Como se pueden dar cuenta, no en todos los negocios me iba mal. Seguro muchos pensaron que tenía más éxito el coyote tratando de atrapar al correcaminos, jajaja; que tenía más futuro Esperanza Gómez vendiendo estampitas de la Virgen del Carmen (para los que no entendieron el chiste, Esperanza Gómez es una actriz de películas para adultos. Bueno, es lo que tengo entendido, de amigos por ahí que sí la han visto y que me han contado).
Estamos es hablando de negocios, de cómo en mi vida hice tantas cosas buscando un negocio perfecto.
Esta historia podría llevarse cuatro o cinco capítulos del libro porque en ese negocio SÍ GANÉ MUCHO DINERO. Durante ocho años lo tuve como lo que podríamos llamar un NEGOCIO DE OCASIÓN o también NEGOCIO DE TEMPORADA. Este tipo de negocios no es para todo el mundo, pero si uno hace la tarea, es muy fácil .
Voy a tratar de meterlos en la película de cómo terminé de vendedor ambulante y organizador de eventos a motor.
Desde muy niño me han gustado los carros y las motos (no es un secreto para nadie) y un mito de mi familia dice que debió ser que alguien me le puso gasolina a un tetero, jajajaja, porque a mí me hablan de carros o motos y me puedo quedar todo el día ahí.
Como no tenía dinero suficiente para comprar la moto que me soñaba, tocó empezar por una más baratica. Me compré una vieja tipo Chopper (como las Harley), una Suzuki Savage 650. La compré barata y me la dieron casi que a cuotas, o sea “páguemela como pueda”. Luego entendí que el dueño quería salir de ella como fuera . Esa moto vivía más en el taller que en la calle, es más, el señor del taller vendió el negocio y en el contrato estaba metida mi moto como entrada fija todos los meses
; por favor, no se burlen.
Tener una moto en un taller no es tan malo, pues conoce uno todo tipo de gente, los que van con otras motos de alto cilindraje y terminan siendo amigos y compañeros de carretera.
Se venía el encuentro de harlistas en Pereira en 2002 y mi moto estaba LISTA . Arrancábamos a las 5 a. m. porque entre Bucaramanga y Pereira hay carretera y sí o sí hay muchos cambios de clima. Era mi primer viaje largo en moto
.
Todos llegaron con maletines pequeños menos YO
. Yo llevaba un hijuemadre bolso como si me hubieran echado de mi casa. Les dije: “Venga, ¿y la maleta?”, jajaja. Me respondieron: “No, uno no lleva casi cosas, son solo cuatro días y allá compramos lo que haga falta”. Normalmente la gente allá compra camisetas y recuerdos del evento y también están los que no compran nada por tacaños, que son como los que ven en las películas con la misma camiseta durante quince días
.
Ustedes dirán: “Resuma, mijo, resuma”. Bueno, en la mitad del camino se me dañó la moto . Como diez minutos antes habíamos pasado el municipio de Mariquita (Tolima) cuando la moto de la nada se apagó, el mismo problema que tenía desde que la compré y nadie daba con el daño
. Como iba de último, mis compañeros no se dieron cuenta y obvio empujar una moto de 650 cc no es tan fácil, menos si en la espalda uno llevaba colgada tremenda maletota, y entendí por qué es que se lleva poquito
. Realmente no sabía bien ni dónde estaba o qué población me quedaba más cerca, en esa época no había GPS, que luego entendí que se llama así porque traduce GÜEVÓN PERDIDO Y SOLO, jajaja, en fin.
Unos amigos se devolvieron a buscarme, gracias a Dios , y empezaron con los chistes idiotas: “Uy, pensamos que se había quedado en Mariquita” y yo
: “Mi ilusión era ir a Pereira”.
Amigos, nada que hacer, con unas chamarras de cuero amarramos una moto a la otra para halarla y llevarla a una pequeña tienda de carretera donde la tuve que dejar botada.
Yo pensaba devolverme, pero para terminar de completar, me habían contratado para una presentación en ese mismo evento el domingo para el cierre, y obvio, como iba en la moto, no pedí tiquetes de avión y ya me habían mandado el anticipo, que fue con lo que pagué en el taller para sacar la moto
, o sea tenía que ir SÍ O SÍ. Un amigo me dijo que me llevaba en la moto pero que en Pereira no me podía transportar porque ya tenía comprometido ese cupo para una chica
. Yo tampoco esperaba que mi amigo me llevara al encuentro de motos porque después me regala dinero para ponerme nalgas, jajajaja; con que me llevara a Pereira ya con eso estaba bien. El viaje es muy largo y más si uno carga dos maletas, una gigante y otra no.
Llegamos en la noche a Pereira, a la circunvalar: nunca en mi vida había visto tantas motos juntas. Era mi primer encuentro, al lado de la carpa de inscripciones había puestos de comida y de cerveza y vendían camisetas, chaquetas y cosas de motos. Sonaba la música electrónica y pasaban cualquier cantidad de mujeres bonitas, ¡uy, no, era increíble! Todo era perfecto, la ciudad hermosa, el ambiente, y yo solo pensaba: “Y MI MOTO SE QUEDÓ EN MARIQUITAAAAA ”. Igual tenía que llevarme un recuerdo y me acerqué a la carpa a comprar una camiseta, porque con la inscripción daban una, pero uno se antoja de más. Esa carpa estaba llena y la atendía un señor ya mayor que no daba abasto, la gente llegaba a preguntar y él por estar atendiendo a otros ni contestaba, así que terminé ayudándole a vender. Cuando ya se acercaba la hora de la caravana, la carpa quedó sola, todos se fueron hacia las motos y empezamos a hablar de negocios. Me contó que hacía poco vendía camisetas y que “Chatarra”, el organizador del evento (así le decían, yo no tengo la culpa), lo había dejado rebuscarse ahí. Yo saqué un poco de dinero que tenía en un bolsillo y le dije: “Vea, esto es suyo”, y el señor: “¿De qué?”. Le dije que de la ropa que le vendí. Dijo: “¿En serio vendió todo eso?”. Y yo: “Claro, ¿usted pensó que yo estaba mamando gallo? Estaba era vendiendo”, jajajaja
. El señor todo bello me respondió: “Ah, no, entonces hágale, yo no le cobro la camiseta que me compró. ¿Usted de dónde es?”. Le dije: “De Bucaramanga, mano”, y él preguntó si allá hacíamos encuentros de estos. Le dije: “No los hacen, pero LOS VAMOS A EMPEZAR A HACER” (se me alumbró el bombillo). Le dije: “Esta ropa se vende mucho, ¿cierto?” Me dijo: “CLARO, NADIE ES TAN BRUTO DE PONERSE A CARGAR UNA MALETOTA porque qué tal se le dañe la moto”
. Yo: “Ah, sí, obvio”. Me dijo “¿Y su moto?”, y yo: “Hmmmm, la vendí”. Él: “¿En serio?”, yo: “Un tipo se enamoró de ella y yo soy es de una
(si supiera). Si quiere vengo mañana y le ayudo”. Me respondió: “Pues mañana en la mañana vienen las hijas y ellas son buenas para vender. En estos eventos es mejor poner a vender a las chicas, porque los de las motos son bien coquetos y les compran más a ellas”. Yo en mi cabeza tomaba nota de las lecciones de mercadeo y le hacía la charla como “cuénteme más, cuénteme más”. Le dije: “Pero casi no veo es ropa para mujeres”, y él me dijo: “No, eso es un problema porque como es en la calle no hay vestidor, es decir, no se pueden probar la ropa y tampoco hay dónde poner un espejo, por eso mejor ni me meto en eso”. Yo seguía tomando nota y preguntando: “Ah, pero esto acá es todo el día”, el señor soltó una risita: “Jajajaja, no, por ejemplo, los motociclistas se van para la discoteca y mañana se levantan tarde, la caravana sale como a las 11 a. m. y ya después de que sale, esto queda solo”. Yo: “Ahh, ok”.
En cinco minutos entendí todo. Hay productos y cosas que se compran de emoción, en el momento, a veces ni los necesitamos, pero compramos por tener un recuerdo.
De ahí que ustedes tienen en la casa la nevera llena de imanes de las ciudades a las que viajan o la camiseta de Yo San Andrés, es exactamente lo mismo.
Durante seis años organicé el Encuentro de Motos de Alto Cilindraje en Bucaramanga (será otra historia aparte), no fui el primero en organizarlo, antes de mí se habían organizado dos, pero después de Pereira, viajé a todos los encuentros del país con una maleta más grande que mandaba por Servientrega días antes, jajajaja, llena de camisetas, pañoletas, ropa para chicas (que nadie se atrevía a vender), me conseguí un pequeño vestidor portátil y un espejo, vendí gafas, hilos con el logo de Harley bordado adelante (que fue un error porque las costuras que quedaban adentro picaban ; se sabía cuál me había comprado tangas de esas porque se rascaban todo el día, jajajaja, luego cambié el bordado por estampado).
Mi mamá me acompañaba a veces a los encuentros y me ayudaba a vender y mi papá histérico, que qué tristeza tanto gastar en estudio para terminar viendo que yo quería ser era vendedor ambulante, jajaja, y arrastrando a mi mamá a eso. Yo iba a los encuentros y la venta de las camisetas me daba para el viaje, el hotel, la rumba y me devolvía con dinero, jajaja.
Mi empresa de renta de carros vende productos MULTIMARCA, es decir, tengo las marcas de los carros que más me convengan y no dependo de ninguna
. Mis productos se actualizan con la vida, esto quiere decir que si en el 2025 los carros son voladores, pues voy a tener carros voladores, porque los que tengo se venden cada dos años más o menos.
Entonces háganse una pregunta: ¿el producto que tienen se va a necesitar TODA LA VIDA? Una panadería, una farmacia, una peluquería no están en peligro de extinción.
Tuve tantos negocios como no tienen idea: un spa, un almacén de ropa en Barbosa, y todos terminaron en la misma historia : mal. Mal planeados y mal administrados.