Sabiendo que con el lavadero de carros no me iba a volver millonario y, al contrario, estaba era más pobre, jajajaja, quise buscar un negocio que me diera dinero de verdad, uno que no tuviera techo , es decir que yo pudiera vender infinito, jajaja. Así que pensé en vender papas de paquete.
Mi suegra hermosa (la tengo acá al lado ) hace unas papas fritas deliciosas y cuando íbamos a la finca a ver películas, ella hacía unas súper profesionales
. Como yo le veía el negocio a todo
, un día le dije: “Suegra, deberíamos vender de estas papas
”. Es que además me parecía que eso rinde increíble: de una sola papa, salen como tres paquetes, o depende, si son de la marca Margarita salen como cinco, jajajajaja
.
Ella me dijo: “Listo, mañana hacemos unas pruebas” . Yo comencé a averiguar de todo
: que las bolsas, que cómo sellarlas, es más, mi suegro ya tenía en mente eso hace tiempo
y ya habían avanzado mucho en ese negocio de vender papas. La marca era Papagayo y a mí me sonó súper chévere, ‘Papa-gayo’, jajajaja; sí claro, sonaba bien, jajaja. Las hacían en Acapulco, en unas fincas en Ruitoque cerca de Bucaramanga
.
Yo les dije: “Como ustedes ya tienen todo, yo me dedico es a VENDER”, jajaja, y empecé a montar toda la logística. Lo más conocido en Bucaramanga eran las de la empresa La Victoria: papas, mixtos, chicharrones, todo muy delicioso y de excelente calidad, como todo lo de mi tierra
(valga la cuña).
Pues bien, yo empecé a perseguir los camiones de La Victoria para ver cómo trabajaban, jajajaja . Me conseguí unas promotoras para los puntos de venta y hasta conseguí una casa en el barrio San Fransico que me sirvió de bodega a donde llevábamos las papas. Me la prestó un amigo que conocí cuando tuvimos nuestra firma de abogados, ¿recuerdan?, jajajaja.
La nómina no era muy costosa. Mi esposa, mi mamá, mi suegra, jajajajaja; todo el que me ayudara y no me cobrara era bienvenido a esta nueva y próspera empresa
.
Yo soñaba en grande, no crean, decía: “Voy a organizar un concierto y que la entrada sean paquetes de papas desocupados”. Pero con el dinero que tenía la empresa para la época era imposible, mejor dicho, con el presupuesto de mercadeo no me alcanzaba ni para contratar una serenata, jajajajaja, pero así se empieza.
Soñaba con camiones brandeados con la marca (para nosotros, los “profesionales del marketing”, “brandear” significa LLENAR DE CALCOMANÍAS TODO EL CAMIÓN, jajajajaja).
Yo quería estar metido en todos los supermercados, pero ese negocio SÍ NECESITA MUCHO DINERO, DEMASIADO CAPITAL, y yo no tenía sino las ganas, jajajajaja.
Lo primero que queríamos era mejorar la presentación del producto, que se viera igualito a las que todo el mundo conoce y compra. La calidad y el sabor de las de nosotros eran mejores, pero no se veían como se lo merecían . Eso se ve tan fácil y resulta que para vender en los supermercados hay que tener muchas cosas
, hasta el código de barras costaba mucho dinero y cuando es comida, los registros sanitarios y todo eso vale demasiado
.
Una vez viajé a Bogotá con mis tarjetas de presentación como Gerente Nacional de Ventas de Papagayo a buscar en dónde me hicieran las bolsas y no le apunté sino a la empresa que le hacía las bolsas a Frito Lay . El señor me dijo: “¿Cuántas bolsas necesita?”, le dije: “Uy, muchisímas, por lo menos cinco mil
”. Él me miró con una cara
, jajajajajajajajaja, esa gente hace es por millones de unidades
.
“¿Cinco mil?”. Jajajajaja, eso no es nada, lo mínimo que hacían era cien mil, por el tema de las planchas, el diseño y eso, y yo como dándomelas de digno, le dije: “¿Cuánto me costarían cien mil?”. Me respondió: “Más o menos 30 millones de pesos” (en esa época), que eso es decir ahora como 12.000 francos
(que no tengo ni idea cuánto serán 12.000 pero es como por enredarlos y que digan “uff mucho dinero”, jajajajaja).
Yo le dije que nuestras instalaciones estaban ubicadas cerca de Bucaramanga en un área súper exclusiva, que fue escogida por el fácil acceso del producto fresco y el transporte, jajajaja. El transporte era el carro de mi suegro y el mío y cuando era de afán, en el techo de la Flota Cáchira nos mandaban eso a Bucaramanga, pero el señor no sabía eso o si no me cobraba hasta el café que me había ofrecido .
Imaginen mi cara cuando el señor preguntó: “¿Qué máquina tienen para sellar las bolsas?”. Y yo: “En eso sí estamos bien, tenemos la de última tecnología”, jajajajaja. Si supiera que era un cuchillo caliente y un encendedor
. Pero después compramos una plancha de sellar bolsas y de dejar recuerdos porque quemaba
; el plástico caliente es terrible, en fin
.
Como intuyen, mi negocio no fracasó, simplemente no tuvo el éxito esperado, jajajaja. Si no ven papas Papagayo en ninguna tienda o supermercado, fue simplemente porque nos dio tristeza llevar a la quiebra a Frito Lay .
Las papas son muy deliciosas, pero si les entra aire a los empaques se dañan rápido, se ponen viejas; venderlas a las tiendas no es difícil, pero la logística es complicada, se debe tener cuidado para que no se quiebren
y terminen vendiendo boronas en el parque Santander para que la gente se tome fotos alimentando las palomas
.
Al final SÍ TUVIMOS unas bolsitas marcadas con su empaque, muy bonitas, pero se necesitan máquinas especiales, esa industria es demasiado grande y costosa y por eso ganan tanto dinero, porque están muy bien tecnificadas.
Yo tenía las ganas, pero el dinero no me alcanzaba y el grave problema en este negocio es que no te da una segunda oportunidad, si a la primera no sale, si la marca no fue buena en la tienda le dicen “No, gracias”. Cuidar una marca es muy importante, la marca es TODO, la marca es por lo que se trabaja y una buena marca vale muchísimo.
Ahora que miro el pasado y me río de tanto dinero que perdí, no me arrepiento, obvio en esa época no me daba risa
llegar cansado a la casa, aburrido a tratar de distraerme viendo películas y comiendo papas
, jajaja.
Lo bonito de estas anécdotas es que siempre termino encontrándome en la calle con alguien que hizo parte de la historia de mis empresas y me dicen: “Yo fui el que le compré camisetas de Harley”, “Yo le mandaba lavar mi carro en su lavadero”, “Hola, yo soy la señora que le fabricaba las fresas con crema” ( a esa señora ni la saludé), jajajaja. Este ejercicio me ha hecho recordar de qué estamos hechos los soñadores, los tercos; he recibido más golpes que Rocky, jajajaja, y aquí sigo sin saber si lo que estoy haciendo ahora tendrá un final feliz, pero no me importa.
Muchos de nosotros, tratando de adivinar el final, nos perdemos lo bueno de la película; tratando de imaginar quién es el malo, nos perdemos lo que nos enseña el bueno. Así que ya saben, un solo fracaso no puede ser suficiente.
Las aguas calmadas no hicieron al buen marinero.