplean en sus valores vocálicos, pero cuando representan valores consonánticos las he transcrito con el valor consonántico actual, de manera que <i> imagen <j> (meior > mejor, conseio > consejo) y <u> imagen <b> (fablaua > fablaba) o <v> (cauar > cavar) de acuerdo con las normas actuales. La grafía <y> se actualiza en <i> (traya > traía, parayso > paraíso, juyzio > juizio, ally > allí, ya > ía, ystoria > historia) salvo cuando el diptongo actual presente <y> (rey, ley) o represente el sonido consonántico (ya, mayor).

 

6. He restituido la <h>- (inicial) en aquellas palabras que se escribían sin ella (aver > haber, omne > homne, onrra > honra, ystoria > historia), aunque se mantiene la <f>- en las formas que así aparecen en el texto (fablaba, fazer, fasta), aun cuando hoy se debieran de escribir con <h> (hablaba, hacer, hasta).

 

7. Simplifico las consonantes dobles sin valor fonológico (commo > como; affincamiento > afincamiento, soffrir > sofrir, ssi > si) o redundantes (rrey > rey, onrra > honra).

 

8. Regularizo la secuencia <qua> en la forma actual <cua> (quando > cuando, quanto > cuanto, qual > cual).

9. Adecúo al sistema actual el uso <m> y <n> ante <b> y <p> (cunplia > cumplía, enxenplo > enxemplo, desenbargar > desembargar).

 

10. Actualizo el uso de <g> seguido de <e> o <i> (consegero > consejero, muger > mujer).

 

11. Restituyo una <l> en aquellas palabras que hoy presentan <ll> (leuaua > llevaba) o la elimino cuando hoy no la tienen (sallir > salir).

 

12. Mantengo las consonantes finales agrupadas (grand, grant) y los grupos cultos interiores (escripto).