Albahaca y
Romera miraban horrorizados.
—¡Para! ¡Para! —gritaron enfadadas las Hermanas—. ¡Tortuga! ¡Para!
¡Eso duele!
Las nubes
fueron arrastradas por el viento y ahora el sol brillaba en la
maceta. De repente, una pequeña sombra pasó sobre las
plantas.
La sombra volvió de nuevo, se hizo más grande y entonces un pájaro
marrón se posó en la maceta. El pájaro cogió el caracol y lo golpeó
contra el borde de la maceta.