De las pocas veces en las que gané dinero con un negocio que no era propio fue cuando tuve la suerte de trabajar de cobrador de cartera, sí, esos que todos odian. Yo era muy joven y tenía ganas de aprender, estaba en quinto semestre de derecho en la Universidad Autónoma de Bucaramanga y trabajaba haciendo mis presentaciones de humor. En una grabación del programa Sábados Felices, un gran amigo mío que quiero mucho, el doctor Mario Humberto Barajas Higuera, me dijo que quería que trabajáramos juntos . La empresa Coomeva EPS le había dado la misión a Mario, mi jefe
, de cobrar la cartera pendiente de los afiliados: la gente se salía de una EPS y se pasaba a otra y quedaba debiendo dinero, entonces salió la ley en la que esta deuda prestaba mérito ejecutivo. En términos coloquiales, si no pagaban, podrían ser demandados.
Entonces, el negocio era el siguiente: del dinero que lográramos recuperar, nos ganábamos el 20%, pero teníamos la potestad de condonar (perdonar) intereses por mora y aparte negociar los honorarios por el cobro prejurídico, y llegado el caso, jurídico también (costos del proceso) . Por donde se le mire había ganancia.
Como soy bastante recursivo, así como cuando les conté la historia de que vendía seguros y asustaba a mis clientes
, usé la misma estrategia
: saqué un listado de todos los deudores morosos y con el número de la cédula me fui para la oficina de instrumentos públicos de Bucaramanga y de mi dinero (porque hay que invertir para ganar) pagué lo necesario para saber cuáles de ellos tenían registro de algún bien inmobiliario como casa, apartamento, oficina, lote
; yo quería ir a lo seguro, jajajaja.
Cuando ya tenía ese filtro y con la base de datos en la mano, llamaba primero a las mujeres (según los estudios de la época, las mujeres pagan más fácil que los hombres ), ponía voz con tono grueso y calmado y decía, por ejemplo: “Hola, buenas tardes. Estoy buscando a la señora Gloria Salazar”. (Pongo de ejemplo a mi mamá, para no herir susceptibilidades) jajaja y, obvio nunca llamé a mi mamá para eso
ella le debía dinero era a Saludcoop y yo cobraba era Coomeva, jajajajajaja, no mentiras, mi mamá no debía dinero
. En fin.
Retomemos:
—Buenas, ¿la señora Gloria Salazar?
—Sí, con ella.
—Mi señora, buenas tardes (entrar en confianza un poquito sin pasarse de nota es clave, jajaja). Soy Alejandro Leiva (así me llamo, ahora no empiecen a preguntar por qué Piter Albeiro, que me hacen perder el hilo). Bien, retomo. Mi nombre es Alejandro Leiva, soy abogado externo de Coomeva EPS (sí, ya sé, no era abogado todavía, pero eso no lo sabía la señora, o si no, no me prestaba atención). Soy abogado de Coomeva y en nuestro sistema aparece que usted tiene una deuda con la entidad, PUEDE TRATARSE DE UN ERROR (jajaja, importante ponerse del lado del cliente, a todo el mundo le da pena que le cobren) pero antes de proceder con la demanda y el posible embargo del apartamento que usted tiene en la carrera 22 No. 35-57 en el sexto piso, me gustaría saber si quiere venir a pagar”, jajajajajajajaja.
¡Ayyyy! Esas señoras me empezaban a regañar, que el colmo , que ni una pastilla habían recibido de esa EPS
. Y yo obvio, me hacía la víctima
“NOOO, YO ENTIENDO Y LA VERDAD YO SOLO TRABAJO ACÁ, usted no es la primera que se queja
. Si quiere hagamos algo, pásese por mi oficina y llamamos desde acá mismo a esa empresa, que a usted le tienen es que rebajar algo, yo le peleo esa rebaja como sea
”, y la gente “Wow,
mil gracias”.
Cuando ya iban, me miraban y decían: “¿Usted es el abogado?
” y yo: “
Soy el asistente del doctor Mario (él era el que tenía el diploma y la tarjeta profesional del Consejo Superior de la Judicatura, jajaja), pero ya él me dejó indicaciones y les voy a colaborar”. Jajajaja.
Yo les rebajaba todo lo que me permitían, pues igual ya teníamos el 20% de lo que se recuperaba. El negocio era tan bueno que el doctor Mario me dejó tener secretarios porque no dábamos abasto, jajaja. A algunos compañeros de la universidad los llevé para que fueran mis asistentes, jajaja, y yo les decía que en parte les servía de prácticas, jajaja (lo sé, soy lo peor, pero esos muchachos no trabajaban por dinero, les gustaba aprender). Los volví unas fieras cobrando, jajajaja, prácticamente teníamos nuestro propio bufet de desocupados, jajaja. Nos tomamos la oficina del doctor Mario, hacíamos tutelas, derechos de petición, hasta cobraba letras y cheques de otras personas .
De ese negocio aprendí muchísimas cosas y es que aunque me gustan los negocios, me gusta el dinero, soy demasiado madre, generoso, buena gente, buena papa, todo eso y más, para ejercer una profesión como la del abogado . Cuando yo ya veía que la gente no podía pagar, me hacía el loco, el que no veía y los dejaba en paz
. Nunca interpusimos una demanda en los juzgados a nadie, pero a veces era efectivo el discurso y lográbamos que la gente pagara la deuda. Adicionalmente, un abogado siempre tiene que enfrentarse a la contraparte, muchas veces discutir, pelear (yo soy cero peleas
), mejor dicho sería como un médico que le tiene miedo a la sangre, pero al que le gusta ser médico, jajajajajaja.
Aclaro, así soy yo, no se confíen del resto . Si a ustedes en este momento los están llamando para cobrarles, no se rían, hay unos hijuemadres que no tienen corazón, jajajajaja.
La experiencia fue agradable, aprendí mucho al lado del doctor Mario y me ha servido mucho en la vida; mis contratos como comediante y los que tengo en Super Nice Rent a Car son hechos por mí con todos los estándares de calidad .
¿En qué terminó esto? Les cuento que una firma de abogados nos quitó el negocio,
dijeron que ellos lo hacían por menos porcentaje
y además en Coomeva se regó el chisme de que el que cobraba era un humorista de Sábados Felices y que ni siquiera había terminado la carrera
. Pero acá entre nos, unos meses después, alguien de Coomeva nos dijo que los resultados de nosotros eran mejores y que la gente quedaba contenta con nuestro trabajo
.
Así me gané el dinero en el año 2002. Me alcanzó para comprarme una Honda Shadow 600 y salí luego de esa oficina para irme a trabajar con la empresa de libros que les conté, vendiendo enciclopedias a crédito .