Tener un club de taxistas parecía una buena idea; más que un negocio, era también una forma de ayudar al gremio (pensaba yo).
Era el 2003 y este joven que les escribe trabajaba en la emisora Olímpica Stéreo por las mañanas. Ayudado por la imagen y la audiencia de la radio, empezamos a llamar a los taxistas EL PODER AMARILLO. Un día los convocamos para sortear unos premios de la emisora y resulta que el barrio colapsó, jajajajaja, eran muchos, nunca en mi vida había visto tanto desocupado, jajajajaja. Así que al verlos juntos y hablar con ellos, pude notar que tenían demasiados vacíos en lo laboral, en lo social y hasta en su vida personal
. Muchos de nosotros hablamos mal de los conductores de transporte público y no sabemos el sacrificio tan tremendo que implica ese trabajo. Levantarse desde las 3 a.m. para recibir un carro de 4 a.m. a 4 p.m., manejar más de diez horas seguidas en el tráfico, los pitos de los carros, las motos, el esmog, escuchar una historia diferente cada 10 minutos, se sube el que habla, el que no habla, el que huele bien, el que huele mal, la señora con los niños que gritan, que le pegan patadas al asiento; en serio, antes esos señores no se vuelven locos más rápido. Estoy seguro de que si le revisan la hoja de vida a los señores que se ponen una bomba en el cuerpo y explotan, seguro fueron taxistas, jajajajajajaja (si ya sé, soy lo peor, era un mal chiste, pero ya).
Sigamos. Mi idea consistía en armar un club de taxistas que tuviera un carné de identificación con el que accedieran a descuentos en llantas, cambios de aceite, baterías y la joya de la corona: GRÚA las 24 horas. Hasta conseguí por un costo mensual que con el carné pudieran entrar a la piscina de la sede campestre de la Caja de Compensación Comfenalco . También tenían lavada de los carros, entre otras cosas, además de entretenimiento con descuento en peluquerías, boletas para conciertos y para el estadio, entradas a ciertos lugares, descuentos en cine y en supermercados y hasta consulta médica, pues por si no saben, muchos ni siquiera tienen seguridad médica por los costos y tienen que trabajar a veces enfermos.
Todo esto por solo 15.000 pesos mensuales .
(Obvio hice mal las cuentas
). Una señora amiga gerente de una serviteca escuchó de mi idea y me llamó de una vez. Me puso una oficina gratis dentro de la serviteca para que yo tuviera la sede del club
. Era obvio, la señora no era boba, sabía que los taxistas debían ir a pagar la mensualidad y aprovechaba para ofrecer todos los servicios de la serviteca, yo era consciente de eso y como tampoco tenía una sede, me ahorraba el dinero y la firma de un contrato de arrendamiento a un año con codeudor y finca raíz.
El negocio crecía como la espuma, El Poder Amarillo se hacía famoso en Bucaramanga y yo me ahorraba la publicidad al principio, porque tenía voz en la emisora, pero luego cuando se supo que era un negocio mío
me dijeron que si quería hacer publicidad tenía, que pagar como todos los clientes
. Absolutamente entendible.
Tenía más de 500 miembros en el club carnetizados y numerados uno a uno . ¿Ya multiplicaron 500 por 15.000 pesos al mes? Todo parecía perfecto, ¿cierto?
Ok, analicemos juntos lo que debí revisar antes de meterme en esto
. Primero, no todos los taxistas son dueños de sus carros, por lo tanto quien decide dónde le compra las llantas, le cambia el aceite o la batería no es el taxista, ES EL DUEÑO DEL CARRO. Por lo tanto, muy bonita la serviteca donde yo tenía la oficina, pero si ya los dueños de los carros tenían otro lado donde les daban el servicio más barato, con crédito, no les daban factura y se “ahorraban” impuestos, nadie los podía obligar. Por eso, a los pocos meses ya en la serviteca no me miraban tan bonito, jajajaja. Todo el día el desfile de taxistas tomándose el tinto de los clientes, ocupando parqueadero, usando el baño, y no gastaban NADA. Bueno, sí, gastaban el café, el azúcar, las servilletas y el papel higiénico, pero de dinero, nada
. Mejor dicho, gastaba más Superman en buses, o Tarzán en corbatas, jajajajaja.
El servicio de grúa era perfecto, pero como siempre, con problemas. Unos taxistas les cobraban a otros por prestarles el carné para llamar la grúa y a nosotros la grúa nos costaba. El chisme se regó rápido y pasamos de diez servicios al mes a ochenta o cien, y ni porque pusiéramos la placa del carro que cada taxista manejaba, pues ellos alegaban que el patrón tenía muchos carros y se los cambiaba, en fin. Con disgustos regulamos eso.
El equipo de fútbol Atlético Bucaramanga me vendía entradas a los partidos con un descuento increíble y yo se las daba a los taxistas que pagaran cumplidos los primeros días del mes, aunque era por sorteo. Luego supe que reclamaban las entradas y las revendían en la entrada del estadio , así que decidí entregarlas en la puerta del estadio y esperar hasta que los señores entraran. Eso parecía como en un kínder
. Los partidos contra los equipos grandes eran una locura, ahí sí querían ir todos. En un partido contra el Atlético Nacional me agarró la Policía, pensando que yo estaba revendiendo boletas
. No me creían que las estábamos era regalando a los del Poder Amarillo y la autoridad me quería llevar a conocer el Poder Judicial
. Mi secretaria, Dorisita, una vecina más audaz que quién sabe qué y que no se la dejaba montar de nadie, se puso a pelear con la Policía y fue peor, jajaja, nos iban a subir a la patrulla jajajaja. Yo les seguía diciendo que estaba regalando las boletas y les mostraba la lista, pero como yo tengo una cara de negociante nadie me cree que yo iba a regalar eso. Y ni les cuento lo que me tocaba con boletas a los conciertos. En una peluquería de una amiga les tenían precio especial. Mi papá, mi hermoso viejo, les hacía consultas médicas a los del Poder Amarillo y nunca me las cobraba
; hasta me conseguí un restaurante que les dejaba el almuerzo en 1.000 pesos
. Un día se intoxicaron un poco de taxistas en ese restaurante y qué pecado con mi papá, no daba abasto con las consultas. Como era de esperarse, cerré el convenio con el restaurante de almuerzos de 1.000
.
Yo organizaba torneos de bolo criollo, eventos de todo, con tal de dar a conocer este nuevo y maravilloso producto social, jajajaja.
Cuando uno está metido en un negocio así, le empiezan a llegar propuestas de todo tipo: dueños de otros negocios me empezaron a buscar para que yo los tuviera en cuenta
, hasta en política me querían meter
, ya me querían lanzar de concejal, jajajajaja, y yo NOOOOOO a mí déjenme así quietico. Entre propuesta y propuesta terminé tomando en arriendo un lavadero de carros (que eso da para otra historia
) en el turno de la noche. Es decir, me entregaban el lavadero a las siete de la noche y lo devolvía a las siete de la mañana. Estaba ubicado en la avenida González Valencia y la avenida La Rosita
, al lado tenía un local y lo tomé en arriendo para poner una cafetería y hasta restaurante, jajajaja (que obvio, es otra historia también).
En fin, amigos, en ese negocio no siento que me haya ido mal, no era rentable para nada, pero tampoco perdí nada, ni un peso. Hice mal las cuentas y así como entraba dinero salía, mensualmente tocaba pagar grúa, piscina, boletas, etcétera. Nunca me arrepentí de nada ahí, conocí un gremio maravilloso al que le guardo cariño y respeto, muchos han sacado adelante familias manejando de sol a sol.
Como esto es un foro de negocios, jajajajaja, ¿qué me quedó de enseñanza? Acá va:
Una idea puede ser buena en el papel, fácil de desarrollar —ahí no había mucho que inventar, no había nada que fabricar, todo estaba hecho— sin embargo, ese negocio se movía porque yo estaba ahí, yo ponía la cara para hacer los convenios, yo respondía por las cuentas, es decir, cuando yo no tenía tiempo para ir NO PASABA NADA. Un negocio de asociados, agremiados, es bien complicado
. Todos quieren opinar, a unos les parece una cosa, a otros les parece otra. Mi papá obvio dejaba de hacer consulta y ganar dinerito con sus pacientes para atenderme los asociados y hasta les regalaba medicinas de las que tenía como muestras médicas
. En fin, si alguna vez se les ocurre organizar un club de lo que sea, primero vayan a una reunión de copropietarios de su edificio, y si después de eso quedan con ganas, me avisan, jajajajaja.
¿Cómo terminó este negocio? Realmente no terminó en ninguna fecha; viendo que eso no producía mucho pensé que era porque tenía los clientes y los estaba mandando para otros negocios, así que se me ocurrió tener un lavadero de carros donde tuviera la oficina y ahí sí ganaba por punta y punta.
En el mundo de los negocios se gana y se aprende. Realmente nunca se pierde. Empezar de nuevo, enamorarme de nuevo de otro negocio para emprender no era tan fácil. En reuniones con amigos tenemos la costumbre de hablar de dinero y de decir que la cosa está dura y terminar con “¿Qué negocio montamos?”. Un amigo empieza a contar una historia de alguien que conoce y que está ganando dinero con algo y dice: “El tipo empezó en la esquina de mi casa en un puestico y ya tiene treinta locales”. Es normal hablar de los éxitos de alguien y querer imitar muchas cosas, pero el error es que nos metemos en mundos que no conocemos y manejamos.
Si usted no sabe organizar conciertos o eventos, asesórese bien. Mucha gente cae en la trampa de hacer mal las cuentas y de esos sí que conozco muchos y muy de cerca, los viví cuando iniciaba mi carrera.
Hacen estas cuentas: “Al coliseo le caben 3.000 personas, que pongamos las entradas en promedio a 50.000 pesos, son 150 millones de pesos, y si vendemos palcos de no sé cuánto dinero, y más lo que deja el licor son como 400 millones, y supongamos que en artistas y publicidad nos gastemos 250, digamos que 300, nos quedarían 100 millones en una sola noche”
.
Esas son las cuentas que hacen y pues así CUALQUIERA, jajajajajajaja. Entonces uno debería preguntarle al amigo: “Listo, ¿usted tiene los 250 millones para perder y responderle a todo el mundo en caso de que no nos vaya nadie? ¿En caso de que cancelen el concierto? ¿La alcaldía? ¿Que el artista se enferme y no llegue? ¿Sí?”. Su amigo le va a contestar: “Hmmm no, pues obvio que no, si yo tuviera todo ese dinero no estaría acá hablando con usted, lo estaría invirtiendo en un negocio de postres buenísimo de un tipo que cuenta chistes, jajajaja”.
Muchos hemos cometido el error de meternos en esos negocios sin el dinero, esperando vender entradas y con eso pagar publicidad, ir recogiendo y haciendo socios a los asistentes al evento y por eso nos va mal
. Todos los negocios tienen un riesgo, TODOS, pero debe entender que, si quiere ganar mucho, hay que arriesgar mucho. Un concierto o evento es otra cosa, influyen un millón de factores: el artista, el clima, los permisos, la burocracia, mil detalles que no se tienen presentes a la hora de hacer las cuentas. Conozco a muchos empresarios que han logrado hacer dinero a partir de los eventos y los admiro profundamente. Han creado grandes productoras a partir de este difícil negocio y ellos saben que siempre están en riesgo porque NUNCA van a la fija. Por bueno que sea el artista y venda muchas entradas, hay otros factores que no controlan, pero si a ellos les va mal en un concierto, tienen cómo hacer otro y arriesgar de nuevo. Pero hay muchos que en el primer evento que quisieron hacer se quebraron y peor aún, perdieron la moto, el carro y ahora no se hablan con la familia porque una hermana o un cuñado les prestó el dinero para eso
.